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MUJER Y SALVACIÓN EN AMÉRICA LATINA. UNA APROXIMACIÓN DESDE EL TESTIMONIO DE EXPERIENCIAS VIVIDAS

Women and Salvation in Latin America. An Approach from the Testimony of Lived Experiences

RESUMEN

El propósito de esta contribución es afrontar la cuestión de la salvación contemplada y vivida desde la perspectiva de las mujeres latinoamericanas. El contenido es el resultado de una investigación realizada desde la aportación de las propias mujeres en un trabajo de campo, cuyo análisis cuantitativo y cualitativo he tratado de verificar, a través de una “muestra de contraste” realizada a un grupo de varones. Desde la lectura de este, trato de concluir poniendo en evidencia una coincidencia básica, a nivel teórico, de la visión de la salvación entre varones y mujeres, así como algunos rasgos particulares que se destacan en la experiencia de salvación vivida por las mujeres.

PALABRAS-CHAVE
Mujer; Salvación; Género; Experiencia

ABSTRACT

This study addresses the question of the experience and contemplation of salvation from the point of view of Latin American women. The results are based on the contributions of different women in a field work investigation. A quantitative and qualitative analysis with a “contrast sample” was carried out with a group of men. Based on these results, I plan to come to a conclusion by highlighting a basic coincidence, at a theoretical level, of the vision of salvation among men and women, as well as some particular features that stand out in the experience of salvation lived by women.

KEYWORDS
Woman; Salvation; Gender; Experience

Introducción

¿ Qué salvación esperan las mujeres latinoamericanas? Una cuestión triplemente compleja. En primer lugar, porque el término salvación dista mucho de ser unívoco, y su comprensión –incluso en los ámbitos creyentes– se ha ido haciendo cada vez más difícil por ir distanciándose de las experiencias cotidianas de vida. De hecho, algunas mujeres afirman que se trata de un tema que nunca sale en sus conversaciones con otras. En el propio ámbito académico, hay mujeres que defienden que estamos ante una categoría que ha sufrido tantas deformaciones en su comprensión a lo largo de la historia, que es imposible de recuperar1 1 Cecilia Avenatti (Argentina), Ángela Pérez (Chile). ; más bien debería desaparecer y ser sustituida por otras. «Salvación» es uno de los conceptos más difíciles en la trasmisión de la fe hoy en día2 2 Cf. A pesar de la existencia de estudios recientes y de gran calidad teológica acerca de la soteriología, no parece que el discurso haya alcanzado al pueblo de Dios: CORDOVILLA, 2021; E.J. JUSTO, 2017; MINGO, 2007; SESBOÜÉ, 1990/1993; PORCILE, 1995; BALTHASAR, 1995; I. ELLACURÍA – J. SOBRINO, 1990; GONZÁLEZ DE CARDEDAL, 1986, p. 85-168. . De hecho, casi sistemáticamente es sustituida por «liberación» que, sin duda es una categoría soteriológica, pero que carece de la capacidad totalizadora constitutiva de la idea de «salvación». Esta arrastra consigo tres preguntas fundamentales: «¿salvación de qué? o ¿salvación, de quién?; ¿quién salva? y ¿salvación, para qué?»3 3 Cf. GESCHÉ, 2007, p. 29-72. . Una triple dificultad que se deja sentir especialmente en los ámbitos sociales económicamente más desarrollados, y más secularizados, donde la idea no se entiende, ni se capta su utilidad, cuánto menos su necesidad4 4 Para esta parte, véanse: TORNOS, 1991, pp. 51-112. URÍBARRI, 1992, pp. 535-551. .

En segundo lugar, el intento de alcanzar algún dato acerca del modo en que la salvación está vinculada a las esperanzas y anhelos de las mujeres, no hace sino complejizarlo más. Las mujeres no somos un bloque monolítico con un mismo pensar, sentir y una misma forma de actuar. En realidad, hay tantas esperanzas como mujeres. De ahí la dificultad y el reto de identificar qué hay de común entre nosotras: en nuestra imagen de la salvación y en nuestra expectación sobre ella5 5 Sobre el tema Salvación y Mujer, no es posible obviar el magnífico trabajo de TERESA PORCILE, La mujer espacio de salvación. Nuestra aproximación será diversa. Pretendemos dar voz a las mujeres para que, desde su experiencia, nos den datos que nos permitan percibir si sus conceptos de salvación están afectados por el hecho de ser mujeres, y cómo. No es finalidad de este trabajo hacer teología feminista, ni elaborar una teología narrativa sobre la salvación. Nuestro objetivo es menos pretencioso. Queremos simplemente identificar la conexión entre la idea de salvación y la condición de mujer. Sobre el tema de la salvación en vinculación con el cuerpo de la mujer, y también a partir de experiencias personales vividas, véase el trabajo de BECERRA MELO, 2011. .

En tercer lugar, esta investigación se realiza con un grupo concreto de mujeres, en un contexto geográfico y cultural determinado: América del Sur. Un ámbito en sí mismo pluricultural, con grandes diferencias socioculturales internas. Con dos limitaciones añadidas: la muestra sobre la que trabajo no recoge, ni todos los países, ni el mismo número de mujeres en cada país; y quien realiza la investigación es una mujer española. Este hecho, me mantuvo un tiempo temerosa, acerca de la posibilidad de entender de fondo el material adquirido. Al fin, me animó pensar que estaría en una situación de equidistancia hacia todos los países, lo cual me permitiría una objetividad, que no tendría, si perteneciera a uno de ellos. En todo caso, esta situación me ha servido para aproximarme a las experiencias de todas estas mujeres, más descalza, más cuidadosa, más como aprendiz del tesoro vital que se me estaba regalando.

El momento en el que escribo está marcado por una realidad mundialmente compartida. Todo lugar ha sido lacerado por la COVID y sus consecuencias. Una cuestión que seguramente nos ayuda a situarnos en clave de necesidad de salvación con algunos deseos comunes, aun cuando, curiosamente, las encuestas no lo reflejen explícitamente.

¿Cómo decir una palabra honesta y verdadera acerca de la salvación que esperan las mujeres? De la resistencia a hablar por otras, sin conocer en verdad lo que esperan de la salvación, nació la idea de hacer una pequeña encuesta, en la que las propias mujeres pudieran dar cuenta de su idea de salvación, así como transmitir en qué sentido en esa idea “pesa”, o “influye” –a su modo de ver– el hecho de ser mujeres y cómo lo hace.

    ENCUESTA6 6 La encuesta fue realizada on-line y dirigida a mujeres con distintos niveles de compromisso de fe, y en distintos estados de vida (consagradas, casadas, solteras, separadas...) pero que se reconocían como cristianas.
  1. ¿Qué es la salvación para ti? a) a largo alcance y b) en el momento presente

    La primera pregunta trata de sondear la idea de salvación de la persona (a corto y largo alcance) es decir, en su dimensión presente y futura.

  2. En tu idea de salvación, ¿cómo influye el hecho de que seas mujer?

    La segunda cuestión intenta captar en qué sentido la condición de mujer influye en la definición dada.

  3. ¿Qué rasgos de la salvación que esperas te parece que comparten otras mujeres?

    La tercera redunda sobre este tema, pero en una perspectiva más colectiva, tratando de inducir si hay conciencia de una percepción compartida por las demás mujeres de esta influencia y a qué rasgos de la salvación afecta.

Pronto comencé a percibir que precisaba una muestra de contraste, para poder determinar si lo que las mujeres consideraban como propio de «su condición» realmente lo era. ¿Los varones darían respuestas distintas? Así surge la encuesta de varones.

No sé si realmente he accedido al contenido de la salvación que esperan las mujeres latinoamericanas. En las respuestas hay muchas coincidencias y muchas divergencias, y ambas resultan ser muy interesantes. En muchos casos, no se responde a lo que pregunto, pero espontáneamente se vierte sobre el papel lo que a la persona realmente le preocupa, bien sea en orden a la salvación o a la cuestión de género. Todo ello se ha convertido en «posibilidad» de dar algún paso más hacia el objeto de esta investigación o, al menos, hacia la discusión del objetivo: detectar cómo afecta el hecho de ser mujer a la comprensión de la salvación. No pretendemos aquí dar respuestas a todas las preguntas planteadas al inicio. No tratamos tampoco de realizar una teología narrativa sobre la salvación, ni tampoco de adentrarnos en el campo de la sociología de la religión. Queremos, sencillamente escuchar la experiencia de la salvación que viven las mujeres tal como han sido expresadas en las encuestas, tratando de señalar la especificidad que brota, justamente, de su condición de mujeres. Dejaremos para un estudio posterior el diálogo con la soteriología contemporánea y una elaboración teológica más sistemática.

El trabajo se estructura en dos partes. En la primera trataré de describir la muestra de mujeres y ofrecer una síntesis del análisis de las encuestas. Este análisis se realizará primeramente por países, tratando de percibir si existen diferencias notables entre ellos, para finalmente perfilar un concepto común. A partir de ahí trataremos la muestra como un bloque único en orden a clarificar la influencia que la «condición de mujer» ejerce sobre las respuestas. El análisis comparativo con “la muestra de contraste” nos permitirá acceder a la segunda parte del artículo. Finalmente trataremos de extraer algunas conclusiones generales que nos consientan explicitar lo peculiar de la comprensión de la salvación en las mujeres, según la muestra estudiada.

1. La muestra

La muestra de estudio está constituida por 250 mujeres cristianas de América Latina. La muestra de contraste, por su parte, es de 60 varones latinoamericanos.

El análisis básico de las encuestas a mujeres se ha realizado, en primer lugar, por países: Argentina, Brasil, Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador, Guatemala, México, Paraguay, Perú, Uruguay y Venezuela. Por tratarse de una encuesta totalmente abierta, no ha habido posibilidad de controlar los ítems de edad, estado, ocupación o profesión, aunque resulta bastante equilibrada en este sentido. Somos conscientes de que dentro del continente hay países muy diversos, y situaciones muy distintas, que no se han considerado en su especificidad, aunque han estado presentes en el momento del análisis cualitativo y de la interpretación de los textos.

Las circunstancias concretas tienen mucha importancia porque no se puede esperar la salvación de igual forma desde cualquier contexto. Las experiencias de presente marcan nuestro futuro y viceversa. Las necesidades despiertan nuestras esperanzas y el anhelo de salvación, de la misma manera que la sobreabundancia narcotiza la esperanza y bloquea los accesos a la salvación.

PAÍSES ESTADO EDADES Argentina: 64 México: 8 Casadas: 104 [18-20]= 15 Brasil: 5 Paraguay: 4 Divorciadas/separadas: 32[21-30]= 13 Bolivia: 5 Perú: 55 Soltera: 62 [31-40]= 39 Colombia: 10 Uruguay: 16 Consagradas: 36 [41-50]= 50 Chile: 73 Venezuela: 4 Viudas: 16 [51-60]= 63 Ecuador: 5     [71-80]= 24 Guatemala: 1      

2 ¿Qué es la salvación para las mujeres?

La primera pregunta de la encuesta trata de captar qué es la salvación para las mujeres de América Latina. No contamos con una muestra que recorra la totalidad de los países, y hay diversidad en el número de encuestas respondidas en unos países y otros, de ahí que el primer análisis, más cuantitativo, lo hayamos hecho por países tratando después de dar una visión de conjunto.

Argentina (64). Para prácticamente la totalidad de las entrevistadas, la salvación escatológica dice relación con la presencia de Dios, con el encuentro con él cara a cara (y con Jesús), con ser recibidas en la casa del Padre, entrando en comunión con él, participando de su Vida y de su Amor eterno. Comunión también con los seres queridos, con los demás y el cosmos, disfrutando de su gloria [100%]. La segunda categoría más recurrente ha sido plenitud [20%]: de la vida, de la historia, del mundo. Tras ella: felicidad [18%] y paz [16%], y por último liberación [13%] del pecado, de todo mal, del sufrimiento… una liberación plena. Respecto a la salvación presente, la mención más frecuente es la de la persona de Jesús. La salvación se especifica como saberse amada por él, gozar de su cercanía y presencia, conocerle, seguirle, imitarle…y darle a conocer y amar [32%]. En esta misma línea se mueven las respuestas que apuntan a la presencia de Dios en la vida y la historia como salvación [23%] que acompaña, sostiene, sana, obra en nuestras vidas y da confianza. La categoría liberación [17%] reaparece nuevamente. Liberación del egoísmo, la mentira, la amargura, el miedo… y también del sistema opresivo y destructor, del odio, de la violencia y de todo tipo de esclavitud. Trabajar para que el Reino de Dios [15%] se haga realidad en la tierra, es otra de las expresiones más repetidas, reclamando justicia social y voz para todos, que la dignidad y los derechos sean respetados y gozar de la igualdad. Los momentos de paz y felicidad [10%] en la vida ordinaria, son leídos también como espacios de salvación; así como el poder ser instrumentos de esperanza y de salvación para otros [12%], subrayando nuevamente el carácter comunitario y colectivo de esta.

Bolivia (5). La salvación eterna se describe como Vida eterna [60%] al lado de Dios, plena en todos los sentidos. También se apunta a la liberación [40%] de las ataduras y a la experiencia de ser perdonada por la misericordia de Dios. En cuanto a la salvación presente, se describe como cuidar y disfrutar de la vida [20%], la propia, de los demás y de la creación; pero también como cumplimiento de los compromisos cristianos [20%].

Brasil (5): La libertad [80%] es la categoría más mencionada por las brasileñas, tanto para hablar de la salvación escatológica (libertad del sufrimiento, libertad integral…) como de la salvación en el tiempo presente: liberación de todo lo que impide vivir una humanidad digna, social, política, etc. Un 40% se refiere a la salvación futura como encuentro con Dios, con Jesús Un encuentro comunitario, pues nadie se salvará solo. Otro 40% considera que la salvación en el momento presente consiste en vivir con sentido cotidianamente, un sentido que nos da Cristo.

Chile (73). Estar junto a Dios, en su presencia, encontrarse con él como Padre-Madre, retornar al hogar, a la casa del Padre, para participar de su amor y plenitud, de su vida sobreabundante, abrazada, tomada de su mano… son las expresiones que describen de forma mayoritaria la idea de salvación eterna en las encuestadas chilenas [70%] En esta participación se incluyen también los seres queridos. Junto a esta descripción dos términos destacan por su recurrencia: paz eterna [24%] y libertad [24%]. Esta última entendida como liberación del pecado, del mal, del dolor, del sufrimiento, de las injusticias y de todo daño. Finalmente, con una frecuencia algo más baja se mencionan la felicidad [13%] y el hecho de que esta salvación sea un don, un regalo gratuito de Dios a través de la muerte y resurrección de Jesús [12%]. Un pequeño grupo habla de la salvación como premio a la vida vivida. Respecto a la salvación presente llama la atención que, de forma claramente mayoritaria, el tema más nombrado sea el de la preocupación por los otros y su salvación [22%]. La salvación en el tiempo presente se entiende como una transformación personal hacia los otros, entregándose a los más desfavorecidos, luchando por la justicia, tratando de hacer el bien y hacer felices a los que se cruzan en nuestro camino. Pero, sobre todo, se refieren a la esperanza de salvación para todos, para el pueblo. Se habla de vivir en pro de la salvación, de entenderla como algo comunitario, de buscarla para los demás, de ayudarlos a alcanzarla, de llevarles el mensaje de salvación. La segunda categoría más mencionada es libertad [17%]. Libertad de las diversas esclavitudes, de los pobres, de las mujeres. Liberación del mal, del pecado social, de los peligros, del abuso, de la delincuencia, del acoso sexual y laboral, de los opresores… de todo lo que nos impide ser felices. En tercer lugar, aparecen dos expresiones. Vivir en el Amor [16%] experimentando a pequeños sorbos nuestro destino último: disfrutando del amor de Jesús en lo cotidiano, de tener amor para entregar, de entregar y recibir amor, de obrar con amor y de ser feliz por poder vivir amando; y la contar con Dios en la vida diaria [16%]: sentirse unida a él, en comunión, contando con su gracia y llevando adelante su plan de salvación. Vivir en paz y armonía [14%] es otra de las ideas con las que definen la salvación en el momento presente, así como la mención de la persona de Jesús [16,5%], viviendo sus valores para hacer presente el Reino aquí y ahora, conociéndolo y dándolo a conocer. Por último, hay un grupo que vincula con fuerza la salvación con la realización de lo humano [12%], y con el deseo de cambiar/cuidar la realidad [11%] valorando y respetando la dignidad de todos y también de la tierra.

Colombia (10). La Vida eterna concebida como vida con Dios, vida en Dios Amor, explicita la idea de salvación futura para el 60% de las encuestadas. La segunda categoría utilizada es la paz, paz completa [40%]. En cuanto a la salvación presente se vincula principalmente a la persona de Jesús [40%]: la relación con él, aceptarlo en su totalidad, conocerlo, seguirle, amarle.

Guatemala (1): La salvación es ajustarse al deseo de Dios sobre uno mismo, dejándose guiar por él, y viviendo en discernimiento: voluntad de Dios.

México (8): Paz y armonía, interior, con los otros y la tierra es el término más frecuente [37%] para dar cuenta de la salvación escatológica. También se acude a las nociones de libertad [25%] (libertad plena, de culpas y pecados), y de vida eterna, como participación en la vida divina y encuentro con Dios [25%]. En cuanto a la salvación en el tiempo presente, se designa básicamente con la expresión Reino de Dios [50%], se trataría de anticiparlo y vivirlo aquí en la tierra.

Paraguay (4): Jesús es la palabra clave para hablar de la salvación [100%]

Perú (55). La categoría más empleada para describir la salvación escatológica es Vida [53%]. Vida eterna con el Señor, unión, comunión con él, ver su rostro, estar en su presencia, vida en plenitud. Encuentro con Dios, pero también con los seres queridos, con los otros y la creación. En segundo lugar, la idea más repetida es la de libertad/liberación [46%]. Liberación de todo cuanto nos esclaviza: pecado, ataduras, sufrimiento, maldad, egoísmo, opresión, desorden, muerte, etc. En algunos casos se habla de una liberación que es personal, pero también comunitaria y cósmica. Con menor frecuencia se recurre a los conceptos de felicidad, gloria, y paz [11%]. En cuanto a la salvación presente, se define como una experiencia de presencia, cercanía, auxilio y sostén en el día a día, sea de Dios [14%], sea de Cristo [14.5%], reconocido como único salvador y experimentada en su seguimiento e imitación. La voluntad de Dios sea como determinante de la misión personal, o como referente al que alinear la propia vida en la segunda categoría mencionada [14.5%]. En tercer lugar, aparecen las ideas de liberación [12%] y la tarea de «construir un mundo más justo», igualitario, solidario y fraterno [12%]. El Amor, también es mencionado tanto como don recibido de Dios como tarea dirigida a los hermanos [10%]. Finalmente, un pequeño grupo habla de la salvación presente en términos de empoderamiento de la mujer, lucha contra la ideología patriarcal y responsabilidad ante Dios.

Uruguay (16). Un 75% de las repuestas apuntan al concepto Vida eterna para describir la salvación futura. Esta vida es comprendida como encuentro con Dios (con Cristo, con la Trinidad), comunión con él y experiencia plena de su amor. En este encuentro se incluyen también, habitualmente, los seres queridos. También el encuentro, la presencia y el acompañamiento de Dios, de Jesús y del Espíritu en lo cotidiano, son términos recurrentes a la hora de describir la salvación en el tiempo presente [25%]. Aun así, el Amor es la palabra más mencionada para referirse a la experiencia de la salvación histórica: el amor de Dios es roca, fuerza en la vida, es el rastro que Dios deja en uno mismo y en los demás y que nos lleva a él, invitándonos a vivir en el amor (amar y servir) [33%]. A la perspectiva escatológica se refieren como un propósito eterno regalado por Dios, pero que se va desarrollando día a día. La experiencia de sentirse salvada despierta el deseo de cambiar los antivalores sociales en los valores del Reino.

Venezuela (4): Un 75% espera de la salvación escatológica la presencia de Dios y comunión con él, con todos los santos y con todos los que amamos. También se menciona la categoría plenitud [25%]. En cuanto a la salvación en el momento presente, la categoría más mencionada es camino/proceso [75%]: se trataría de encaminarnos desde el ahora hacia lo que esperamos. Tratando de transformar nuestro modo de vida actual: nuestras relaciones con los demás y la tierra [50%] (atropellos, descarte, vulneración de derechos), respetando sus derechos, para que todo pueda ser salvado.

En síntesis. El análisis cuantitativo de las categorías empleadas por las mujeres para describir la salvación escatológica arroja el siguiente saldo global. La categoría más nombrada en la mayoría de los países es: vida eterna, comprendida como encuentro definitivo con Dios, que habitualmente se abre a los seres queridos, a los demás y al cosmos [57%]. En segundo lugar, aparece la liberación integral, con matices diversos [25,5%], en tercer lugar, la paz [16%]. Plenitud, Amor, y la referencia a Jesús como salvador, con menos frecuencia.

En cuanto al modo de describir la salvación en el momento presente, la presencia, seguimiento e imitación de Jesús [40%] es una de las ideas más recurrentes, junto a la presencia y acompañamiento de Dios en la vida cotidiana. Le siguen las categorías: libertad y Reino de Dios, y ya con menor frecuencia: el amor, la salvación de los otros y la vida.

Alinearse a la voluntad de Dios, o incluso, el cumplimiento de las normas cristianas para hacerse digna de la salvación, son otras afirmaciones que aparecen en las encuestas, aunque más esporádicamente.

En líneas generales, desde una perspectiva más cualitativa, la salvación futura es comprendida más homogéneamente. Un pequeño grupo solo habla de ella. Sin embargo, los mayores desarrollos se realizan en torno a la idea de la salvación presente. La diversidad y la riqueza en las respuestas es mucho mayor. Aunque el seguimiento de Jesús y su Reino se mencione con una alta frecuencia, recibe un fuerte acento en las descripciones la idea de libertad /liberación, sea del sufrimiento, de la opresión, de la esclavitud, de la injusticia, del pecado, de la muerte, de las ataduras, hasta de la condena. Libertad de la persona, de la humanidad y de la creación. La salvación se experimenta fundamentalmente como una experiencia del aquí y ahora a) en la relación con Dios y con Jesús: como presencia en la vida que acompaña, sostiene y cuida, pero también se capta al vivir según su proyecto; al sentirse perdonada, reparada..., y en el deseo de que los demás experimenten lo mismo; b) en las actitudes con las que se enfrenta la vida: intentando ser mejor persona cada día; haciendo el bien; sacando lo mejor de sí, viviendo en el amor y la verdad; cuidando la vida y disfrutando de ella; dándolo todo en lo pequeño; luchando, aunque no se vea el final, como un camino en el que hay que persistir; y disfrutando del presente; y finalmente c) en el deseo de cambiar la realidad, entendido como un proceso o un camino del que hemos de hacernos responsables para que nos alcance la salvación deseada. De alguna manera, aunque la formulación explícita no sea tan frecuente, el deseo de justicia, de inclusión, de igualdad…está latente bajo la mayor parte de las categorías empleadas: sea la liberación, sea el Reino de Dios como ámbito que se desea construir…, y más claramente en la preocupación por los otros y su salvación.

A pesar de ello no siempre es clara la idea de salvación aplicada al aquí y ahora. Tampoco resulta sencillo captar cómo se establece la relación entre los datos aportados y la salvación. En muchos casos, lo que se define como salvación presente, en realidad es aquello que las encuestadas piensan que «deben de hacer en el presente» para alcanzar la salvación, y no tanto algo que se viva y experimente, en sí mismo, como salvación. Por otra parte, donde la sensibilidad feminista es grande, se polariza todo alrededor de la cuestión de género, sin una conexión explícita a la salvación.

Hay un buen grupo de mujeres que viven con fuerza la necesidad de preocuparse por la salvación de otros, y de dar a conocer a Jesús como salvador y camino de salvación, como un tesoro que poseen y no quieren quedarse solo para ellas. Para algunas, y de distintos ámbitos sociales, la salvación hoy pasa por buscar y vivir su misión: la que Dios les da. Otras hablan de vivir según su voluntad, su proyecto, de agradarle… Llama la atención esa búsqueda y la clara percepción de que Dios quiere darles una misión en la vida (y no solo en las consagradas) y, sobre todo, el vivirlo como una nota de salvación en el presente.

Aunque muchas subrayan que la salvación es un don, es un regalo, que no se puede conseguir con propias fuerzas o méritos, hay un pequeño grupo que se expresa de un modo, al menos aparentemente contrario, al hablar de ganar el cielo, y del cumplimiento como camino para alcanzar dicha salvación.

3 ¿Qué es la salvación para los varones?

La salvación eterna, escatológica, en el grupo de contraste, se define mayoritariamente como un estar con Dios, en Dios, gozar de su presencia, se trata de un encuentro con él, de verle cara a cara. Gozar de la gloria eterna. Comunión con la Trinidad, cercanía y unión con Cristo. Abrazo del Padre, ser acogido en su seno maternal, en el misterio de su Amor [48%]. Casi la mitad de los encuestados responden a esta cuestión desde estas categorías. También se menciona, en esta comunión, a los seres queridos.

Un 27% remite a la idea de vida: Vida eterna y vida plena. Se entiende como victoria sobre la muerte, como resurrección con Cristo, como cielo, pero también como la realización plena de nuestra humanidad. En este sentido esta vida es plenitud, perfección, llegada a la consumación de nuestra condición de seres creados a imagen y semejanza de Dios. Para algunos, esta realización humana en plenitud se da en comunión con el universo, consumando la existencia tanto a nivel individual como colectivo y cósmico.

La Paz es otra de las categorías más repetidas [22%]. En cuarto lugar, aparece la libertad. La salvación se comprende como liberación del dolor, la muerte, la violencia, hambre, llanto, opresión, represión: también como liberación del pecado, de las contingencias y limitaciones. Hay una cierta mezcla de objetos en esa liberación, que no siempre deja suficientemente clara su dimensión transcendental. Si bien para algunos se trata de una acción de Dios que rescata de todo ello nuestra vida [15%].

La salvación presente se contempla en el grupo de varones como camino en el que experimentamos el ya, pero todavía no de la plenitud esperada. Alguno explicita que se trata de un camino con Dios, con la Iglesia, con otros. Otros especifican que se trata de un proceso de realización, consumación, que se inicia en la historia, y que es anticipación aquí de una plenitud (escondida) que solo se dará en la vida eterna [10%].

La categoría más repetida para definir esta salvación presente es la de Reino de Dios. Se trata de hacerlo vida con las fuerzas humanas y con Dios como fuente. Varios entienden que supone buscar justicia y dignidad para todos, cuidado de los pobres y marginados, viviendo el proyecto de Jesús y su cercanía como algo que da sentido, integra y sostiene [25%]. Para alguno, en el límite, lo importante es construir aquí el Reino, no hay más vida. Pero también, en algunas encuestas se expresa que, aunque la salvación sea don, pide la colaboración de nuestra libertad.

La experiencia de amor es mencionada por algunos como salvación, así como la vida que brota de dar ese amor [8%]. Amor recibido de Dios y amor transparentado y trasmitido.

Otro pequeño grupo entiende esta salvación como cumplimiento, que define como vivir según la ley de Dios; hacer lo que tengo que hacer o trabajar para ser digno de la salvación futura [5%]. Se percibe aquí –como también ocurre en la muestra de mujeres– una cierta confusión entre lo que es la salvación presente y lo que la persona piensa que debe de hacer para alcanzar la salvación. Unos más como un deber, o un trabajo…otros hablan de «lograr la salvación». A pesar de ello, también hay testimonios que afirman que esta salvación es don. Y como hemos visto, algunos explicitan la necesidad de que el don y la tarea humana confluyan.

En el concepto de salvación que se sigue de las encuestas de varones, se perciben grandes diferencias entre los entrevistados. Las más detectables son las que tocan a la experiencia religiosa de cada uno. También a la formación religiosa (más que la cultural) y a los contextos desde los que se responde.

Los aspectos cósmicos, colectivos y de realización de toda la humanidad son mencionados por los sujetos teológicamente más formados, o con un nivel cultural más alto. En otro sentido, la salvación se plantea mayoritariamente como algo que tiene que ver con la persona en su individualidad, aunque los familiares y seres queridos están presentes en la esperanza de salvación, y los pobres y oprimidos en el deseo de que sean alcanzados por la justicia que trae consigo dicha salvación.

4 ¿Cómo perciben ellas que su condición de mujeres afecta a la salvación?

En un total de 250 entrevistadas, para 52 no influye [20%], mientras que 198 afirman la influencia [80%].

4.1 ¿Por qué no influye?

La percepción de que la idea de salvación no queda influida por nuestra condición de hombres o mujeres, responde fundamentalmente al hecho de que al hablar de salvación se piensa en ésta como un don y un regalo de Dios, como el proyecto de Dios para con la humanidad. Algo que depende de él y no tanto de nosotros, de ahí, que se contemple como una y única, sin diferencias, la voluntad salvífica de Dios sobre la humanidad, y la promesa de futuro que aguardamos: la salvación escatológica.

Pero incluso, quienes piensan en una salvación que se está dando ya en el tiempo presente, la vinculan más con nuestra respuesta de fe. Si la salvación –como decía Rahner– es la gracia victoriosa, es decir la auto-comunicación de Dios acogida por la libertad del ser humano, entonces estará en función de la fe, de la relación que cada criatura establece con Dios, de su capacidad de acogerla, y esto tampoco depende de su condición de varón o de mujer.

Los principales argumentos esgrimidos a favor de la “no influencia” son los siguientes:

  • La voluntad salvífica de Dios es Universal. Dios quiere que todos se salven. La salvación como don y como destino es algo que se oferta a todos sin distinción. «Dios no hace diferencias». Cristo, nuestro salvador, ha muerto por todos. Por todo el género humano, sin distinción.

  • La historia personal, las experiencias de vida, las circunstancias que adornan cada día hacen posibles unos horizontes u otros de salvación, que se ven como más determinantes que el hecho de ser varón o mujer.

  • La historia de encuentro con Cristo es lo que define la experiencia de salvación de cada persona, y esa experiencia, para muchas, no depende del hecho de ser mujer o varón. Lo importante no es si soy hombre o mujer, «sino cómo ha entrado Cristo en mi vida y cómo va desarrollándose ese fuego, que nos lleva a querer la salvación de todos» (Perú).

  • La experiencia de fe. «Dios ofrece la salvación a todos y basta con creer» (Chile)

  • Cristo es nuestro salvador y él se entregó por todos sin distinción. «Cristo murió por todos. La salvación no tiene género, aunque a mí, me desafía como mujer» (Chile).

  • El modo de vida. La salvación se hace depender de los propios actos (se habla de su consecución, más que su idea). Sin desestimar el peligro de este tipo de afirmaciones, que pueden conducir a pensar que la salvación la ganamos a fuerza de nuestras obras, méritos o capacidades, olvidando que, siempre y antes de nada, la salvación es un don, hay que afirmar al mismo tiempo que, lo que hacemos, nuestras acciones, en cierta medida nos constituyen en lo que somos, nos van conformando. Por otra parte, también es cierto que no se puede esperar desde cualquier tipo de vida, desde cualquier tipo de experiencias. Así se afirma: «Nuestras esperanzas están influidas por nuestro modo de vida, por el tipo de experiencias que vivimos y por nuestra forma de actuar en el mundo […] lo que influye es cómo vivimos» (Perú).

4.2 ¿Por qué influye?

En cuanto a las respuestas que tratan de dar razones del por qué su condición de mujer influye en su idea de «salvación», lo primero que hay que decir es que son pocas, y mayoritariamente descansan en la convicción de que nuestra condición de varones o mujeres permea todos los aspectos de nuestra vida. Somos seres sexuados y eso nos define, nos constituye e identifica. De ahí que todo lo que vivimos, pensamos y hacemos lleve esta «marca de humanidad» y, en ese sentido, también la lleva la idea de salvación.

«Tengo incorporado mi ser de “mujer” y todo lo vivo y lo pienso como tal»

(Argentina).

«Soy mujer y siento y pienso como mujer»

(Bolivia).

«Influye en la medida que vivo plenamente mi esencia de mujer»

(Chile).

«Influye en la medida que vivo el sueño de Dios para conmigo como mujer, desde una psicología y sensibilidad femenina».

(Argentina).

4.3 ¿En qué aspectos de la salvación influye?

Lo primero que habría que decir al afrontar esta cuestión es que en las encuestas de las mujeres apenas encontramos respuestas que afecten a la comprensión teórica del concepto salvación –sí indirectamente, pero no de forma explícita, mayoritariamente, ni en sí–; lo que se nos ofrece, fundamentalmente, son narraciones acerca de su experiencia de salvación. Es decir, reconocen que su condición de mujeres afecta a su forma de vivir la salvación. En primer lugar, de modo personal, pero mayoritariamente esta vivencia se plantea como relacional, remite a otros y se desarrolla prioritariamente, no solo con otros, sino por otros y para otros. Incluso se llega a expresar explícitamente que «la búsqueda de la salvación de otros es salvación para una misma».

Resulta altamente revelador el comprobar que un gran número de las entrevistadas entienden que el dato que caracteriza la comprensión compartida de la salvación por las mujeres es su carácter colectivo: no hay salvación si no es con otros, pero, sobre todo, no hay salvación sin la preocupación por la salvación de los otros.

Al presentar los resultados del análisis de esta parte de la encuesta, lo hemos hecho tratando de diferenciar las respuestas que hablan de: a) la forma de vivir la salvación –personal o colectivamente, separando ambos ámbitos en lo posible; b) el contenido del concepto salvación: c) las posibilidades que la condición de mujer abre a la vivencia de la salvación; y d) las limitaciones que dicha condición impone a las mujeres para esta vivencia. Al hacerlo así somos conscientes de que nos desviamos, en alguna medida, del contenido explícito por el que se preguntaba en la segunda cuestión de la encuesta, pero nos parecía que nos posibilitaba ser más fieles a las verdaderas preocupaciones de las mujeres respecto a la idea de salvación.

4.3.1 En la forma de vivir la salvación

a) Personalmente

En la forma de vivir la salvación se señala que el hecho de ser mujer influye personalmente posibilitando el encuentro con la propia identidad cristiana y caracterizándola:

Influye porque «soy hija, mujer amada por Dios, encuentro mi identidad en ser creatura amada, con el género con el que he sido creada…y desde ahí me salva, desde mi identidad y todo lo que soy»

(Argentina).

Más concretamente, se reconoce que afecta permitiendo descubrir la salvación en las cosas pequeñas de cada día, en lo cotidiano, en los detalles. También poniendo en evidencia la fortaleza con la que la mujer afronta las dificultades y los reveses de su historia, con resiliencia, valentía y solidaridad; persistiendo en las pruebas, y utilizando «el instrumento más potente de salvación [que] es el Amor, y las mujeres somos muy detallistas en el brindar y demostrar el amor», acogiendo y aceptando las luces y las sombras propias y las de los demás. Sin embargo, al lado de esa fortaleza, se insiste también en el hecho de poseer «una sensibilidad mayor» en relación con los vínculos y relaciones interpersonales, así como la capacidad para «ver más allá de la realidad, para captar los signos de los tiempos y hacerles frente», y en «la búsqueda de un modo más horizontal, circular de mirar la vida» (Argentina).

Esta sensibilidad, para muchas, funciona como un facilitador para «salir de sí hacia las necesidades de otros, escuchar, actuar y, en definitiva, expresar amor en las pequeñas cosas» (Chile).

Repetidas veces, las encuestadas mencionan el ejemplo de María como dato diferencial de su vivencia de la salvación, imitándola en su humildad, confianza, sencillez, fortaleza, entrega, mansedumbre, etc. en su «ser servidora de Dios». Denota una piedad mariana que caracteriza, sin duda, la religiosidad de América Latina.

Esta identificación con la Virgen como modelo de mujer y de madre provoca, sin embargo, algunas preguntas, y deja ver una cierta ambigüedad en las respuestas. Se trata del peligro de que la idea de salvación bascule demasiado rápidamente hacia la imitación de María, cuando es Cristo quien nos salva, también a las mujeres, y a quien nos incorporamos para poder ser instrumentos y canales de su salvación. María es modelo de recepción y acogida de esa salvación y, desde ahí, una referencia legítima. No sólo es fundado sino necesario el reconocimiento de su papel único, como instrumento, para que la salvación llegara a nuestra historia, a través del sí (fiat) que posibilitó la encarnación del Hijo (en ese sentido, es posible referirse a ella como co-redentora).

La segunda cuestión problemática es hacer de María un modelo, no para la Iglesia en general, de la que es tipo (LG, n. 53), sino sólo para las mujeres –apartándolas del modelo crístico–; o bien, como un ejemplo a quien imitar que nace de una lectura androcéntrica de las supuestas cualidades de María con las que deberían configurarse las mujeres que, sin referencia en la revelación, y generado culturalmente, pretende un modelo cristiano de mujer encerrado en dichas cualidades, descartando “otras” como no-propias de la condición femenina.

«Por ser mujer me identificó con la Virgen María, trato de imitarla en su actuar para lograr la salvación»

(Perú).

No todas las referencias resultan problemáticas. Muchas se ajustan a la ejemplaridad de María como mediadora e instrumento.

«Como María soy instrumento de y para la salvación, por tener entrañas de mujer de las que mana amor, compasión y misericordia»

(México).

Otras incluso explicitan la diferencia entre cualidades distorsionadas, “culturalmente asignadas a la mujer”, y los verdaderos valores cristianos; por ejemplo, al hablar de qué tipo de humildad es la de María, se afirma que se trata de «La humildad que pide Dios. No la que hombre quiere imponer a las mujeres» (Perú).

b) En relación con otros y por otros

La entrega, acompañamiento, solicitud y cuidado hacia el otro, especialmente el que más lo necesita son notas que se reconocen como características de la forma de vivir la salvación las mujeres. Llama la atención el hecho de que el término salvación se vincule, mayoritariamente, a aquello que una puede hacer para generar espacios y situaciones que sean salvíficas para otros.

«Esperar un mundo sin injusticia y, entre tanto, cuidar y sanar con otrxs, desde otrxs, a otrxs»

(Argentina).

Hay una percepción de ser poseedoras de una mayor sensibilidad para ponerse en el lugar del otro y una mayor disponibilidad para acogerlo en su fragilidad.

«Las mujeres tenemos más sensibilidad para las emociones, de ahí que llego a percibir con más facilidad dónde es necesario colaborar»

(Bolivia).

Además, una conciencia clara de que ese ayudar a superar las dificultades de «otros» revierte en una misma, generando una relación mutua –win win– en que ambas partes ganan.

Esta preocupación por los otros, no se vive de forma aislada. Se subraya la capacidad de sororidad, de existir como compañeras que se escuchan, y se subraya cómo las relaciones empáticas, sostienen y alientan la tarea, así como la esperanza de que «¡juntas podemos lograrlo!». De ahí que la vivencia de la salvación, aun teniendo por objeto a “los otros” implique también un «escuchar y estar atentas a los sueños de otras mujeres» (Chile).

Otro dato sobresaliente, en este sentido, es la convicción de que la salvación es algo colectivo, y que vivirlo y sentirlo así, es algo que caracteriza a las mujeres:

«Como mujer pienso que la salvación tiene que afectar a otras vidas»

(Perú).

«Ser mujer es una ventaja porque sabemos que la salvación es colectiva»

(Argentina).

«Influye porque tenemos la sensibilidad para saber que no hay salvación si no es con los otros»

(Perú).

Para algunas, el ser mujer posibilita una mirada diferente sobre los otros, de tal manera que preocuparse por su salvación se ve como un acto de servicio. Aún más, el trabajo por la salvación de los otros se entiende como una forma de experimentar uno mismo la salvación:

«La salvación es comunitaria, nos salvamos todos o nos ahogamos todos. Luchar por la salvación de los demás es parte de nuestra salvación»

(Chile).

«Influye en el hecho de que lo creo como algo colectivo. Cuando me encuentro caminando con mujeres que creen en la igualdad y la justicia social como camino y que, desde sus realidades y formas de ver el mundo trabajan para que eso — que parece utópico — sea posible, creo que me acerco a esa idea de salvación y siento que estoy siendo parte de la fiesta del reino»

(Argentina).

4.3.2 En el modo de comprender qué es salvación

Algunas mujeres también dejan trasparecer en qué sentido su condición afecta a la comprensión de la salvación, entendiéndola como algo que tiene que ver con la cotidianidad, con la pequeñez, con la experiencia de filiación, o con la liberación de las dependencias.

La salvación se entiende como algo propio del ámbito de las relaciones, que vincula e integra, y con un contenido de amor, de ternura, de abrazo.

Pero lo que más se repite es la idea de la salvación referida a «la vida», a su cuidado, a la capacidad de generarla y trasmitirla:

«Para mi salvación es vida. Y en todo sentido, no solo la mujer que engendra promueve vida, toda mujer es capaz de engendrar vida, esperanza y amor, pero a partir del amor propio y la empatía»

(Ecuador).

«Porque la salvación está ligada al cuidado de la vida y a las relaciones de respeto y ternura por toda criatura»

(Argentina).

En algunas encuestas, la salvación se vincula a la entrega de la vida, entendida como algo que pertenece al «rol de la mujer», que responde a aquello para lo que ha sido formada. Sin negar la verdad que contiene el contemplar la salvación otorgada como entrega, y consciente de la dificultad de adentrarse en la vivencia que hay tras estas afirmaciones, es preciso hacer notar un cierto riesgo: el vincular la entrega a un rol socialmente esperado o asignado, para el que la mujer –y no el varón, puesto que se enuncia como un elemento diferencial– ha sido formada.

«La idea de salvación creo que nos habla de algo que siempre fue nuestro rol. La mujer crece con una formación que la lleva a entregarse, a amar. Y por regla general ama más y mejor que los hombres»

(Chile).

La cuestión está en clarificar si “ama y se entrega” porque es lo que se espera de ella, para responder a una expectativa social, o si aquello para lo que ha sido educada ha sido asumido por su libertad y se actúa como una decisión personal y un rasgo integrado en su voluntad, más allá del pretender agradar ajustándose a lo que se aguarda de ella, justamente por ser mujer.

«La mujer está más cercana a la salvación porque, su formación está orientada a la entrega a los demás… y eso ayuda. Es importante conservar las características de la feminidad (delicadeza, empatía, conciliación, expresión de sentimientos) igualando los derechos como personas».

(Chile)

También este segundo testimonio se mueve en ese ámbito de ambigüedad, haciendo necesario cierto discernimiento en su interpretación. Si la entrega es solo un aprendizaje más o menos impuesto, no permite una decisión libre por parte de la persona. De ahí que sea importante discernir si se trata de responder a lo que se espera de ella… o realmente ha interiorizado el valor de la entrega. La alegría suele ser un buen criterio para ello. No es lo mismo educar en valores que en comportamientos. La diferencia es radical. Y la salvación exige libertades que acogen y responden, no simplemente comportamientos aprendidos que encierran en unos moldes de los que no se puede o no se debe salir, debido a la presión social y educacional.

«La salvación implica un proceso de deconstrucción social: como mujer he sido educada en un espacio “culposo”, y por ello la idea de salvación me empuja a sentirme hija amada, acogida y digna de las gracias de Dios…»

(Chile).

4.3.3 En las posibilidades que abre la condición de mujer

La salvación es experimentada por las mujeres como algo que «potencia y libera» y abre posibilidades, justamente, a su «condición de mujeres». Pero también ponen de manifiesto hasta qué punto esta condición es posibilitadora de vivencias profundas de salvación.

La referencia más frecuente es la que vincula salvación y maternidad. La maternidad se percibe como posibilitadora de una experiencia de esperanza y de un aprendizaje para vivir los tiempos de espera, tan propios de la salvación, con la seguridad de «algo» que llegará. El instinto maternal favorece el deseo de acoger, proteger y salvar del peligro a quienes te rodean, también dota de una mirada de ternura, de amor, de compasión ante el sufrimiento y capacita para perdonar. Impulsa, incluso, al «desprendimiento de cosas para cederlas a quienes las necesitan» (Perú).

«La capacidad de maternidad nos hace más sensibles al dolor ajeno, a las adversidades de la vida (lo que no quita que haya varones que vivan el amor al prójimo con mucha profundidad)»

(Perú).

En algunas encuestas se subraya, también, cómo la experiencia de maternidad resulta ser un aprendizaje para establecer un «vínculo maternal y amoroso con los que están alrededor» (Argentina). En otras, más centradas en la propia familia, se pone de relieve el hecho de que la maternidad brinde la posibilidad de transmitir la fe y el deseo de salvación. Pero, además, ser madre y la experiencia de amor por los hijos, ayuda a experimentar la cercanía de Dios, y su amor materno por los hombres, sus hijos.

Esta vinculación entre maternidad y salvación no aparece como una posibilidad únicamente para aquellas que han sido madres biológicamente, sino que se entiende como una disposición de la que toda mujer goza de alguna manera:

«La capacidad maternal, independientemente de la realización biológica, humaniza la convivencia y a través de la creatividad femenina, la construcción de más lugares de arte y cultura donde se hace posible la revelación de Dios»

(Brasil).

En estrecha conexión con este tema, otra de las categorías más mencionadas es la vida. La maternidad implica dar y recibir vida, acogerla, acompañarla, aceptarla y protegerla. Aparece como una vocación que conduce a «cuidar la vida, sobre todo, la más frágil y abandonada» (Venezuela), a amarla y hacerla fecunda. La mujer se contempla a sí misma como «dadora de vida» y «partera» de salvación, pues «ayuda a dar a luz en todos los aspectos de la vida» (Perú). De nuevo, no se trata solo de un concepto biológico, sino de una capacidad que lo sobrepasa abriendo grandes posibilidades en el ámbito espiritual.

«El don que tenemos para generar vida “natural y espiritual”, me ayuda a compartir ese amor que Dios tiene por cada uno de sus hijos e hijas, que constantemente está brindándonos la mano para levantarnos de las caídas»

(Perú).

«En mi idea de salvación, vista en la perspectiva de liberación integral del hombre y de la mujer, creo que el aspecto de una corporeidad que está dotada para la generación de nuevas vidas, con fuerte sensibilidad e intuición, capacidad creadora, criadora y acogedora de vida, nos permite experimentar ya, aquí y ahora la salvación»

(Brasil).

4.3.4 Desde las limitaciones que se imponen a la condición de mujer

La condición de mujer no solo abre nuevas posibilidades a la vivencia de la salvación, sino que desde las limitaciones que impone en la propia vida, muestra una gran influencia a la comprensión de esta.

La idea de salvación viene habitualmente determinada por las experiencias que se nos imponen, más aún que por la cuestión de género. «Quien vive esclavitud verá la salvación como liberación; quien vive traición la verá como confianza que le permite volver a confiar y dejarse amar; quien vive abuso, verá la salvación como dignidad y amor verdadero» (Argentina). Lo que ocurre es que el hecho de ser mujer, en nuestras sociedades, marca con muchas restricciones la existencia femenina, de ahí que la salvación aparezca en nuestro horizonte especialmente signada por el deseo de liberación de dichos límites, opresiones y carencias y por la experiencia de un Dios que libera y devuelve la dignidad perdida:

A la mujer salvada no sólo se le borra el oprobio, sino que Dios le devuelve la dignidad. Hoy más que nunca me siento feliz de ser mujer salvada… Metida de lleno en estructuras de poder, de pecado, de desigualdad y de injusticia, en una sociedad machista y opresora, descubro también el rostro de Dios misericordioso en el rostro de los pobres

(Paraguay).

La salvación la vivo como experiencia de sentirme amada, valorada y aceptada por Dios

(Uruguay).

El concepto salvación es totalizante, no sectorial. No hay salvación cuando nos ceñimos a solo un ámbito concreto de la existencia. Algunas mujeres lo expresan certeramente al afirmar que «Dios salva todo», y dentro de ese todo está incluida la condición de mujer.

«Por ser mujer he sido abusada, por ser mujer me han hecho sentir poco libre. Me nace el deseo de salvación como sed de amar y ser amada».

(Chile).

«Teniendo presente el sentimiento de postergación, minusvalía, invisibilidad, etc. que hemos sentido, vivido y sufrido desde niñas, la salvación supone sanarlo y evitar reproducirlo»

(Chile).

«Uno considera la idea de salvación desde la perspectiva de necesidad y desde ahí, creo que las mujeres siempre estamos en desventaja: desigualdad, falta de oportunidades… y vemos la salvación como la oportunidad de avanzar sintiendo que nos cuesta más que a los hombres»

(Chile)

«Influye, porque para mí la salvación es liberación para ser feliz, y justamente, la mujer siempre ha estado subyugada y condicionada a otros para ser feliz»

(Chile).

Como se puede observar en los testimonios, no se trata solo de una aspiración individual, sino que se abre a la situación que sufren otras muchas mujeres. Detrás de estas afirmaciones hay un clamor que traduce un deseo de justicia, de igualdad, de liberación y de búsqueda de felicidad para todos. También, se percibe una tarea que afrontar «con otras», y con los más desfavorecidos, por otras causas:

«Influye porque cuando pienso en la injusticia, pienso en la injusticia especial que sufrimos las mujeres a manos del sistema patriarcal. Por eso la salvación supone que todas las mujeres rotas se puedan sanar»

(Argentina).

Influye «en la lucha con otras muchas mujeres que buscan su liberación y con los pobres»

(Bolivia).

«Influye porque la discriminación de género, los abusos son parte de esos pecados de los que deseamos ser salvados… y de ahí nace una idea de salvación que conlleva el deseo de igualdad, de no ser discriminada, de que ser mujer no signifique ser inferior…»

(Chile).

«Me mueve a aportar en todo momento para empoderar a la mujer, especialmente a las heridas por el sistema patriarcal y neoliberal»

(Chile).

En muchos casos esta lucha por empoderar a la mujer y ayudarle a recuperar su dignidad, es presentada como condición de posibilidad para hablar de salvación. Ciertamente, los procesos de liberación no constituyen una salvación plena –como ya hemos dicho-, pero esta no se hace accesible sino es a través de proyectos concretos e históricos de liberación:

«Las mujeres hemos estado permanentemente supeditadas a las decisiones masculinas, aun hoy. Creo que luchar por la igualdad de la mujer es luchar por su salvación, por abrir una posibilidad para que actúen en el mundo. No tanto porque crea que la mujer tiene algo distinto que ofrecer (creo que hombres y mujeres somos capaces de las mejores acciones por igual), sino porque a la mujer se le ha negado la participación y la felicidad completa, entonces hay una porción importante de humanidad que no tienen acceso a trabajar por la salvación en esta vida –que la encuestada entiende como un ir creando condiciones para que todos seamos más felices en la tierra»

(Chile).

«Influye porque constituye un verdadero desafío frente al machismo de siglos»

(Brasil).

«El derecho a ser tratadas con respeto, rescatar nuestra dignidad como personas… Si una mujer no experimenta esto, difícilmente creerá en una salvación eterna»

(Chile).

«Es difícil ser escuchada e intentar ser consecuente y coherente en una sociedad machista y con desigualdades tan marcadas con relación al género»

(Chile).

En otro sentido, llama la atención el hecho de que, entre las más jóvenes, se encuentren varios testimonios que aluden a la presión social que sufren respecto a su manera de vestir. Puede parecer muy superficial, como idea de salvación, pero también nos da una pista sobre una situación de restricción a la mujer, muy objetiva. La salvación se describe aquí como un poder sentirse libre y segura.

«En el presente mi idea de salvación sería poder salir sola, ponerme la ropa que quiero y no tener miedo a lo que dice la gente»

(Argentina, 18 años)

«Poder elegir cómo vestirme, cómo actuar, sin esperar algún comentario machista»

(Chile, 18 años).

Algunas de las encuestadas son capaces de hacer un movimiento de autocrítica. Aunque en la mayoría se denuncien los efectos de una sociedad machista sobre la mujer, también se reconoce que las mujeres tenemos nuestra parte de responsabilidad en ello, por no reaccionar ante la imposición del modelo de mujer que se trata de imponernos:

«Creo que las mujeres nos quedamos enfrascadas en las culpas y el ideal de perfección. A la mujer se le ha cargado con la idea de pureza y perfección»

(Chile).

Aunque la percepción del varón como «posible salvador» de la mujer no aparece en ningún testimonio, si se recoge el cambio experimentado por las mujeres en este sentido.

«En otras épocas las mujeres experimentaban la necesidad de ser salvadas por un hombre, un príncipe de cuento de hadas. Hoy quizás la salvación esperada es más bien la liberación de la violencia de distintos tipos, de la desigualdad, del no reconocimiento. Una salvación que hay que procurarse poniéndose en plano de igualdad y que también hay que exigir»

(Uruguay).

También se denuncia el hecho de que la propia Iglesia, no sea sensible a esta situación, tratando de imitar el modo de proceder de Jesús:

«A pesar de que el mensaje de salvación de Jesús era universal, la Iglesia ha marginado, junto a otros, a las mujeres»

(Chile).

En una perspectiva muy diversa, algún texto se aproxima a la experiencia de salvación desde la misma adversidad, en el hecho de soportarla y de ofrecerla como sacrificio.

«La experiencia de salvación nos hace soportar toda adversidad, incluso alegrarnos por poder ofrecerlas como sacrificio»

(Perú, casada).

Nuevamente nos encontramos ante un texto difícil de interpretar, y necesitado de discernimiento. Habría que valorar bien qué se está entendiendo por «soportar». Hay una gran diferencia entre el hecho de asumir la adversidad, que no es posible cambiar, con esperanza y fortaleza, exponiéndola a la gracia de quien nos puede salvar (y en ese sentido podríamos hablar de sacrificio en un sentido propio, que nos incorpora al de Cristo); y un aguantar pasivamente una situación de injusticia que, más bien deberíamos confrontar.

Por último, hay que destacar también los testimonios de mujeres que, si bien han sido víctimas de situaciones de marginación y de injusticia, son capaces de experimentar hasta qué punto hablar de salvación es hablar de un perdón que, sin ignorar el mal, alcanza la paz de Cristo para quien perdona:

«Influye porque he aprendido a perdonar experiencias dolorosas y estar en paz con quienes me hicieron daño»

(Chile).

5 ¿Cómo perciben ellos que su condición de varones influye en su idea de salvación?

De los 60 encuestados, 21 afirman que su condición de varones influye en la comprensión de la salvación [35%], 35 dicen que no [58%], y 4 no saben qué contestar [6,6%].

5.1 ¿Por qué No influye?

Muchos no explican nada. Solo afirman que no influye. En cuanto a los que dan razones, el argumento que más se repite es que «la salvación nos afecta en tanto que seres humanos y personas», no en función de nuestra condición de varones o mujeres.

«Cada persona tiene el reto de realizar plenamente (salvar) su humanidad, sea cual fuere su condición social, económica, cultural, histórica, étnica, de género, religiosa, etc. Toda persona quiere ser salvada»

(Brasil).

Es cierto que la salvación, en tanto don de Dios, tiene un destino universal, es para todos. Todo ser humano está destinado a dicha salvación. Se afirma, con razón, que las diferencias provienen de la apertura a la gracia de cada uno, o de cómo asume el reto de colaborar en esa salvación. El resto de los condicionamientos se entiende que no influyen en esta llamada a realizar su propia humanidad.

Algunos acentúan el hecho de la existencia de otros condicionantes que influyen más que el género en orden a pensar la salvación: el carácter, las peculiaridades personales, la edad, el recorrido de fe, la formación religiosa recibida, etc.

«Lo que importan son las actitudes, palabras y obras, las motivaciones, finalidades y consecuencias… la lógica de las Bienaventuranzas es el criterio referencial»

(Brasil).

Para otros, «la pregunta suena a ideología de género» (Perú). Hay quien piensa que «quizá la cultura forma a los varones a sentirse más autosuficientes y menos necesitados de ser salvados, a diferencia de cómo se forma a las mujeres»

(Uruguay).

«Si salvarse pasa por la actividad pública, lo cierto es que disputar espacios de poder se asocia más a la idea de lo masculino que a lo femenino»

(Chile).

Las explicaciones de quienes sostienen que no influye, dejan claro un posicionamiento excluyente y restrictivo para los concretos caminos históricos de salvación, estableciendo lo que puede o no puede la mujer; y llegando a poner en paralelo la capacidad de maternidad con el sacerdocio ministerial:

«Creo que no influye el hecho de ser varón o mujer, todos estamos invitados al banquete. Lo que pueden ser distintos son los caminos terrenales, algunos propios de las mujeres, la maternidad, por ejemplo, otros propios de los hombres, el sacerdocio ministerial, por ejemplo, y mayoritariamente comunes, como la vida del trabajo, de la familia o la vida consagrada»

(Uruguay).

En términos generales, cuando la idea fundamental de salvación está conectada a la «salvación eterna», no se establecen diferencias.

5.2 ¿En qué influye?

Las respuestas de los que opinan que su condición de varón sí influye son de lo más variadas. En algunos casos, no se logra poner en conexión la pregunta con la respuesta7 7 Por ejemplo, la respuesta: «Soy amado, soy valioso». ¿Quiere decir que lo es por su condición de varón? No parece. . Hay un grupo que cambia la dirección de la pregunta, y responden a cómo afecta la salvación a su condición de varón:

«Me permite reconocerme como persona y reconocer al otro… es fundamental en la experiencia de la vida cristiana» (¡esperemos que no lo esté diciendo de su condición de varón!)

(Venezuela).

«Siendo buen amigo, buen padre, buen hijo, buen compañero, compartir la oración, amando a Dios» (Perú). «Ser buen esposo o novio»

(Argentina).

En otros casos, al no explicar la repuesta, los textos nos dejan cierta ambigüedad. Parecen quedarse en cómo afecta su condición de varón, y las posibilidades que les brinda, pero no se explicita con claridad la relación con la salvación:

«Tener una familia detrás de mí: esposa e hijos»

(Perú).

«La responsabilidad de vivir la fe desde la familia, la trasmisión de la fe… para promover una convivencia más justa y un sentido claro por el bien común»

(Perú).

En algunas encuestas la respuesta es más concreta. Algunos al hablar de los rasgos propios de varones, también indirectamente establecen diferencias con las mujeres:

«Influye mucho. Todo varón es rey, padre, profeta y sacerdote. Estos cuatro aspectos son en los que debo trabajar en Cristo para imitarlo perfectamente».

(Argentina).

Parecería que las mujeres no participan tampoco del sacerdocio común…

«Como varón heterosexual, el reconocer que a las mujeres y población LGBT les cuesta más vivir esa salvación que es justicia»

(Perú).

Se trata ahora de un sujeto que entiende la salvación como «justicia y dignidad para todos, en especial para los marginados de la sociedad». De modo que lo que se está afirmando es que, en la situación de carencia de justicia y dignidad, se puede establecer un paralelo entre las mujeres y el colectivo LGBT. En otras palabras: la condición de varón resulta privilegiada, en orden a experimentar la salvación.

«Porque con lo que soy, vivo mi fe, y recibo y regalo Su amor como Él lo soñó para mí desde mi naturaleza de ser varón.»

¿Cómo? ¿Cuáles son los datos particulares que proceden de su naturaleza de varón?: «desde un pensamiento más racional, conciso, desde una idea más «única» y un actuar que va en esa línea» (Argentina).

Algunos piensan que «influye en los modos». Aquí se revela que hay un «modo» asignado a la mujer, y otro al varón, aunque no se entra en detalles. Si ella se lo salta, todo se vuelve relativo:

«Pero lo veo muy relativo .... ¡hay mujeres que son hombres! Tienen el mismo estilo añadido al de ser mujer»

(Uruguay).

Amplía la idea afirmando que los varones viven más la salvación desde el «aquí y ahora». Para alguno la peculiaridad tiene que ver con la necesidad de fecundidad, que entiende como «creatividad». Curiosamente se menciona como específico de la condición de varón, una experiencia que suele ser la respuesta más recurrente de las mujeres: «dar vida con proyectos, gestos, palabras. Y en relación con la experiencia de ser cuidado, amado y acariciado en la propia intimidad» (Argentina).

Para otros el punto de partida es ya una diferenciación:

«… por el modo varonil de encarar las acciones externas (proyectos, planes, actividades, trabajos), es probable que encuentre en ella [la salvación] una inspiración para mi obrar (aún con el riesgo de apropiarme de ella y hacerme protagonista de algo que lleva adelante Dios.)»

(Argentina).

Nuevamente, más que una influencia en la concepción de la salvación se está hablando de un modo de obrar propio de varón, que encuentra en la salvación una inspiración. No tanto un rasgo característico de la salvación.

Otras respuestas miran más bien a la necesidad de complementariedad. Desde una percepción de la salvación en clave de realización humana que comienza en la historia y llega a su plenitud en el más allá, el entrevistado percibe que: «necesito integrar lo femenino para ir encontrando la plenitud» (Argentina).

Una afirmación que también se destaca entre las encuestas es la que señala que influye «en el hecho de pensar en un Dios que tiene sentimientos de madre» (Perú). Algo que no suelen afirmar los varones, pero que sería psicológicamente muy normal, y que habitualmente es un sentimiento derivado y desviado hacia la figura de María, empobreciendo la imagen de Dios, reducida a términos de poder paternal.

En una perspectiva más teórico-racional, en una de las encuestas se afirma que las religiones monoteístas trabajan con ideas masculinas de mediadores de Dios, profetas o mensajeros, con un fuerte contenido patriarcal en su estructura doctrinal y simbólica. De ahí se deriva que una concepción machista de Dios determine una concepción machista de la salvación. Pero cuando el discurso se desplaza hacia la experiencia, la salvación esperada se expresa en términos de «ser acogido en el seno/regazo maternal de Dios» (Brasil).

Desde la experiencia de pertenecer a un grupo que sufre marginación, otro de los encuestados responde: «Soy varón y negro. Influye en el hecho de que no puedo y no debo ser machista, prejuicioso, cerrado» (Brasil). Interesante esta percepción que, desde la experiencia de exclusión y marginación común, deja nacer una sensibilidad especial que no le permite mantenerse en esa zona de prejuicio y exclusión, aun cuando por su condición de varón teóricamente podría hacerlo.

Otra aportación destaca la cercanía que le proporciona el hecho de ser varón al varón Jesús de Nazaret, posibilitando una relación de compañero: «compañero de batalla donde el botín y la ganancia será compartida como compañeros de camino». Por otra parte, también apunta a una idea de salvación, influenciada por su condición de varón, en su forma de expresar su religación con lo público, al «poder acceder a ministerios pastorales donde la plenitud de la vida cristiana puede cristalizarse» (Chile). Nuevamente, parecería que esa plenitud no está al alcance de la mujer.

6 La esperanza en la salvación compartida «con otras»

  1. Uno de los rasgos más repetido en las respuestas al último item de la encuesta es el que se refiere a la vida [50%]. Un gran número de mujeres se identifican con las otras en el rasgo común de la «lucha por la vida»; pero también se menciona el darla, el cuidado de la vida (más cuanto más indefensa, vulnerable o amenazada se encuentre) así como el vivirla con valentía y autenticidad, vivir plenamente y celebrar la vida.

  2. En relación con este aspecto, se menciona también la dimensión maternal [13%]. Algunas mujeres perciben que hay algo en lo incondicional del amor maternal, y en el sentimiento protector que lo acompaña, que remite al modo como Dios se nos comunica para salvarnos. Además, otras perciben en la propia maternidad una vía de salvación.

  3. De ahí que no resulte extraño que el amor, sea otra de las categorías más repetidas [43%]: amor a Dios, al prójimo, al necesitado…

  4. La mención de Dios como dato común en la compresión de la salvación de las mujeres– es presencia/cercanía/encuentro en la vida [23%]. El porcentaje no es muy alto si lo comparamos con las referencias cuando se responde a la comprensión personal de la salvación, pero se percibe con claridad que lo que las mujeres identifican como propio de su condición y compartido con otras mujeres, tiene mucho más que ver con su modo de generar espacios de salvación que con la receptividad de esta. Se habla de un Dios que tiene un plan de salvación para nosotros, de Cristo como único salvador, y de la seguridad en el amor y cuidado de un Padre (-Madre) que nos espera. La fe y la confianza también aparecen con una frecuencia de un 20%. Indirectamente, Dios está presente cuando el rasgo salvífico mencionado es el perdón o la reconciliación [14%] aunque este abarque, también, a los hombres, a la creación y a una misma.

  5. Después de lo visto hasta el momento no resulta extraño que el rasgo más mencionado y con una clara diferencia sobre los demás sea el que pone la idea de salvación en contacto con «los otros», los destinatarios de esta salvación, pero también «las otras» que luchan codo a codo con nosotras por esta salvación.

  6. Los matices en las formulaciones son variados, pero en el fondo hay una gran coincidencia [79%]. Se habla de la atención y ayuda a «los otros»; en ocasiones, esa atención se dirige fundamentalmente a otras mujeres y sus sueños. Se pone de relieve la necesaria solidaridad entre nosotras, y se explicita el deseo de «construir juntas». A veces se habla de fraternidad, otras de sororidad, siempre subrayando la dimensión comunitaria y colectiva de la salvación y el carácter más circular de las relaciones cuando tienen lugar entre mujeres. Hay un deseo claro de que la salvación sea para todos y para todas; destacando el carácter universal de la salvación cristiana.

  7. También un buen número de encuestadas, al tratar de identificar una esperanza común en las mujeres al hablar de la salvación, se centran más que en la propia salvación en el hecho de que esta se viva con una «mayor sensibilidad» [46%], sea mencionando la ternura, la capacidad de escucha, la facilidad para empatizar con los otros, la aptitud de acogida. No se refieren a los otros explícitamente, pero es claro que la sensibilidad de la que hablan tiene un carácter claramente relacional. De hecho, la capacidad de generar vínculos, es otra de las características más mencionadas.

  8. De ahí que no resulte extraño que la «compasión», entendida como deseo de acudir en ayuda de los más pobres, personas con dificultad, excluidos, los que sufren…, tenga una alta presencia explícita en las respuestas [16%].

  9. Casi en la mitad de las encuestas [44%] hay alguna referencia a la salvación como libertad o liberación, presentándolo como dato común en la esperanza de las mujeres. Se habla principalmente de una libertad plena, integral, pero también se especifican concreciones, que apuntan al deseo de «liberarse de»: condicionamientos, de la carga mental que pesa sobre nosotras, del sometimiento, de las coacciones y amenazas en el ámbito sexual, de los juicios por el modo de vestir…; pero también se formulan en positivo, como «libertad para»: poder expresarse, tener más oportunidades, desarrollarse en todos los ámbitos de la existencia, o simplemente para poder disfrutar de la vida.

  10. Muy estrechamente unido a este deseo está el reclamo de la «igualdad/equidad» como condición de posibilidad para experimentarse salvada. También con una alta frecuencia de aparición [37%] y en la mayoría de las recurrencias con una referencia clara y explícita a la condición de mujer, y a la situación de discriminación experimentada.

  11. Junto a la igualdad, la esperanza se dirige a la consecución de «dignidad y respeto» [30%]. Una dignidad que se quiere alcanzar a través del empoderamiento, del sacrificio y el esfuerzo, de la colaboración y el compromiso, de la contención, actuando con valentía, incluso con osadía, y con confianza en una misma.

  12. Así se van dando pasos hacia la «justicia», una categoría que el 22% vincula con lo que esperan de la salvación, y que lleva consigo el compromiso con la lucha social.

  13. Un 20% de las encuestas señalan la «perseverancia», comprendida fundamentalmente como fortaleza que persiste en la adversidad y como fruto de la resiliencia, otro de los rasgos característicos de las mujeres en su búsqueda de salvación.

  14. Por esta razón la idea de darse, el agradecer el poder hacerlo, «la entrega con amor» como camino de felicidad… es otra de las ideas que se repiten al hablar de esta vivencia de la salvación, que se percibe como rasgo característico de las mujeres [19%]. No se trata de la entrega impuesta, ni de un rol asignado. Las mujeres que la mencionan subrayan con fuerza la felicidad experimentada al vivir en estas claves.

  15. Posiblemente, porque hay un gran número de entrevistadas con familia, otro de los rasgos más mencionados sea justamente «la familia». La condición de madre regala una experiencia única de amor incondicional por los hijos, de búsqueda del bienestar de la unidad familiar, del deseo de dejar a su prole un mundo mejor. Algunas cierran en este ámbito sus expectativas de salvación que relacionan con su rol de madres, abuelas, esposas… Para otras es un punto de partida que clama por abrirse a toda una sociedad que entienden puede ser transformada desde aquí.

Conclusiones

A la vista de los datos analizados hasta este momento, ¿qué conclusiones se pueden extraer al comparar la visión de la salvación extraída de la encuesta realizada a mujeres y la de la muestra de contraste (varones)?

  1. A la vista de las encuestas, teóricamente no se podría defender que las mujeres tengan una idea de la salvación diversa a la de los varones. Las categorías empleadas por unos y otras son básicamente las mismas. Tal vez sí pudiera hablarse de una imagen algo diversa, y de distintos acentos, sobre todo, en lo referente a la salvación vivida en el «aquí y ahora».

  2. El efecto de las variables edad y ocupación no aportan diferencias significativas en las encuestas realizadas a mujeres, mientras que en la de varones, las variaciones debidas a la ocupación, posiblemente muy vinculadas a la formación de los sujetos, sí lo hace.

  3. Muchos datos diferenciales en función de «la condición de mujeres», que ellas mismas señalan en sus respuestas, no dicen relación directamente con la idea de salvación. Se refieren más bien a rasgos «femeninos» (o que la cultura circundante identifica como femeninos) que emergen en la praxis que, ellas mismas, identifican como colaborar con la salvación, generando situaciones y espacios de salvación para otros. Algo similar ocurre con las respuestas de los varones.

  4. Ahora bien, si hablamos de la experiencia de la salvación, la situación cambia. En el modo en que las mujeres experimentan la salvación, aparecen algunos rasgos particulares que se repiten con bastante frecuencia, y que no parecen depender de los contextos, pues los encontramos en todos los países, en mujeres con muy diverso tipo de ocupación y formación. En la raíz, a mi modo de ver, está un modo diverso de mirar y de sentir la realidad. En una cultura mayoritariamente «androcéntrica», la mujer se ha experimentado limitada en sus opciones, sustraída de su libertad, excluida de muchos ámbitos sociales y de muchas posibilidades de desarrollo personal; minusvalorada en su dignidad y objeto de violencias de muchos tipos. Por otra parte, esa misma cultura ha potenciado el desarrollo de su afectividad, animado a su explicitación, como algo «más propio de mujeres que de varones». En otro sentido, nuestras sociedades han priorizado en la mujer los roles de cuidado de la familia, de atención al otro, de búsqueda de agradar… que si, por una parte, han posibilitado el desarrollo en nosotras de una mayor sensibilidad para la solicitud por el otro y para el servicio, no siempre han propiciado un servicio libre y gratuito, que humaniza y nos humaniza, sino que en muchas ocasiones ha empujado hacia modos de servicio alienantes e impuestos, que resultan destructores de la dignidad personal, incluso dentro de las propias familias. Por lo que conviene no perder el sentido crítico en este campo, al mismo tiempo que es una clara llamada al discernimiento, en situaciones que fácilmente pueden portar una cierta ambigüedad –como hemos visto.

  5. El resultado de los condicionamientos sociales y culturales que han vivido y viven las mujeres, ha posibilitado también una experiencia personal más marcada de falta de libertad, de oportunidades y de poder de decisión, que se ha traducido, para muchas, en una mayor sensibilidad para detectar situaciones en las que hay necesidad de salvación. De la misma manera, en los varones hay una mayor dificultad para hacerlo. Decíamos al comienzo que las experiencias que vivimos posibilitan o imposibilitan distintos horizontes de esperanza. Esta es otra de las razones que marcan un diferencial al hablar de la salvación. En todo caso, cuando los varones se pronuncian desde la experiencia, o conscientes de su condición de marginados –por otros conceptos, no a causa del género–, las respuestas se aproximan mucho más a las de las mujeres, poniendo en evidencia la influencia de los condicionamientos sociales.

En síntesis. Del análisis de las encuestas y del estudio comparativo con la muestra de contraste es posible deducir al aproximarnos al concepto de salvación, que la cuestión de género no parece afectar grandemente su comprensión. La idea de cercanía y encuentro con Dios es mayoritariamente común, tanto en las respuestas de varones como en las de las mujeres. Salvo en algunos casos, el peso de la historia y del aquí y ahora, desaparece al tratar de describir el más allá y la idea escatológica de la salvación. Sin embargo, la experiencia de salvación tal como es vivida por las mujeres muestra algunos rasgos de peculiaridad más notables (respecto a las respuestas de los varones). Estos tienen que ver, fundamentalmente, con la capacidad de vincular dicha vivencia a la vida cotidiana (y por ello al amor a la familia, a los hijos y otras relaciones), así como a su propia corporeidad, a su condición maternal o su potencialidad para ser dadoras de vida, para cuidarla, nutrirla y preocuparse de su desarrollo, incluso poniendo en riesgo la propia vida. También desde ahí, se comprende que respecto a la salvación se identifiquen como generadoras de espacios de salvación o canales de salvación para “los otros”. Se pone de relieve otra de las notas distintivas de su experiencia: el carácter relacional de la salvación, la importancia de procurarla a otros, y de hacerlo “con otras”. Por otra parte, la salvación también es experimentada mayoritariamente por las mujeres como un anhelo o un deseo que pone nombre a la necesidad de ser liberadas de las situaciones históricas que las oprimen, en las que sufren injusticia y marginación y son alejadas de sus esperanzas. Las experiencias de opresión, se tornarán, sin embargo, en un nuevo lugar de confluencia en las que varones y mujeres se encuentran, cuando otros estigmas sociales –no solo el ser mujeres– les afectan también a ellos. En definitiva, se pone de relieve que no se puede esperar lo mismo desde cualquier contexto vital, y que las experiencias que atravesamos en nuestra vida, marcan fuertemente nuestra esperanza y configuran nuestra idea de salvación.

Por otra parte, aunque la conciencia refleja de la influencia del propio género en la comprensión de la salvación sea muy diversa, el esfuerzo por dar cuenta de ella aporta datos que confirman y enriquecen el primer análisis. Niegan que exista alguna conexión quienes contemplan la salvación, fundamentalmente, como un don gratuito de Dios con un alcance universal, destinado por igual a varones y a mujeres (salvación escatológica). Entre las mujeres que afirman la conexión, solo un pequeño grupo la perciben afectando a la comprensión del concepto salvación. En quienes experimentan con fuerza que su condición de mujer las define en todo, no pueden sino reconocer que también afecta a su manera de vivir la salvación. Pero, para la mayoría, el vínculo tiene que ver con su comprensión del carácter relacional de la salvación, es decir, entienden que su condición de mujeres las hace más proclives a buscar y preocuparse de las necesidades de los otros y de su salvación. Finalmente, la percepción refleja de esta influencia se expresa desde la toma de conciencia de las posibilidades y las limitaciones que supone el ser mujer en orden a pensar, vivir y colaborar para que la salvación alcance sus vidas y las de otras y otros.

  • 1
    Cecilia Avenatti (Argentina), Ángela Pérez (Chile).
  • 2
    Cf. A pesar de la existencia de estudios recientes y de gran calidad teológica acerca de la soteriología, no parece que el discurso haya alcanzado al pueblo de Dios: CORDOVILLA, 2021CORDOVILLA, A. Teología de la salvación. Sígueme: Salamanca, 2021.; E.J. JUSTO, 2017JUSTO, E. J. La salvación: esbozo de soteriología. Salamanca: Sígueme, 2017.; MINGO, 2007; SESBOÜÉ, 1990SESBOÜÉ, B. Jesucristo el único mediador: ensayo sobre la redención y la salvación. Problemática y relectura doctrinal. Salamanca: Secretariado Trinitario, 1990. t. 1. (Colección Koinonia, 27)./1993SESBOÜÉ, B. Jesucristo el único mediador: ensayo sobre la redención y la salvación. El relato de la salvación: propuesta de soteriología narrativa. Salamanca: Secretariado Trinitario, 1993. t. 2. (Colección Koinonia, 27).; PORCILE, 1995PORCILE, T. La mujer espacio de salvación. Madrid: Claretianas, 1995.; BALTHASAR, 1995BALTHASAR, H. U. von. Teodramática: la acción. Encuentro: Madrid, 1995. v. 4.; I. ELLACURÍA – J. SOBRINO, 1990ELLACURÍA, I.; SOBRINO, J. (Eds.). Mysterium liberationis. Madrid: Trotta, 1990. v. 1-2.; GONZÁLEZ DE CARDEDAL, 1986GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O. Jesucristo Redentor del hombre. Esbozo de una soteriología crítica. En: SILANES, N. (Ed.), Cristo redentor del hombre: estudios trinitarios: Salamanca: Sígueme, 1986. p. 85-168., p. 85-168.
  • 3
    Cf. GESCHÉ, 2007GESCHÉ, A. El destino: Dios para pensar. Salamanca: Sígueme, 2007. V. 5., p. 29-72.
  • 4
    Para esta parte, véanse: TORNOS, 1991TORNOS, A. Escatología. Madrid: UPCO, 1991. v. I-II., pp. 51-112. URÍBARRI, 1992URÍBARRI, G. Nuevos retos para la teología y la Iglesia europea. Razón y fe, Comillas, n. 226, p. 535-551, dic 1992., pp. 535-551.
  • 5
    Sobre el tema Salvación y Mujer, no es posible obviar el magnífico trabajo de TERESA PORCILE, La mujer espacio de salvación. Nuestra aproximación será diversa. Pretendemos dar voz a las mujeres para que, desde su experiencia, nos den datos que nos permitan percibir si sus conceptos de salvación están afectados por el hecho de ser mujeres, y cómo. No es finalidad de este trabajo hacer teología feminista, ni elaborar una teología narrativa sobre la salvación. Nuestro objetivo es menos pretencioso. Queremos simplemente identificar la conexión entre la idea de salvación y la condición de mujer. Sobre el tema de la salvación en vinculación con el cuerpo de la mujer, y también a partir de experiencias personales vividas, véase el trabajo de BECERRA MELO, 2011MELO, S. S. B. El cuerpo de la mujer violada y desplazada, lugar donde acontece la revelación-salvación de Dios: una mirada de género. Bogotá: UPJaveriana, 2011..
  • 6
    La encuesta fue realizada on-line y dirigida a mujeres con distintos niveles de compromisso de fe, y en distintos estados de vida (consagradas, casadas, solteras, separadas...) pero que se reconocían como cristianas.
  • 7
    Por ejemplo, la respuesta: «Soy amado, soy valioso». ¿Quiere decir que lo es por su condición de varón? No parece.

Referencias

  • BALTHASAR, H. U. von. Teodramática: la acción. Encuentro: Madrid, 1995. v. 4.
  • CORDOVILLA, A. Teología de la salvación Sígueme: Salamanca, 2021.
  • ELLACURÍA, I.; SOBRINO, J. (Eds.). Mysterium liberationis Madrid: Trotta, 1990. v. 1-2.
  • GESCHÉ, A. El destino: Dios para pensar. Salamanca: Sígueme, 2007. V. 5.
  • GONZÁLEZ DE CARDEDAL, O. Jesucristo Redentor del hombre. Esbozo de una soteriología crítica. En: SILANES, N. (Ed.), Cristo redentor del hombre: estudios trinitarios: Salamanca: Sígueme, 1986. p. 85-168.
  • JUSTO, E. J. La salvación: esbozo de soteriología. Salamanca: Sígueme, 2017.
  • KAMINOUCHI, A. de M. Símbolos de salvación: redención, victoria, sacrificio. Salamanca: Sígueme, 2007.
  • MELO, S. S. B. El cuerpo de la mujer violada y desplazada, lugar donde acontece la revelación-salvación de Dios: una mirada de género. Bogotá: UPJaveriana, 2011.
  • PORCILE, T. La mujer espacio de salvación Madrid: Claretianas, 1995.
  • SESBOÜÉ, B. Jesucristo el único mediador: ensayo sobre la redención y la salvación. Problemática y relectura doctrinal. Salamanca: Secretariado Trinitario, 1990. t. 1. (Colección Koinonia, 27).
  • SESBOÜÉ, B. Jesucristo el único mediador: ensayo sobre la redención y la salvación. El relato de la salvación: propuesta de soteriología narrativa. Salamanca: Secretariado Trinitario, 1993. t. 2. (Colección Koinonia, 27).
  • STEIN, E. La mujer: su papel según la naturaleza y la gracia. Madrid: Palabra, 1998.
  • TORNOS, A. Escatología Madrid: UPCO, 1991. v. I-II.
  • URÍBARRI, G. Nuevos retos para la teología y la Iglesia europea. Razón y fe, Comillas, n. 226, p. 535-551, dic 1992.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    11 Feb 2022
  • Fecha del número
    Sep-Dec 2021

Histórico

  • Recibido
    07 Jun 2021
  • Acepto
    22 Oct 2021
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