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Entre la ayuda y el “desligamiento”: Prácticas y regulaciones cotidianas sobre las familias y el cuidado infantil en barrios populares del Gran Buenos Aires – aportes desde la etnografía

Between help and “unbinding”: Daily practices and regulations regarding families and childcare in low-income neighborhoods of the Greater Buenos Aires – ethnographic contributions

Resumo:

Neste artigo indagaremos práticas e regulações cotidianas acionadas em iniciativas estatais e comunitárias destinadas a famílias, em bairros populares da Grande Buenos Aires, Argentina. A intenção é documentar particularidades que assumem o gerenciamento e a administração da vida familiar, focalizando intervenções que se realizam nos cenários mais próximos da vida das pessoas. Para tanto, abordaremos as formas de modulação dos comportamentos que se constituem através de relações de proximidade, vizinhança e conhecimento mútuo. A partir do registro etnográfico nos deteremos nas maneiras como as intervenções nas famílias – tramadas principalmente através da afabilidade, do conselho e do ensino – deslocam-se para formas mais intersticiais de interação entre os sujeitos e onde as regulações do estado se apresentam através de rotinas e modalidades pouco convencionais.

Palavras-chave:
Cuidado infantil; Práticas e regulações cotidianas; Desigualdade; Argentina

Abstract:

This article examines daily practices and regulations that are put into effect in both state and community-run initiatives directed at families in low-income neighborhoods of the Greater Buenos Aires, Argentina. We aim to document the specificities of management and administration of family life, focusing on interventions that occur in the settings closest to people's lives. Consequently, we address forms of behavior modeling that take place through proximity, neighborhood and mutual knowledge relationships. Through ethnographic accounts we explore how interventions among families – interwoven mainly through affability, advice and teaching – shift to more interstitial interactions between subjects, where social and state regulations are effected by means of unconventional routines and modalities.

Keywords:
Childhood care; Families; Daily practices and regulations; Inequality

Introducción

A lo largo de la historia moderna de nuestras sociedades, las familias han sido objeto de diversas intervenciones llevadas adelante por parte del estado, asociaciones filantrópicas u otras organizaciones de la sociedad civil. En la contemporaneidad, las relaciones entre las familias y las iniciativas estatales y sociales más generales contienen el arrastre de los tempranos procesos tendientes a la “normalización” de la vida familiar y, a la vez, se invisten de nuevas actuaciones y modalidades de concreción. En relación a las iniciativas que se destinan a aquellas poblaciones a las que hay que asistir por encontrarse transitando procesos de vulnerabilidad y desigualdad social, estamos en un momento – en esta larga historia de intervenciones – que se caracteriza porque las acciones y formas de regulación se producen a través de la anuencia y el consenso, más que de la coerción y el control directo. En nuestra región, un conjunto de estudios abonan elementos sólidos para constatar las maneras en que la asistencia a las familias y la gestión de conflictos (pleitos jurídicos y en relación a la vulneración de los derechos de los/las niños/as) y/o entre las familias y otras instituciones sociales (educativas, jurídicas y de la salud) se construyen en buena medida a partir del consejo, la negociación, “las buenas maneras” y el ejercicio de la pedagogía y la enseñanza (Villalta, 2010VILLALTA, Carla. Infancia, justicia y derechos humanos. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2010.; Viana, 2010VIANNA, Adriana. Derechos, moralidades y desigualdades: onsideraciones acerca de procesos de guarda de chicos. En: VILLALTA, Carla (Org.). Infancia, justicia y derechos humanos. Buenos Aires: Universidad Nacional de Quilmes, 2010. p. 21-72.; Colángelo, 2012COLANGELO, Adelaida. Evaluando la crianza: modos de intervención sobre niños y familias en el espacio del control pediátrico de la salud infantil. In: Actas del Tercer Congreso Latinoamericano de Antropología. Santiago de Chile, 5 al 10 de noviembre, 2012.; Barna, 2012BARNA, Agustín. La ley interpelada: narrativas hegemónicas y prácticas cotidianas en la gestión de la niñez. Ponencia presentada en las 3ras Jornadas Estudios sobre infancia: vida cotidiana, saberes y políticas públicas en Argentina y Latinoamérica (1880-2010), 1 y 2 de noviembre, Universidad General de Sarmiento, 2012.; Gallardo, 2012GALLARDO, Soledad. ¿Qué le dijeron a la madre de Juancito…? Sentidos y prácticas de “inclusión” en experiencias vinculadas a dispositivos estatales que buscan garantizar la escolaridad infantil. Ponencia presentada en el Tercer Congreso Latinoamericano de Antropología. Santiago de Chile, 5 al 10 de noviembre, 2012.; Cerletti, 2009CERLETTI, Laura. Tensiones y sentidos de la educación infantil para los adultos involucrados: aportes desde la etnografía. Revista Educación, Lenguaje y Sociedad, La Pampa, v. 1, n. 6, p. 291-314, dic. 2009.). Si bien, en nuestro país, tempranamente el consejo y la enseñanza estuvieron presentes en la asistencia a las familias por parte de la beneficencia privada (Grassi, 1999GRASSI, Estela. La familia, un objeto polémico: ambios en la dinámica familiar y cambios de orden social. In: NEUFELD, María Rosa et al. (Orgs.). Antropología social y política: hegemonía y poder – el mundo en movimiento. Buenos Aires: Eudeba, 1999, p. 101-125.),1 1 Para el caso de nuestro país, Argentina, recordemos que la asistencia social a cargo de las elites sopesó tempranamente privilegiar la “enseñanza” y el “consejo” antes que la “ayuda” a las poblaciones destinatarias (familias de sectores populares y migrantes) (Grassi, 1999). la documentación etnográfica de estos y otros trabajos, nos permiten comprender las maneras a través de las cuales la vida familiar es modelada en la contemporaneidad, en instituciones que involucran sustantivamente al estado.

En las páginas que siguen, me dedicaré a indagar las particularidades que asumen el gerenciamiento y la administración de la vida familiar, pero en vista a iniciativas que se desarrollan en los territorios donde las personas desenvuelven su vida de todos los días. En relación a la indagación antropológica que vengo realizando sobre la producción política y cotidiana del cuidado y la educación infantil,2 2 Se trata de una indagación integrada por dos etapas, la primera en relación a la tesis doctoral (2001-2007) y la segunda a la investigación pos doctoral (2008 y que continúa). me he contactado con múltiples instancias en donde los grupos familiares son pasibles de diversas intervenciones. Estas intervenciones no tienen un único origen (el “estado”) ni se concretan en espacios necesariamente formalizados. Me refiero a formas de modelación y regulación sobre la vida familiar que – ya sean que provengan en forma más directa del estado o estén mediadas por el accionar de organizaciones comunitarias – sobresalen porque se tramitan a través de relaciones de proximidad, vecinazgo, conocimiento mutuo e informalidad. En este texto me detendré en las maneras en que las intervenciones sobre las familias – tramadas principalmente a través de la afabilidad, el consejo y la enseñanza – se desplazan hacia las formas más intersticiales de las interacciones entre los sujetos y en donde las regulaciones sociales y del estado se presentan a través de rutinas y modalidades poco convencionales.

Para el análisis que sigue recupero los aportes de un conjunto de estudios desde los cuales el estado es analizado incluyendo y avanzando más allá de sus manifestaciones locales de burocracia e instituciones de gobierno (Troulliot, 2001; Corrigan y Sayer, 2007CORRIGAN, Philip; SAYER, Deywe. El gran arco: la formación del estado inglés como revolución cultural. In: LAGOS, M. y CALLA, P (Orgs.). Antropología del estado: dominación y prácticas contestatarias en América Latina. La Paz: INDH/Pnud, 2007. p. 39-116.; Das y Poole, 2008DAS, Veena; POOLE, Deborah. El estado y sus márgenes: etnografías comparadas. Cuadernos de Antropología Social, Buenos Aires, n. 27, p. 19-52, ene.-jul. 2008.). El estado es abordado en función de su actuación en los márgenes – y no sólo su centro – (Das y Poole, 2008DAS, Veena; POOLE, Deborah. El estado y sus márgenes: etnografías comparadas. Cuadernos de Antropología Social, Buenos Aires, n. 27, p. 19-52, ene.-jul. 2008.), en virtud de sus múltiples prácticas, efectos, rituales y regulaciones morales (Corrigan y Sayer, 2007CORRIGAN, Philip; SAYER, Deywe. El gran arco: la formación del estado inglés como revolución cultural. In: LAGOS, M. y CALLA, P (Orgs.). Antropología del estado: dominación y prácticas contestatarias en América Latina. La Paz: INDH/Pnud, 2007. p. 39-116.). Estas consideraciones incluyen el interés por reconstruir los modos a través de los cuales, en la contemporaneidad, se administra la vida y se produce la conducción y regulación de los comportamientos (Foucault, 2008FOUCAULT, Michel. La gubernamentalidad. In: GIORGI, G.; RODRIGUEZ, F. (Orgs.). Ensayos sobre biopolítica: excesos de vida. Buenos Aires: Paidós, 2008. p. 187-215.; Rose et al., 2006ROSE, N.; O' MALLEY, P.; VALVERDE, M. Governmentality. Annual Review of Law and Social Science, Sydney, v. 2, p. 83-104, Dec. 2006.), a la vez que estas regulaciones son apropiadas por los sujetos.

Las referencias empíricas a las que aludiré provienen del trabajo de campo que vengo realizando en barrios populares de la zona norte del área metropolitana de Buenos Aires. En el recorrido de las distintas etapas de investigación me he contactado con organizaciones estatales y sociales dedicadas a la atención a la infancia y también a la asistencia a los grupos familiares de los/as niños/as. Las consideraciones que presento se basan en la observación participante y las entrevistas que realicé a familiares de los niños y a los responsables de las organizaciones sociales. Para comenzar he seleccionado el relato de Clara, una joven madre con quien llevé adelante un número importante de entrevistas e intercambios informales.3 3 Se trata de una serie de entrevistas que realicé en forma pautada con esta mujer en los años 2002, 2003, 2005 y 2007 y que incluyen el reencuentro – que traigo aquí – sucedido en el año 2009. Según entiendo, el relato de mi entrevistada se torna muy sustantivo en función de las relaciones y los procesos que me interesa discutir en este escrito.

La trayectoria de Clara: entre las “vinculaciones” y el “desligamiento”

A Clara4 4 El nombre del barrio y de la entrevistada han sido modificados para preservar su identidad. la conocí en el año 2001, en ese entonces ella tenía 29 años. Desde el momento que la conocí, los encuentros con esta pobladora fueron frecuentes, en el transcurso de varios años. Sin embargo, por distintas razones, ahora habíamos dejado de vernos. Cuando paso a visitarla luego de este impase, esta pobladora me pone al tanto de una serie de acontecimientos personales y barriales. Clara vive en el barrio Reconquista, en Tigre, junto a su compañero Marcelo y sus siete hijos. Marcelo, para mantener a su familia, realiza changas y también sale a cartonear. Muchas veces Clara también se suma a la búsqueda de cartones en la calle. Luego de algunas gestiones, esta mujer obtiene la pensión como madre de 7 hijos.5 5 En referencia a la pensión no contributiva que otorga el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación a mujeres que tienen 7 hijos o más y que no poseen bienes, ni ingresos de ningún tipo, ni recursos de otra naturaleza que permitan su subsistencia y la de su grupo familiar conviviente. “Eso ayuda mucho”, confirma mi entrevistada. Asimismo mantiene la venta de jugos que elabora ella misma y ofrece en su propia casa. Durante un tiempo, también se dedicó a vender productos de cosmética, pero dado que Clara no sabe leer y escribir, esto le produjo dificultades de responder a los pedidos, lo cual generó reproches de sus vecinas. Sus hijos concurrían a una escuela del barrio hasta que Clara y su esposo deciden cambiarlos a una ubicada en el centro de la localidad. Esto significó que los chicos dejaron de contar con el servicio de comedor y la vianda complementaria. Pero Clara está contenta con la decisión: estaba cansada – dice – de lidiar con los maestros y que sus hijos estén siempre cargando “etiquetas”. En el tiempo que dejé de verla, también había decidido retirar a los chicos del centro de apoyo escolar. Clara no deja de mencionarme la gratitud que siente hacia los maestros del centro comunitario, sobre todo por el compromiso que demuestran con las familias. Pero también reconoce que está un poco agotada de que, de algún modo u otro, algunos integrantes del espacio comunitario – como le ocurre con la escuela – quieran darle indicaciones sobre su vida y sobre la forma de criar a sus hijos. Por cierto, un punto de tensión entre esta mujer y los maestros comunitarios lo constituye el hecho de que los hijos de Clara participan con ella en actividades ligadas con la calle (como pedir ropa, monedas y salir a cartonear). Clara, toda vez que es interrogada por esta cuestión, insiste en que esto muy pocas veces (que sus hijos salgan a la calle) y que cuando ocurre es porque ellos mismos lo piden con el fin de colaborar con la economía de la casa. Aun así, los maestros comunitarios – que comparten conmigo las preocupaciones en torno a esta familia – son contundentes en su posicionamiento basado en proteger y garantizar los derechos de los chicos. Clara me confiesa: “la palabra que mejor sintetiza mi situación actual es el ´desligamiento´. Estoy desligada de todo, poné eso en tus trabajos, ´desligada´ de la escuela, del apoyo, de las trabajadoras sociales, de todo”. Por cierto esta joven madre lamenta que sus hijos no concurran mas al Centro, allí no sólo les daban de comer sino que les ofrecían a los chicos una gran ayuda. Este no es el primer altercado entre esta mujer y los maestros. Unos meses atrás su hija Karen dejó de ir al Centro. Sucede que la niña presentaba algunas dificultades de conducta y Clara no cumplió con la indicación de llevarla a un especialista en psicología infantil. Ante eso, los maestros tomaron la decisión de que la niña abandone un tiempo el Centro, y le solicitaron a Clara que firme un acuerdo en donde constó que la niña podía volver a ingresar siempre y cuando ella la mande al especialista. Clara fue muy categórica conmigo: “ningún psicólogo va a cambiar el comportamiento de mi hija. Si con algo tienen que ver los problemas de mi hija es con la situación de la familia: que no tenemos ni para comer!” […] “Soy yo quien parió a los chicos y quien va a decidir qué es lo mejor para ellos. Mirá si por un plato de comida me van a manejar la vida”. Después de todos estos sucesos Clara me confirma su experiencia del desligamiento: “desligamiento, así estoy ahora, desligada de todo”. La trayectoria de vida de Clara como mujer, madre y protagonista de acciones ligadas con la crianza y el cuidado de los hijos está colmada de una trama densa en interacciones barriales y sociales (que incluye a los maestros del apoyo, los vecinos a cargo del merendero, la trabajadora social de la zona). Algunas de estas relaciones, tejidas a través de una profunda confianza – cuando no amistad –, también se vieron muchas veces resentidas. Clara tiene muy bien presente cuando Gladys, la vecina a cargo del merendero de su cuadra, también le reprochó su obstinación de no llevar a Karen a un psicólogo. Hoy por hoy su desligamiento alcanza, además del Centro de apoyo y Gladys, a Irma, la manzanera, referente en su cuadra de la distribución del Plan Más Vida.6 6 El plan Más Vida es una política gubernamental compensatoria que pertenece al Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, está destinada a embarazadas, madres en período de lactancia y niños desde 6 meses hasta el ingreso al primer año de la escuela básica que atraviesan condiciones de vulnerabilidad social e incluye una red de trabajadoras voluntarias vecinas (las “manzaneras” y las “comadres”). En distintas ocasiones, esta joven madre me habló sobre la confianza que siente hacia esta referente del barrio, dado que no sólo la ayuda en lo que necesita sino que le da acertados consejos en relación a la crianza de los hijos. Sin embargo, según Clara, en esta ocasión Irma se extralimitó y hasta – dice – quisiera estar desligada también de ella. Los altercados entre Irma y Clara, si bien no son frecuentes, suceden una que otra vez. Irma es muy reconocida a nivel barrial y trabaja duro para ayudar a las mujeres. A cambio de su esfuerzo espera que las madres mantengan una serie de comportamientos y por eso en más de una ocasión reprendió a Clara por no cumplir – como sucede con otras madres – con los horarios pautados para retirar los beneficios del Plan y otras obligaciones. En estos casos, como ocurre también con otras vecinas, Irma llegó a amenazarla con dejarla fuera del plan. Aun en este marco, lo que resintió más profundamente la relación entre estas dos vecinas fue que Irma se excedió en sus intervenciones. Como lo expone Clara, lo que la enojó es que la referente se haya adelantado a ella y haya ido a hablar con la trabajadora social del Centro de salud sobre los problemas que está teniendo con el Centro comunitario. Según reconstruye Clara, Irma puso al tanto a la trabajadora social de una serie de cuestiones que no “correspondían”. Mientras lo cuenta, Clara repite que estaba segura que esto iba a suceder y que había sido mala idea haber ido a ese festejo con su marido. Sucede que durante el fin de semana Irma se encontró con Clara y su esposo en una fiesta populosa de las que se suelen hacer para los quince años de una adolescente. En la fiesta Irma se enteró que para poder asistir, el matrimonio había dejado a los hijos con un hermano de ella que no sólo no tiene buena fama en el barrio, sino que hacía muy poco había tenido algunos altercados con la policía. Esto le trajo a Clara problemas, no sólo recibió reproches de su vecina (Irma) sino que temió que la trabajadora social del barrio le hiciera señalamientos. Mi entrevistada no tiene reparos al decirme: Mirá si yo voy a hablarle a la trabajadora social de ella, yo sé de cosas también, y eso que ella [por Irma] tiene que dar el ejemplo”. Clara termina la charla conmigo insistiendo en su necesidad de “desligamiento”. Aun así en estos mismos días esta pobladora comenzó a estrechar contactos sostenidos con un grupo de vecinas, alineadas al peronismo, que conoce desde hace varios años, con quienes tiene confianza y que están organizando un comedor. La idea es abrir un espacio para los chicos, pero Clara lamenta no sabe leer y escribir, asique no cree que vaya a participar de las actividades de taller que se están planificando. Igual, dice, es lo único que la saca de su “desligamiento”.

Los procesos de territorialización y la gestión social de las familias

El registro de los itinerarios que a diario realizan muchos habitantes de los barrios de la periferia metropolitana echa luz sobre las relaciones y regulaciones que se ponen en juego en la vida cotidiana de las personas. Tal como deja entrever el relato de Clara, la permanencia en los asentamientos populares nos pone de acerca a múltiples instancias en las cuales miembros de las familias (principalmente las mujeres), en función de una serie de decisiones y necesidades, interactúan con agencias del estado, instituciones comunitarias y referentes barriales.

Una cualidad de estas interacciones e intervenciones entre las familias, el estado y las organizaciones sociales es su modalidad territorializada: es decir el hecho de que se encuentran ancladas de lleno en el lugar donde la gente vive. Hay que decir que, al menos en la experiencia de nuestro país, el barrio ha constituido históricamente un ámbito altamente significativo para la vida, la reproducción cotidiana y sociabilidad entre los sectores populares. Pero, por cierto, la ruptura de la sociedad salarial hacia fines de la década de los 70 contribuyó a la revitalización de los barrios como ámbitos en donde resolver la reproducción cotidiana (Neufeld, et al., 2002NEUFELD, M. R.; CRAVINO, C.; FOURNIER, M.; SOLDANO, D. Sociabilidad y micropolítica en un barrio bajo planes. In: ANDREANI, Luciano (Org.). Cuestión social y política social en el Gran Buenos Aires. Buenos Aires: Editorial de la Universidad Nacional de General Sarmiento, 2002, p. 61-83.). En el marco de una serie de transformaciones en los sistemas de protección social, las familias comenzaron a acceder a un conjunto de recursos y beneficios – ya sea provenientes del estado o instituciones de la sociedad civil – que se caracterizan porque su organización y distribución suceden dentro de los límites internos de los barrios y así atraviesan buena parte de la cotidianeidad de las personas. Es importante aclarar que este proceso de territorialización no se restringe ni se produce solamente por el accionar del estado. Sino que mucho tiene que ver con las iniciativas que desde el campo popular gestaron los propios sectores subalternos y organizaciones de la sociedad civil – en vinculación con las acciones del estado – que reconfiguraron a los barrios como espacios privilegiados para las gestiones de las intervenciones sociales (Santillán, 2011SANTILLÁN, Laura. El cuidado infantil, la vida familiar y las formas en que se territorializan las intervenciones sociales: un estudio en barrios populares del Gran Buenos Aires. In: COSSE, Isabella; LLOBET, Valeria; VILLALTA, Carla; ZAPIOLA, María Carolina (Orgs.). Infancias, políticas y saberes en Argentina y Brasil (Siglo 19 y 20). Buenos Aires: El Teseo, 2011. p. 287-310.).

Entonces, para comprender las formas en que las familias quedan arbitradas por un conjunto amplio de acciones que se concretan en la proximidad, es imprescindible adentrarnos en la capilaridad de las interacciones sociales en los barrios.

En los sectores más internos de los asentamientos populares, el tránsito de los pobladores mucho tiene que ver con ir satisfaciendo cuestiones básicas relativas a la reproducción cotidiana (las comidas del día, el traslado de los chicos a la escuela, el cumplimiento de la jornada laboral o la contraprestación del subsidio estatal que se recibe). Como los establecimientos comerciales se reducen a almacenes y kioscos que algunos pobladores habilitan en pequeños sectores de sus casas, es posible que en determinados domicilios se reúnan al menos un par de vecinos para la compra de productos. Lo mismo sucede en aquellos hogares en donde tiene lugar la distribución de recursos de los planes sociales (como es el caso de los programas compensatorios) y en los lugares donde los vecinos acceden por préstamo a herramientas y/o espacios para las actividades de cuentapropismo (el acceso a los carros para realizar recolección de material reciclable y la posibilidad del acopio del mismo).7 7 En referencia al almacenamiento y separación detallada de los materiales recolectados en la vía pública y que son potencialmente reciclables y se comercializarán. Entonces hay una interacción densa, ligada a la proximidad, que es significativa, aunque no constituye de ningún modo un rasgo inherente a los modos de vida populares.8 8 No adscribo a los presupuestos que suelen exaltar la “disposición” de los sectores subalternos a la proximidad, las relaciones de ayuda mutua y reciprocidad, como si se tratara además de una experiencia cultural universal, inherente y transhistórica de dichos grupos sociales. Sobre esta visión se puede consultar: Santillán (2010).

Las interacciones basadas en el conocimiento mutuo y la proximidad no se restringen a la vinculación entre vecinos. Como deja al descubierto el relato de mi entrevistada, y ya hemos adelantado aquí, hay una presencia muy diversificada de instituciones y actores desde las cuales se gestan buena parte de las intervenciones sobre las familias. Me refiero, por un lado, a la presencia – muchas veces bajo formas renovadas – del estado. Como dice Michel Troulliot, es propio de las dinámicas del estado desplazarse a través de diversos y renovados sitios y efectos (Troulliot, 2001). En muchos de los asentamientos que transitamos, no sólo se fueron acondicionando oficinas estatales en precarios locales para que las trabajadoras sociales realicen in situ la distribución de las bolsas con mercadería u otros, sino que se crearon delegaciones de “atención al vecino” en domicilios particulares. Asimismo, las interacciones entre los grupos familiares y el estado mucho tienen que ver con las formas renovadas en que sucede el trabajo estatal.9 9 Para ahondar en las modalidades renovadas que asume el trabajo estatal, sobre todo en relación a políticas de inclusión y tendientes a la promoción integral, consultar los trabajos de Gallardo (2012) y Barna (2012). Es decir, no podemos reflexionar sobre los rasgos que asumen los encuentros entre las personas y las intervenciones sociales sin detenernos en una multiplicidad de figuras que el propio estado construye dentro de sus fronteras, procesos y relaciones (entre otros, me refiero a la figura de operadores, técnicos, entre otros). Pero también se trata, como vimos, de la configuración de actores de la sociedad civil que comienzan a actuar en las fronteras e intersticios de las burocracias y aparatos estatales (como los maestros comunitarios,10 10 En alusión a los educadores que – tengan título habilitante o no – desempeñan tareas pedagógicas y educativas en los centros que organizan colectivamente la ayuda escolar a los niños y las niñas en los barrios. Cabe decir que la forma de nombrar a estos maestros muchas veces contiene variaciones de un centro a otro y/o experiencia. referentes barriales11 11 En referencia a aquellos vecinos/as que tienen a su cargo acciones ligadas con la gestión de la ayuda social, ya sea proveniente del estado, de una ONG o movimiento social. y militantes políticos).

Tal como pone al descubierto el relato de Clara, en los barrios populares los centros comunitarios de apoyo escolar, por ejemplo, constituyen espacios significativos para los chicos y también para las familias. En estos centros, que emergen en momentos críticos de conflictividad a partir del accionar de diversos actores colectivos, las relaciones entre las familias y los educadores suelen sobresalir por su fluidez y duración en el tiempo. Se puede decir que si bien la creciente formalización de buena parte de estos espacios implicó la entrada de especialistas y docentes titulados, estas relaciones se caracterizan por ser significativamente estrechas y flexibles (en cuanto a los tiempos y espacios de encuentro). El ingreso de los chicos a un centro comunitario representa para muchos tutores la entrega de una importante cuota de confianza en torno al cuidado de los hijos. Como contrapartida de esta entrega de confianza, los familiares a cargo reconocen recibir distintos tipos de ayuda por parte de los responsables de los centros de apoyo escolar. De hecho, el acercamiento de los padres a los centros tiene muchas veces como punto de partida problemas específicos, casi siempre referidos a la privación económica y también a conflictos en la vida familiar. El pedido de ayuda desencadena una serie de intercambios, en los cuales principalmente los coordinadores de los centros ofrecen algunas resoluciones que las familias suelen retribuir con gratitud.12 12 Entre otros se trata de la obtención de recursos para que los chicos puedan ir a la escuela (útiles, zapatillas, guardapolvos) e información de diverso tipo, por ejemplo el asesoramiento en relación a los trámites para acceder a las pensiones y subsidios del estado (por cantidad de hijos, discapacidad, otros). Para profundizar sobre las relaciones de intercambio y generación de la deuda y obligación moral entre las familias y los espacios comunitarios ver: Santillán (2012). Me refiero a interacciones que se enmarcan en una gestión más amplia de gobierno y conducción de los comportamientos (Rose, et al., 2006ROSE, N.; O' MALLEY, P.; VALVERDE, M. Governmentality. Annual Review of Law and Social Science, Sydney, v. 2, p. 83-104, Dec. 2006.) e intervención correctiva (Donzelot, 1998DONZELOT, Jaques. La policía de las familias. 2. ed. Valencia: Pre textos, 1998.) que se tramita a través de formas afables, las buenas maneras y el consejo.13 13 Los coordinadores de los Centros y los educadores comunitarios suelen estar muy atentos a los problemas de las familias y se destacan por escuchar en forma regular y a lo largo del tiempo a los padres y familiares de los niños, ofreciendo su punto de vista y aconsejando. Cuestión que no se opone al surgimiento de altercados y situaciones de conflicto. Como bien expone el relato de Clara, muchos de estos conflictos tienen como punto de partida las visiones que se encuentran confrontadas respecto al cuidado y la educación de los chicos. En los espacios comunitarios, los educadores suelen estar muy imbuidos de los preceptos que surgen de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Por tanto, proteger a los niños y las niñas de cualquier tipo de actividad que quebrante sus derechos (como vincularse con actividades propias de la calle) es su deber y obligación. Los maestros comunitarios suelen insistir en la necesidad de respetar los modos de vida populares y no intervenir de manera arbitraria con las familias. Sin embargo, muchas veces sus decisiones entran en oposición y discrepancia con las familias. En otras palabras, en las interacciones entre las instituciones barriales y las familias, el cuidado de los niños condensa, como seguiremos viendo, una multiplicidad de valores y expectativas en torno al “compromiso” y la “responsabilidad”, que se define a partir de sentidos disputados y encontrados sobre la capacidad de los adultos por “velar” adecuadamente por el “bienestar de los niños”. Tal como pasaré a desarrollar a continuación, estas consideraciones se trasladan de lleno – con especificidades – a las interacciones que incluyen a las referentes barriales.

La capilaridad de las intervenciones barriales: entre el “merecimiento” y la “reputación”

Los encuentros entre las familias y los/as vecinos/as que realizan trabajo territorial en los asentamientos muestran algunas líneas de continuidad y también especificidades respecto a las que describimos en el apartado anterior. En los párrafos que siguen me detendré en las trabajadoras en el Plan Más Vida, cuya figura se hace presente en el relato de Clara.14 14 En relación a las formas de implementación de las políticas sociales y las acciones provenientes del propio campo popular, entre los referentes barriales se destacan aquellos a cargo de la gestión y organización territorial de planes de trabajo transitorio (Plan Jefe y Jefa de Hogar), la organización de cooperativas (autogestivas o ligadas con el Programa nacional Argentina Trabaja), la autoconstrucción de viviendas sociales y –como ahondaremos aquí – la atención a la alimentación infantil. Si nos disponemos a indagar en las regulaciones cotidianas sobre las familias, las trabajadoras territoriales del programa alimentario Más Vida resultan insoslayables.

Este Programa, cuyas acciones consisten en la entrega de leche y la ayuda económica para comprar alimentos a familias con niños menores de 6 años, a mujeres embarazadas y a aquellas que se encuentran en período de lactancia, se mantiene tras diecinueve años de ininterrumpida presencia en los barrios populares bonaerenses.15 15 El Plan se crea en el año 1994 dentro del Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano, de la Provincia de Buenos Aires, actualmente pertenece al Ministerio de Desarrollo Social provincial. Una de las características distintivas de este programa compensatorio es que se ejecuta a través de un dispositivo de intervención territorial particular: el constituido por una amplia red integrada por trabajadoras vecinales (mayoritariamente mujeres) quienes reciben el nombre de “manzaneras”.16 16 En un inicio, la selección de las vecinas para ocupar este puesto estuvo a cargo de los equipos técnicos municipales que organizan el programa. Muchas veces se vinculó la selección a la participación y/o afinidad de las mujeres con el partido justicialista, desde donde surge el programa. Sin embargo es posible constatar cómo buena parte de las vecinas fueron elegidas por su trabajo territorial dentro del catolicismo de base. Hoy por hoy, en los barrios en los cuales trabajamos, cuando se produce una vacante son los/as beneficiarios/as del programas quienes votan a la candidata entre las vecinas que se postularon para el cargo. Las mismas tienen a su cargo a las beneficiarias que viven en su misma “manzana17 17 Se denomina “manzana” al espacio que fijan cuatro calles en un territorio urbano. o en un radio de aproximadamente cuatro manzanas aledañas. Aún en la actualidad, a la casa de la “manzanera” se acercan tres veces a la semana a retirar la leche las madres y/o familiares de los niños que perciben el programa. Asimismo, estas mismas madres y/o familiares de los niños se comunican en diversos momentos con las trabajadoras vecinales en función de las “bajas”, los atrasos en los pagos y las fechas en que se deposita el dinero en la tarjeta de la titular.18 18 Desde el 2008 comienza a regir el depósito de dinero a una tarjeta magnética denominada “Visa Alimentos”, emitida por el Banco de la Provincia de Buenos Aires. El dinero es intransferible, sólo el/la titular de la tarjeta puede realizar las compras de los alimentos junto con el documento. A la tarjeta se deposita un monto mensual asignado. Actualmente para aquellas madres con un hijo o que están embarazadas es de $80 y para aquellas con dos o más hijos de 0 a 5 años es de $100 (este monto incluye a las trabajadoras vecinales del Plan). A estas relaciones se suman las que las vecinas establecen con la “comadre19 19 De la misma forma que ocurre con las manzaneras, en la actualidad son los/as beneficiarios/as quienes votan a la vecina que ocupará este puesto. del Plan. Desde el 1997, comenzó a instrumentarse el subprograma “Plan Comadres”, que está dirigido a brindar información y colaborar con el control sanitario de las embarazadas beneficiarias del Más Vida. Por tanto, las mujeres embarazadas suelen frecuentarse con las vecinas que operan como “comadres”, ya sea en función de la realización de los controles médicos y/o para refrendar que se han realizado a través de la firma en una serie de planillas (cuyo llenado se realiza en la casa particular de esta referente del programa).20 20 Las “comadres” tienen como objetivo lograr el control y seguimiento de las embarazadas con la finalidad de detectar a tiempo cualquier anomalía en su embarazo. La rutina indica que las mujeres embarazadas hasta los 7 meses de gestación, deben acercarse a la comadre de su manzana y solicitarle la planilla correspondiente, que deben entregar a su médico obstetra para completarla. Luego, la comadre debe entregar esta planilla a los Agentes Territoriales en las postas sanitarias, que la remitirán a la Dirección de Asistencia Social para efectuar la carga en el sistema.

Las formas en que se implementa este programa compensatorio, ponen al descubierto aquello que el filosofo Michel Foucault definiera como la gubernamentalización del estado (Foucault, 2007) es decir, la necesidad que surge – en determinado momento histórico –, dentro del aparato estatal de comenzar a conocer y administrar las actividades de las personas a partir de tecnologías específicas (Rose et al., 2006ROSE, N.; O' MALLEY, P.; VALVERDE, M. Governmentality. Annual Review of Law and Social Science, Sydney, v. 2, p. 83-104, Dec. 2006.). Se trata, sin más, de una forma de gobierno que se apoya cada vez más en técnicas del yo, es decir en tecnologías y estrategias que instalan las normas y las prácticas por medio de las cuales los individuos “aprenden” a gobernarse y administrarse a sí mismos (Rose, et al., 2006ROSE, N.; O' MALLEY, P.; VALVERDE, M. Governmentality. Annual Review of Law and Social Science, Sydney, v. 2, p. 83-104, Dec. 2006., Shore, 2010SHORE, Cris. La antropología y el estudio de las políticas públicas: reflexiones sobre la formulación de las políticas. Antípoda, Colombia, n. 10, p. 21-49, ene.-jun. 2010.).

En la jurisdicción de Buenos Aires, la institucionalización de la figura de las “manzaneras” y de las “comadres” se inscribe dentro de los programas que fueron asumiendo, desde hace varias décadas a esta parte, las políticas sociales destinadas a las poblaciones económicamente desfavorecidas. Nos referimos a la difusión del postulado de la “participación” como modo de lograr la “promoción social”. En nuestra región, el discurso de la participación comunitaria tiene larga data21 21 Al menos desde la década del 60 organismos internacionales (como la Cepal y ONU) se han encargado de presentar a la participación social como una actividad “necesaria” en América Latina. Sin embargo desde la entrada al nuevo milenio, las sugerencias de los organismos multilaterales de invertir en la “capacidad organizativa de los pobres” (Banco Mundial, 2000), con atención a los “recursos morales y culturales comunitarios de las poblaciones” (BID, 2001), y las “relaciones informales de confianza y cooperación de la familia y el vecindario” (Cepal, 2008) cobraron –sobre todo a través de conceptos tales como capital social– una fuerte difusión e impregnaron en los imaginarios del sentido común científico y en los contextos de implementación de las políticas. y ha estado presente en distintos momentos y coyunturas, dentro y fuera del estado. En el caso que comparto, se trata, además, de una propuesta a la participación que claramente se respalda en el trabajo del género femenino. Las mujeres son convocadas como las principales protagonistas (ya sea como “destinatarias” ó en tanto “gestoras” de la política). Este proceso, que algunas autoras definieron como maternalización de las mujeres (Nari, 2004NARI, Marcela. Políticas de maternidad y maternalismo político. Buenos Aires: Biblos, 2004.), implica la potenciación por parte de muchas políticas sociales de una construcción más amplia y sedimentada socialmente que establece la asociación directa y natural entre feminidad y maternidad.22 22 Si bien el Programa promueve y postula que los trabajadores vecinales (manzaneras y comadres) sean mujeres, en los barrios que investigamos constatamos la presencia (contada) de hombres.

En este escenario, las trabajadoras de este plan bonaerense, entran en contacto estrecho (y/o profundizan lazos pre existentes) con otras mujeres y las familias. Las políticas – como exponen algunos estudios – son actividades socioculturales que, regidas por leyes, están profundamente inmersas en los procesos sociales cotidianos, en los mundos de los sentidos y también de las prácticas (Shore, 2010SHORE, Cris. La antropología y el estudio de las políticas públicas: reflexiones sobre la formulación de las políticas. Antípoda, Colombia, n. 10, p. 21-49, ene.-jun. 2010.). En el plano de la vida cotidiana, las referentes barriales se relacionan con sus vecinas en función del Plan, pero también en el marco de muchísimas instancias más. El relato de Clara deja al descubierto el lugar central que comienzan a tener las trabajadoras territoriales como polo de información relevante (Neufeld et al., 2002NEUFELD, M. R.; CRAVINO, C.; FOURNIER, M.; SOLDANO, D. Sociabilidad y micropolítica en un barrio bajo planes. In: ANDREANI, Luciano (Org.). Cuestión social y política social en el Gran Buenos Aires. Buenos Aires: Editorial de la Universidad Nacional de General Sarmiento, 2002, p. 61-83.) y también en vinculación a una serie de estrategias que las mismas vienen desplegando en el transcurso del tiempo en los barrios. En los asentamientos populares, si bien la existencia de merenderos, comedores y espacios de apoyo escolar se vincula a un espectro amplio de actores e intervenciones sociales (ligados con movimientos de desocupados, cuadros de base de la Iglesia católica, otros), en algunas experiencias, mucho tiene que ver con el desempeño que asumieron grupos de manzaneras. Es decir, en los hechos, la experiencia del trabajo territorial y el conocimiento en profundidad que las trabajadoras barriales tienen de los niños y las familias han conducido – y aún conducen – a muchas de ellas a nuclearse y organizar colectivamente espacio barriales destinados a los chicos. Junto con las actividades que quedan bajo la órbita del Plan, estos centros informales se constituyen en espacios en donde se estrechan y dinamizan las interacciones – como venimos diciendo – muchas veces pre existentes.

Dice Cris Shore que las políticas reflejan las maneras de pensar sobre el mundo y cómo actuar en él, a la vez que contienen modelos implícitos de cómo los individuos deben relacionarse con la sociedad y los unos con los otros (Shore, 2010SHORE, Cris. La antropología y el estudio de las políticas públicas: reflexiones sobre la formulación de las políticas. Antípoda, Colombia, n. 10, p. 21-49, ene.-jun. 2010.). Así las cosas, las políticas sociales, en los escenarios cotidianos de implementación, suelen sumar – a los existentes – nuevas relaciones entre individuos. En referencia a la implementación del Plan y también a la organización de espacios comunitarios, “manzaneras” y “vecinas” entran en una densa trama de interacciones y acciones que – sí sobresalen por algo – es por la incidencia más protagónica que las referentes barriales comienzan a tener sobre las madres de los niños y también la vida familiar. Como me lo comentó Norma, una manzanera del barrio:

Yo le decía a esa mamá, le decía siempre: “cuidá bien a ese bebé, no lo andes sacando tanto”. Al control médico lo llevaba pero, para mí, no lo cuidaba mucho. Por ahí, sí, lo tenía de un lado a otro, a upa, iba y venía con el chiquito a cuestas a todas partes. Yo le decía: “Mamita tenés que marcar horarios para este chico. Esto no puede ser así” (De la entrevista con Norma, agosto de 2008).

En las prácticas cotidianas que las referentes barriales ponen en juego, la intervención correctiva – como sucede en referencia a los centros de apoyo escolar que ya mencionamos – es un común denominador. Se trata de una tendencia hacia la modificación de las conductas y los hábitos de las vecinas que se concreta a través de las buenas maneras y la modalidad pedagógica. Esto es, en las indicaciones que realizan las referentes barriales, el consejo y la enseñanza a las madres gana por sobre el reproche y coacción directa. Por cierto, si bien los consejos entre vecinas, comadres y parientes no son eventos de ningún modo novedosos en estos barrios, aludo a formas de consejo que se traman a partir de la participación de una de las partes (quien da el consejo) dentro de un programa gubernamental. A tono con las maneras en que se produce la gestión social de la vida actual, se trata de la puesta en juego de la “ayuda” a las madres (por parte de las trabajadoras sociales) para que ellas “se ayuden” – “por” y “a sí” mismas y “a los suyos”, logrando en definitiva la autoregulación del comportamiento.

Ahora bien, estas cuestiones, propias de las formas más abarcativas sobre cómo tiene lugar y se administra la vida en nuestro tiempo, cobran algunas especificidades en la capilaridad de las relaciones en los barrios. Por un lado, como ya mencioné, los vecinos y vecinas, previamente o durante a la implementación del Plan están conectados por lazos de conocimiento basados en la amistad y/o el parentesco. Estos lazos, por cierto, se concatenan en forma dinámica con las interacciones que supone la implementación del programa gubernamental. A saber, cuando nos trasladamos de lleno a la vida cotidiana barrial, la implementación de un plan cómo éste obedece, en definitiva, a las estimaciones de las manzaneras sobre los grados de “merecimiento” de las mujeres receptoras. Las referentes barriales suelen hacer hincapié – de manera más o menos explícita – en una serie de ítems que las madres deberían cumplir para merecer la política. Como lo han transmitido las manzaneras en diversas ocasiones, “levantarse más tarde de un horario respetable”, “no tener limpios a los hijos”, “no llevarlos seguido a la salita”, “hacerlos ingresar tarde a la escuela” y “no demostrar afecto e interés en los niños”, son ítems suficiente para poner en duda el merecimiento de una beneficiaria a recibir el Plan. En los hechos, la constatación de estos ítems puede llegar a ser motivo suficiente para que no se concrete la entrega del beneficio aún cuando efectivamente se esté inscripto en los listados oficiales.

Según entiendo, el “merecimiento”, como forma local de estimación, condensa un cúmulo importante de valores socialmente difundidos acerca de la “responsabilidad parental” y más concretamente sobre la “responsabilidad materna”. Hay que señalar que, si bien en nuestra región el “merecimiento” acompañó muy tempranamente la concreción de la ayuda social (Grassi, 1999GRASSI, Estela. La familia, un objeto polémico: ambios en la dinámica familiar y cambios de orden social. In: NEUFELD, María Rosa et al. (Orgs.). Antropología social y política: hegemonía y poder – el mundo en movimiento. Buenos Aires: Eudeba, 1999, p. 101-125.), estamos frente a formas de evaluación y estimación moral de los comportamiento de los tutores que se trama bajo relaciones y formas determinadas por la proximidad. Es decir, en el contexto barrial, el “beneficiario” y el “mediador” comparten momentos de interacción y sociabilidad que rebasan en tiempo y espacio la situación concreta de entrega de los recursos materiales. Uno de los efectos, entre otros, de esta modalidad de intervención del estado es sin duda una suerte de “perfeccionamiento” de los procedimientos sociales de la “evaluación” del “merecimiento”. Como quedó expuesto en el relato de mi entrevistada, las instancias informales resultan altamente significativas para el relevamiento de “datos” y la consecuente evaluación de la “pertinencia” o no de recibir la ayuda estatal. Así también se expresa en el relato de Marta, una manzanera de un barrio aledaño al de Clara:

La gente que recibe el plan [Más Vida] es muy necesitada, como estamos todos, yo también. Acá las mujeres cumplen con el horario pero muchas veces queda el sobrante. Y después te aparecen a las once de la mañana como si nada. Yo a veces pienso, si vos estás preocupada por tus hijos, los cuidás y los querés, y vas a estar acá a las ocho en punto. Por supuesto que te puede pasar algo, así lo veo yo. Cuando yo sé que a la madre le pasó algo, trato de guardarlo lo que más puedo. O cuando es una madre que se ocupa. Vos te das cuenta. Pero con algunas mujeres no sabés qué hacer. Hay una mujer que tiene a los chicos así nomás, vos los ves siempre en la calle, andan sucios. Y no se trata de necesidad. Yo cuando cruzo la ruta ahí la veo comprando cositas, cuando la parroquia hizo el festival iban cada dos por tres a la parrilla a comprarse algo. Yo no le voy a dar de baja del plan pero si no viene a término prefiero que la leche la tenga otra madre que lo necesite y se ocupe de los hijos, ¿no? (De la entrevista con Marta, julio 2005).

Las relaciones entre las familias y los mediadores de los programas del estado tienen lugar en tramas vinculares que exceden claramente los momentos de la entrega y la distribución, para incluir situaciones barriales que si se destacan por algo es por su inherente informalidad. Una serie de eventos, propios de la vida barrial, y ligados con la reproducción cotidiana de las familias, se tornan observatorios inigualables para la “medición” del comportamiento parental (Santillán, 2012SANTILLÁN, Laura. Quienes educan a los chicos: trayectorias educativas, infancia y desigualdad. Buenos Aires: Editorial Biblos, 2012.). De ese modo, ciertos momentos de esparcimiento (como las fiestas por aniversarios y casamientos que se realizan en los barrios), ligados con el trabajo y la contraprestación de los planes por desocupación, la religiosidad (la asistencia al oficio de las misas, las reuniones pastorales), las transacciones comerciales, el cumplimiento de la escolaridad y el cuidado de la salud de los hijos (asistencia a los actos escolares, a los dispensarios de salud que se ubican en el mismo barrio, la realización de controles de rutina) son muy importantes para saber “cómo se comportan” los vecinos y relevar datos que permitan la evaluación de la “pertinencia” o no de recibir la ayuda estatal. Recordemos, además, que en muchos casos los partícipes de estas evaluaciones y testeos llevan entre sí largos años de conocimiento, cuando no amistad. Amistad que, al decir de Eric Wolf (1980) como generadora de distensión emocional y catarsis, en ocasiones, da lugar a formas más y menos explícitas de regulación.

Aún así, las consideraciones que traigo acerca del “merecimiento”, no van a contrapelo, sino que muchas veces alternan con solidaridades de clase. Para cerrar el apartado, me gustaría aludir sucintamente a dos cuestiones. Por un lado, en cuanto a las modalidades que asumen las interacciones involucradas en estas formas de gestión y territorialización de las políticas. La constitución y organización de la asistencia a través de la diferenciación entre “mediadoras” y “beneficiarias” no deja afuera la posibilidad de que, en determinadas circunstancias, quienes llevan adelante las tareas de reparto, gestión y distribución de la ayuda, lo hagan en vista a identificaciones y fidelidades ancladas con fuerza en la pertenencia a la misma clase. Acordamos plenamente en que – a pesar de la apariencia de “horizontalidad” – las formas de reciprocidad y ayuda mutua entre “referente” y “beneficiarias” conllevan importantes cuotas de control y la generación de deuda moral. Sin embargo este proceso ligado al control no es totalizador ni unívoco, sino que muchas veces alterna con formas activas de reinvidicación de clase. No sólo se trata de las instancias en las cuales las “manzaneras” sortean frente a las administraciones centrales irregularidades que ponen en peligro la “baja” de alguna familia al Plan, sino de la serie de acciones alternativas que se generan para suplir necesidades de algunos grupos domésticos. Puede insistirse en que en estas acciones también impera la discrecionalidad de la decisión de “a quien se ayuda” y también hay una generación de deuda. Sin embargo, me estoy refiriendo a circunstancias en donde “se responde”, ya sea a través de “la ayuda” ó bien mediante la movilización y la protesta (por ejemplo frente a un caso de gatillo fácil u otra injusticia), sin demasiadas dudas (sobre quién recibe la ayuda) y en base a un importante consenso y consentimiento colectivo que en buena medida impulsan las trabajadoras territoriales.23 23 Con estas consideraciones confronto con lecturas que vinculan mecánicamente la implementación de las políticas sociales y el papel de las trabajadoras territoriales con formas clientelares, es decir con modalidades en donde quien está a cargo de la gestión de la asistencia subordina totalmente la red de los recursos a un intercambio de entrega de favores por votos. Coincido con otros estudios que alertan respecto a reducir la imagen de las manzaneras y/u otros referentes barriales al clientelismo oscurece las formas heterogéneas en que se concreta la intermediación entre sociedad y estado (Al respecto ver: Zaremberg, 2003).

En segundo lugar, es importante decir que las regulaciones sobre los hábitos y el comportamiento que mencionamos, no se concretan en una sola dirección. Aun teniendo en cuenta el largo conocimiento que las mujeres suelen tener con las vecinas que ocupan un lugar significativo en la gestión de los programas sociales y en el cuidado de los chicos (por ejemplo cuando se trata de un centro infantil) la confianza no viene de suyo ni es necesariamente inmediata. Un hecho que sobresale en las acciones que llevan adelante las referentes barriales, es la necesidad de ganarse – de continuo – el reconocimiento de los vecinos. Alcanzar una “buena reputación” forma parte de la mayoría – por no decir de todas – las acciones sociales llevadas adelante en función de las madres y/o los niños. Las referentes barriales – sobre todo aquellas que deciden levantar un espacio para los niños – deben demostrar en forma casi permanente su idoneidad en relación a las tareas que se proponen. Este aspecto se puso de manifiesto en el relato de Clara. Como fue reconstruido a partir de los relatos de mis entrevistados, quien se pone al frente de acciones destinadas a las familias y los niños debe demostrar una “buena conducta” y estar exento – entre otras cosas – del involucramiento en asuntos de “dudosa moral”. También, debe saber “escuchar los problemas de la gente” y ser expeditivo en la resolución de los problemas de las familias. Como me lo han confiado las trabajadoras barriales, “ganar la confianza y el apoyo de los vecinos – frente a estas circunstancias – es un arduo trabajo de todos los días”, implica asimismo sortear sospechas, habladurías, cotilleos y posibles injurias.24 24 Para un análisis en profundidad acerca del papel del “chisme” y las interacciones próximas en la reputación y el prestigio entre pobladores de barrios populares en Brasil se puede consultar el trabajo de Claudia Fonseca (2004). Como señala Julian Pitt Rivers, el honor no constituye un valor único, sino, más bien, un complejo de valores unidos en el nivel de las relaciones sociales (Pitt Rivers, 1979PITT-RIVERS, Julián. Antropología del honor o política de los sexos: ensayos de antropología mediterránea. Barcelona: Editorial Crítica, 1979.).

Palabras finales

A lo largo del texto he ahondado en las modalidades de intervención y gestión de la vida familiar y las familias que, si bien involucran al estado, no tienen un único origen (las formas fijas de los aparatos gubernamentales) ni se concretan en espacios necesariamente formalizados. Son acciones que se traman en relación a las renovadas formas en que las intervenciones estatales y sociales se desplazan hacia los espacios y ámbitos más estrechamente ligados a la vida cotidiana de las personas. En las situaciones que analicé, por tanto, las intervenciones sobre la familia y la modelación de los comportamientos – a través de la anuencia, el consejo y la enseñanza – se trasladan de lleno al ámbito de las interacciones próximas y el conocimiento mutuo. Aludimos a formas de intervención correctivas que se despliegan y dinamizan en el escenario de nuevas espacializaciones, las cuales acumulan sedimentaciones en el tiempo y también relaciones ligadas con la lucha y la diferenciación.

Ciertamente, el espacio de la vida barrial ha sido históricamente un ámbito en el cual, entre contiguos se producen intervenciones, consejos y ordenaciones de los comportamientos. Sin embargo, a lo largo del texto aludí a formas en que las relaciones próximas son trastocadas en función de procesos más amplios, sobre los cuales, a su vez, estas interacciones locales producen también una significativa incidencia. A mi entender, el desplazamiento y la concreción de las acciones sociales ligadas con la gestión de las familias en los escenarios de vida próximos incluye reconfiguraciones a varios niveles.

En cuanto a los sujetos, las intervenciones y regulaciones sobre la vida familiar sobresalen por llevarse adelante a través de actores que – muchas veces – contando una larga presencia en los barrios, sufren renovadas transformaciones en sus identidades como producto de los procesos políticos y sociales más generales que atraviesan a los espacios locales. Me he referido así a la presencia de militantes sociales, trabajadores estatales y vecinos – que al calor de la implementación de políticas sociales – se constituyen en referentes relevantes en los barrios y desde ese lugar interactúan con las familias.

En el marco de este trabajo territorializado, aun cuando las intervenciones son heterogéneas y arrastran distintas tradiciones, en su generalidad tienden hacia la autoregulación del comportamiento y la conversión de los adultos como “individuos morales” para el cuidado infantil. Esta tendencia, sustentada en el gobierno y control sobre sí mismo, cobra especificidades en la cotidianeidad territorial. Mientras las relaciones de conocimiento, amistad y proximidad producen fluidez en la comunicación y para la realización de la asistencia y la ayuda mutua, esta misma condición (la proximidad) habilita renovados y afinados mecanismos de observación, control y evaluación de los comportamientos parentales.

Las familias, por cierto, son organizaciones activas frente a esta trama de intervenciones. El relato de Clara y mis entrevistados da cuenta de respuestas y resistencias a las acciones que reciben. No se puede soslayar, en tal caso, que – en el marco de procesos más generales y también locales – se reconfiguran continuamente los escenarios para estas respuestas, para la participación y la actuación de los adultos. Como pudimos observar, por un lado, las vinculaciones de las familias con las organizaciones sociales y los referentes barriales, permiten a los tutores de los niños acceder a beneficios materiales y también a nuevos marcos referenciales, que contribuyen en sus decisiones cotidianas. A la vez, muchas veces, la ponderación acerca de los lazos de “horizontalidad” y “solidaridad” contribuye a cercenar de algún modo la concreción de reclamos y un conjunto de demandas por parte de los padres de los niños. Entre los efectos de las formas de intervención correctiva en el escenario barrial, hemos podido advertir los modos – complejos y dinámicos – a través de los cuales la proximidad y el conocimiento contribuyen, muchas veces de modo eficaz, a desmarcar las diferenciaciones y asimetrías que son parte de las distintas acciones puestas en juego.

  • 1
    Para el caso de nuestro país, Argentina, recordemos que la asistencia social a cargo de las elites sopesó tempranamente privilegiar la “enseñanza” y el “consejo” antes que la “ayuda” a las poblaciones destinatarias (familias de sectores populares y migrantes) (Grassi, 1999GRASSI, Estela. La familia, un objeto polémico: ambios en la dinámica familiar y cambios de orden social. In: NEUFELD, María Rosa et al. (Orgs.). Antropología social y política: hegemonía y poder – el mundo en movimiento. Buenos Aires: Eudeba, 1999, p. 101-125.).
  • 2
    Se trata de una indagación integrada por dos etapas, la primera en relación a la tesis doctoral (2001-2007) y la segunda a la investigación pos doctoral (2008 y que continúa).
  • 3
    Se trata de una serie de entrevistas que realicé en forma pautada con esta mujer en los años 2002, 2003, 2005 y 2007 y que incluyen el reencuentro – que traigo aquí – sucedido en el año 2009.
  • 4
    El nombre del barrio y de la entrevistada han sido modificados para preservar su identidad.
  • 5
    En referencia a la pensión no contributiva que otorga el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación a mujeres que tienen 7 hijos o más y que no poseen bienes, ni ingresos de ningún tipo, ni recursos de otra naturaleza que permitan su subsistencia y la de su grupo familiar conviviente.
  • 6
    El plan Más Vida es una política gubernamental compensatoria que pertenece al Ministerio de Desarrollo Social de la Provincia de Buenos Aires, está destinada a embarazadas, madres en período de lactancia y niños desde 6 meses hasta el ingreso al primer año de la escuela básica que atraviesan condiciones de vulnerabilidad social e incluye una red de trabajadoras voluntarias vecinas (las “manzaneras” y las “comadres”).
  • 7
    En referencia al almacenamiento y separación detallada de los materiales recolectados en la vía pública y que son potencialmente reciclables y se comercializarán.
  • 8
    No adscribo a los presupuestos que suelen exaltar la “disposición” de los sectores subalternos a la proximidad, las relaciones de ayuda mutua y reciprocidad, como si se tratara además de una experiencia cultural universal, inherente y transhistórica de dichos grupos sociales. Sobre esta visión se puede consultar: Santillán (2010)SANTILLÁN, Laura. Relaciones de ayuda mutua y más allá de ellas: el cuidado infantil y lazos de asociatividad en contextos de desigualdad social. Papeles de trabajo, Rosario, n. 20, p. 70-89, jul.-dic. 2010..
  • 9
    Para ahondar en las modalidades renovadas que asume el trabajo estatal, sobre todo en relación a políticas de inclusión y tendientes a la promoción integral, consultar los trabajos de Gallardo (2012)GALLARDO, Soledad. ¿Qué le dijeron a la madre de Juancito…? Sentidos y prácticas de “inclusión” en experiencias vinculadas a dispositivos estatales que buscan garantizar la escolaridad infantil. Ponencia presentada en el Tercer Congreso Latinoamericano de Antropología. Santiago de Chile, 5 al 10 de noviembre, 2012. y Barna (2012)BARNA, Agustín. La ley interpelada: narrativas hegemónicas y prácticas cotidianas en la gestión de la niñez. Ponencia presentada en las 3ras Jornadas Estudios sobre infancia: vida cotidiana, saberes y políticas públicas en Argentina y Latinoamérica (1880-2010), 1 y 2 de noviembre, Universidad General de Sarmiento, 2012..
  • 10
    En alusión a los educadores que – tengan título habilitante o no – desempeñan tareas pedagógicas y educativas en los centros que organizan colectivamente la ayuda escolar a los niños y las niñas en los barrios. Cabe decir que la forma de nombrar a estos maestros muchas veces contiene variaciones de un centro a otro y/o experiencia.
  • 11
    En referencia a aquellos vecinos/as que tienen a su cargo acciones ligadas con la gestión de la ayuda social, ya sea proveniente del estado, de una ONG o movimiento social.
  • 12
    Entre otros se trata de la obtención de recursos para que los chicos puedan ir a la escuela (útiles, zapatillas, guardapolvos) e información de diverso tipo, por ejemplo el asesoramiento en relación a los trámites para acceder a las pensiones y subsidios del estado (por cantidad de hijos, discapacidad, otros). Para profundizar sobre las relaciones de intercambio y generación de la deuda y obligación moral entre las familias y los espacios comunitarios ver: Santillán (2012)SANTILLÁN, Laura. Quienes educan a los chicos: trayectorias educativas, infancia y desigualdad. Buenos Aires: Editorial Biblos, 2012..
  • 13
    Los coordinadores de los Centros y los educadores comunitarios suelen estar muy atentos a los problemas de las familias y se destacan por escuchar en forma regular y a lo largo del tiempo a los padres y familiares de los niños, ofreciendo su punto de vista y aconsejando.
  • 14
    En relación a las formas de implementación de las políticas sociales y las acciones provenientes del propio campo popular, entre los referentes barriales se destacan aquellos a cargo de la gestión y organización territorial de planes de trabajo transitorio (Plan Jefe y Jefa de Hogar), la organización de cooperativas (autogestivas o ligadas con el Programa nacional Argentina Trabaja), la autoconstrucción de viviendas sociales y –como ahondaremos aquí – la atención a la alimentación infantil.
  • 15
    El Plan se crea en el año 1994 dentro del Consejo Provincial de la Familia y Desarrollo Humano, de la Provincia de Buenos Aires, actualmente pertenece al Ministerio de Desarrollo Social provincial.
  • 16
    En un inicio, la selección de las vecinas para ocupar este puesto estuvo a cargo de los equipos técnicos municipales que organizan el programa. Muchas veces se vinculó la selección a la participación y/o afinidad de las mujeres con el partido justicialista, desde donde surge el programa. Sin embargo es posible constatar cómo buena parte de las vecinas fueron elegidas por su trabajo territorial dentro del catolicismo de base. Hoy por hoy, en los barrios en los cuales trabajamos, cuando se produce una vacante son los/as beneficiarios/as del programas quienes votan a la candidata entre las vecinas que se postularon para el cargo.
  • 17
    Se denomina “manzana” al espacio que fijan cuatro calles en un territorio urbano.
  • 18
    Desde el 2008 comienza a regir el depósito de dinero a una tarjeta magnética denominada “Visa Alimentos”, emitida por el Banco de la Provincia de Buenos Aires. El dinero es intransferible, sólo el/la titular de la tarjeta puede realizar las compras de los alimentos junto con el documento. A la tarjeta se deposita un monto mensual asignado. Actualmente para aquellas madres con un hijo o que están embarazadas es de $80 y para aquellas con dos o más hijos de 0 a 5 años es de $100 (este monto incluye a las trabajadoras vecinales del Plan).
  • 19
    De la misma forma que ocurre con las manzaneras, en la actualidad son los/as beneficiarios/as quienes votan a la vecina que ocupará este puesto.
  • 20
    Las “comadres” tienen como objetivo lograr el control y seguimiento de las embarazadas con la finalidad de detectar a tiempo cualquier anomalía en su embarazo. La rutina indica que las mujeres embarazadas hasta los 7 meses de gestación, deben acercarse a la comadre de su manzana y solicitarle la planilla correspondiente, que deben entregar a su médico obstetra para completarla. Luego, la comadre debe entregar esta planilla a los Agentes Territoriales en las postas sanitarias, que la remitirán a la Dirección de Asistencia Social para efectuar la carga en el sistema.
  • 21
    Al menos desde la década del 60 organismos internacionales (como la Cepal y ONU) se han encargado de presentar a la participación social como una actividad “necesaria” en América Latina. Sin embargo desde la entrada al nuevo milenio, las sugerencias de los organismos multilaterales de invertir en la “capacidad organizativa de los pobres” (Banco Mundial, 2000BANCO Mundial: Página sobre pobreza y capital social. <www.worldbank.org/poverty/scapital/index.htm>, 2000.
    www.worldbank.org/poverty/scapital/index...
    ), con atención a los “recursos morales y culturales comunitarios de las poblaciones” (BID, 2001BANCO Interamericano de Desarrollo (BID). Iniciativa interamericana de capital social, ética y desarrollo. <www.iadb.org/etica/inicitiva.cfm>, 2001.
    www.iadb.org/etica/inicitiva.cfm...
    ), y las “relaciones informales de confianza y cooperación de la familia y el vecindario” (Cepal, 2008CEPAL. Futuro de las familias y desafíos de las políticas. Santiago de Chile: Irma Arriaga editora, 2008.) cobraron –sobre todo a través de conceptos tales como capital social– una fuerte difusión e impregnaron en los imaginarios del sentido común científico y en los contextos de implementación de las políticas.
  • 22
    Si bien el Programa promueve y postula que los trabajadores vecinales (manzaneras y comadres) sean mujeres, en los barrios que investigamos constatamos la presencia (contada) de hombres.
  • 23
    Con estas consideraciones confronto con lecturas que vinculan mecánicamente la implementación de las políticas sociales y el papel de las trabajadoras territoriales con formas clientelares, es decir con modalidades en donde quien está a cargo de la gestión de la asistencia subordina totalmente la red de los recursos a un intercambio de entrega de favores por votos. Coincido con otros estudios que alertan respecto a reducir la imagen de las manzaneras y/u otros referentes barriales al clientelismo oscurece las formas heterogéneas en que se concreta la intermediación entre sociedad y estado (Al respecto ver: Zaremberg, 2003ZAREMBERG, Gisela. Pedidos, demandas y proyectos: la intermediación de manzaneras y comadres en el conurbano bonaerense. Buenos Aires: Editorial Homosapiens, 2003.).
  • 24
    Para un análisis en profundidad acerca del papel del “chisme” y las interacciones próximas en la reputación y el prestigio entre pobladores de barrios populares en Brasil se puede consultar el trabajo de Claudia Fonseca (2004)FONSECA, Claudia. Família, fofoca e honra: etnografia de relações de gênero e violência em grupos populares. 2. ed. Porto Alegre: Editora da Ufrgs, 2004..

Referencias

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    » www.iadb.org/etica/inicitiva.cfm
  • BANCO Mundial: Página sobre pobreza y capital social. <www.worldbank.org/poverty/scapital/index.htm>, 2000.
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Datas de Publicação

  • Publicação nesta coleção
    03 Jul 2020
  • Data do Fascículo
    May-Aug 2013

Histórico

  • Recebido
    21 Ago 2013
  • Aceito
    09 Out 2013
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