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“Quiero morir muchas veces si esto es verdad” (Plat., Ap., 41b). Sócrates, Palamedes y los ejercicios retóricos en el horizonte del diálogo socrático

“I want to die many times if this is true” (Plat., Ap., 41b). Socrates, Palamedes, and the rhetorical exercises in the horizon of the Socratic dialogue

Resumen:

La figura de Sócrates separa la historia del pensamiento en dos e inaugura un modelo de filosofía que impactó en toda la tradición posterior con la sola fuerza de su influjo y el halo totémico de su muerte trágica. No faltaron relatos de lo acaecido, pero entre ellos ninguno opaca a la Apología de Sócrates de Platón como texto fundamental para adentrarse en los pormenores del juicio y la condena. En este contexto poco suele tenerse en cuenta que se trata de un texto transido de opacidad. Parece un documento testimonial, una versión cuasi taquigráfica del proceso, pero no lo es. En efecto, nos interesa referirnos especialmente a un hecho que ha sido notado pero no del todo dimensionado: la Apología de Sócrates de Platón presenta similitudes imposibles de atribuir a la mera casualidad con la Apología de Palamedes de Gorgias. ¿Por qué este texto platónico presenta curiosas relaciones intertextuales con un ejercicio retórico basado en figuras míticas en el clima de la promoción de la retórica? Trataremos de responder esa pregunta apelando a su relación con el origen del diálogo socrático.

Palabras clave:
Sócrates; Apología; Gorgias; Platón; género

Abstract:

The figure of Socrates divides the history of Western thought into two parts. It inaugurates a model of philosophy that shaped all subsequent tradition with the sole force of its influence and the totemic aura from his tragic death. There were many accounts of what happened, but none of them overshadowed Plato's Apology of Socrates as a fundamental text for entering into the details of the trial and sentence. In this context, the opacity of this text is rarely taken into account. It seems to be a testimonial document, a quasi-stenographic version of the process, but it is not. In fact, we are interested in referring to a fact that has been noted but not entirely dimensioned: Plato's Apology of Socrates presents similarities impossible to attribute to mere chance with Gorgias’ Apology of Palamedes. Why does this Platonic text present curious intertextual relationships with a rhetorical exercise based on mythical figures in the climate of the promotion of rhetoric? We will try to answer this question appealing to its link with the origin of the Socratic dialogue.

Keywords:
Socrates; Apology; Gorgias; Plato; genre

I

Entre fines del s. V a.C. y comienzos del siguiente se dieron en Grecia importantes procesos ligados con la conformación de disciplinas. En este contexto surgió la filosofía como disciplina autónoma con conciencia de su diferencia respecto de otras modalidades, entre ellas la retórica. La figura de Sócrates no es ajena a estos acontecimientos. Su muerte atravesada por un proceso judicial y ecos de los conflictos políticos de la época suscitó una serie de obras llamativas que se asocian con la redacción de apologías y acusaciones con formato de discursos tribunalicios, como hubo también respecto de políticos como Terámenes y Alcibíades. Al mismo tiempo, respecto del mismo Sócrates se redactaron versiones muy variadas, de modo que se sumaban a la de Platón otras como las de Jenofonte, Lisias, Teodectes, sin contar las más tardías. 1 1 Véase Youtie-Merkelbach (1968) y de Stricker-Slings (2005) sobre los panfletos políticos, Rossetti (1975) sobre la Apología de Lisias, y la referencia de Aristóteles, Retórica, 2.23.13 sobre la versión de Teodectes, discípulo de Isócrates.

Más allá de la plausibilidad de esta hipótesis, lo cierto es que el acontecimiento básico del juicio funcionaba como una oportunidad para vehiculizar otras discusiones. En el caso que nos ocupa, el horizonte de la relación entre la Apología de Sócrates de Platón y la Apología de Palamedes de Gorgias, remite a la tensión general entre la perspectiva de ambos autores. Platón batalló contra la filosofía de Gorgias y su pretensión de instalar la retórica como disciplina autónoma apelando al cuestionamiento de la verdad como adecuación que había trazado como criterio el poema de Parménides. El Tratado del no ser presenta las tres tesis del nihilismo: nada es, aunque sea no puede ser pensado, y aunque sea pensado no puede ser comunicado a otros. No hay, por tanto, indicios que garanticen que captamos lo real ni posibilidad de sostener el criterio de verdad como adecuación que supondría identificar casos donde un sujeto logre expresar la captación sin distorsión de un objeto haciendo coincidir los planos ontológico, gnoseológico y lingüístico.

Esta operación negativa prepara el terreno para instaurar una noción de verdad alternativa. Si no hay garantías para sostener el criterio de adecuación, cabe variar la perspectiva e invertir el esquema tomando el plano lingüístico como elemento fundante. De este modo, el discurso no debe legitimarse en lo real sino que es él mismo el parámetro de lo real de acuerdo con el criterio de efectividad. El discurso político y tribunalicio ofrece ejemplos claros de lo inconducente que puede resultar apegarse a un examen de lo real y el provecho que puede derivar de concentrarse en la persuasión de la audiencia para operar cambios y convertir en real lo que sea que se elija. A fin de cuentas, todo lo demás se vuelve contrafáctico. El instrumento principal en esta empresa es la retórica, que enseña a plasmar discursos convincentes sobre la base de una coherencia armoniosa. El criterio de verdad como coherencia de enunciados surge de este suelo.2 2 Véase sobre este punto general, Mársico (2005).

El Encomio de Helena de Gorgias es un buen ejemplo. La tradición consideraba a Helena responsable de la Guerra de Troya por dejar a su esposo y huir con el joven Alejandro. La ofensa a las costumbres y el sinnúmero de desgracias que siguieron a este acto convertían la tarea de defenderla en un desafío que, si salía airoso, permitiría a Gorgias ilustrar el potencial de la retórica, capaz de insuflar el ánimo de disculpa en un caso insalvable. Para ello traza cuatro posibles causas de la acción de Helena: la intervención de la diosa Afrodita, la coacción física por parte de Alejandro, la fuerza irrefrenable del amor que nubla la mente o la persuasión imposible de resistir. La innovación teórica está puesta en este último punto, que Gorgias utiliza para presentar su teoría acerca de la palabra, concebida como un cuerpo pequeñísimo que realiza obras divinísimas (ΕΗ, 8-9). El punto que resulta relevante para nuestro recorrido es que Gorgias no se concentra en este punto, como haría un adecuacionista, para tratar de mostrar que esa es la opción válida, sino que lanza cuatro posibles orígenes de la acción de Helena. No se preocupa, y con esto invita a no preocuparse, por lo que sucedió efectivamente. Si el objetivo es librar de culpa a Helena, los hechos no tienen ninguna importancia, como no los tienen para un político que necesita ganar el apoyo popular porque su meta es mantenerse en el poder y no hacer exploraciones ontológicas. Un discurso coherente y armonioso es lo que rige la interacción humana. Fiel al adecuacionismo, Platón no podía estar sino lejos de estas ideas y se esforzó en enfrentarlas.

Consideremos ahora la Apología de Palamedes, que aquí nos interesa especialmente. Las lecturas que proponen una interpretación integrada de las tres obras del orador de Leontini no son numerosas, lo cual conspira especialmente contra la comprensión del papel de esta obra, la menos transitada. Igual que el Encomio de Helena, se centra en una figura mítica, Palamedes. Este héroe de la saga de Troya está asociado a inventos como la escritura, juegos de azar y herramientas como faros y balanzas. Su perspicacia terminó siendo su ruina, ya que descubrió el engaño de Odiseo para no sumarse a la expedición de Agamenón y Menelao y con ello se ganó su odio. Como sabemos, tener de enemigo a Odiseo resultaba peligroso y el caso de Palamedes no fue distinto, ya que el viajero de Ítaca usó el hecho de que la escritura era un invento de Palamedes para reforzar una estratagema contra su vida al escribir una carta que hablaba de una traición tramada con los troyanos contra los griegos y fingir que había sido interceptada. Nada pudo hacer Palamedes contra la acusación y terminó procesado, condenado y ejecutado.

Los patrones corrientes en el derecho griego lo colocaban en estos casos ante una situación incómoda que Palamedes resume diciendo que nadie busca claridad y que en ese contexto saber él mismo que no ha hecho nada le sirve de poco (AP, 5). En el reino de la opinión no se buscan certezas sino argumentos convincentes, por lo cual, con la vida en juego, es desaconsejable entregarse a las explicaciones verdaderas. La verdad y sus mecanismos son “maestras más peligrosas que proveedoras de soluciones” (AP, 4). Lo recomendable es valerse de la retórica para presentar argumentos efectivos, poniendo la relación con las cosas en un plano derivado. Esto se aplica especialmente a un caso como el de Palamedes, donde para cumplimentar este criterio debería presentar pruebas de lo que no ha ocurrido, lo cual muestra los límites de la verdad como adecuación. Desde la perspectiva de la defensa, Palamedes no tiene elementos para demostrar lo que dice y seguir por esa vía es arriesgarse a la derrota.

¿Qué se debe hacer? La retórica ofrece una alternativa que consiste en explorar el camino de la producción de opinión. Como en el Encomio de Helena, no hay que concentrarse en lo que sucedió o no efectivamente, sino en la construcción de un esquema convincente que contemple distintas probabilidades e incline a quien escucha a preferir la interpretación que se le provee. Palamedes intenta en lo que sigue mostrar que “ni aunque hubiese querido, habría podido intentar tales actos, y, si hubiera podido, no habría querido” (AP, 5). Apelando a la combinación entre querer y poder se apunta a acumular argumentos que sugieran que la hipótesis de la traición es alambicada y por tanto improbable, al mismo tiempo que no había un motivo atendible para que Palamedes pusiera en riesgo su posición en el contexto griego por una ganancia que no necesitaba. Ambas cosas deberían servir para crear la duda en los jueces que habían escuchado a Odiseo y debilitar la fuerza de su supuesta prueba.

Esta opción resulta atendible, además, porque esta peculiar encrucijada le impide a Palamedes ofrecer testigos de lo no sucedido. En la posición contraria se pueden aducir testigos, incluso falsos, como la prueba de Odiseo (AP, 23-4). Palamedes está limitado a minar la credibilidad de la acusación y por tanto la situación es especialmente propicia para indicar el mecanismo de la verdad como coherencia. Por cierto, los testigos apuntan a la constatación de hechos y el compromiso con lo real, pero hay un plano más básico que es la construcción lingüística en que está apoyada la práctica tribunalicia. El derecho griego no contempla el principio de inocencia, de manera que esta esfera se rige por los parámetros de ámbitos extrajudiciales, como los medios de comunicación o los grupos de la sociedad civil, donde la reputación de alguien puede ser afectada por mera circulación de información, sin necesidad de que probar veracidad alguna. La propuesta gorgiana apunta, por tanto, a subrayar la importancia de socavar la plausibilidad de la acusación y erigir en testimonio elementos complementarios, como su fama de hombre probo, puesta en paridad con la acusación.

Esta apelación al carácter y los actos previos actúa como elemento fundante de los argumentos por probabilidad. Quien haya actuado bien antes podría variar su proceder, pero hace menos plausible suponer directamente la culpabilidad y suele ser un elemento más poderoso incluso que las pruebas “objetivas”. Gorgias hace que Palamedes diga a los jueces que ningún discurso están condiciones de mostrar lo real: “Si por medio de las palabras la verdad de los hechos pudiera presentarse pura y manifiesta a los que las escuchan, sería fácil para ustedes juzgar tomando como base lo que se les ha dicho” (AP, 35). Dado que no hay tal cosa, los invita a cuidar de su persona y extremar la deliberación. El ejercicio del juicio no es una mera aplicación automática de normas sobre la base de datos incontrovertibles. Al contrario, se requiere de una tarea interpretativa ardua que debe lidiar en todos los casos con los dispositivos de creación de opinión. El mensaje para los alumnos de retórica de Gorgias es precisamente que deben concentrarse en los mecanismos que producen persuasión porque toda decisión está anclada en este suelo.

II

Es momento de retornar un fenómeno central que ha sido notado previamente, aunque no lo suficientemente enfatizado. Este fenómeno está vinculado con los parecidos entre la Apología de Sócrates y la Apología de Palamedes.3 3 Pueden consultarse sobre este punto los trabajos de J. Coulter (1964, 269-303), Feaver and Hare (1981, 205-16), Seeskin (1982, 94-105), Biesecker-Mast (1994) y Barret (2001, 3-30). Ambos textos presentan contactos intertextuales que pueden catalogarse en dos tipos. Por un lado, hay paralelos literales entre pasajes que afectan la materialidad de las obras; por otro, hay contrastes de contenido que sugieren remisiones platónicas al texto gorgiano. Los dos procedimientos se complementan para reforzar la conveniencia de realizar una lectura conjunta de los escritos. Notemos algunos parecidos claros, a los que pueden agregarse otros:4 4 Para una lista exhaustiva, véase Coulter (1964).

(1) de que digo la verdad pongo como fidedigno testigo mi vida pasada. (AP, 15) ὡς δ᾽ ἀληθῃ λέγω, μάρτυρα πιστὸν παρέχομαι τὸν παροιχόμενον βίον. Yo pongo como testigo de que digo la verdad mi pobreza” (AS, 31c) ἐγὼ παρέχομαι τὸν μάρτυρα ὡς ἀληθῆ λέγω, τὴν πενίαν. (2) para aquel en quien nadie confía, la vida no es digna de ser vivida. (AP, 21) βίος δὲ οὐ βιωτὸς πίστεως ἐστερημένῳ. la vida sin examen no es digna de ser vivida para el hombre. (AS, 38a) ὁ δὲ ἀνεξέταστος βίος οὐ βιωτὸς ἀνθρώπῳ. (3) y, en consecuencia, tú serías un mentiroso en cualquiera de estas dos alternativas. (AP, 26) οὐκοῦν δι᾽ ἀμφότερα ἂν εἴης ψευδής. de modo que eres un mentiroso en cualquiera de estas dos alternativas. (AS, 25e) ὥστε σύ γε κατ᾽ ἀμφότερα ψευδῃ.

En rigor, la similitud podría ser explicada apelando a la hipótesis de un modelo fijo corriente en ese momento, en la línea de los que pueden haber estado en el origen de la retórica como instrumento para la práctica tribunalicia en el sur de Italia.5 5 Véase el trabajo tradicional de Hinks (1940), así como Schiappa (2017). Sin embargo, el paralelismo se refuerza por una estructura común que va más allá de los modelos, dado que no hay solamente parecido sino un contraste en el cual tópicos similares son utilizados para sostener acciones bien distintas. Platón hace que su Sócrates se distancie marcadamente de la retórica gorgiana y se niegue a avenirse al ejercicio de creación de opinión. En efecto, el inicio de la defensa de Sócrates suena casi idéntico al de Palamedes. Manifiesta su sorpresa ante una acusación falsa, pero rechaza la posibilidad de echar mano de la retórica diciendo que es un orador “pero no al modo de ellos” (17b). ¿Cuál es la diferencia? Podríamos decir que constituye una declaración platónica de principios respecto del criterio de verdad que habrá de adoptarse, ya que Sócrates afirma que dirá toda la verdad sin dispositivos retóricos, es decir que se mantendrá en los límites de la verdad como adecuación, evitando las herramientas que pone a su disposición la verdad como coherencia.

Sócrates se jacta de usar solamente las mismas expresiones comunes que usa en las charlas con sus allegados, lo cual es curioso porque al mismo tiempo, como dijimos, hay pasajes paralelos literales con la obra de Gorgias, que no es famoso precisamente por su lenguaje llano y es un reputado cultor de la retórica. De hecho, su réplica a los acusadores, que han advertido a los jueces sobre la capacidad de palabra de Sócrates, sugiere el manejo de elementos que solían asociarse con el discurso profesional de los oradores. En este sentido, la simplicidad a la que apela el personaje de Sócrates debe citarse en otro aspecto. Este aspecto consiste precisamente en una simplicidad asociada con la conservación de parámetros adecuacionistas, que cifran la verdad en los hechos. Sócrates habrá de renegar de las recomendaciones gorgianas y abandonará el objetivo de minar la credibilidad de la acusación acumulando argumentos probables.

Vistos a cierta distancia, los argumentos de Sócrates pueden resultar parecidos, pero, quiere indicar Platón, no están guiados por el propósito de diseñar un puro esquema de impugnación convincente, sino decir la verdad entendida como adecuación hasta las últimas consecuencias. Como hace también en Critón, Platón entiende la figura de Sócrates a partir del compromiso con las ideas que venía sosteniendo, que en este punto implican rechazar los mecanismos retóricos, aun cuando podrían salvarlo. En rigor, la actitud soberbia y poco diplomática que testimonian todas las fuentes señalan una conducta en las antípodas de lo que sugiere la puesta en escena de la oratoria gorgiana que podemos ver en la figura de Palamedes y su respeto sostenido a los jueces.

Así, Sócrates se compromete con este programa y se encomienda a la divinidad consiente de los riesgos asumidos (AS, 19a). Para ello lista hechos, como la consulta al oráculo, algunos conocidos por la audiencia, como sus charlas con personajes conocidos de Atenas, y a desarrollar argumentos, como cuando analiza la relación entre dioses y démones, pero nunca apela a alternativas excluyentes, como hace Gorgias en el Encomio de Helena, ni a las probabilidades de la Apología de Palamedes. Con este giro se establece un contrapunto con la recomendación de Gorgias en AP, 4 apuntando a que se debe adoptar la verdad en términos adecuacionistas sin importar el costo.

En rigor, en ambas obras las defensas fallan. Platón conecta el desenlace con la valentía de asumir este riesgo, que funciona como un corolario de las tensiones y enemistades que fue gestando a lo largo de su vida al cuestionar a sus conciudadanos. En el Gorgias esta idea se enfatiza haciendo del desenlace trágico una posibilidad que Sócrates tiene presente de antemano como efecto colateral posible de su práctica (521c ss.). Ahora bien, Palamedes, guiado por la mano de Gorgias, corre la misma suerte. Podemos colegir que este eligió a sabiendas esta figura contando, igual que con Helena, con un caso difícil. En este caso, el héroe fue condenado, ante lo cual Gorgias ensaya una línea de defensa que, de haber sido adoptada, lo habría librado de la muerte. Con Gorgias como abogado, las cosas habrían sido distintas. Frente a esto, sin embargo, Platón construye un paralelismo con el caso de Sócrates que es igualmente condenado a muerte, subrayando que, al fin y al cabo, con o sin retórica, Palamedes muere igual. Perdido por perdido, al menos Sócrates llega al final sin tener que hacer concesiones y tener como última palabra lo que los otros quieren escuchar.

Este horizonte se extiende tras la idea del Sócrates platónico de dedicar la vida trasmundana a continuar sus hábitos con los héroes legendarios que atravesaron procesos viciados, como Ayante y Palamedes. Ahora bien, la reunión no apunta a compartir experiencias sobre la injusticia, sino a “examinarlos y investigarlos” (41b).6 6 Sobre la mención de Palamedes en la AS, véase Coulter (1964) y Mori (2018). Sócrates quiere encontrarse con Palamedes, podemos suponer, para que revise su posición sobre la retorica y se incline por la alternativa platónica.

III

Analicemos ahora qué podemos inferir de este contacto. La tradición de interpretaciones que señala aspectos comunes se remonta al menos a Gomperz (1912GOMPERZ, H. (1912). Sophistik und Rhetorik. Das Bildungsideal des eu legein in seinem Verhältnis zur Philosophie des V. Jahrhunderts. Leipzig, Teubner.), y ha sido complementada por los trabajos de Calogero, que concibe la Defensa de Palamedes como un antecedente del intelectualismo y su noción central de que nadie actúa mal a sabiendas (1957)CALOGERO, G. (1957). Gorgias and the Socratic Principle Nemo Sua Sponte Peccat. Journal of Hellenic Studies 77.1. p.12-17., y Coulter, que, al contrario, como una respuesta crítica (1964COULTER, J. (1964). The Relation of the Apology of Socrates to Gorgias' Defense of Palamedes and Plato's Critique of Gorgianic Rhetoric. Harvard Studies in Classical Philology 68. p. 269-303.). Ahondando en el sentido de este parecido, Reeve señala el parecido entre ambas obras, y especialmente en la alusión a la “vida sin examen”, como una apelación a esta idea retórica para escapar de la condena (1989REEVE, C. (1989). Socrates in the Apology. Indianapolis, Hackett., 7-8). Frente a esto, Slings enfatiza la diferencia de sentido y propósito de ambos usos subrayando la frecuencia de la idea en textos de la época (1994SLINGS, S. (1994). Plato’s Apology of Socrates: A Literary and Philosophical Study with a Running Commentary, trans. E. De Strycker with an introduction by S. R. Slings. Leiden, Brill., 375), en la línea que continúa luego Stokes (1997STOKES, M. (1997). Apology of Socrates, trans. M. C. Stokes. Warminster, Aris & Phillips., 177). Ferber, por su parte, concluye que Platón “usa el lenguaje de Gorgias con otra intención” (2014FERBER, R. (2014). Introduction to ‘Sophistae’. En: DE LUISE, F. , STAVRU , A. (eds.). Socratica III. Sankt Augustine, Academia Verlag. p. 201-203., 203) y lo enrola en la noción de “trasposición platónica”. En rigor, esto no desvanece la pregunta por la relación, dado que la operación de vínculo, al contrario, llama la atención sobre su naturaleza, antes que resolverla o cancelarla.

Probemos a interpretarla de otro modo, más allá de la encerrona entre continuidad o colisión entre textos. Como hemos visto, la utilización de personajes míticos en la actividad intelectual de la época clásica es un lugar común. También otros autores se ocuparon de Palamedes y Helena. Alcidamante compuso una acusación de Palamedes y Antístenes recreó la disputa entre Ayante y Odiseo, entre muchos otros comentarios de pasajes de Homero. La noción de “clásico” adviene en la tradición mucho después, en el contexto alejandrino,7 7 Sobre este punto, véase Mársico (2007, cap. 1). de modo que las alusiones al pasado mítico exceden la mera referencia de anticuario. Todos estos pensadores buscan el patronazgo de las figuras venerables de un contexto de oralidad todavía reciente.8 8 Ejemplo de este procedimiento es la práctica antisténica. Véase sobre este punto Campos Daroca (2003, 71-113). En este contexto, la operación platónica es novedosa, ya que no se incluye en esta línea con una nueva recreación mítica, sino que instala como protagonista un personaje real y concreto, de carne y hueso. Sócrates se parangona con Palamedes, Ayante y Helena. Esta trasposición condice con la perspectiva platónica asociada con el adecuacionismo. La relevancia de lo real se traduce en un personaje igualmente real.

En este punto resulta significativo el contexto del diálogo socrático, que se caracteriza precisamente por un formato en que Sócrates es el personaje principal. Este fenómeno marcó la época clásica y constituye una variante de la apelación a personajes míticos tomando como base una figura real. Aristóteles testimonia su importancia al considerarlo un género literario en sí mismo que guardaría relación con el mimo siciliano.9 9 Sobre este punto, véase Kahn (1997) y Clay (1994). En efecto, en la Poética sostiene que no hay un nombre para todos los tipos de imitación y como ejemplo presenta a los mimos de Sofrón y Jenarco y los discursos socráticos (1447b). Se trata de composiciones en prosa y un cierto parentesco con la comedia que apela a caracterizaciones costumbristas de diversos tipos humanos, en línea con la información transmitida por el Tractatus coislinianus, que puede derivar del perdido segundo libro de la Poética dedicado a la comedia.10 10 Sobre el valor del Tractatus coislinianus, véase Janko (1987). El análisis de tipos humanos cotidianos no está lejos del relato de las andanzas de Sócrates por Atenas. Sus rasgos cómicos, que el Alcibíades platónico califica de silénicos refuerzan esta caracterización (Banquete, 221e).

¿Cómo se produce esta curiosa trasposición que reúne numerosos autores en la producción de diálogos con Sócrates como personaje? Diógenes Laercio menciona en distintos pasajes diferentes inicios. Simón el zapatero habría sido el primero en poner por escrito las charlas que escuchaba según la información de II.123. En II.48 la novedad le cabe a Jenofonte, mientras en III.48 aparece la mención de Platón y de Alexameno de Teos, desconocido para nosotros. La disidencia parece señalar un inicio más bien repentino, marcado de una impronta colectiva donde es difícil identificar iniciadores, especialmente teniendo en cuenta la plétora de otros miembros del entorno que se sumaron a la escritura en este formato. Rossetti calcula sobre la base del estudio de catálogos que durante los primeros veinticinco años del s. IV a.C. circularon más de trescientas obras (Rossetti, 1974-5). Conservamos un pequeño número de ellas, la mayoría fragmentariamente, pero es claro que se trató de un fenómeno extendido y curioso.

Las discusiones sobre su origen tienen a enfatizar la novedad o la continuidad. En el primer caso, se subraya el impacto de la práctica socrática sobre su entorno, que inspiró la idea de poner por escrito este modo peculiar de reflexión que se convirtió en el centro que conectaba un círculo amplio y diverso de intelectuales marcados por la cercanía de Sócrates.11 11 Véase, por ejemplo, el testimonio de la Carta socrática, XXII (FS, 64; SSR, II.A.7) y Carta socrática, XV.2 (FS, 65; SSR, II.A.8) y la interpretación de Rossetti (1974-75). Las condiciones externas habrían propiciado estas derivas, dado el exilio generalizado de la mayoría de los integrantes del grupo, que se marcharon primero a Mégara y luego a Sicilia.12 12 Véase, por ejemplo, Diógenes Laercio, III.6 (FS, 60; SSR, II.A.5), Diógenes Laercio, II.106 (FS, 61; SSR, II.A.5), Platón, Carta XIII, 360 b-c (FS, 122; SSR, II.T.1) y Carta socrática XXXIV.3 (FS, 126; SSR, II.T.4). En este tiempo en que necesitaron identificarse como continuadores de un Sócrates inocente de los cargos que lo llevaron a la muerte para mejorar las posibilidades de mecenazgo por parte de Dionisio de Siracusa, y en la posterior vuelta a Atenas, donde varios fundaron escuelas, se crearon las condiciones para la proliferación de estas obras. Más todavía, sabemos que el retorno vino acompañado de fricciones reflejadas en el llamado Panfleto de Polícrates, obra redactada unos ocho años después de la muerte de Sócrates que justificaba la condena y constituía, por elevación, una impugnación de la actividad de los miembros del grupo socrático.13 13 Sobre Polícrates, véase Humbert (1931, 20-77). En la segunda posición que realza la posibilidad se sigue la pista del testimonio de Aristóteles que mencionamos en relación con el mimo siciliano Sofrón y Epicarmo, trazando conexiones con la comedia ática, de modo tal que los diálogos constituirían una adaptación de ésta (Clay, 1994CLAY, D. (1994). The Origin of the Socratic Dialogue. En: WAERDT, P. A. V. The Socratic Movement. Ithaca-London, Cornell University Press.). Si Aristófanes estaba tras las antiguas acusaciones que produjeron la condena, los diálogos socráticos constituirían una suerte de respuesta diferida con un formato no del todo distinto.

Estrictamente, no se trata de opciones incompatibles, aunque convendría sumar un elemento adicional asociado con el formato que se asoma tras la similitud entre la Apología de Sócrates y la Apología de Palamedes. La utilización de figuras míticas como portavoces de las ideas de los pensadores de la época clásica estaba extendido en el clima retórico con el que la mayoría de los integrantes del grupo socrático tuvo relaciones, ya sea porque tuvieron experiencias formativas junto a algunas de sus figuras principales o porque vivenciaron estos ejercicios vinculados a la sofística como un adversario del modelo socrático que había que combatir. Antístenes, por ejemplo, un integrante fundamental del grupo, escribió este tipo de textos retóricos tomando como personajes a Ayante y Odiseo. Los textos homéricos le sirven como base para apoyar su sistema asociado con la investigación de los nombres y se mezclan con la producción que se ajusta al formato de diálogo socrático. En este sentido, resulta un engranaje llamativo para observar el pasaje entre uno y otro formato, ya que produjo tanto textos enmarcados en protagonistas míticos como diálogos socráticos que giran en torno de un personaje real. Es cierto que Antístenes no figura en el catálogo de iniciadores de Diógenes Laercio, pero sí en la construcción de pensamiento propio.

Pensadas las cosas de este modo, Antístenes se torna una clave interesante para pensar la transición entre el formato textual de protagonista mítico al del protagonista real encarnado por Sócrates. Antístenes constituiría una suerte de puente entre las dos prácticas: por un lado, se trata de un autor que se entrega a la exégesis homérica y escribe, por ejemplo, los discursos sobre Ayante y Odiseo que mencionamos, tematiza la figura de Heracles o discute el perfil que la Odisea le atribuye a su protagonista, pero por otro lado avanza en el diálogo socrático, colocando a Sócrates en el lugar central, como probablemente haya sucedido en el Sáthon, obra en la que en el marco de la crítica a la teoría de las Ideas de Platón se puede haber seguido el nuevo modelo. De este modo, Antístenes, mayor que Platón, puede haber tenido en este tránsito de la figura mítica a la figura real una función importante.

En este sentido, podemos sugerir que la instauración del diálogo socrático está ligada con la práctica previa de recreación de personajes tradicionales. En este marco, las ligazones con el mimo siciliano y la comedia cobran un nuevo sentido, dado que se trataría de recuperar una dimensión no sólo ya ethológica sino concreta y situacional en la cual un patrón de comportamiento va unido a una práctica conocida por los receptores de la obra, como sucede con la actividad de Sócrates. Al mismo tiempo, esta concreticidad excluye en su dimensión superficial la dimensión de paígnion, “juego”, que cierra el Encomio de Helena de Gorgias. Tomar figuras tradicionales como voceros de la propia posición es en última instancia un tipo de juego, mientras que adoptar como portavoz a Sócrates, víctima propiciatoria de la disciplina, no lo es, o en todo caso habilita niveles de juego que no son la mera inventiva ficcional de lo probabilístico.

Si esto es así, puede sostenerse que la argamasa del diálogo socrático se nutre de las variantes dramáticas pero primordialmente de modelos retóricos o proto-retóricos, para quienes creen que la dimensión técnica adviene en este terreno, como en tantos otros, recién en el siglo IV a.C.14 14 Sobre la postergación del origen de la retórica, véase Cole (1991). En este sentido, el caso del paralelismo entre la Apología de Palamedes de Gorgias y la Apología de Sócrates de Platón constituye una prueba de la ligazón entre la instauración del diálogo socrático y la práctica previa de recreación de personajes tradicionales. Así, la filosofía responde a la retórica sustituyendo sus modelos posibles e hipotéticos con un modelo real que tiene para oponer a los juicios míticos un juicio concreto y a las ejecuciones perdidas en el tiempo una muerte palpable y oprobiosa de la cual es responsable la sociedad actual.

La perentoriedad del personaje contemporáneo actúa de contrapeso al lúdico desentendimiento de los oradores y coloca como sello sobre la disciplina la vocación de disrupción que la caracteriza. La opción por Sócrates frente a Helena, Palamedes, Ayante u Odiseo coloca a los cultores del diálogo socrático en una trinchera que pretende sentar nuevas armas, que son en algún sentido las del posicionamiento ontológico. Tal vez no sea casual que lo que fue un dispositivo numeroso y potente haya sido debilitado por la tradición hasta el punto de hacerlo desaparecer como fenómeno cuando la multiplicidad de planteos puestos en boca de Sócrates como una especie de omniportador resultaron un canon insoportable y ensordecedor.

En este contexto se gesta la Apología de Sócrates de Platón, que mira a la Apología de Palamedes de Gorgias como un exponente no del todo alejado del diálogo socrático y por tanto como un interlocutor con el que tiene numerosos puntos de encuentro. Tantos como los que tiene de disidencias y perspectivas que invitan a una respuesta que ha enriquecido el pensamiento del período clásico.

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  • YOUTIE, H., MERKELBACH, R. (1968). Ein Michigan Papyrus über Theramenes. Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphyk 2. p. 161-169.
  • 1
    Véase Youtie-Merkelbach (1968YOUTIE, H., MERKELBACH, R. (1968). Ein Michigan Papyrus über Theramenes. Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphyk 2. p. 161-169.) y de Stricker-Slings (2005DE STRICKER, E., SLINGS, S. (2005). Plato’s Apology of Socrates. En: KAMTECKAR, R. Plato’s Euthyphro, Apology, and Crito. London, Rowman.) sobre los panfletos políticos, Rossetti (1975ROSSETTI, L. (1974-5). Alla ricerca dei logoi sokratikoi perduti (I-III). Rivista di Studi Classici 22-3.) sobre la Apología de Lisias, y la referencia de Aristóteles, Retórica, 2.23.13 sobre la versión de Teodectes, discípulo de Isócrates.
  • 2
    Véase sobre este punto general, Mársico (2005MARSICO, C. (2005). Argumentar por caminos extremos: I) La imposibilidad de pensar lo que es. Gorgias y la instauración del criterio de verdad como coherencia de enunciados, y II) La necesidad de pensar lo que es. Antístenes y la fundamentación semántica de la verdad como adecuación. En: CASTELLO, L., MÁRSICO, C. (eds.) ¿Cómo decir lo real? El lenguaje como problema entre los griegos. Buenos Aires, GEA. p. 109-132.).
  • 3
    Pueden consultarse sobre este punto los trabajos de J. Coulter (1964COULTER, J. (1964). The Relation of the Apology of Socrates to Gorgias' Defense of Palamedes and Plato's Critique of Gorgianic Rhetoric. Harvard Studies in Classical Philology 68. p. 269-303., 269-303), Feaver and Hare (1981FEAVER, D., HARE, J. (1981). The Apology As an Inverted Parody of Rhetoric. Arethusa 14. p. 205-216., 205-16), Seeskin (1982SEESKIN, K. (1982). Is the Apology of Socrates a Parody? Philosophy and Literature 6. p. 94-105., 94-105), Biesecker-Mast (1994BIESECKER‐MAST, G. (1994). Forensic rhetoric and the constitution of the subject: Innocence, truth, and wisdom in Gorgias’ palamedes and Plato's apology.Rhetoric Society Quarterly24.3-4. p. 148-166.) y Barret (2001BARRETT, J. (2001). Plato's Apology: Philosophy, Rhetoric, and the World of Myth. The Classical World 95.1. p. 3-30., 3-30).
  • 4
    Para una lista exhaustiva, véase Coulter (1964COULTER, J. (1964). The Relation of the Apology of Socrates to Gorgias' Defense of Palamedes and Plato's Critique of Gorgianic Rhetoric. Harvard Studies in Classical Philology 68. p. 269-303.).
  • 5
    Véase el trabajo tradicional de Hinks (1940HINKS, D. (1940). Tisias and Corax and the Invention of Rhetoric. The Classical Quarterly 34.1-2. p. 61-69.), así como Schiappa (2017SCHIAPPA, E. (2017). The Development of Greek Rhetoric. The Oxford Handbook of Rhetorical Studies. Oxford, OUP. p. 33-42.).
  • 6
    Sobre la mención de Palamedes en la AS, véase Coulter (1964COULTER, J. (1964). The Relation of the Apology of Socrates to Gorgias' Defense of Palamedes and Plato's Critique of Gorgianic Rhetoric. Harvard Studies in Classical Philology 68. p. 269-303.) y Mori (2018MORI, F. (2018). Socrate, Palamede e l’empio processo: Declinazioni di un topos da Euripide a Senofonte. Maia: Rivista di letterature classiche 70.2. p. 211-219.).
  • 7
    Sobre este punto, véase Mársico (2007MARSICO, C. (2007). Polémicas y paradigmas en la invención de la gramática. Córdoba, Ediciones del, Copista Serie Ordia Prima-Studia., cap. 1).
  • 8
    Ejemplo de este procedimiento es la práctica antisténica. Véase sobre este punto Campos Daroca (2003CAMPOS DAROCA, J. (2003). Homero y la tragedia entre Antístenes de Atenas y Zenón de Citio. Ítaca. Quaderns Catalans de Cultura Clàssica 19. p. 71-113., 71-113).
  • 9
    Sobre este punto, véase Kahn (1997) y Clay (1994CLAY, D. (1994). The Origin of the Socratic Dialogue. En: WAERDT, P. A. V. The Socratic Movement. Ithaca-London, Cornell University Press.).
  • 10
    Sobre el valor del Tractatus coislinianus, véase Janko (1987JANKO, R. (1987). Poetics with Tractatus Coislinianus, Reconstruction of Poetics II and the Fragments of the On Poets. Cambridge, Hackett.).
  • 11
    Véase, por ejemplo, el testimonio de la Carta socrática, XXII (FS, 64; SSR, II.A.7) y Carta socrática, XV.2 (FS, 65; SSR, II.A.8) y la interpretación de Rossetti (1974ROSSETTI, L. (1974-5). Alla ricerca dei logoi sokratikoi perduti (I-III). Rivista di Studi Classici 22-3.-75).
  • 12
    Véase, por ejemplo, Diógenes Laercio, III.6 (FS, 60; SSR, II.A.5), Diógenes Laercio, II.106 (FS, 61; SSR, II.A.5), Platón, Carta XIII, 360 b-c (FS, 122; SSR, II.T.1) y Carta socrática XXXIV.3 (FS, 126; SSR, II.T.4).
  • 13
    Sobre Polícrates, véase Humbert (1931HUMBERT, J. (1931). Le pamphlet de Polycrates et le Gorgias de Platon. Revue de Philologie 5. p. 20-77., 20-77).
  • 14
    Sobre la postergación del origen de la retórica, véase Cole (1991COLE, T. (1991). The Origins of Rhetoric in Ancient Greece. Baltimore, Johns Hopkins University Press.).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    11 Jun 2021
  • Fecha del número
    2021

Histórico

  • Recibido
    01 Ene 2020
  • Acepto
    01 Dic 2020
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