A través de las dos décadas pasadas, en contextos políticos y sociales diversos, primero en los países centrales, después en los países periféricos y semi-periféricos, la agenda evaluativa, en sus diversos configuraciones y dominios de incidencia, ha venido asumir un interés enorme. En el caso de Portugal, los cambios recientes en el cuadro legislativo que regula nuestras escuelas y a sus profesionales, con prominencia para el nuevo estatuto de la enseñanza y de la educación no superior y para la " indexación" de los contratos de la autonomía a los resultados de la auto-evaluación y de la evaluación externa, proyectaron este tema para las primeras páginas de la agenda pública. Las razones de este interés por las cuestiones de la evaluación educativa en general y de la evaluación institucional en particular, se organizan alrededor de una pluralidad de ejes estructuradores, filiados en lógicas y racionalidades en tensión, unos más articulados con las preocupaciones con el control, otros más en sintonía con una agenda emancipatória. En este texto se piensa discutir algunas de esas lógicas y racionalidades en tensión, las articulando con la diversidad de agentes y agendas que la evaluación pueda servir. En una manera más específica, se mira poner en evidencia algunos de los " efectos colaterales" que se desarrollan en consecuencia de las concepciones y prácticas de evaluación que no hacen caso, o desdeñan, de la escuela como " organización educativa compleja".
Evaluación institucional; Auto-evaluación; Evaluación externa; Calidad