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Juan Lasserre: inmigrante francés y periodista rioplatense (1826-1850)

Juan Lasserre: french immigrant and Río de la Plata journalist (1826-1850)

RESUMEN

Juan Lasserre, inmigrante francés llegado a Buenos Aires hacia mediados de la década de 1820, fue pionero de la prensa francófona en la región, y protagonista del periodismo rioplatense a lo largo de un cuarto de siglo, entre 1826 y 1850. Aunque no fue el primer francés con participación en el periodismo local, sí fue el primero en hacerlo en forma continua y sistemática, y en alcanzar cierta notoriedad con iniciativas, incluso antes de la irrupción y fama del suizo francés César Hipólito Bacle y su taller litográfico. Pero su actividad periodística se vio truncada una y otra vez por las circunstancias del contexto: detenciones, juicios, clausuras, dificultades para lograr viabilidad económica de sus emprendimientos periodísticos, necesidad de dedicarse a otras actividades más rentables, destierros en el contexto de las guerras civiles rioplatenses conforman gran parte de su vida en la región. Tales circunstancias son análogas a las vividas por otros protagonistas franceses de la prensa periódica argentina en el mismo período - como el mencionado Bacle, entre otros - en el que la actividad periodística no garantizaba su sostenibilidad sólo en el mercado de lectores y anuncios, sino que debía adaptarse a una fuerte dependencia del Estado y las facciones políticas que pugnaban por el control del gobierno. La necesidad de estos periodistas de comprender y adaptarse a estas circunstancias para ejercer el periodismo, o en su defecto, de abandonar la posibilidad de su ejercicio y dedicarse a otro tipo de actividades, contrasta con condiciones muy diferentes que vivieron los franceses que participaron en el periodismo en el período siguiente, a partir de la década de 1850. En este trabajo se exploran las características de la intervención periodística de Lasserre entre su primer periódico, publicado en 1826, y el último, publicado durante el año 1850, en el marco de las circunstancias históricas que le tocó vivir. Se observa que su intervención fue innovadora en varios aspectos vinculados con el uso de la lengua francesa en el periodismo local, así como con la estrategia retórica del periódico, aunque no lo fue en las características generales ni en la forma de mantenerlo, aspectos propios del periodismo rioplatense de su época. Se observa también, a lo largo de sucesivas residencias con actividad periodística en Buenos Aires, Montevideo, Paysandú y Concepción del Uruguay, una creciente aceptación de su dependencia del poder político para ejercer la actividad.

Palabras-clave
Lasserre; Historia del periodismo; Franceses; Argentina

ABSTRACT

Juan Lasserre, a French immigrant who arrived in Buenos Aires in the mid-1820s, pioneered the French-speaking press in the region and played a leading role in the journalism in Rio de la Plata for a quarter of a century between 1826 and 1850. Although he was not the first Frenchman with participation in local journalism, he was the first to do it in a continuous and systematic way, and to achieve some notoriety with initiatives, even before the arrival and fame of Swiss-French César Hipólito Bacle and his lithographic workshop. But his journalistic activity was truncated again and again by the circumstances: arrests, trials, closures, difficulties to achieve economic viability of his journalistic endeavours, need to engage in more lucrative activities, and exile in the context of Río de la Plata civil wars integrated much of his life in the region. Such circumstances are analogous to those experienced by other French protagonists of the Argentine periodical press during the same period - such as Bacle, among others - in which journalistic activity could not guarantee its sustainability in the market of readers and advertisements alone, to adapt to a strong dependency on the State and the political factions that fought for the control of the government. The need these journalists had of understanding and adapting themselves to these circumstances to exercise journalism, or, failing that, of abandoning that possibility and engaging in other types of activities contrasts with very different conditions experienced by the French who participated in journalism in the following period, from the 1850s. This paper explores the characteristics of Lasserre ‘s journalistic intervention between his first periodical published in 1826 and the last periodical published in 1850 in the context of the historical circumstances in which he lived. His intervention was innovative in several aspects related to the use of the French language in local journalism, as well as to the rhetorical strategy of the newspaper, although it was not innovative in the general characteristics and way of supporting it, which was typical of the journalism in Rio de la Plata. Along successive residences with journalistic activity in Buenos Aires, Montevideo, Paysandú and Conception of Uruguay, a growing acceptance of his dependence of political power to carry on with his work could also be noticed.

Keywords
Lasserre; History of Journalism; French; Argentina

Durante la década de 1820, cuando Juan Lasserre ingresa al ex virreinato del Río de la Plata, la inmigración francesa está comenzando a acrecentarse, junto con el peso simbólico de Francia como modelo cultural para las elites letradas (OTERO, 2012OTERO, H. Historia de los franceses en la Argentina. Buenos Aires. Biblos, 2012. ; GOLDWASSER, 2009GOLDWASSER, N. Esteban Echeverría en París (1826-1830): ¿Una incógnita histórica? In: Muñoz, M. y Vermeren, P. Repensando el siglo XIX desde América Latina y Francia: homenaje al filósofo Arturo A. Roig. Buenos Aires: Colihue, 2009. ). Es un momento de oportunidades que Lasserre aprovecha ofreciendo clases de francés, ejerciendo el periodismo, vinculándose a las redes asociativas de su colectividad y - tras su matrimonio - abriendo vínculos de familia que refuerzan sus actividades.

La presencia de franceses en el país es bastante anterior al momento en que Lasserre llega, y hunde sus raíces en la época colonial, sobre todo durante el siglo borbónico abierto en 1714 tras la guerra de sucesión. Pero su peso numérico es escaso y las posibilidades de inserción de franceses fue siempre limitada, sobre todo cuando eventos políticos mayores (como la radicalización de la revolución francesa) llegan a la corona española a reducir contactos.

La guerra de emancipación y la declaración de independencia en 1816 abren, en cambio, la puerta del país a extranjeros dispuestos a colaborar con el esfuerzo independentista. Varios franceses alcanzan los altos honores militares durante la guerra de independencia, como lo atestiguan casos como Hipólito Bouchard, Ambrosio Cramer, Luis Brandsen o Alberto Bacler d’Albe. Más aún, cuando tras la disolución del aparato directorial del ex virreinato en 1820, la provincia de Buenos Aires se reorganiza económica e institucionalmente bajo una gestión de gobierno recordada por sus defensores como “la feliz experiencia”. Una figura clave de los gobiernos de esta década, Bernardino Rivadavia, impulsó activamente la convocatoria a franceses que poseían formaciones profesionales y de oficios calificados, y que huían de las consecuencias de la derrota de Napoleón y la Restauración. En ese marco inmigratorio llegan personajes como Lasserre: atraídos por la propaganda rioplatense, escapando de las circunstancias de origen, y llegando a un país en el que numerosos oficios tienen creciente demanda. El mismo Lasserre comentará, en enero de 1829, que “se ha sumamente aumentado en Buenos Aires y va cada día aumentándose más el número de los franceses” concentrando su actividad en “los trabajos de mano o a las artes industriales” (MARILUZ URQUIJO, 2002, p. 20MARILUZ URQUIJO, J. La industria sombrerera porteña, 1780-1835: derecho, sociedad, economía. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2002. ). Esta presencia se acrecienta en las décadas siguientes, sólo detenida brevemente durante los conflictos con Francia entre 1838 y 1840, y entre 1845 y 1850. A la atracción que ejercen las oportunidades de inserción laboral y progreso económico en el Río de la Plata se suman los destierros provocados por los resultados de las revoluciones liberales francesas de 1830 y 1848, así como del golpe de 1852 (OTERO, 1999OTERO, H. Imigraçao Francesa na Argentina: Uma História Aberta. In: Fazer a América. A Imigraçao em Masa para a América Latina. São Paulo: EDUSP, Editora da Universidade de Sao Paulo, 1999, p. 127-152.; 2012OTERO, H. Historia de los franceses en la Argentina. Buenos Aires. Biblos, 2012. ).

Puede decirse, entonces, que Lasserre llega con el primer auge inmigratorio francés, y atraviesa su vida en el país en ese marco, aprovechando a su llegada el pico de prestigio simbólico de Francia en las elites letradas. Rivadavia, gran impulsor tanto de la inmigración de cuadros calificados franceses desde el gobierno y desde la acción diplomática, como de la emulación de instituciones francesas (como lo muestra, entre otras iniciativas, la conformación de la Universidad de Buenos Aires según el modelo de universidad napoleónica), se propone, en su etapa de Ministro de Gobierno, modernizar la prensa periódica, haciendo cesar la gaceta oficial (Gaceta de Buenos Aires, 1810-1821) remplazándola por un Boletín Oficial, e impulsando que una Sociedad Literaria independiente del gobierno publicase un periódico de interés general (El Argos de Buenos Aires, 1821-1825) y otros periódicos orientados a contenidos mercantiles y a producciones de ciencia y progreso material. Apenas logrado su objetivo, escribe una carta contando la buena nueva a Destutt de Tracy (FRIZZI DE LONGONI, 1947, p. 81FRIZZI DE LONGONI, H. Las sociedades literarias y el periodismo (1800-1852). Buenos Aires: Asociación Interamericana de Escritores, 1947. ). Esta actitud emulatoria es mantenida durante su breve presidencia en 1826-1827, momento en el que ingresa al país el intelectual napolitano Pedro de Ángelis.

En ese marco, como ha hecho notar Hernán Otero, durante el siglo XIX y hasta 1914:

Durante el siglo XIX largo, hasta los inicios de la Gran Guerra de 1914, Francia ocupó en la Argentina el primer lugar como modelo cultural e intelectual de las elites dirigentes, el segundo - detrás de Gran Bretaña - en las inversiones de capital y el tercero - después de italianos y de españoles - en la composición del flujo migratorio arribado al país (OTERO, 2012, p. 15OTERO, H. Imigraçao Francesa na Argentina: Uma História Aberta. In: Fazer a América. A Imigraçao em Masa para a América Latina. São Paulo: EDUSP, Editora da Universidade de Sao Paulo, 1999, p. 127-152.).

El mismo autor indica que en la década de 1830 la población francesa en Buenos Aires alcanza el segundo lugar en número dentro de las colectividades extranjeras en Buenos Aires. Por otra parte, si importante en términos numéricos relativos al total de extranjeros en el país, lo fue mucho más en su influencia sobre distintos rubros de la actividad económica, las ideas, la producción cultural y artística y la educación - incluida su estructura de educación forma-, actividades en las que participan e influyen inmigrantes franceses en una proporción que trasciende largamente su peso numérico (OTERO, 2012OTERO, H. Imigraçao Francesa na Argentina: Uma História Aberta. In: Fazer a América. A Imigraçao em Masa para a América Latina. São Paulo: EDUSP, Editora da Universidade de Sao Paulo, 1999, p. 127-152.; OTEIZA, 2012OTEIZA, V. Le Courrier de la Plata. Diario de la colectividad francesa rioplatense. Tesis de Maestría. San Martín: IDAES Universidad Nacional de San Martín, 2012. ).

Viviane Oteiza que indica que Argentina “fue uno de los países del mundo en recibir mayor cantidad de franceses, quienes comenzaron a llegar, aunque en número reducido, en los últimos años del período colonial y en los comienzos del período de independencia” (OTEIZA, 2012, p. 102OTEIZA, V. Le Courrier de la Plata. Diario de la colectividad francesa rioplatense. Tesis de Maestría. San Martín: IDAES Universidad Nacional de San Martín, 2012. ). Si bien el volumen migratorio no alcanza los niveles de masividad que tendrá en las últimas décadas del siglo, cuando impactará en la cuadruplicación de la población en apenas 45 años (desde 1.877.490 en 1869 hasta 7.903.662 en 1914 según los respectivos censos nacionales), entre las décadas de 1810 y 1840 el flujo de inmigración es continuo y en aumento (DEVOTO; BENENCIA, 2003DEVOTO, F. Y BENENCIA, R. Historia de la Inmigración en Argentina. Buenos Aires: Sudamericana, 2003. ).

Historiadores que se han ocupado de la inmigración francesa a la región del Río de la Plata (DUPREY, 1952DUPREY, J. Voyage aux origines francaises de l’Uruguay. Montevideo: Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, 1952.; OTEIZA, 2012OTEIZA, V. Le Courrier de la Plata. Diario de la colectividad francesa rioplatense. Tesis de Maestría. San Martín: IDAES Universidad Nacional de San Martín, 2012. ; OTERO, 1999OTERO, H. Imigraçao Francesa na Argentina: Uma História Aberta. In: Fazer a América. A Imigraçao em Masa para a América Latina. São Paulo: EDUSP, Editora da Universidade de Sao Paulo, 1999, p. 127-152., 2010OTERO, H. El asociacionismo francés en la Argentina. Una perspectiva secular. In: Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe Vol. 21, N° 2, p. 123-152. Conicet/IEHS (Tandil, Argentina) CENA, París, 2010. , 2012OTERO, H. Historia de los franceses en la Argentina. Buenos Aires. Biblos, 2012. ) coinciden a grandes rasgos en los criterios de periodización de la misma. Jaques Duprey (1952DUPREY, J. Voyage aux origines francaises de l’Uruguay. Montevideo: Instituto Histórico y Geográfico del Uruguay, 1952., p. 161-162) delimita tres olas, correspondiendo la primera de ellas a los años rivadavianos de la “feliz experiencia” esto es, a la década de 1820, la segunda a los años en que el primer gobierno de Fructuoso Rivera (1830-1834) promueve la instalación de una amplia colonia francesa en Montevideo. Entre 1833 y 1843 se registra poco menos de catorce mil ingresos de franceses, cifra notable para un país que registra una población total cercana a los 132 mil habitantes en 1835 y 1852, y una ciudad de Montevideo, donde se concentraba una parte importante de la población, que apenas sobrepasaba los 25 mil habitantes en 1834. Aunque una parte de esta colonia deberá a su vez desterrarse bajo las difíciles condiciones del sitio a Montevideo entre 1843 y 1851, la colonia local siguió siendo amplia en número e influyente política y socialmente, en tanto que parte de quienes debieron partir, fue alojada en provincias del Litoral argentino. La tercera etapa se inicia con la década de 1850, con nuevos esfuerzos realizados por agentes locales por atraer migración de ese origen convergiendo con las persecuciones y escaseces resultantes de los hechos políticos de Francia entre 1848 y 1852, extendiéndose por las décadas siguientes por la creciente fama de destino apetecible en libertades y oportunidades.

Otero, también coincide con ello, aunque hace notar que la primera ola puede darse por iniciada con la llegada de los primeros desterrados de la Restauración europea en la época de la declaración de independencia rioplatense, como lo muestra la inserción de cuadros militares franceses en los ejércitos patriotas (OTERO, 2012, p. 135OTERO, H. Imigraçao Francesa na Argentina: Uma História Aberta. In: Fazer a América. A Imigraçao em Masa para a América Latina. São Paulo: EDUSP, Editora da Universidade de Sao Paulo, 1999, p. 127-152.), mientras que una tercera etapa puede delimitarse a partir tanto de los destierros generados por los hechos de 1870 y 1871 en Francia, como por el auge inmigratorio francés por búsqueda de oportunidades económicas y laborales que se abre en esos años, marcando el momento de mayor auge en las dos décadas siguientes.

Oteiza coincide con esta delimitación de las primeras dos etapas, y observa que:

Las regiones de Francia de donde provino la mayor cantidad de inmigrantes que se dirigió al Río de la Plata fueron las que más sufrieron los impactos negativos de las transformaciones económicas, sociales y políticas experimentadas en dicho país en el siglo XIX. La gran mayoría de los franceses que vinieron al Río de la Pata era del sur de Francia (OTEIZA, 2012, p. 102OTERO, H. Imigraçao Francesa na Argentina: Uma História Aberta. In: Fazer a América. A Imigraçao em Masa para a América Latina. São Paulo: EDUSP, Editora da Universidade de Sao Paulo, 1999, p. 127-152.).

En coincidencia con ello, Otero (2012)OTERO, H. Historia de los franceses en la Argentina. Buenos Aires. Biblos, 2012. habla de una inmigración de características muy variadas, en cuyo marco puede delimitarse un carácter dual, con presencia de un sector minoritario “de altos capitales económicos y culturales” y “una masa migratoria popular” donde se nota el peso de los inmigrantes provenientes del sur francés. Según Otero:

Emigración de profesionales altamente calificados (arquitectos, ingenieros, artistas, científicos, paisajistas, médicos), de agentes de compañías y casas comerciales de la madre patria; de misioneros, maestros y educadores de renombre y de exiliados políticos, la emigración francesa fue también una emigración popular de pequeños propietarios arruinados y jornaleros agrícolas de los valles vascos, bearneses, aveyroneses o alpinos, de pequeños artesanos y de individuos con una formación laboral precaria (…) lo que caracteriza al caso francés es el carácter dual, derivado de la presencia simultánea de un sector, numéricamente minoritario, de los altos capitales económicos y culturales, y una masa migratoria popular. Esa cualidad lo posiciona en un lugar intermedio entre las migraciones de elite como la inglesa, atravesada de todos modos por fuertes heterogeneidades internas, y las migraciones de masas de la Europa del Sur (OTERO, 2012, p. 202OTERO, H. Imigraçao Francesa na Argentina: Uma História Aberta. In: Fazer a América. A Imigraçao em Masa para a América Latina. São Paulo: EDUSP, Editora da Universidade de Sao Paulo, 1999, p. 127-152.).

En tal contexto, los años de vida periodística activa de Lasserre en la región corresponden a las etapas primera y segunda. De hecho, será de los que partan desde Buenos Aires a Montevideo durante la primera presidencia de Rivera, ejerciendo su actividad allí durante gran parte de la década de 1830. En cuanto a su origen, siendo Bearnés (Bajos Pirineos) y sin familia acomodada, corresponde a la migración popular del sur, a diferencia de la mayor parte de los francófonos que habrían de intervenir en la gestión de imprentas, el periodismo o la elaboración de imágenes para la prensa periódica, provenientes en su mayoría del norte francés, Alsacia y las regiones suizo-francesas.

El Río de la Plata

Buenos Aires era la capital virreinal más joven del imperio español. Tras siglos de configurar una región relativamente marginal en la estrategia colonial, las modernizaciones administrativas borbónicas le asignan el rol de ciudad capital con la creación del virreinato en 1775. Su rol estratégico como puerto atlántico austral vinculable tanto con la salida de metálico del Alto Perú como con la contención del avance portugués la asignaron un rápido progreso como sede funcionarial y con una pujante capa comerciante que comenzó a aprovechar, también, el auge de los productos derivados del ganado vacuno (cuero, sebo, hueso, carne salada), sobre todo a partir del relajamiento de las prohibiciones de comercial con ultramar. Sólo entonces, en 1780, Buenos Aires obtiene una imprenta gestionada por el gobierno, en comparación con otras regiones hispanoamericanas que, como México, poseen imprenta desde 1534 y periódicos desde 1722. Es el único virreinato que ingresa al siglo XIX sin periódicos. Pero junto a la capa comerciante y funcionarial nace una intelectualidad letrada interesada en las ideas en boga en el ambiente ilustrado español, que hará parte de las revoluciones de independencia y transformará sus propias ideas con ella (CHIARAMONTE, 2013CHIARAMONTE, J. C. La Ilustración en el Río de la Plata: Cultura eclesiástica y cultura laica durante el Virreinato. Buenos Aires: Penguin Random House Grupo Editorial Argentina, 2013.).

Buenos Aires apenas alcanzaba los 45.000 habitantes en 1810, si se contaba entre ellos la población esclava (WAINER, 2010, p. 77WAINER, L. E. La Ciudad de Buenos Aires en los Censos de 1778 y 1810 Población de Buenos Aires, vol. 7, núm. 11, abril, 2010, p. 75-85. Buenos Aires, Dirección General de Estadística y Censos, 2010. ), y Montevideo apenas rondaba los veinte mil (POLLERO BEHEREGARAY, 2016, p. 289). Ambas ciudades se hallaban sometidas a un régimen de relaciones sociales en el que la libre iniciativa empresarial no sólo chocaba con los límites del mercado, sino con el hecho de que ésta se subordinaba a la posesión de relaciones familiares o contactos por otras vías con la elite funcionarial del Estado, y la oferta de preparación en profesiones y oficios era muy escueta. Pero la crisis y descomposición del orden colonial iniciado en 1806 con la primera invasión inglesa, profundizada con la invasión napoleónica a España y concluida con la victoria de las armas patriotas en la guerra de independencia abren nuevas perspectivas. Es cierto que en 1820 el aparato estatal que pretendió suplantar al virreinato como Estado independiente colapsó y se disolvió. Pero la reorganización independiente de las distintas provincias habilitó una relativa institucionalidad. En el caso de Buenos Aires, el rápido aprovechamiento de su economía agroexportadora y la fijación de un aparato estatal relativamente estable, permitieron constituir la provincia como polo atractor de migrantes y, además, como una sociedad donde se estimularía el desarrollo de la prensa periódica.

Si en la década de 1810 el ingreso por excelencia de franceses con formación técnica calificada es con dirección a su inserción en las fuerzas armadas patriotas o sus servicios complementarios, en la de 1820 esta característica se diversifica: marinos mercantes de altamar y cabotaje, ingenieros, arquitectos, agrimensores, docentes, retratistas, sombrereros, barberos y peluqueros, etc. (GONZÁLEZ BERNALDO, 2008GONZÁLEZ BERNALDO, P. Civilidad y Política en los Orígenes de la Nación Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires 1829-1862. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008.; MARILUZ URQUIJO, 2002)MARILUZ URQUIJO, J. La industria sombrerera porteña, 1780-1835: derecho, sociedad, economía. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones de Historia del Derecho, 2002. .

Las oportunidades no son tan maravillosas como las describieron los agentes rioplatenses (Charles H. Pellegrini, por ejemplo, llegado al país como ingeniero hidráulico con un contrato para obras en el puerto deberá buscar otras opciones de inserción laboral), pero se abren con mayor variedad de opciones que las halladas en la década precedente. Al llegar, la mayor parte de estos franceses de la primera oleada se encuentran con un clima político y social favorable: no resulta difícil dictar clases de francés pues estas son ampliamente demandadas por la elite local; las instituciones valoran el aporte de personal técnico calificado con una notoria asignación de prestigio a esta nacionalidad de origen. La política del gobierno parece indicar, además, el estímulo a la formación de asociaciones autónomas del Estado capaces de producir ideas y acciones orientadas al progreso.

Pero se trata de una ciudad que acaba de perder su capitalidad heredada del virreinato, con un andamiaje institucional muy reciente y en formación, donde las formas tradicionales de sociabilidad (familia, lazos de pertenencia facciosa) aún conservan su fuerza. En tal contexto, incluso buscando el apoyo de organismos asociativos por afinidad de origen, o la incorporación a versiones locales de logias, la inserción es dificultosa, inestable y necesitada de depender de actividades diversas, más que de una sola actividad profesional. Más aún en aquellas que, como la prensa, se vinculan a las luchas por el poder (GONZÁLEZ BERNALDO, 2008GONZÁLEZ BERNALDO, P. Civilidad y Política en los Orígenes de la Nación Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires 1829-1862. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008.). Lasserre encontrará, en este sentido, un rápido punto de apoyo al incorporarse, por la vía del matrimonio, a dos familias ampliamente relacionadas en ambas orillas del Plata: los Del Mármol y los Seguí.

No existiendo una sociedad nacional plenamente conformada capaz de asimilar la inmigración, la multiforme población de Buenos Aires, en gran medida extranjera, fortaleció el sostén de su sociabilidad con un intenso asociativismo ligado a la actividad de colectividades nacionales y étnicas, religiosas o intelectuales (DI STEFANO, 2002, 2015DI STEFANO, R. La cultura. Argentina (1808-1830). Colección: América Latina en la historia contemporánea. Buenos Aires: Taurus, 2015. , FRIZZI DE LONGONI, 1947FRIZZI DE LONGONI, H. Las sociedades literarias y el periodismo (1800-1852). Buenos Aires: Asociación Interamericana de Escritores, 1947. ; GONZÁLEZ BERNALDO, 2008GONZÁLEZ BERNALDO, P. Civilidad y Política en los Orígenes de la Nación Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires 1829-1862. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008.). Entre las sociedades de afinidad intelectual creadas a comienzos de la “feliz experiencia”, entre 1821 y 1823, la Sociedad Literaria que a impulso de Rivadavia se propuso sostener periódicos independientes del Estado en Buenos Aires, la Sociedad de Ciencias Físicas y Matemáticas, la Academia de Medicina, la Sociedad de Jurisprudencia, la Filarmónica, la Sociedad Amigos del País que publicó el mensuario El Ambigú de Buenos Aires, la Sociedad Valeper, la Sociedad de apoyo a las Escuelas Lancaster, etc. (FRIZZI DE LONGONI, 1947, p. 71FRIZZI DE LONGONI, H. Las sociedades literarias y el periodismo (1800-1852). Buenos Aires: Asociación Interamericana de Escritores, 1947. ).

Pero estas sociedades inevitablemente quedaban enhebradas en el aparato funcionarial del Estado, ya fuese porque no lograban sostener por su cuenta sus actividades, ya por el hecho de que sus integrantes eran, en su mayoría, funcionarios altos y medios del gobierno (FRIZZI DE LONGONI, 1947FRIZZI DE LONGONI, H. Las sociedades literarias y el periodismo (1800-1852). Buenos Aires: Asociación Interamericana de Escritores, 1947. ; MYERS, 2003MYERS, J. “El discurso ilustrado en torno a la nación y el rol de la prensa: El Argos de Buenos Aires, 1821-1825”. In: ALONSO, P. (Comp.) Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la formación de los estados nacionales en América Latina, 1820-1920. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003. ). Entre las de origen nacional, el asociativismo presentó dilemas semejantes. Cuando la guerra civil tocó su pico en los primeros meses de 1829, los franceses conformaron un batallón (Amigos del Orden, en el que Lasserre cumplió un rol clave) que provocó una serie de graves incidentes diplomáticos que derivaron en la acción militar francesa. Ya consolidado el orden institucional, en 1832 se crea la Sociedad Mutual de Beneficencia de los artesanos franceses, subrogada por la Société Philantropique Française du Río de la Plata, creada ésta (el 17 de septiembre de ese año) con respaldo oficial de la red consular francesa (su fundador por el cónsul general de Francia, Jean Baptiste Washington de Mendeville junto a otros 35 franceses residentes) asociación más controlable y por lo tanto menos impredecible para el gobierno de Buenos Aires - dados los hechos de 1829 - que su antecesora (GONZÁLEZ BERNALDO, 2008, p. 129GONZÁLEZ BERNALDO, P. Civilidad y Política en los Orígenes de la Nación Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires 1829-1862. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008.; OTERO, 2010OTERO, H. El asociacionismo francés en la Argentina. Una perspectiva secular. In: Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe Vol. 21, N° 2, p. 123-152. Conicet/IEHS (Tandil, Argentina) CENA, París, 2010. , p. 125).

La Societé logró gran estabilidad y fue clave en emprendimientos que galvanizaron el asociativismo francés, como la construcción del Hospital Francés en 1845 (OTERO, 2010, p. 126OTERO, H. El asociacionismo francés en la Argentina. Una perspectiva secular. In: Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe Vol. 21, N° 2, p. 123-152. Conicet/IEHS (Tandil, Argentina) CENA, París, 2010. ). Otras sociedades creadas a partir de afinidades profesionales o de oficio coexistieron más adelante con esta asociación (OTERO, 2012, p. 256OTERO, H. El asociacionismo francés en la Argentina. Una perspectiva secular. In: Estudios Interdisciplinarios de América Latina y el Caribe Vol. 21, N° 2, p. 123-152. Conicet/IEHS (Tandil, Argentina) CENA, París, 2010. ), pero la etapa más expansiva de la misma debería esperar al siguiente período político y económico, en la segunda mitad del siglo. Mientras tanto, la relación con el aparato estatal constituía un factor decisivo para la continuidad de proyectos y de las mismas asociaciones. Aparato estatal que atraviesa un turbulento ciclo de enfrentamientos facciosos y guerra civil que incluye, en 1827, el cese de la efímera autoridad nacional y la transmisión de las funciones gubernativas a la autoridad provincial, la polarización política entre unitarios y federales, el golpe lavallista de 1828 y los combates del primer semestre de 1829 en los que Lasserre se involucra como ciudadano francés a través del batallón Amigos del Orden.

El periodismo

Cuando Lasserre llega a Buenos Aires, el periodismo europeo y norteamericano se halla en profunda y veloz transformación. Pero su experiencia vital no es la de los grandes centros urbanos donde esta prensa se transforma, sino la de su tierra natal, los Bajos Pirineos, al sudoeste de Francia, región menos desarrollada y con relativamente poca población. A ello puede sumarse su participación como militar en los ejércitos napoleónicos. En ambos casos, es posible que su contacto con la prensa fuese más bien la de las pequeñas hojas de “sucesos” propias de las regiones mediterráneas de Europa, y los periódicos oficiales. Su conocimiento de los periódicos se halla más cercano a los viejos pliegos en cuarto menor, editados por buscavidas que se limitan a transcribir narraciones de sucesos en verso por las regiones mediterráneas de Europa, con apenas cuatro pequeñas páginas de las cuales mitad de la portada se dedica a un tosco grabado alusivo, que a los grandes periódicos a varias columnas en tamaño sábana, con amplia distribución temática política, económica y literaria de los grandes centros urbanos. Con esta experiencia previa, iniciará su participación en la prensa rioplatense.

A su vez, en Buenos Aires y Montevideo, la prensa es una experiencia mucho más tenue y reciente que la europea. Montevideo no tuvo prensa hasta 1807, no tuvo periódicos en forma continua hasta 1810, y en forma regular y definitiva hasta la década de 1820. Buenos Aires no tuvo prensa periódica hasta 1801, conformando la única capital virreinal que ingresó al siglo XIX sin periódicos. Ciertamente, en el siguiente cuarto de siglo presenció muchos cambios en este tópico, pero igualmente su periodismo estaba lejos del que podría hallarse en las capitales de las potencias industrializadas. En la década de 1810 el gran protagonista de la publicación de periódicos es el Estado (MOYANO, 2013MOYANO, J. “Seis años decisivos: La Revolución de Mayo y la construcción de la prensa moderna en el Río de la Plata”. In: PINEDA, A., Y GANTÚS, F. (Comp.): Miradas y acercamientos a la prensa decimonónica. México: Instituto Mora, Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo, 2013. ; MOLINA, 2008MOLINA, E. El poder de la opinión pública. Trayectos y avatares de una nueva cultura política en el Río de la Plata 1800-1852. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, 2008.; DE MARCO, 2006DE MARCO, M. A. Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el centenario de mayo, Buenos Aires: EDUCA, 2006.), y salvo momentos muy breves,

Las libertades burguesas conquistadas en Holanda, Gran Bretaña, Estados Unidos y más recientemente, Francia, habilitan en el siglo XIX una prensa en manos particulares que, aún constreñida por la vigilancia política y fiscal del Estado, ha liberado sus energías tanto temáticas como de obtención y reproducción de lucro. Si bien no es aún la época de las rotativas ni de la fabricación masiva de papel a base de pulpa de madera, sí comienza a dejarse atrás las imprentas de madera, extendiéndose las realizadas enteramente en hierro, las Philadelphia estadounidenses y las Stanhope británicas; la máquina de vapor comienza a aplicarse en la prensa británica desde 1814; los periódicos expanden su circulación y aunque la gran expansión de la prensa industrializada ha de producirse a partir del giro copernicano en la estrategia comercial y de captación de avisos iniciada a partir de 1836, su movimiento expansivo es notable (WILLIAMS, 2003WILLIAMS, R. La larga revolución. Cultura y sociedad. Buenos Aires: Nueva Visión, 2003. ; HABERMAS, 1994HABERMAS, J. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona: Gustavo Gili, 1994.; BARBIER Y BERTHO-LAVENIR, 1999BARBIER, F. Y BERTHO LAVENIR, C. Historia de los medios de Diderot a Internet. Buenos Aires: Colihue, 1999.).

Pero en el siguiente cuarto de siglo la prensa europea y norteamericana vive una auténtica mutación. Las sucesivas revoluciones de 1789, 1830 y 1848 transforman al Estado y a la sociedad civil, y en su marco, el rol político del periodismo y su relación - autónoma y conflictiva - con el Estado (HABERMAS, 1994HABERMAS, J. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona: Gustavo Gili, 1994.), la transformación de las prácticas de lectura y de los procesos de alfabetización de la población alcanzan un rango tal que puede hablarse de una “segunda revolución del libro” después de la revolución de la imprenta (BARBIER; BERTHO-LAVENIR, 1999BARBIER, F. Y BERTHO LAVENIR, C. Historia de los medios de Diderot a Internet. Buenos Aires: Colihue, 1999.), que habilita un creciente público lector de periódicos.

En la década de 1830, el abaratamiento del precio de venta del ejemplar como estrategia para aumentar el peso relativo de la venta de anuncios en la recaudación de un periódico, lleva prácticamente de inmediato las ventas a niveles de masas, poniendo la producción de contenidos en relación directa con las reacciones del mercado lector, y la creciente acumulación de capital en sintonía con la constante innovación tecnológica que la realimenta (BARBIER Y BERTHO-LAVENIR, 1999BARBIER, F. Y BERTHO LAVENIR, C. Historia de los medios de Diderot a Internet. Buenos Aires: Colihue, 1999.; HABERMAS, 1994HABERMAS, J. Historia y crítica de la opinión pública. Barcelona: Gustavo Gili, 1994.; WILLIAMS, 2003WILLIAMS, R. La larga revolución. Cultura y sociedad. Buenos Aires: Nueva Visión, 2003. ).

En ese marco, la novedad, la información “sensacional” y el entretenimiento del lector como objetivo en sí mismo de la producción de contenidos se ponen en primer plano (LAGUNA PLATERO, 2018LAGUNA PLATERO, A. Salud, sexo y electricidad. Los inicios de la publicidad de masas. Cuenca: Universidad de Castilla-La Mancha y Universidad de Cantabria, 2018. ; OJEDA, MOYANO Y SUJATOVICH, 2018OJEDA, A.; MOYANO, J.; SUJATOVICH, L. “Diversificación, segmentación y sensacionalismo en los inicios de la prensa argentina industrializada”. In: LAGUNA PLATERO, A. et al. (Ed.). El negocio de la prensa en su historia iberoamericana. Madrid: Fragua, 2018. ). Desde 1840 el precio del papel tiende nuevamente a bajar gracias a su fabricación industrial a base de pulpa de madera, mientras las máquinas impresoras continúan acelerando su capacidad, la que alcanza los cinco mil pliegos hora en esa misma década, lejos aún de los 125 mil ejemplares por hora que tiran en promedio hacia fin de siglo (BARBIER Y BERTHO-LAVENIR, 1999BARBIER, F. Y BERTHO LAVENIR, C. Historia de los medios de Diderot a Internet. Buenos Aires: Colihue, 1999.; GRIFFITHS, 1996GRIFFITHS, A. Prints and Printmaking: An Introduction to the History and Techniques. Oakland: University of California Press, 1996. ).

Si las diferencias entre el desarrollo de la prensa periódica en Europa occidental y en el Río de la Plata son muy notables en la década de 1820, hay en cambio más semejanzas en la velocidad de los cambios que se vive en uno y otro lugar. En efecto, si en los inicios del siglo XIX todavía no hay prensa periódica rioplatense, a fines del mismo la Argentina posee una industria gráfica pujante (DE MARCO, 2006DE MARCO, M. A. Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el centenario de mayo, Buenos Aires: EDUCA, 2006.; SZIR, 2009SZIR, S. “De la cultura impresa a la cultura de lo visible. Las publicaciones periódicas ilustradas en Buenos Aires en el Siglo XIX”. In: Garabedian, M. et al. Prensa Argentina siglo XIX: imágenes, textos y contextos. Buenos Aires: Teseo, 2009.; OJEDA y MOYANO, 2015MOYANO, J. y OJEDA, A. “Juan Lasserre en Argentina y Uruguay: la deriva sensacionalista en la construcción de su biografía”. In: Almuiña Fernández, Celso (Comp.). Perfiles de periodistas contemporáneos. Madrid: Fragua, 2017.), y sus principales periódicos (diarios y revistas) son reconocidos entre los más prestigiosos cultural y profesionalmente hablando, más tirada, más variedad de servicios al lector y mayor volumen de negocio entre los de habla castellana. Los vertiginosos cambios necesarios para semejante transformación en un siglo incluyen unos inicios de la prensa rioplatense con una circulación mínima en comparación con las cifras de la prensa europea (DE MARCO, 2006DE MARCO, M. A. Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el centenario de mayo, Buenos Aires: EDUCA, 2006.), y con un protagonismo del aparato estatal y su elite de funcionarios que es casi excluyente en sus primeras décadas, tanto en sus primeros pasos en la década de 1800 (DE MARCO, 2006DE MARCO, M. A. Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el centenario de mayo, Buenos Aires: EDUCA, 2006.) como en las décadas posteriores a la Revolución de Mayo (DE MARCO, 2006DE MARCO, M. A. Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el centenario de mayo, Buenos Aires: EDUCA, 2006.; MOYANO, 2013MOYANO, J. “Seis años decisivos: La Revolución de Mayo y la construcción de la prensa moderna en el Río de la Plata”. In: PINEDA, A., Y GANTÚS, F. (Comp.): Miradas y acercamientos a la prensa decimonónica. México: Instituto Mora, Universidad Michoacana San Nicolás de Hidalgo, 2013. ; 2015MOYANO, J. y OJEDA, A. “Juan Lasserre en Argentina y Uruguay: la deriva sensacionalista en la construcción de su biografía”. In: Almuiña Fernández, Celso (Comp.). Perfiles de periodistas contemporáneos. Madrid: Fragua, 2017.; MYERS, 2003MYERS, J. “El discurso ilustrado en torno a la nación y el rol de la prensa: El Argos de Buenos Aires, 1821-1825”. In: ALONSO, P. (Comp.) Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la formación de los estados nacionales en América Latina, 1820-1920. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003. ; 2011), etc. Los componentes necesarios para la circulación de la prensa moderna (libre intercambio de bienes, instancias asociativas que convergen en la construcción de la trama de una sociedad civil en sentido moderno, circulación de opinión, cantidad de población alfabetizada, cuerpo de oficios ligados a la actividad, etc.), habrían de conformarse en el Río de la Plata en las décadas siguientes, a medida que tomen forma la sociedad nacional y el Estado moderno resultantes (TERNAVASIO, 2002TERNAVASIO, M. La revolución del voto. Política y elecciones en Buenos Aires. 1810-1852. Buenos Aires: Siglo XXI, 2002.; GONZÁLEZ BERNALDO, 2008GONZÁLEZ BERNALDO, P. Civilidad y Política en los Orígenes de la Nación Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires 1829-1862. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2008.), convergiendo en este proceso el creciente flujo migratorio (HORA, 2010HORA, R. Historia económica de la Argentina en el siglo XIX. Buenos Aires: Siglo XXI, 2010.; DEVOTO; BENENCIA, 2003DEVOTO, F. Y BENENCIA, R. Historia de la Inmigración en Argentina. Buenos Aires: Sudamericana, 2003. ), que impacta en el volumen y variedad de oficios, actividades, lectores y espacios sociales de circulación de la información y la opinión (MOLINA, 2008MOLINA, E. El poder de la opinión pública. Trayectos y avatares de una nueva cultura política en el Río de la Plata 1800-1852. Santa Fe: Universidad Nacional del Litoral, 2008.).

Durante la década de 1810 la actividad de prensa periódica continúa concentrada en Buenos Aires. El gobierno de Montevideo, en guerra con las autoridades patriotas allí radicadas, mantiene una gaceta oficial entre 1810 y 1814, pero luego la actividad se discontinúa. Buenos Aires queda entonces como la única localidad del ex virreinato con periódicos en forma permanente a lo largo de la primera mitad del siglo XIX (con breves excepciones en 1807-1809 y en 1820) u única, también, entre las provincias con periódicos, en la que su actividad no está completamente dominada por el protagonismo estatal (MYERS, 2003MYERS, J. “El discurso ilustrado en torno a la nación y el rol de la prensa: El Argos de Buenos Aires, 1821-1825”. In: ALONSO, P. (Comp.) Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la formación de los estados nacionales en América Latina, 1820-1920. Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003. ; MOYANO, 2015MOYANO, J. “Tres modelos en la construcción estatal de la prensa periódica argentina”. In: Revista Improntas de la historia y la comunicación N° 1, noviembre de 2015. La Plata: Universidad Nacional de La Plata. http://perio.unlp.edu.ar/ojs/index.php/improntas/index, 2015.
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). Buenos Aires cuenta con un actividad periodística constante, goza desde la década de 1820 de una genuina simultaneidad de periódicos oficialistas y opositores que puede extenderse en el tiempo sin constituir una excepción, cuenta con su primer diario desde 1823 y con la simultaneidad de ellos desde comienzos de la década de 1830, y con un veloz proceso modernizador en las décadas de 1850 y 60, cuyo resultado será, en las décadas subsiguientes, la forja de un diarismo empresarial (DE MARCO, 2006DE MARCO, M. A. Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el centenario de mayo, Buenos Aires: EDUCA, 2006.; OJEDA y MOYANO, 2015OJEDA, A. Y MOYANO, J. “Del Estado al mercado: El periodismo mitrista en la modernización de la prensa argentina (1862-1904)”. In: PINEDA, A. y GANTÚS, F. (Comp.): Recorridos desde la prensa moderna a la prensa actual. México: Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/ Red de Historiadores de la Prensa y el Periodismo en Iberoamérica, Universidad Autónoma de Querétaro, 2015.).

Juan Bautista Lasserre en el periodismo rioplatense

Juan Bautista (Jean-Baptiste) Lasserre fue un inmigrante francés - bearnés - con extensa actuación en la región rioplatense desde el año 1826, tanto en el campo del periodismo como de las acciones militares en tierra y mar, así como en otros negocios particulares. En 1826 inicia una activa participación periodística en Buenos Aires, continuada más adelante en Montevideo, Paysandú (República del Uruguay) y Concepción del Uruguay (Argentina), a lo largo de un cuarto de siglo, aunque interrumpida durante la década de 1840.

Se hizo notoriamente visible en dos instantes de la historia nacional, en 1828 y 1829. En el primero de estos años, un periódico de brevísima duración que contó con su participación protagónica, El Diablo Rosado, alcanzó altísima fama y sus novedades causaron sensación: realizaba durísimas críticas al gobierno, a otros periódicos e incluso a figuras de la sociedad civil - como una directora de escuela - por medio de prosas incisivas e irónicas, rimas muy mordaces y diálogos en una escala tal que se convirtió en tema de conversación obligado en la ciudad, causando escándalo. El periódico fue impreso en una ocasión en tinta roja, y en otra en papel rosado, lo que acrecentó su impacto y novedad (ROMÁN, 2005ROMÁN, C. Papel picado: palabras e imágenes en la prensa satírica del siglo XIX. Buenos Aires: Publicación de la Universidad de Buenos Aires, 2005; 2010ROMÁN, C. “De la sátira impresa a la prensa satírica. Hojas sueltas y periódicas en la configuración de un imaginario político para el Río de la Plata (1779-1834)”. In: Estudios - Revista de Investigaciones Literarias y Culturales, Volumen18, N° 36. Universidad Simón Bolívar, Venezuela, 2010.), en tanto que aprovechó en su favor sucesivas clausuras por orden judicial para volver a publicación con nombre modificados, sorteando así las sentencias y manteniendo en vilo a los curiosos con nombres como El Hijo Mayor del Diablo Rosado, El Hijo Menor del Diablo Rosado y El Hijo Negro del Diablo Rosado, todo en un lapso de 90 días y con una colección total (sumando todos estos nombres sustitutos) de 29 números.

Si bien el grado de confrontación elegido para con sus destinatarios verbales o la elección de recursos groseros para potenciar su mordacidad no eran especialmente novedosos en el periodismo de su tiempo, sí lo fue la astuta combinación sistemática de todos los recursos en su estrategia, logrando así un éxito muy por encima de sus pares en la curiosidad que causaba cada publicación, así como también las sesiones de juicios de imprenta que debió afrontar: recursos de género (diálogos, rimas de diverso formato, prosas de estilo picaresco), recursos retóricos (ironías, sarcasmos, cambios de nombre del periódico con significación alusiva a los juicios sufridos, asignación de sobrenombres muy hirientes a sus adversarios), recursos no lingüísticos (uso del grabado en la primera página, cambio de color del papel o de la tinta), y excelente conocimiento de los mecanismos procesales para afrontar las sucesivas acusaciones judiciales. Pero a pesar de esta rutilante irrupción en la prensa de 1828-1829, la biografía periodística de Lasserre - de hecho, su biografía a secas - es aún poco conocida; la información relevante sobre otras etapas de su vida se encuentra notoriamente dispersa y es no pocas veces contradictoria (MOYANO; OJEDA, 2017MOYANO, J. y OJEDA, A. “Juan Lasserre en Argentina y Uruguay: la deriva sensacionalista en la construcción de su biografía”. In: Almuiña Fernández, Celso (Comp.). Perfiles de periodistas contemporáneos. Madrid: Fragua, 2017.), en parte, precisamente, debido a que su inscripción en una época del periodismo cuyas reglas no son aún las canónicas de la modernidad europea y muestran un peso importante del aparato estatal en su funcionamiento, sometido a los vaivenes de sus conflictos y cambios de gobierno, y a sus disponibilidades y escaseces presupuestarias, y a traslados de ubicación geográfica de los periodistas.

Tal inscripción trastoca el régimen de fuentes desde el que puede reconstruirse un perfil biográfico: pocos registros contables, poca autonomía del propio discurso del periodista, que en ocasiones habla por sí, pero al referirse a asuntos de política habla por sus mandantes sin explicitarlo, y en ocasiones utiliza el discurso periodístico como performativo en los combates facciosos (MOLINA, 2012; MOYANO, 1996MOYANO, J., Prensa y Modernidad. Ensayo de análisis para el estudio de los orígenes de la prensa periódica argentina. Paraná: Centro de Producción en Comunicación y Educación, 1996. ). Por el contrario, la información sobre sus prácticas puede hallarse en documentos de los ministerios de gobierno de distintas provincias - y aún países, dada la circulación constante - y la relativa a los textos publicados debe sortear notables contradicciones argumentativas, obligadas por los cambios de mandante tras los vaivenes de la guerra civil, o los cambios en las alianzas entre los líderes político-militares de su tiempo (MOYANO, 1996MOYANO, J., Prensa y Modernidad. Ensayo de análisis para el estudio de los orígenes de la prensa periódica argentina. Paraná: Centro de Producción en Comunicación y Educación, 1996. ). De allí que una figura como Lasserre requiere una aproximación en sintonía con estas características.

Registros en las actas consulares de Montevideo y otros trámites muestran a Lasserre indicando que nació en 1795, en tanto que el acta de matrimonio con su última esposa, Emilia Mármol, hermana del célebre poeta (Actas parroquiales de la parroquia de Nuestra Señora de La Merced, año 1842, folio 142, 28 de enero de 1842), indica que su padre se llamaba Juan Bautista, como él. Otro trámite consular en ocasión de un viaje desde Paysandú hasta Montevideo para validar estudios de medicina en 1832, muestra otro Juan Lasserre con quien se lo suele confundir: Pedro Juan Lasserre con fecha de nacimiento en 1799. Este último solía firmar “Juan Lasserre”, compartió localidad de residencia con el periodista en Paysandú en 1838-1839 y en Concepción del Uruguay en 1850-1852, y trabajó en el Colegio Histórico del Uruguay como Juan Bautista, pero no existe parentesco directo entre ellos.

Bearnés como muchos inmigrantes franceses al Río de la Plata, fue soldado en los ejércitos de Napoleón, aunque información documental sobre el grado militar que pudo haber alcanzado. No sabemos cuándo, cómo ni con quién ingresa Juan Bautista Lasserre al país. Pero está en Buenos Aires en 1826, publicando su primer periódico, L’Écho Francais, Por sus estrechas relaciones con Dragumette, Danel y otros franceses de formación militar, es posible hipotetizar que ha ingresado con otros militares franceses, todos partidarios de Napoleón, expulsados y hostigados por la Restauración, e invitados por Rivadavia en sucesivas misiones al exterior para inmigrar al país, donde existían grandes posibilidades de ser incorporados a las armas, al periodismo, la educación y otras tareas, cosa que sucedió, existiendo ejemplos de cada una de estas actividades. Las primeras referencias a Lasserre las tenemos por dos vías: sus periódicos, y su participación en la guerra contra el Brasil, como parte de un proyecto corsario.

Lasserre comenzó su intervención con el periódico L’Écho Francais, publicado entre el 14 de junio de 1826 y el 12 de abril de 1827, totalizando 79 números, una duración significativa para la época, más aún, porque - a excepción de la efímera y trágica experiencia de 1818 - se trata del primer periódico en francés, abriendo así un género que habría de durar muchos años con éxito. Estando a cargo de este periódico sufrió su primer arresto el 2 de febrero de 1827, bajo el gobierno rivadaviano, lo que muestra que no era precisamente un militante unitario, y que sus motivos de crítica al gobierno de Dorrego no obedecían a oponerse al federalismo ni a su partido, sino al modo en que se había resuelto la guerra con el Brasil, además de sentirse perseguido por las denuncias en su contra por artículos publicados. El 25 de abril de 1827 dio continuidad a su proyecto con una nueva suscripción para el periódico en francés L’Abeille, que duraría hasta el 30 de julio, editando 26 números y un suplemento. Le siguió, al año siguiente, Le Censeur, con 15 números entre el 10 de abril y el 13 de mayo de 1828. En ese entonces (mediados de 1827 a mediados de 1828) Lasserre se había involucrado junto a un grupo de marinos franceses y genoveses, en la salida a combate de un velero corsario con patente argentina, para luchar contra Brasil. Tras la campaña de verano de 1828, que le brindó muy buenos resultados, presentó una importante novedad periodística: en forma simultánea dio inicio al periódico en francés y a El Diablo Rosado, con su enorme carga de ironía y sátira (Le Censeur apareció el 10 de abril y El Diablo Rosado el 11), ahora asociado a la facción política que apoyan los hermanos Varela (ZINNY, 1869ZINNY, A. Efemeridografía Argirometropolitana. Hasta la caída del gobierno de Rosas. Buenos Aires: Imprenta y Librería de Mayo,1869.).

El Diablo Rosado era de redacción anónima, y la presencia de Lasserre sólo se entrevé con alguna firma en particular cuando se defiende de las acusaciones en el tribunal de imprenta, cuando pone un aviso por negocios particulares o cuando ironiza firmando “De los redactores, el que es francés”. El periódico debe cerrar tras su número 7, pues si bien Lasserre se maneja con maestría bordeando los límites de la legalidad y la libertad de imprenta, los tribunales hallan la forma de clausurarlo tras la publicación de una información errónea que lleva a la persona afectada a entablar demanda. Se trata de una noticia - que se alega falsa - sobre incorrectos funcionamientos en un colegio de niñas. Lasserre presenta rápidamente un descargo en las páginas del periódico, alegando que su fuente estaba errada pero que no hubo mala fe ni en ella ni en él, pero el periódico es clausurado. Entonces apela a nuevos recursos retóricos: elude la clausura con un cambio muy irónico de nombre para su periódico: El hijo mayor del diablo rosado (30 de abril al 17 de mayo, 6 números), luego ante nueva amenaza, El hijo menor del diablo rosado: 19 de mayo al 18 de julio - 13 números - y luego El hijo negro del diablo rosado: 22 al 26 de julio, 3 números.

El Diablo Rosado trajo innovaciones como el uso de papel rosado, reforzando la visibilidad y recordación de su nombre, o una utilización sistemática de recursos preexistentes con inclusión de términos groseros en el lenguaje coloquial de la época aceptado en la prensa. Pero en su casi totalidad, estos recursos, poesías mordaces, diálogos, denuncias, chistes, sobrenombres groseros, eran moneda común en Buenos Aires. Sin embargo, algunas novedades se hacen notar. Por un lado, los contenidos de cada número logran un exitoso equilibrio entre las argumentaciones “serias” y las “chacotonas” (mordaces, cargadas de bromas, insultos, ironías, etc.), que podían sucederse a lo largo de las cuatro páginas de cada número, a diferencia de la estrategia predominante en la ciudad, caracterizada por una separación entre periódicos de contenidos “serios” y periódicos chacotones, mordaces, generalmente anónimos aunque los rumores dieran en el clavo respecto de su origen. Por otro lado, Lasserre es pionero en la incorporación de terminologías de origen francés validadas en el ambiente periodístico de aquel país (Flaneur, que dará nombre a otro periódico posterior, savant, spectateur…). Es el primero en incorporar la utilización de fragmentos de contenidos teatrales franceses con sus referencias al Fígaro de Beaumarchais o a fragmentos de obras de Moliere convocadas para epígrafes o para sostener argumentos en los artículos, y es notorio el ritmo de texto dramático que da a los artículos en forma de “diálogos”. Numerosos diálogos potencian su calidad persuasiva creando “situaciones” que convocan a la complicidad del público.

En el N° 4 (18 de abril de 1828) el diálogo comienza presentando - sin necesidad de decirlo - cómo el ministro de Guerra desatiende la información que provee el ejército en relación con la guerra contra el Imperio de Brasil, tomando al periódico oficialista El Correo como adversario discursivo: “Diálogo El Correo [periódico oficialista] en su gabinete. Por más que llaméis, es tiempo perdido. Vos no entraréis, seño Diablo (…) retiráos o llamo a la guardia. (…) El Diablo: Abridme señor Correo, vengo a hablar de vuestros asuntos, traigo despachos del ejército, de donde acabo de llegar. Estoy de prisa… El Correo: Idos al infierno, vos no entraréis…”. En los cuatro números subsiguientes, el diálogo destroza a El Correo, mostrando cómo pierde la compostura cuando el Diablo, inocentemente, le consulta si es un “periódico ministerial”. En cuanto al uso de frases de Fígaro, Verdevoye (1994: 19) que ya en el n. 6 de El Diablo Rosado se utiliza la famosa respuesta de Fígaro al Conde de Almaviva para argumentar contra El Correo. En efecto, dice El Diablo: “¿Porque se os juzga un gran señor os creéis todo permitido? El nombre de D. Magnífico, el rango de Correo, las grandezas de diplomático en esperanzas, las riquezas también en esperanzas, todo os hace orgulloso…” (El Diablo Rosado, n. 6, p. 2).

El recurso de cambiar sistemáticamente el nombre del periódico como parte de su retórica también era conocido, y de hecho los proyectos de prensa “seria” impulsados por los gobiernos rivadavianos, como el del El Argos de Buenos Aires o apoyados por ellos como La Gaceta Mercantil, iban explícitamente en dirección contraria, buscando explicitar la institucionalidad y larga duración del nombre. El recurso, de origen europeo como muchos otros aplicados por la prensa hispanoamericana del momento, fue elevado a su maestría por fray Francisco de Paula Castañeda a comienzos de los años ’20, imitado con suerte diversa y expandido por nuevas innovaciones que expresarían, de diverso modo y combinando diversas genealogías (cantares de ciego españoles, poesía gauchesca, parodia, etc.), Luis Pérez, Hilario Ascasubi, Juan Cualberto Godoy, Calixto González, o Juan Lasserre, aunque estos dos últimos en forma mucho menos sistemática y constante.

La fama de Lasserre llevó a que en numerosas ocasiones se acusara a periódicos mordaces anónimos de ser redactados por él, y numerosas versiones apócrifas a comienzos de los años ’30 buscaron asociarse a su fama, sobre todo en el campo federal entre 1830 y 1832 (BOHDZIEWICZ, 2008BOHDZIEWICZ, J. Historia y bibliografía crítica de las imprentas rioplatenses, 1830-1852 (T. I 2008 y II, 2010). Buenos Aires, Instituto Bibliográfico Antonio Zinny (IBIZI), 2008. , p. 338), copiando su mordacidad, sus ataques en verso, el formato de pliego pequeño a dos columnas encabezado por un grabado alusivo, etc.

La saga de los diablos rosados le permite sortear los juicios de imprenta y aún el destierro hacia el sur de la provincia - zona que conoce bien por negocios de familia y por ser refugio de su nave corsaria - con creciente fama. El humilde grabado de tapa del primer número es remplazado por uno realizado ad hoc con un diablo como figura principal. A cada clausura, un cambio de nombre: El hijo mayor del diablo rosado, El Hijo menor del diablo rosado, El hijo negro del diablo rosado.

El peso del cambio de nombre es notable no sólo en la fama inmediata de la publicación, sino en el modo en que se hacen notar, en las catalogaciones tradicionales de las hemerografías, como las que realiza el pionero Antonio Zinny, como cantidades de títulos, que tientan a suponer mayor cantidad de periódicos o de contenidos, lo que sería un error. Todos los “diablos” sumados alcanzan apenas 29 números, ocupando apenas un trimestre de 1828, el último tramo de la guerra. Su fama es paradójica si se la compara con las cantidades tiradas por los tres periódicos en francés entre 1826 y 1828. Pero la fama de El Diablo Rosado es incontestablemente superior. Su pendolismo, sus recursos literarios y retóricos (diálogos, poesías mordaces, avisos irónicos, utilización sistemática de apodos) y sus recursos gráficos (color del papel, cambios de título en la portada) marcan un momento clave en el desarrollo de la prensa local. El periódico, en formato cuarto menor, consta de un pliego (cuatro páginas), un tercio de la primera ocupado por el grabado que contiene el título. Se concentra en oponerse al ministro González Balcarce por su política de conducción de la guerra y su política monetaria. En promedio, consta de un tercio de sus contenidos ocupado por su crítica al gobierno a través de ironías y críticas utilizando como género el diálogo y la epístola. Otro tercio cumple la misma función, pero a través de canciones y versos con mucho humor mordaz y no pocos insultos, sobrenombres hirientes, etc. Un último tercio concentra remitidos y avisos, más algunas variedades.

Este tipo de publicación - satírica, anónima - presenta hasta el último tramo del siglo XIX una regularidad notable: se imprime en cuarto menor, en forma paralela a una publicación “seria” afín, y jamás se reconoce la autoría, aunque el opositor a la publicación vocifera la misma y denuncia sus malas artes. En Buenos Aires esta fue una constante por los menos hasta la década de 18901 1 Pero también subsistió en Montevideo, Paraná, Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Rosario, Catamarca, Córdoba y Mendoza, por mencionar los casos más evidentes. Incluso en localidades con un solo periódico, como Concepción del Uruguay o Gualeguaychú en el tenso año 1858 se publicaban sendos periódicos satíricos que decían lo que las reglas del decoro impedían a las versiones oficiales. El Duende en Concepción del Uruguay prestaba ese servicio al periódico El Uruguay, urquicista; La Chispa hacía lo propio para el periódico La Época, nombre que los De María habían dado a El Mercantil, a pedido de Urquiza (Borques, 1919; Vásquez, 1970), cuando se inició la campaña periodística contra Buenos Aires que acompañaría la escalada bélica y la campaña de Cepeda (1859). Lo que desaparecerá ya en la década de 1830, será la estrategia del cambio continuo de nombre como parte de la retórica del periódico (MOYANO, 1996). . En función de esta dificultad de identificación, se ha atribuido a Lasserre la autoría de otros periódicos mordaces. Además, se le han asignado otros, en algunos casos falsamente (como El Arriero Argentino, que editaba Ascasubi en Uruguay), o con insuficiencia de pruebas (como L’Écho en sucesivas versiones montevideanas), o por evidente afinidad entre el texto y los estilos de Lasserre (Le Flaneur y Le Spectateur, entre 1829-31). Complementariamente, puede confirmarse o sospecharse la redacción de Lasserre en numerosos periódicos anónimos entre 1830 y 1834, algunos de los cuales se asignan a Pérez, así como en publicaciones montevideanas. La colaboración de Lasserre en otros medios incluye el Diario de la Tarde, y también remitidos a periódicos de Montevideo durante el sitio.

A partir de estas intervenciones, su posicionamiento tiene, pues, mucho que ver con su experiencia vital: la inserción como redactor y los sectores en los que logra asentarse, la inserción como hombre de experiencia militar y espíritu suficientemente arrojado como para participar dos veces en una empresa corsaria durante la guerra argentino-brasilera (la primera con pérdidas, la segunda con importantes ganancias), sus inquietudes empresariales, relacionadas con sus vínculos políticos.

El naufragio, en la campaña de 1828, de su nave corsaria en costas uruguayas fortaleció, paradójicamente, su posición económica, a la par que consolidó su enemistad con el gobierno de Buenos Aires, cuyas naves habían atacado “por error” a la de Lasserre en junio. La carga del barco se salvó, conteniendo gran parte de su última presa: pólvora, municiones, armas, que fueron vendidas a los patriotas uruguayos encabezados por Lavalleja.

En ese contexto, el deterioro del valor del papel moneda, los inconvenientes sufridos en la guerra, sus vínculos personales con familias uruguayas que lo acercan a Lavalleja - de quien será compadre - su crítica a tanto a la falta de apoyo de las provincias a la guerra como al manejo diplomático de Rivadavia y su sucesor Dorrego, lo afirman como parte de la prensa de oposición en 1828, momento en que se halla vinculado a figuras del partido unitario como los Varela, posibles financiadores de sus periódicos, según Zinny (1869ZINNY, A. Efemeridografía Argirometropolitana. Hasta la caída del gobierno de Rosas. Buenos Aires: Imprenta y Librería de Mayo,1869.). Pero sus inicios como periodista, que habían sido hechos buscando habilitar una función independiente y crítica para un periódico, habilitando desde críticas al gobierno del presidente Rivadavia como a distintos aspectos de la vida social, lo llevaron a hallar pronto techo en sus posibilidades. Su primer arresto sucede a comienzos de febrero de 1827 (ZINNY, 1869ZINNY, A. Efemeridografía Argirometropolitana. Hasta la caída del gobierno de Rosas. Buenos Aires: Imprenta y Librería de Mayo,1869.; La Gaceta Mercantil, n. 971, 5/2/1827).

El golpe de Lavalle y la guerra civil subsiguiente hallan a Lasserre unido al batallón de franceses e italianos conocido como “Batallón del Orden” y luego “Amigos del Orden”, con rango de oficial y según diversas versiones, con un rol importante en su organización. Participa en varios combates, en particular el de Barracas, en 1829, y alcanza fama y posteridad cuando escribe una reseña del combate, y en especial con su carta abierta al vizconde de Venancourt, en la que acusa a este noble y militar francés de haber atacado una fuerza en puerto que no estaba armada ni había señal alguna de beligerancia, que el ataque fue sin previo aviso de hostilidades y carente de otra razón que la intimidación y la conquista. Es así que los episodios de 1829, sobre todo su carta abierta, dan a Lasserre tanta fama - o quizás más - que la de los diablos rosados. Desde entonces el rastro de Lasserre en Buenos Aires se desdibuja por varios años. Zinny asegura que le corresponde la redacción del periódico federal El látigo federal o el Risueño en 183, periódico de tendencia federal doctrinaria, que según el periódico federal apostólico El Lucero cierra casi al nacer, a comienzos del año.

En 1832 se halla fuertemente vinculado a facciones políticas en Montevideo, por lo que resulta muy probable su participación en el periódico mordaz anónimo La diablada o el robo de la bolsa, con ilustraciones de diablos representando a los cinco miembros del gabinete denostados por corrupción, nepotismo y mal gobierno, y su anunciada sucesora, El Domador que cesa sin poder cumplir tal mandato, tras su segundo número, con un formato y estilo muy semejantes - incluso en el grabado que encabeza la portada - a lo realizado por Lasserre en Buenos Aires. Lavalleja, a quien lo une incluso el parentesco espiritual del padrinazgo (Carta de Lasserre a Urquiza, fechada 12 de diciembre de 1849. Archivo General de la Nación, Archivo Urquiza, Tomo 42), se ha sublevado contra la presidencia Rivera, siendo derrotado.

Ese mismo año 1832 Lasserre instala una Agencia Comercial que le permite articular sus movimientos en el ámbito de las facciones ministeriales, y la actividad comercial privada. En el periódico El Patriota anuncia:

Agencia de negocios. Don juan Lasserre, con autorización del superior gobierno y del tribunal de comercio, ha establecido, en la calle de los pescadores N° 23, una oficina bajo dicha denominación. El agende de negocios se hará cargo de correr diligencias para todos los asuntos cerca de los Ministerios de Estado, de cobrar deudas de particulares, proporcionar dinero con garantías de fincas o alhajas, liquidar cuentas, seguir pleitos ante los tribunales, comprar y vender casas, esclavos, chacras, estancias, buques, ganados, etc. Las personas que necesiten de sus servicios y quieran honrarlo con su confianza pueden ocurrir a la calle de los pescadores o de San Joaquín N° 23 (El PatriotaEl Patriota (Montevideo, 1832) , n. 43, p. 4, 1/2/1832).

Este contacto, más sus relaciones familiares, lo establecen en la ciudad. Existe alguna probabilidad de que Lasserre redactara otros periódicos durante esos años y también que colaborase con cierta asiduidad con el Diario de la Tarde, aunque no sabemos si en tal caso lo haría durante sus viajes a Buenos Aires o desde Montevideo. El 11 de enero de 1834, por ejemplo, hace referencia en dicho diario a las mejoras en el puerto de Buenos Aires.

A fines de este último año lo hallamos planificando el periódico que sostendrá la candidatura presidencial de Oribe, El Estandarte Nacional, y tras su triunfo, su labor y posiciones de gobierno, tarea que lo acerca a las más altas esferas ministeriales. El periódico, un diario de características modernas, en cuarto mayor, con amplitud de columnas y secciones, se edita entre el 10 de enero de 1835 y el 17 de agosto de 1836. En él demuestra buen manejo para la prensa seria, el seguimiento profundo de temas políticos de fondo y la variedad temática propia del periodismo europeo de su tiempo, y allí inicia también sus colaboraciones periodísticas el joven oficial de gobierno Andrés Lamas, quien poco después comenzará a colaborar con periódicos opositores, sin cortar, a pesar de ello, su buena relación con Lasserre. El tiempo de publicación de El Estandarte Nacional corresponde al brevísimo período de paz que goza el gobierno de Oribe. Se sumaba a El Universal, publicado como trisemanario prácticamente desde la consolidación de la independencia uruguaya en 1829 con dirección y redacción por el general Antonio Díaz. En El Universal colaboró Andrés Lamas, quien luego pasaría a colaborar con Lasserre en El Estandarte Nacional (ARDAO, 1945ARDAO, A. Filosofía pre-universitaria en el Uruguay. Montevideo: Editorial Claudio García, 1945. , p. 90), luego a El Sastre, y El Nacional, donde alcanzaría su máxima fama.

Si bien Oribe provenía del gobierno anterior, sus diferencias con Rivera eran notables, y se profundizaron abruptamente al iniciar su gestión. Asumido el nuevo gobierno, se caracterizó por una gestión honesta y eficiente de los recursos públicos, la modernización administrativa, el combate a los vergonzantes resabios de esclavismo admitidos por el gobierno de Rivera, el impulso a la educación (que incluyó la aplicación del sistema lancasteriano y la creación de la primera Universidad), la generación de un sistema de jubilaciones, la consolidación y transparentización de deudas del Estado, etc. El Estandarte Nacional registra gran cantidad de estas iniciativas y combates tanto a través de la publicación de documentos oficiales como de artículos doctrinarios y de polémica.

Frente a este nuevo gobierno se alzó en armas Rivera en 1836, confrontándolo por motivos diversos que incluían el involucramiento de ambos líderes en las guerras civiles de Río Grande do Sul, las denuncias cruzadas de abusos y corrupción, y los lazos de ambos con la política porteña2 2 A fines de 1835 se había formado una logia unitaria en Montevideo y Colonia (Uruguay) que abrió un amplio trabajo conspirativo y de desgaste contra el gobierno de Rosas. Parte de este accionar incluyó la publicación del periódico El Moderador, publicado desde noviembre. El periódico incluyó informaciones falsas, entre ellas la supuesta posición antirrosista de “ciudadanos franceses” expresada en una carta apócrifa. Las quejas del gobierno argentino derivaron en la clausura de El Moderador en noviembre de 1836, marcando el paso de Rivera a la oposición y a la conspiración militar (ZUBIZARRETA, 2009). . Como consecuencia de ello los conspiradores antirrosistas desterrados en Uruguay, que causaron numerosos amagos de conflicto internacional fueron puestos bajo control y su órgano de prensa, El Moderador, fue cerrado. Pero la creciente internacionalización del conflicto, que incluyó la presencia de tropas brasileñas, militares argentinos antirrosistas y fuerzas navales francesas en apoyo a Rivera (en el caso de las fuerzas francesas, en realidad, por impedir el bloqueo argentino al puerto de Montevideo) derivó finalmente en la victoria militar de con la decisiva batalla de Palmar (15 de junio de 1838) en que Rivera se impone por completo. En el proceso de reacomodos funcionariales que se abren, Lasserre busca resguardar su posición formalizando su condición de oficial de gobierno. En una nota de petición del 3 setiembre de 1836 indicaba:

3 de Setiempbre de 1836. Don Jn. Laser[re] dice: Que en M.zo del año pp.do le hicieron de parte del Minist.o insinuaciones p.q.e el periódico Estandarte N.1 q.e el redactava, marchase en consonancia con el Sup.r Gob.o, hasi es q.e si el partido de la anarquia hubiese triunfado, hubiera tenido q.e abandonar el País y su familia. Y pide; que penetrado S. E. de lo que deja espuesto, y de los servicios q.e ha prestado a la causa del Gob.o, se digne S. E. concederle el empleo de Of.l 1º que quedó bacante en la Com.n Topografica, p.r el fallecim.to de Dn. Timoteo Ramos. Proyecto [de resolución] 15: Al Min.tro a q.e corresp.de.” (AGN, Ministerio de Gobierno, caja 890, carp. 3 Archivo General, f. 146 (Transcripto por DE LOS SANTOS, 2017DE LOS SANTOS, C. Elecciones entre sables y montoneras. Legitimaciones, ciudadanías y representaciones políticas en la provincia/Estado Oriental del Uruguay, 1825-1838. Tesis de Maestría en Ciencias Humanas, Opción Historia Rioplatense. Montevideo: Universidad de la República, 2017. , p. 175).

Pero tras la derrota de Oribe no permanece en Montevideo sino que partirá a Buenos Aires. Poco antes, el 28 de marzo, se había iniciado el bloqueo militar naval francés a la Confederación Argentina, impidiendo a Oribe solicitar auxilio a la Confederación. Sitiado en Montevideo, entregó su renuncia bajo protesta considerándose aún presidente constitucional, el 24 de octubre. Pasó a Buenos Aires dispuesto a recuperar su presidencia por la vía de las armas. Se incorporó para ello como alto oficial del Ejército de la Confederación en el marco de la situación de guerra con Francia e Inglaterra, y con las conspiraciones unitarias que deterioraron las relaciones todos los países limítrofes. Comienza así una monumental guerra civil que habrá de derivar, años más tarde, en la “Guerra grande” (1843-51). En la primera etapa de estos enfrentamientos, Lasserre participa como Auditor de Guerra del Ejército de la Confederación y redactor de sus periódicos.

Lamas, en cambio, cesados los combates, puede ocuparse de la segunda época de El Nacional. El Nacional será la contraparte periodística de la nueva tarea de Lasserre. En el Ejército combinado de la Confederación que ataca desde Paysandú, figura como Auditor del ejército, y redactor de El Lancero en Campaña, periódico de circunstancias que se edita hasta la derrota en la batalla de Cagancha, el 29 de diciembre de 1839, donde el ejército constitucionalista es destrozado, y el enemigo captura incluso la imprenta de El Lancero.

Si bien El Nacional lo da por muerto al informar el resultado militar, Lasserre sobrevivió a la batalla y pudo retornar a Buenos Aires junto a las fuerzas de Lavalleja. Allí sufrió los meses terribles del terror de 1840, en especial, en septiembre, sobre el cual dejó sus puntos de vista en cartas particulares y también una participación en polémicas periodísticas pocos años después, ya en Montevideo, publicadas en el diario El Nacional. Del mismo modo que Lavalleja y Garzón, queda fuera de la organización por medio de la cual Oribe, al mando del ejército federal unificado, derrota uno por uno a sus oponentes, incluida la columna principal de Lavalle, a partir de 1840. Luego del contundente triunfo oribista, coronado luego por la victoria de Urquiza sobre Paz en 1842-43, Garzón, Lavalleja y Lasserre no son perseguidos, pero caen un ostracismo notable. Más adelante se instalan en Montevideo. Pero el deterioro de la calidad de vida de los sitiados se profundiza.

Para Lasserre, casado desde 1842 con Emilia Mármol, las dificultades se acrecientan pues ambos bandos de la guerra arrasan con la estancia que el padre de Emilia posee en Mercedes, Uruguay. Sobrevive atendiendo los negocios de familia, y llega a editar material en francés nuevamente, en Montevideo, pero su situación empeora. Su rastro se desdibuja entonces. Vinculado a Lavalleja, sufre el ostracismo de éste durante las campañas de la Guerra Grande en la década de 1840. Aparentemente su vinculación con el rosismo “lomo negro” y su parentesco con la familia Mármol guardan relación con el allanamiento de su vivienda durante el terror de 1840 (GÁLVEZ, 1962, en base a la correspondencia Lamas-Lasserre) y la quema de sus libros y prisión (según denuncia su cuñado el poeta José Mármol en el periódico La Semana N° 34 del 29 de diciembre de 1851). No es claro si Lasserre sale de la región (a Francia) o permanece cerca de Lavalleja en el campo oribista, o en Montevideo, o en la estancia de los Mármol en Mercedes, o una sucesión de tales lugares de residencia. Pero en 1849 Lasserre pasa junto a Juan del Mármol (suegro de Lasserre), su esposa Emilia, su cuñada Juana y su hijo Oscar por Mercedes, y desde allí Lasserre cruza la frontera fluvial para presentarse en Concepción del Uruguay, buscando obtener la protección del general Urquiza. Es el momento en el que Urquiza, en el cenit de su poder como gobernador y general victorioso, se aboca a numerosas medidas progresistas que en el campo de la educación y la cultura incluyen el impulso al teatro construyendo salas, la creación de un colegio de estudios superiores (Colegio Histórico del Uruguay), y la radicación de dos nuevas imprentas, una en Gualeguaychú, a cargo de Isidoro de María, emigrado de Montevideo, y otra en Concepción del Uruguay, a cargo del español Jaime Hernández, también emigrado de esa ciudad.

Lasserre, al tanto de estas novedades, se presenta ante la secretaría de Urquiza y deja una carta para el general en la que se ofrece, a fines de 1849, para redactar el que sería el primer periódico de Concepción del Uruguay que Urquiza quiere crear a partir de la Imprenta del Colegio, que administra Hernández. El periódico se llama El porvenir de Entre Ríos y se publicará diariamente entre enero y noviembre de 1850. Para esta época Lasserre tiene avanzada edad, y tanto su familia como la de su esposa han sufrido las calamidades materiales producto de la Guerra Grande. Su margen de maniobra es bajo, pues depende de asalariarse para poder sobrevivir. Al acercarse a Urquiza, se somete a las reglas de juego en una población mucho más pequeña que Montevideo, y controlada por un régimen político sumamente paternalista, lo que exacerbará su dependencia. De allí que deberá extremar sus ejercicios retóricos de reafirmación de lealtad y dependencia respecto de su empleador y protector.

Lasserre pasa de Montevideo a la estancia de los Mármol en Mercedes, y de allí cruza a Concepción del Uruguay. Se presenta por carta ante Urquiza en noviembre de 1849, informando que está al tanto de gestiones para crear un periódico en la ciudad y ofreciéndose como su redactor, además de pedir permiso para ofrecer clases de francés, y en lo posible, ocupar la cátedra en el nuevo Colegio Histórico de la ciudad. La respuesta que recibe por medio de la secretaría es que se ofrezca a Jaime Hernández. Muy pocos días después, el [fecha ilegible, aparentemente el 7] de diciembre, Lasserre informa por carta a Urquiza los avances, y solicita ayuda económica:

Habiéndome el Señor Don Francisco Deschamps, transmitido el recado que V.E. se sirvió darle para mí tocante al ofrecimiento que le había hecho de hacerme cargo del Periódico que por orden de V.E. debe publicarse en esta, he visto al Señor Jaime Hernández, y como ya se lo había avisado a V.E., nos hemos entendido. (...) Yo sé, Excmo. Sr, desde mucho tiempo, que en su noble pecho late un corazón generoso; así que padre de familia como soy, no me ruborizo al confesar a V.E. mi triste situación e implorar su acostumbrada generosidad, para hacer venir mi familia de Montevideo, lo que no puedo hacer por falta absoluta de recursos. (…) [ofrezco] crear en el colegio un aula de idioma francés para los jóvenes que querrán dedicarse a aprender una lengua tan rica... (AGNHernández a Urquiza (AGN, Archivo Urquiza)., AU, T. 42, Folio 32).

El 12 de diciembre aclara sus pedidos:

… Cumpliendo con el mandato de V.E. que me ha transmitido el Sr D. Benigno P. Cabral me apresuro a explicar claramente mi solicitud tocante la enseñanza del idioma francés. Desearía el honor de pertenecer al cuerpo de Profesores del Colegio del Uruguay sin perjuicio de poder dar lecciones particulares en mi propia casa de dicho idioma y si V.E. se digna admitir mis servicios en ese ramo por cuenta del estado pido por honorarios treinta pesos mensuales. (...) En cuanto a la solicitud de un socorro de fondos para instalarme en esta ciudad, y hacer venir a mi familia (...) trescientos pesos cuya cantidad devolveré, en el plazo y forma que V.E. se servirá designar con el producto de mis trabajos... (AGN-A URQUIZAHernández a Urquiza (AGN, Archivo Urquiza)., T. 42, Folio 35).

En la misma carta indica que el portador de la misma es su hijo mayor, es decir, Augusto Lasserre, futuro gran marino argentino, fundador de la ciudad de Ushuaia, “nacido en Montevideo” y de “diecisiete años” según Lasserre, nacido, por lo tanto, hacia 1832. Augusto ha vuelto de París, donde realizó sus estudios preparatorios navales en la academia del Prof. Loriol, y es ofrecido por Lasserre como hombre de capacidad militar, bueno para montar a caballo y manejar la lanza. Sin embargo, Augusto es incorporado como escribiente en la secretaría del Palacio de San José (residencia de Urquiza), aprovechando su formación letrada y su manejo de idiomas.

El periódico comenzó en el año nuevo de 1850, y al principio produjo buenos resultados tanto al tipógrafo como al redactor. Hernández publicaba ocasionalmente fragmentos de libros y otros materiales provenientes de su biblioteca y hemeroteca de periódicos españoles, mientras realizaba la impresión y prestaba los servicios generales de la imprenta. Lasserre retomó rápidamente sus prácticas periodísticas aprendidas en Buenos Aires y Montevideo, pero evitando la mordacidad y la parodia. Irán apareciendo, de este modo, diálogos esclarecedores, apologías de Urquiza, críticas de teatro, de discursos, etc. así como contenidos temáticos desarrollados en la etapa montevideana, como los de posicionamiento antiesclavista. Pero Hernández tuvo dificultades financieras y pronto comenzó a rogar a Urquiza una modificación en el plan de pagos de su deuda: El 20 de setiembre de 1850 al enviarle el cobro de un trabajo pide a Urquiza: “(...) que la tercera parte de ese importe que debo dejar para la amortización de mi deuda con V.E. esta vez no tenga efecto...” (AGN-A UrquizaHernández a Urquiza (AGN, Archivo Urquiza)., T. 45, Folio 27).

Como puede notarse, si esta carta expresa una situación verdadera o al menos verosímil, nos describe hasta qué punto un periódico no garantiza todavía un ingreso sostenible, al menos en las provincias interiores. En una nueva carta pedirá a Urquiza una operación que no era inusual: que el Estado (o Urquiza personalmente) le compre la imprenta, quedando Hernández como empleado a sueldo, opción mucho más viable para un tipógrafo que intentar sostenerla personalmente, en provincias donde el mercado era incipiente en el mejor de los casos. Este método de relación entre Estado y tipógrafo se repite muchas veces en esta época (AUZA, 1978; MOYANO, 1996). Poco después, el cambio de nombre de la imprenta: “Imprenta del Colegio” muestra el éxito de la gestión de Hernández. Otros problemas se originaban en la gestión de los contenidos, pues no era sencillo llevar adelante discursos sobre la variedad de tópicos que aborda un periódico dando siempre en el clavo en cuanto a la posición de Urquiza. El 16 de julio una carta de Hernández al general da cuenta de estas dificultades y del grado de autonomía con que podía contar un redactor:

He recibido la carta que V.E. me ha hecho el honor de dirigirme. Su contenido me ha causado un gran pesar, como me caerá siempre el más pequeño desagrado de V.E. He llamado a Lasserre y ambos hemos vuelto a leer el párrafo del artículo que sin mala intención por nuestra parte, se ha cometido este desliz, y nos proponemos por vía del comunicado que tengo el honor de adjuntar a V.E. de neutralizar el efecto que pueda producir en el público de las ideas que a V.E. con razón han disgustado (AGN-AULasserre a Urquiza (AGN Archivo Urquiza; Archivo Seguí) , T. 43. Folio 6).

Lasserre, por su parte, halla dificultades al manifestarse problemas en el puesto de trabajo recientemente obtenido por su hijo. El 21 de julio escribe con preocupación a Urquiza:

Suplico a V.E. se digne disculparme, si justamente alarmado por la venida repentina de mi hijo a mi casa, hoy, me tomo la libertad de dirigir a V. E. esta carta, para asegurarle que ni yo, ni nadie de mi familia, lo hemos animado a cometer, para verlo, un acto de desobediencia, que al contrario, todos lo hemos vituperado, y yo el primero de todos, no lo hubiera recibido en mi casa si no me hubiera engañado, diciéndome que había venido con licencia de V.E. Hoy recién, con motivo de haber sido despedido del Cuartel General de V.E. he venido a saber la verdad. Soy padre, exmo. señor, y como tal sufro con sólo pensar que mi hijo ha podido olvidar un momento la gratitud que él y yo debemos a los Beneficios que V.E. nos ha colmado. V.E. ha pronunciado ya, sobre la Suerte de mi hijo. Por eso es que aún arrepentido de su falta, no me atreveré a pedir perdón a V.E., sin embargo de estar persuadido que si lo hiciese, me lo perdonaría V.E. en favor de la inquietud personal que me causa esa falta tan ligeramente cometida por mi hijo (Carta de Lasserre a Urquiza, (AGN-AULasserre a Urquiza (AGN Archivo Urquiza; Archivo Seguí) , T. 43, Folio 67).

Augusto había cumplido ya 18 años, y parecía bien encaminado al poseer un puesto de escribiente tan joven, y antecedentes de estudios en Francia. El motivo de despido fue haberse ausentado del Cuartel general sin permiso, y por lo que puede verse en su biografía posterior, su despido fue un hecho afortunado, pues lo llevó a decidirse a ingresar en la carrera naval en Buenos Aires, donde su tío, el marino Francisco José Seguí, lo recomendó y recibió a su cargo. Augusto iniciaría con ello una excelente carrera de marino tanto militar como mercante. Su padre, sin embargo, preocupado tanto por él como por la situación del grupo familiar, continuó rogando a Urquiza el perdón. El 8 de agosto Lasserre escribía pidiendo: “... en virtud del fausto día de la provincia, [cumpleaños del general Urquiza] conceder a mi hijo velasco el perdón de la falta que cometió” (AGN-AULasserre a Urquiza (AGN Archivo Urquiza; Archivo Seguí) , Tomo 43, F° 226).

A ello se agregaban nuevos malentendidos en el manejo del periódico. Un artículo crítico de los ingleses (recordando el comportamiento histórico de éstos respecto a la Argentina) motivó una durísima crítica al mismo, con exigencia de rectificación, publicada a través de un editorial de El Federal Entre Riano (el periódico oficial que se editaba en Paraná) y a través de voceros del General. En este tipo de artículos Lasserre cometía errores por no entender la rapidez con que se modificaba el mapa de negociaciones, presiones y alianzas que iba tejiendo trabajosamente Urquiza con Brasil, Uruguay y hasta con Gran Bretaña. Estos errores, el molesto incidente del despido de Augusto, el estilo siempre dispuesto a la crítica y la polémica, aun en cuestiones menores como la calidad de un discurso en el Colegio, llevaron a Urquiza a la decisión de remplazarlo por un emigrado antirrosista y primo segundo de Lasserre, más representativo en estilo de las posiciones de ruptura con Rosas que comenzaba a explicitar Urquiza: Carlos du Terrade. Laserre pide a Seguí que le ayude a conseguir la clase de Francés del Colegio y continuar un mes más con la redacción:

... El Sr. Hernández me ha notificado en fin, que concluido este mes, debo cesar en la redacción del Porvenir. Ese Periódico fue creado por mí y empezó su carrera, como bien Ud. se acuerda, el 1° de enero de este año. (...) va a morir sin haber llegado a tener un año de existencia, pero me dice Hernández que mi pariente, el señor Terrada que es un escritor de talento, lo resucitará. (...) yo desearía, señor Doctor, conservarle la vida hasta el 31 de diciembre, y que el Sr. Terrada3 3 Su primo político era Carlos Du Terrade, quien utilizaba el apellido castellanizado en el periodismo y en su vida social, y la versión original francesa en sus cartas personales, como lo muestran las cartas dirigidas a Mitre desde Carmen de Patagones durante la campaña de Pavón (Archivo del Museo Mitre, sección inéditos carta de Carlos du Terrade, agosto de 1861). no emprendiese el Milagro de su resucitación sino después de su muerte, es decir, en 1° de enero de 1851... (AGN-AULasserre a Urquiza (AGN Archivo Urquiza; Archivo Seguí) , Tomo 43, Folio 88).

El 24 de noviembre El Porvenir de Entre Ríos tiró su último número y dejó paso a otro título, elaborado en la Imprenta del Colegio, más explícito en sus intenciones de confrontación con el gobierno de Rosas: La Regeneración. Tres días más tarde salía a la calle su primer número, redactado paradójicamente por un pariente político de Lasserre, Carlos du Terrade (“mi pariente, el señor Terrada”). La situación personal de Lasserre fue en ese momento muy mala. Sus cartas a Urquiza y a Juan Francisco Seguí expresan que debió vender muebles para subsistir, y que Emilia quiere volverse a Montevideo. Una vez más, se desdibuja su recorrido: accede a la cátedra de francés del Colegio, y logra mantener una posición más estable en los años siguientes.

Hacia fines del año 1850 Lasserre encuentra en condiciones sumamente difíciles. No recibe respuesta a sus ruegos a Urquiza, ni tampoco, inicialmente, del Secretario Seguí. Su hijo Augusto, despedido de la secretaría de Urquiza, se ha marchado a Buenos Aires y embarcado en la 25 de Mayo, en un ambiente protegido por su tío, pero en circunstancias en que una doble amenaza de guerra es inminente. La casa en la que reside es objeto de un juicio civil, y no encuentra una fuente de ingresos en una ciudad pequeña donde nada sucede si no es por orden de Urquiza. Ha atravesado un cuarto de siglo en constante relación con el periodismo. En Buenos Aires como promotor o colaborador de periódicos en francés y en español (1826-34), en Montevideo participando en la prensa política entre 1836 y 37, en Paysandú y en el ejército confederal en marcha (1838-39), y en Concepción del Uruguay, bajo dirección de Urquiza (1850). Si bien algunas de estas experiencias cesan por las dificultades en el cobro de las suscripciones, en su inmensa mayor parte son experiencia de prensa oficial del aparato estatal, incluso las publicadas como anónimas, y su cese se debió a cambios en las relaciones de fuerza político-militares, o a la dificultad del propio Lasserre para adaptarse plenamente al requerimiento de nula autonomía del redactor respecto del poder que lo sostiene. Al cerrarse El Porvenir de Entre Ríos, un Lasserre ya mayor (fallecerá diez años más tarde, en Montevideo, en febrero de 1860), abandona definitivamente todo intento periodístico y se concentra en asegurarse un empleo sin conflicto y buscando oportunidades de negocios familiares, especialmente a medida que su cuñado José Mármol mejora sustancialmente su situación laboral y económica, y su hijo Augusto prospera como marino mercante. Se retira de la actividad periodística cuando nuevas prácticas se harán presentes en Buenos Aires y Montevideo.

Se sabe que José Mármol los invitó a residir en su casa de Buenos Aires (ARRIETA, 1946) mientras durase el viaje diplomático que tenía programado - luego cancelado - y que el último hijo de Juan con Emilia fue bautizado en Buenos Aires en enero de 1855, según consta en acta parroquial. También que familiares de Lasserre permanecen en Mercedes, Casa Blanca, Montevideo y Concepción del Uruguay, donde su hija Palmira contrae matrimonio con el abogado y periodista Juan F. Monguillot.

Lasserre y otros periodistas inmigrantes franceses de su tiempo

Juan Lasserre no fue el primer inmigrante francés que intervino en las prácticas periodísticas rioplatenses. Incluso en el marco de escasez y comienzo tardío del periodismo en la región, puede hallarse franceses incluso en el siglo XVIII. El primer periódico del que se tiene noticia en Buenos Aires (una breve gaceta manuscrita de 1764, que duró entre seis y ocho números) fue redactado por un súbdito español de origen francés, Juan Bautista Lasala (Jean Baptiste de Lasalle) (Mariluz Urquijo, 1988MARILUZ URQUIJO, J. “La Gazeta de Buenos Aires (1764)”. In: Investigaciones y Ensayos N° 38, julio-diciembre. Buenos Aires: Academia Nacional de la Historia, 1988. ). De Marco (2006DE MARCO, M. A. Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el centenario de mayo, Buenos Aires: EDUCA, 2006.) destaca la imbricación del periódico con el ámbito funcionarial:

La Gazeta parece haber sido oficial o haber recibido apoyo económico del gobernador y futuro primer virrey del Río de la Plata, teniente general Pedro de Cevallos, quien por entonces no gozaba de una salud rebosante, aunque pronto la recuperó. Cada número informaba sobre ella, y no faltaban manifestaciones adulatorias con respecto a sus cualidades militares ni expresiones agresivas hacia sus adversarios (DE MARCO, 2006DE MARCO, M. A. Historia del periodismo argentino. Desde los orígenes hasta el centenario de mayo, Buenos Aires: EDUCA, 2006., p. 16-17).

Más adelante, ya instalada la imprenta en Buenos Aires (desde 1780), la primera iniciativa para poner en marcha un periódico en Buenos Aires fue del francés don Santiago Luis Enrique de Liniers, expresada en la primera solicitud de permiso estatal para publicarlo, y su consiguiente rechazo. Recapitula Torre Revello (1940TORRE REVELLO, J. El libro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), 1940.):

Santiago Luis Enrique de Liniers, Conde de Liniers (hermano de Santiago, el más tarde Virrey interino de Buenos Aires), quien el 16 de agosto de 1796 presentó al entonces virrey del Río de la Plata, Nicolás Arredondo, un memorial solicitando licencia para publicar un periódico, y cuyos trámites posteriores son ignorados, deduciéndose de todo ello la más franca negativa a conceder lo solicitado. De que el proyecto había sido madurado por el Conde de Liniers, queda el testimonio en el prospecto que adjuntó al memorial, en el que describía la característica que tendría el periódico, cuyo título sería Gaceta de Buenos Aires. El sumario o cuadro de materias de que se ocuparía el “papel público” era el el siguiente: Gobierno, Precio de los Comestibles, Comercio, Teatro, Literatura y Artes, Noticias y Necrología (TORRE REVELLO, 1940TORRE REVELLO, J. El libro, la imprenta y el periodismo en América durante la dominación española. Buenos Aires: Instituto de Investigaciones Históricas de la Facultad de Filosofía y Letras (UBA), 1940., p. 187-188; El autor cita a su vez información de Toribio Medina [1892, p. 154-155]).

Estallada la Revolución de Mayo de 1810, la adscripción de la actividad de prensa al naciente Estado independiente la somete a un rígido control sobre la presencia de extranjeros. Excepto la participación de súbditos del imperio español comprometidos a favor de la independencia, la actividad queda reservada a criollos, en tanto que la adquisición de imprentas en Gran Bretaña y Estados Unidos relega la relación con el universo francófono por varias décadas en este aspecto. Sólo una breve y trágica experiencia, en marzo de 1818, se hace presente en un periódico bilingüe en francés y español El Independiente del Sud, que sólo duró dos números pues sus redactores - franceses - estaban dedicados a la intriga política de cauce directamente militar vinculada al general José Miguel Carrera, por lo que, apresados y acusados de conspirar contra Chile y las Provincias Unidas fueron condenados, y sus dos principales responsables, Carlos Robert y Juan Lagresse, pasados por las armas). Este periódico fue el primero en incorporar el bilingüismo periodístico en francés y español. Pero estos antecedentes fueron muy escuetos en su duración, cuando no truncos. La irrupción de Lasserre, en cambio, presenta tan sólo en sus primeros tres años de intervención en Buenos Aires, 120 números bilingües distribuidos en tres publicaciones consecutivas, y 29 en castellano, sumando los sucesivos “diablos”, cantidad muy prolífica en el marco del periodismo de esta época, razón por la cual puede considerárselo el pionero de la prensa en francés en el país.

Lasserre no tuvo muchos contemporáneos franceses en el periodismo local, aunque sí los tuvo en Uruguay. En Buenos Aires, el aporte decisivo de inmigrantes franceses a la prensa periódica durante la primera y segunda oleadas inmigratorias de desterrados (correspondiendo al ciclo periodístico de Lasserre, el segundo cuarto del siglo XIX ocurrió en la irrupción y adopción de la litografía, iniciado por Jean Baptiste Douville en 1827 y continuado por el suizo francés César Hipólito Bacle y su esposa Adrienne desde el año siguiente hasta 1836, quienes acogieron en su taller a varios otros artistas y litógrafos franceses, formando además a los primeros argentinos. En la Imprenta y Litografía del Estado desplegó Bacle estampas de gran fama y el que fue el primer periódico ilustrado con pliegos impresos en litografía en la región sudamericana. Pero la salida intempestiva de Douville, la prisión y muerte de Bacle, la inmediata repatriación definitiva de Adrienne y el hecho de que otros litógrafos y grabadores optaron por no desplegar sus habilidades gráficas en el campo de la prensa periódica, incluso cuando en otros rubros se hallan a la búsqueda de contratos con el Estado, muestra hasta qué punto la relación con el aparato estatal pesa en la posibilidad de ejercer actividades en la prensa periódica, como le sucede a Lasserre en el campo de la redacción. En Montevideo, el creciente involucramiento de franceses en la guerra civil - más aún, a partir del inicio del sitio en 1843 - lleva a la publicación de periódicos militantes de la causa antirrosista en lengua francesa. Amparados por su condición de defensores del gobierno sitiado, estos periódicos no sufren dificultades.

Distinta es la situación tras el fin de la Guerra Grande uruguaya con la caída del sitio a Montevideo (1851) y el fin del gobierno de Rosas tras la batalla de Caseros (1852), punto de inflexión que abre otro período histórico, precisamente cuando Lasserre se ha retirado definitivamente de la actividad periodística. El momento coincide también con el inicio de una nueva oleada de emigrados de Francia. Quienes llegan en esta etapa y encuentran oportunidades en el campo de la prensa contarán con una muy superior autonomía de acción para el periodismo en relación con el control gubernativo, aunque no exenta de dificultades y retroceso. Llegados en su inmensa mayor parte del norte de Francia y Alsacia, regiones de mucho mayor desarrollo de la actividad impresora y periodística que el sur, aprovecharán saberes adquiridos en su país de orígenes en gestión y técnica tipográfica, y especialmente, en las novedosas técnicas que revolucionaron y generalizaron el arte del grabado para la prensa periódica en la segunda mitad del siglo. A diferencia de quienes protagonizaron la oleada anterior, signada por su capacidad de adaptarse a reglas de juego en las que los gobiernos definían posibilidades y contenidos, en esta nueva oleada su capacidad de negociación de contratos favorables mejoró sustancialmente en la década de 1850, alcanzando plena autonomía en la de 1860.

En este marco habrá nuevos intentos de prensa en francés, como El Correo Argentino (1852); Le Commerce (1853); L’Écho du Commerce (1854-1855 y 1856); Ahasverus (1854); L’International / El Internacional (1855); L’Emigration (1856), o de innovación tecnológica y de contenidos, como lo atestigua el salto en uso de la imagen visual en el primer quinquenio de la década de 1850 (Pellegrini, Bernheim). Hombres de nacionalidad francesa podrán colaborar con habitualidad en la prensa en español, incluso en el interior del país, como lo muestran, a pesar de los conflictos y límites, los casos pioneros de Alfredo Marbais du Graty (AUZA, 1978) o Joseph Lefebre (BORQUES, 1919BORQUES, J. C. Ensayos históricos sobre el periodismo de Gualeguaychú. Gualeguaychú: Imprenta Gualeguaychú, 1919. ).

Surge un núcleo de impresores de origen francés que habrán de combinar habilidades adaptativas frente a los distintos modelos en transición hacia la modernidad. José Alejandro Bernheim negocia con el nuevo hombre fuerte del Litoral, el general Urquiza, la venta de su imprenta y el salario para conducirla junto al Ejército Grande. Luego se dirige a Corrientes con un contrato del Estado, actividad de la que se retira dos años después, ya en Buenos Aires, configura una estrategia de articulación, en la que adquiere creciente solvencia comercial, empujada finalmente por un matrimonio que lo enlaza a una familia rica, desde la cual asciende con éxito a la plena independencia de recursos y a aprovechar, por ello, las oportunidades de un naciente y creciente mercado. Olayo Meyer, enviado por el gobierno porteño a Santa Fe en 1847 como parte de su labor como oficial de gobierno, abre en 1860 sus primeros intentos como empresario independiente en Paraná y Santa Fe, primero con delicados equilibrios entre las facciones y pronto con mayor libertad. Pablo Coni se radica en Corrientes a instancias del impresor Bernheim. Allí logra fortuna (y matrimonio) por medio de sucesivas contratas con el Estado y una apertura al mercado de clientes particulares. A fines de la década de 1850 ha prosperado tanto que se plantea retornar a Francia, de donde retornará otra vez en 1863, para radicarse definitivamente en Buenos Aires como impresor (CONI MOLINA, 1998CONI MOLINA, C. P. La familia Coni. Buenos Aires: Centro Ediciones, 1998. ).

Ya en la década de 1860, en modo equivalente a lo que sucede con la prensa en general, las iniciativas gráficas de franceses ya ponen el mercado en prioridad como motor y salvaguarda de la actividad. Para poner en marcha las dos iniciativas exitosas que marcaron su paso por Argentina, Henri Meyer no desconoce el peso de los nexos con la política, pero para lograr éxito promueve una publicación semanal ilustrada (el Correo del Domingo) cuyo propietario es el diputado oficialista Cantilo, pero cuyos contenidos se mantienen criteriosamente con un bajo perfil polémico. Simultáneamente, un pequeño periódico (El Mosquito) con medio pliego litografiado le abre las puertas de la prensa satírica, cuyos contenidos abordará con creciente autonomía respecto de sus mecenas. Para ello, no buscará el aporte principal de capital en las facciones políticas, sino en inversores activos en la Bolsa de Comercio local (a través de Luciano Cloquet), pertenecientes a la colectividad francesa e interesados en el desarrollo empresarial, ahora plenamente dispuestos a confiar en el potencial de publicaciones independientes con fines de lucro. Como resultado, Meyer podrá, muy pocos años más tarde, plantearse el retorno definitivo a Francia. Casi al mismo tiempo, el 1° de julio de 1865, nace el principal medio de comunicación francófono asociado a la comunidad francesa del país, el diario Le Courrier de La Plata, fundado y organizado como estructura empresarial por el impresor francés José A. Bernheim. El diario, que habría de durar 91 años, agruparía en su torno a un compacto grupo de intelectuales y periodistas franceses con influencia en el campo cultural en el país.

Puede decirse, en este sentido, que en el marco de esta segunda oleada migratoria iniciada hacia 1850, innovaciones periodísticas como El Correo del Domingo, El Mosquito y Le Courrier de la Plata muestran que se ha atravesado un punto de inflexión en el que las reglas de juego para la actividad periodísticas se hallan apoyadas mucho más en el mercado y en la densidad de una red asociativa madura que en la adaptación a los requerimientos gubernativos, a diferencia de las circunstancias que le tocó atravesar a Lasserre y sus contemporáneos.

Conclusiones

Si bien Juan Lasserre no fue el primer francés que realizó actividades de prensa periódica en Argentina, los antecedentes previos son suficientemente breves y mínimos en volumen como para considerar que su rol fue pionero. Los dos números tirados por El Independiente del Sud de Robert y Lagresse en 1818 contrastan con los 120 números bilingües tirados por Lasserre con tres títulos distintos entre 1826 y 1828. Del mismo modo, su irrupción en la prensa en lengua castellana le dio notoriedad por el uso de estrategias retóricas que incluyeron ingeniosos cambios de título en respuesta a clausuras, poesías y prosas mordaces y diálogos punzantes críticos de sus opositores. También por el uso de recursos paratextuales como utilizar papel rosado o tinta roja en la impresión de algunos de los números del Diablo Rosado y sus continuadores.

Su formación cultural le permitió ser pionero en la apelación a escenas clásicas del teatro francés (como es el caso de Las Bodas de Fígaro, de Pierre-Augustin Caron de Beaumarchais) para afirmar puntos de sus posiciones, así como en la inclusión de términos en francés referidos a nuevas actitudes sociales, como fue el caso de Flaneur, propuesto en El Diablo Rosado y retomado, incluso, como nombre de publicación pocos meses más tarde. Del mismo modo, se destacó en la búsqueda de un rol periodístico de crítica de costumbres, no sólo de crítica política y reivindicación de su libertad frente al Estado y la prensa “ministerial”, y en el uso de diálogos como género dentro de los recursos periodísticos que utilizó, además de la poesía mordaz, el ensayo, la nota breve y la epístola. Durante sus experiencias de diarios en Montevideo (El Estandarte Nacional) y Concepción del Uruguay (El Porvenir de Entre Ríos), no fue el primero pero sí parte generacional de una innovación notable en el periodismo, que adoptó el tamaño sábana, el formato a varias columnas y la distribución temática canónica de la prensa liberal europea de la primera mitad del siglo (publicación de actos de gobierno, notas editoriales y de opinión, remitidos, revista de periódicos nacionales y extranjeros, literatura, información económica y estadística, folletín, avisos, miscelánea). Pero en el caso de Concepción del Uruguay, su actividad constituye el primer periódico de la ciudad, y tercero de la provincia, considerando los cambios de nombre del periódico estatal en Paraná como uno solo. Su actividad a cargo de un periódico tirado en imprenta volante militar, algo usual en la época, lo pone, por su parte, en un rol pionero al protagonizar el primer periódico de Paysandú y de las regiones circundantes.

Como sucedió a otros franceses que llegaron en la misma oleada migratoria que él y que contaron con los saberes y la posibilidad de realizar actividades en la prensa periódica, debió rápidamente comprender y adaptarse a reglas de juego en las que el mercado y el desarrollo del público lector carecían todavía de fuerza suficiente como para sostener la independencia de la actividad respecto del poder político, por lo que este último delimitaba sus posibilidades en forma notable. Para Lasserre y otros contemporáneos franceses y suizos franceses vinculados a la prensa, esto significó frustraciones en los proyectos iniciales, trabados por dificultades legales, juicios, clausuras y destierros, así como entradas a la cárcel. Las alternativas, frente a ello, fueron una creciente adaptación a las reglas de juego, o retirarse de la actividad periodística. Lo primero fue intentado con suerte dispar por Lasserre y por el suizo Bacle. En el caso de este último, su momento de auge como administrador de la Imprenta y Litografía del Estado concluyó en prisión y muerte. En el de Lasserre, entradas y salidas de la actividad periodística, y sucesivas negociaciones para su inserción en el discreto marco de posibilidades que el conflicto de facciones le habilitaba. Otros franceses, en cambio, se mantuvieron alejados de la actividad periodística aún contando con saberes aplicables a la misma, como sucede con Charles Pellegrini, quien aguarda para ello a la década de 1850.

En tal marco, Lasserre muestra al comienzo de su actividad periodística un gran esfuerzo por asegurar la viabilidad económica de sus periódicos a través de un insistente trabajo de cobro de las suscripciones y de recursos retóricos que le dan alta notoriedad. Pero ante la orden de destierro y cese de publicación opta por refugiarse en otras actividades. Ya en Montevideo, participa como parte de una de las facciones políticas en pugna, y llega a dirigir uno de los dos diarios más importantes de Montevideo, poniéndolo, según él mismo reconoce, al servicio de la pluma oficial, reclamando en compensación por ello un puesto estable en el Estado, en un área en que podría dedicarse al periodismo en forma estable. Los resultados políticos le son adversos, y se verá entonces envuelto por completo en la lógica de la guerra civil como Auditor de Guerra y redactor del periódico del Ejército de la Confederación Argentina durante la campaña de 1838 y 1839. Tras la derrota, y tras años de alejamiento de la actividad, nuevamente intenta volver a ella en 1849 presentándose al general Urquiza. Pero ahora, el año de publicación que logra, se sostiene en una cuidadosa relación epistolar con sus mandantes, en la que explicita el carácter asimétrico del vínculo.

Esta circunstancia de una elevada dependencia del poder político que exige dependencia e incondicionalidad y determina los alcances y límites de la actividad periodística, análoga en los casos de franceses y suizo-franceses de esta oleada, contrasta con la oleada siguiente que irrumpe a partir de 1850. Las generaciones de inmigrantes francófonos que protagonizan esta última, ya sea en el campo de la administración general de las imprentas y periódicos (Bernheim, Coni, Olayo Meyer) ya en la redacción (Lefebre, Larroque, Du Graty, el equipo de redactores de Le Courrier de La Plata) , ya en el arte de la imagen visual (Henri Meyer y Henri Stein) cuentan con condiciones mucho mejores de autonomía, de contratación y de resultados económicos, por lo que en la década de 1860, emprendimientos protagonizados por ellos como El Mosquito, El Correo del Domingo o Le Courrier de la Plata pueden sostenerse en las redes autónomas de la sociedad civil con resultados económicos sostenibles y sin hostigamiento estatal para su circulación. Por contraste, la experiencia pionera de Lasserre muestra un notable esfuerzo innovador y adaptativo a las reglas de prensa que le tocó vivir.

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  • El Diablo Rosado y sucesores (Buenos Aires, 1828)
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  • El Porvernir de Entre Ríos (Concepción del Uruguay, 1850)
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  • El Nacional (Montevideo, 1839-1840 y 1844)
  • Diario de la Tarde (Buenos Aires, enero de 1834)
  • El Lucero (enero de 1830)

Fontes - Cartas

  • Terrada a Mitre (Museo Mitre, Inéditos)
  • Olayo Meyer a Mitre (Museo Mitre, Inéditos)
  • Lasserre a Urquiza (AGN Archivo Urquiza; Archivo Seguí)
  • Hernández a Urquiza (AGN, Archivo Urquiza).

Notes

  • 1
    Pero también subsistió en Montevideo, Paraná, Gualeguaychú, Concepción del Uruguay, Rosario, Catamarca, Córdoba y Mendoza, por mencionar los casos más evidentes. Incluso en localidades con un solo periódico, como Concepción del Uruguay o Gualeguaychú en el tenso año 1858 se publicaban sendos periódicos satíricos que decían lo que las reglas del decoro impedían a las versiones oficiales. El Duende en Concepción del Uruguay prestaba ese servicio al periódico El Uruguay, urquicista; La Chispa hacía lo propio para el periódico La Época, nombre que los De María habían dado a El Mercantil, a pedido de Urquiza (Borques, 1919; Vásquez, 1970), cuando se inició la campaña periodística contra Buenos Aires que acompañaría la escalada bélica y la campaña de Cepeda (1859). Lo que desaparecerá ya en la década de 1830, será la estrategia del cambio continuo de nombre como parte de la retórica del periódico (MOYANO, 1996MOYANO, J., Prensa y Modernidad. Ensayo de análisis para el estudio de los orígenes de la prensa periódica argentina. Paraná: Centro de Producción en Comunicación y Educación, 1996. ).
  • 2
    A fines de 1835 se había formado una logia unitaria en Montevideo y Colonia (Uruguay) que abrió un amplio trabajo conspirativo y de desgaste contra el gobierno de Rosas. Parte de este accionar incluyó la publicación del periódico El Moderador, publicado desde noviembre. El periódico incluyó informaciones falsas, entre ellas la supuesta posición antirrosista de “ciudadanos franceses” expresada en una carta apócrifa. Las quejas del gobierno argentino derivaron en la clausura de El Moderador en noviembre de 1836, marcando el paso de Rivera a la oposición y a la conspiración militar (ZUBIZARRETA, 2009ZUBIZARRETA, I. Una sociedad secreta en el exilio: los unitarios y la articulación de políticas conspirativas antirrositas en el Uruguay, 1835-1836, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana ‘Dr. Emilio Ravignani’, tercera serie, n° 31, II semestre, p. 43-78. 2009.).
  • 3
    Su primo político era Carlos Du Terrade, quien utilizaba el apellido castellanizado en el periodismo y en su vida social, y la versión original francesa en sus cartas personales, como lo muestran las cartas dirigidas a Mitre desde Carmen de Patagones durante la campaña de Pavón (Archivo del Museo Mitre, sección inéditos carta de Carlos du Terrade, agosto de 1861).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    9 Set 2019
  • Fecha del número
    2019

Histórico

  • Recibido
    04 Nov 2018
  • Acepto
    21 Mar 2019
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