Acessibilidade / Reportar erro

La Malinche, la Virgen y la montaña: el juego de la identidad en los códices tlaxcaltecas

Malinche, the Virgin and the mountain: the identity game in the tlaxcaltecas’ codices

Resúmenes

Este artículo analiza la iconografía de la figura de la Malinche en el Lienzo de Tlaxcala, una historia visual de la conquista de México producida por los tlaxcatelcas en el siglo XVI, para demostrar que esta intérprete indígena de los conquistadores españoles fue convertida en un símbolo del propio altépetl de Tlaxcala y de su alianza con los recién llegados, así como de su relación privilegiada con la Virgen María. De esta manera muestra la manera creativa y compleja en que los indígenas mesoamericanos se apropiaron de los símbolos y discursos occidentales para defender su identidad y su autonomía política.

conquista; identidad étnica; cambio cultural; evangelización


This article analyzes the iconography of the figure of Malinche in the Lienzo de Tlaxcala, a visual history of the conquest of Mexico produced by Tlaxcalan authors in the 16th century, in order to demonstrate that the Indigenous interpreter of the Spanish conquerors was transformed into a symbol of the polity of Tlaxcala and of its alliance with the conquistadors, as well as of their special relationship with the Virgin Mary. This serves to demonstrate the creative and complex ways in which Western symbols and discourses were appropriated by Mesoamerican authors in order to defend their identity and their political autonomy.

conquest; ethnic identity; cultural change; evangelization


DOSSIÊ: HISTÓRIA E CULTURA VISUAL

La Malinche, la Virgen y la montaña: el juego de la identidad en los códices tlaxcaltecas

Malinche, the Virgin and the mountain: the identity game in the tlaxcaltecas’ codices

Federico Navarrete

Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM

RESUMEN

Este artículo analiza la iconografía de la figura de la Malinche en el Lienzo de Tlaxcala, una historia visual de la conquista de México producida por los tlaxcatelcas en el siglo XVI, para demostrar que esta intérprete indígena de los conquistadores españoles fue convertida en un símbolo del propio altépetl de Tlaxcala y de su alianza con los recién llegados, así como de su relación privilegiada con la Virgen María. De esta manera muestra la manera creativa y compleja en que los indígenas mesoamericanos se apropiaron de los símbolos y discursos occidentales para defender su identidad y su autonomía política.

Palabras claves: conquista, identidad étnica, cambio cultural, evangelización

ABSTRACT

This article analyzes the iconography of the figure of Malinche in the Lienzo de Tlaxcala, a visual history of the conquest of Mexico produced by Tlaxcalan authors in the 16th century, in order to demonstrate that the Indigenous interpreter of the Spanish conquerors was transformed into a symbol of the polity of Tlaxcala and of its alliance with the conquistadors, as well as of their special relationship with the Virgin Mary. This serves to demonstrate the creative and complex ways in which Western symbols and discourses were appropriated by Mesoamerican authors in order to defend their identity and their political autonomy.

Keywords: conquest, ethnic identity, cultural change, evangelization.

En este artículo intentaremos comprender el papel que juega un personaje femenino, la famosa intérprete indígena Marina o Malintzin o Malinche, en la narración visual de la conquista de México realizada por historiadores y artistas tlaxcaltecas en el llamado Lienzo de Tlaxcala en la segunda mitad del siglo XVI.

El papel protagónico en la historia de Tlaxcala atribuido a esta mujer, que no era tlaxcalteca, puede explicarse históricamente, a partir de los eventos mismos de la conquista, como simbólicamente, en función de la definición de Tlaxcala como una entidad política indígena y cristiana. La hipótesis del análisis que se desarrollará aquí será que la Malinche fungía como una representación simbólica de la propia Tlaxcala y que su papel de mediadora entre los españoles y los indígenas se consideraba equivalente al que jugó este altépetl, o ciudad-estado1 1 La palabra náhuatl altépetl significa, literalmente, cerro-agua, y era el término utilizado para nombrar las entidades políticas del centro de Mesoamérica, que tenían su propio gobierno, encabezado por un tlatoani o rey, su territorio, su dios patrono y una identidad étnica particular que defendían celosamente. Entérminos de escala, estas entidades eran equivalentes a una ciudad-estado. Véase Lockhart, The Nahuas after the Conquest, p. 14-28 y también mi análisis de la conformación de los altépetl del Valle de México, Navarrete Linares, Los orígenes de los pueblos del Valle de México: los altépetl y sus historias. ; al mismo tiempo, la figura de esta mujer se identificó con la Virgen María y esta figura divina con la propia Tlaxcala, relación que es encarnada en la figura de la Virgen de la Asunción, patrona de esta provincia, y también en la montaña sagrada que dominaba su territorio, el cerro conocido hasta el día de hoy como La Malinche.

Imágenes, intercambio cultural y la negociación de la legitimidad política

Las imágenes producidas por autores indígenas a lo largo del periodo colonial, como las del Lienzo de Tlaxcala, combinan elementos de origen prehispánico con elementos de procedencia occidental y han sido objeto de acaloradas polémicas entre los historiadores e historiadores del arte, pues su complejidad desafía, hasta el día de hoy, nuestras capacidades de comprensión.

Para algunos autores, estas imágenes son resultado del proceso de aculturación y occidentalización iniciado con la conquista y en el que los pueblos indígenas terminaron por adoptar la cultura occidental, perdiendo, o modificando irreversiblemente, su propia tradición cultural.2 2 La teoría de la aculturación surgió en la antropología cultural norteamericana, su principal exponente teórico en México fue Gonzalo Aguirre Beltrán, El proceso de aculturación y el cambio socio-cultural en México. En el campo de los códices coloniales, esta teoría fue aplicada de manera brillante por Donald Robertson, Mexican Manuscript Painting of the Early Colonial Period. Tradicionalmente, esta visión ha menospreciado las evidentes continuidades entre las producciones culturales prehispánicas y las coloniales y ha partido de la premisa de que la presencia en estas últimas de símbolos e imágenes de origen occidental es un signo inequívoco de la occidentalización tanto de los mensajes que éstas transmiten como de la cultura de sus autores.

Otros historiadores interpretan estas imágenes coloniales como parte de un continuado proceso de resistencia en el que los indígenas utilizaron su herencia cultural para enfrentar las imposiciones de los poderes españoles.3 3 El principal exponente de esta posición en México es Guillermo Bonfil, México Profundo. Una civilización negada. En el campo del estudio de las religiones, Alfredo López Austin y otros autores han demostrado las profundas continuidades en las "cosmovisiones" indígenas después de la conquista, López Austin, Tamoanchan y Tlalocan. La debilidad de esta perspectiva ha sido no poder reconocer la radical novedad de las producciones culturales de los indígenas bajo el régimen colonial y asumir que la presencia de símbolos e imágenes de origen prehispánico implica necesariamente la continuidad de sus significados originales.

Más allá de estos enfoques me parece que se debe intentar comprender las producciones culturales de los indígenas coloniales como resultado de los procesos de interacción político y cultural entre estos pueblos y sus nuevos dominadores españoles, procesos en que las tradiciones culturales de ambos grupos se modificaron y que también llevaron al surgimiento de nuevas formas de pensar y de representar. Estos procesos, siempre plurales y a veces contradictorios, asumían formas distintas en los diversos ámbitos sociales y culturales en que se verificaban.4 4 La idea de que existen ámbitos privilegiados para el intercambio cultural, a los que denomina "atractores extraños", ha sido planteada también por Serge Gruzinski, El pensamiento mestizo.

Así, por ejemplo, en el campo de la religión, los españoles impusieron el principio absoluto de la intolerancia católica y forzaron a los indígenas a evangelizarse y a respetar públicamente los principios, dogmas y rituales de la fe católica; sin embargo, en el ámbito privado, doméstico y familiar toleraron, o fueron incapaces de impedir, la continuidad de muchas prácticas religiosas prehispánicas.

Los símbolos y conceptos de legitimidad política constituyeron un campo particularmente fértil de intercambio y negociación entre indígenas y españoles. El régimen político español se basó en la colaboración y el consenso con los indígenas, de modo que tanto para los conquistadores como para sus nuevos súbditos era imperativo encontrar imágenes e ideas que pudieran representar y fundamentar la legitimidad de este régimen y que fueran comprensibles y aceptables para ambos grupos. Por ello, los españoles fueron receptivos a los conceptos y símbolos de origen indígena, pues reconocían el gran valor que tenían para sus aliados y súbditos, y a su vez los indígenas supieron adoptar los españoles y aprovechar su poder persuasivo frente a los nuevos gobernantes. Como resultado surgieron discursos políticos y visuales que no podemos caracterizar ni como indígenas prehispánicos ni como occidentales, pues combinan ambas tradiciones para producir algo nuevo, tal como el régimen colonial integró a los españoles y a los nativos en una nueva realidad política y social.

Reconocer la novedad y originalidad de estas producciones culturales y discursos políticos, sin embargo, no significa afirmar que rompieron enteramente con sus raíces en las diferentes tradiciones culturales que las conformaron. Como veremos, las imágenes producidas por los tlaxcaltecas siguieron funcionando en el seno de esta entidad política indígena dentro de una matriz simbólica mesomericana, a la vez que servían para persuadir a los españoles de la temprana e irreversible cristianización de esta provincia. Esto se debe a que estos discursos históricos y políticos estaban dirigidos a dos públicos diferentes. Por un lado buscaban confirmar la legitimidad de las elites gobernantes indígenas a ojos de sus propios gobernados, y por ello enfatizaban una cierta continuidad con las tradiciones prehispánicas en las que se había fundamentado tradicionalmente su poder; por el otro, buscaban demostrar la legitimidad de estas elites frente a las autoridades coloniales, por medio de la asimilación de los símbolos y conceptos claves de la legitimidad política y religiosa española. Así era como estas historias mantenían un doble diálogo con públicos distintos, jugando de manera muy compleja con significados explícitos e implícitos, o para retomar la terminología propuesta por James C. Scott, con discursos públicos y discursos ocultos.5 5 Véase su obra Domination and the Arts of Resistance. Hidden Transcripts. He aplicado esta estrategia de análisis a la lectura del Códice Azcatitlan, otra historia visual colonial en Navarrete Linares, "The hidden codes of the Codex Azcatitlan". En este sentido, figuras como Malintzin y la Virgen María podían tener un significado para el público indígena, que las interpretaría dentro de su propio marco conceptual, y otro muy diferente para las autoridades españolas, que las leerían de acuerdo a sus referentes cristianos y occidentales.

Esta forma de entender las producciones culturales indígenas coloniales reconoce también la capacidad de sus creadores para utilizar y adaptar sus propias tradiciones culturales, así como las occidentales, de una manera estratégica para construir argumentos particulares en contextos específicos. Es en estos contextos que cobraba sus sentidos la utilización de símbolos e imágenes indígenas o españolas, y muchas veces éstos no correspondían de una manera lineal o directa a su origen: como veremos a continuación la Virgen María podía ser utilizada para representar una identidad nativa, mientras que una mujer indígena podía convertirse en símbolo de la religión llegada del otro lado del Océano, a la vez que ambas se identificaban con una montaña que formaba parte integral del paisaje sagrado de Tlaxcala desde hacía mucho tiempo.

Las historias tlaxcaltecas del siglo XVI

A lo largo del siglo XVI, el grupo gobernante del altépetl de Tlaxcala produjo un conjunto impresionante de manuscritos pictográficos y alfabéticos en que narraban su participación como aliados de los españoles en la conquista de Mesoamérica y en la derrota de los poderosos mexicas, o aztecas, sus enemigos tradicionales. Estas historias o códices, como suelen llamarse las historias visuales mesoamericanas, buscaban demostrar la importancia fundamental de la contribución tlaxcalteca para la victoria española y así confirmar y obtener privilegios del gobierno virreinal y de la Corona española. Los documentos que conocemos fueron producidos para sustentar una prolongada y bien organizada campaña política que incluyó viajes de delegados tlaxcaltecas a la Ciudad de México y a España para presentar sus argumentos y negociar mejores condiciones de gobierno y de tributación para Tlaxcala en general y para su élite gobernante en particular.

Esta campaña fue exitosa, en cuanto se consiguió el otorgamiento y ratificación de diversos privilegios, como la exención a los pobladores de Tlaxcala del tributo impuesto a la población indígena de la Nueva España, el reconocimiento del gobierno indígena de ese altépetl como un gobierno legal dentro del sistema de gobierno español, bajo la forma de un cabildo, y el reconocimiento de la condición de nobles para los miembros de la tradicional nobleza indígena.

En las historias visuales que produjeron para presentar ante los españoles, los artistas nativos continuaron la tradición pictográfica prehispánica, caracterizada por un estilo simplificado y convencional que privilegiaba la transmisión de contenidos semánticos y de mensajes narrativos por sobre la representación realista de paisajes y personas, y que utilizaba glifos convencionales para representar nombres de lugares y de individuos.6 6 Las características de esta forma de escritura pictográfica han sido definidas y analizadas por Robertson, Mexican Manuscript Painting of the Early Colonial Period, y por Elizabeth Boone, Stories in Red and Black. Pictorial Histories of the Aztecs and Mixtecs. Esta forma de representación visual fue combinada con convenciones pictóricas europeas y los artistas indígenas también utilizaron figuras y símbolos de gran importancia en la tradición política y religiosa española, como los escudos e insignias reales españolas y las imágenes del apóstol guerrero Santiago Matamoros y de la Virgen María.

En este artículo analizaremos la más conocida de estas historias visuales, el llamado Lienzo de Tlaxcala, documento producido alrededor de 1552 y una copia del cual fue preservada en Tlaxcala hasta la segunda mitad del siglo XIX, cuando se extravió.7 7 Hernández González, La visión tlaxcalteca de la conquista en las fuentes de tradición indígena, p. 6-13. Afortunadamente, existe una copia del mismo realizada poco antes de su desaparición, en la que se basan todas las ediciones modernas.8 8 Las dos mejores ediciones de esta historia son la de Cartón y Papel de México (1983), que tiene detallados estudios introductorios a cargo de Carlos Martínez Marín y Josefina García Quintana y la de la revista Artes de México (s.f.) que reproduce el estudio introductorio realizado en el siglo XIX por Alfredo Chavero. El Lienzo... tenía la forma de un gran cuadrado de tela. La lámina principal se encontraba en la parte superior central y las láminas que narraban los acontecimientos de la conquista se organizaban en líneas horizontales a partir de la esquina superior izquierda. Las ediciones modernas reproducen cada lámina por separado.

Además, haremos referencia a otro documento cuyas imágenes comparten los elementos básicos de esta historia: la Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, una historia escrita con su complemento de imágenes que fue elaborada por el noble tlaxcalteca de padre español Diego Muñoz Camargo en la década de 1580.

Las imágenes contenidas en estos dos documentos fueran copiadas de unas pinturas murales que decoraban las paredes del edificio del cabildo de Tlaxcala y que Muñoz Camargo describé así:

[En] un corredor muy principal y grande, que cae en la plaza y a la parte del mediodía, estando, luego entrando, pintada la entrada y primera venida de HERNANDO CORTES y de sus españoles, y de cómo dio al través con los navíos, y los hizo barrenar y dar fuego, y del recibimiento y regalo que en Tlaxcala se le hizo, y de la paz que se le dio En toda esta provincia, y de cómo se bautizaron los señores de las cuatro cabeceras de Tlaxcala, y de otras muchas particularidades de la conquista de esta tierra; lo cual va todo figurado por pinturas en este corredor y sala, que esta ciudad lo tiene por memoria y antigualla, y de las hazañas que ellos y los españoles hicieron en la pacificación de toda esta tierra.9 9 Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, p. 49.

Doña Marina y su papel en la conquista

Existe muy poca información histórica confiable sobre la mujer indígena que fue bautizada como Marina y luego conocida como Malintzin o Malinche.10 10 Frances Karttunen argumenta, convincentemente, que el nombre náhuatl Malintzin deriva del cristiano Marina, con que fue bautizada, y no al revés. Malinche a su vez es una corrupción española de la terminación náhuatl -tzin, que era un reverencial. Karttunen, Between Worlds: Intepreters, Guides and Survivors, p. 5-6.

Bernal Díaz del Castillo es el único cronista contemporáneo que proporciona noticias detalladas sobre ella. Según su relato, nació como hija de un gobernante náhuatl del altépetl de Painala en la zona de la costa del Golfo de México, pero, a la muerte de su padre, su madre volvió a casarse y tuvo un nuevo hijo, por lo que decidió regalarla como esclava.11 11 Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, vol. 1, p. 123-124. En esta calidad fue obsequiada, junto con otras dos decenas de mujeres indígenas, a Hernán Cortés y sus hombres por un gobernante maya de la región, cuando pasaron por ahí al principio de su expedición de conquista a principios de 1519. Para recibir estas esclavas y usar sus servicios domésticos y sexuales, los españoles las bautizaron y así fue como nuestro personaje recibió su nombre español. Entre los españoles llamó pronto la atención porque hablaba náhuatl y maya y también por su belleza física y su personalidad desenvuelta y "entremetida".12 12 Díaz del Castillo, Historia verdadera, vol. 1, p. 120-121.

Por ello se convirtió en la principal intérprete, y la concubina, de Cortés y por lo tanto en una pieza clave en sus comunicaciones y negociaciones con los señores indígenas que encontró a lo largo de su campaña militar. Marina estuvo presente en todos los eventos claves de la conquista y en varios de ellos, como en el caso de Cholula, jugó un papel determinante, informando a los españoles de las conspiraciones de los indígenas en su contra. Se puede suponer que además de intérprete, fungió como una auténtica asesora de Cortés, explicándole los protocolos de las cortes mesoamericanas, las sutilezas del lenguaje noble y otros detalles que hubieran sido incomprensibles para alguien que no hubiera sido criado como noble indígena, como ella lo fue.

Era tal la cercanía entre Hernán Cortés y su intérprete que los indígenas dieron en llamar Malinche al primero. Así explica Bernal Díaz del Castillo está identificación:

... en todos los pueblos por donde pasamos y en otros en donde tenían noticia de nosotros, llamaban a Cortés Malinche ... Y la causa de haberle puesto este nombre es que como doña Marina, nuestra lengua, estaba siempre en su compañía, [en] especial cuando venían embajadores o pláticas de caciques, y ella lo declaraba en la lengua mexicana, por esta causa le llamaban a Cortés el capitán de Marina, y para más breve le llamaron Malinche.13 13 Díaz del Castillo, Historia verdadera, vol. 1, p. 218-219.

Entre los mesoamericanos causó sorpresa e inquietud el hecho de que los recién llegados españoles, seres misteriosos de origen y naturaleza desconocidos, estuvieran acompañados por una mujer de la tierra.14 14 La Historia general de las cosas de la Nueva España, que presenta la versión mexica de la conquista, nos relata que los embajadores que envió el tlatoani mexica Moteuhczoma a encontrarse con la expedición española le informaron de la presencia de Marina y la incluyeron dentro de una lista de cosas temibles que caracterizaban a los españoles y que se reúnen en un capítulo intitulado "Donde se dice cómo Moteuhczoma lloró, y los mexicas lloraron, cuando se enteraron que los españoles eran muy fuertes" (Lockhart, We People Here, p. 84-86).

La importancia práctica, y simbólica, de la figura de Doña Marina es confirmada por su presencia prominente en la mayoría de las narraciones visuales de la conquista española producidas por mexicas, españoles y tlaxcaltecas. Por dar sólo un ejemplo, la lámina inicial de la historia de la conquista contenida en la Historia general de las cosas de la Nueva España la muestra traduciendo las palabras de los españoles y los embajadores de Moteuhczoma en el momento mismo en que los primeros están desembarcando en las costas de Veracruz.15 15 Esta compleja lámina ha sido analizada con detalle por Diana Magaloni, quien muestra que presenta la llegada de los españoles y la conquista como el inicio de una nueva era cósmica, lo que realza aún más la importancia de Marina, Magaloni Kerpel, Imágenes de la conquista de México en los códices del siglo XVI.

Tlaxcala en la conquista

El papel de Tlaxcala en la victoria de los españoles sobre los mexicas fue tan destacado como el de la Malinche. Los tlaxcaltecas apoyaron decididamente a los españoles en las campañas militares y las maniobras políticas necesarias para derrotar a sus enemigos históricos, los mexicas o aztecas. Desde mediados del siglo XV, ambos altépetl se habían enfrentado en incontables ocasiones conforme los mexicas proyectaron su poder militar hacia el Valle de Puebla, donde se localiza Tlaxcala. Con el correr del tiempo los mexicas dominaron, o se aliaron con, los principales vecinos de los tlaxcaltecas, Cholula y Huexotzinco, y así aislaron completamente a este altépetl. Sin embargo, Tlaxcala nunca fue sometida, ya fuera porque era demasiado fuerte militarmente, o, como sostienen algunos autores, porque resultaba conveniente para los mexicas tener un enemigo relativamente cercano cuyos soldados podían capturar y sacrificar a sus dioses. La continuada resistencia contra el dominio mexica costó caro a los tlaxcaltecas: tuvieron que soportar un embargo comercial que les impedía tener acceso a la sal, al algodón y a otros muchos productos que no podían producir en su territorio, así como enfrentar constantes agresiones militares.16 16 Conrad y Demarest, Religión e Imperio. Dinámica del expansionismo azteca e inca.

Cuando supo de esta larga en enemistad, Hernán Cortés decidió buscar una alianza con los tlaxcaltecas y se dirigió a su territorio en su camino para México-Tenochtitlan. Sin embargo, existía desacuerdo en el seno de los gobernantes de este altépetl respecto a como recibir a los españoles: algunos proponían aliarse con ellos, mientras otros querían enfrentarlos, como lo habían hecho con sus enemigos mexicas. Finalmente optaron por una estrategia mixta, haciendo que unos vasallos suyos atacaran a los españoles, para medir su fuerza militar, a la vez que les enviaban embajadores que profesaban intenciones pacíficas. Cuando los conquistadores no pudieron ser vencidos y comenzaron a atacar a la población civil tlaxcalteca, los gobernantes del altépetl decidieron someterse a ellos y convertirse en sus aliados.17 17 Gibson, Tlaxcala en el siglo XVI, p. 29-34.

Según las historias tlaxcaltecas, la alianza se selló con el bautismo de los cuatro gobernantes de Tlaxcala, aunque las fuentes españolas no mencionan este acontecimiento. Igualmente, ninguna de las historias tlaxcaltecas menciona los enfrentamientos militares con los españoles, ni los disensos en el seno de los gobernantes del altépetl. Parece claro que los tlaxcaltecas enfatizaron el primer evento y suprimieron cualquier mención a las escaramuzas iniciales para dar una dimensión trascendental y religiosa a su alianza con los españoles y así fortalecer sus argumentos políticos a ojos de la Corona y otras autoridades ibéricas.18 18 Llamas, El bautismo de los señores de Tlaxcala y Michoacán. Una alianza político religiosa en la Conquista de México. Victoria Bricker ha mostrado que manipulaciones historiográficas similares se encuentran en el relato de la conquista producidos por los mayas quichés de Quetzaltenango, en lo que hoy es Guatemala, Reifler-Bricker, El Cristo indígena, el Rey nativo.

Una vez establecida la alianza, los tlaxcaltecas participaron en todas las subsecuentes acciones militares y políticas de los españoles, desde la atroz masacre de civiles desarmados en la plaza mayor de la vecina Cholula, hasta su entrada a Mexico-Tenochtitlan y su desastrosa huida de la misma.

Después de este descalabro español, la elite tlaxcalteca volvió a dividirse entre los que apoyaban la continuación de la alianza y quienes proponían un acercamiento con los mexicas, pero la primera facción se impuso y el apoyo tlaxcalteca a los conquistadores no cejó. Sin embargo, los tlaxcaltecas negociaron nuevos términos para su alianza, demandando, entre otras condiciones, una exención permanente de cualquier pago de tributo.19 19 Thomas, The conquest of Mexico, p. 427-428.

Desde su base segura en Tlaxcala, los españoles se reagruparon e iniciaron una campaña militar sistemática para desmantelar el imperio mexica y luego sitiar y destruir su capital. En esta campaña la participación tlaxcalteca fue clave y amplios contingentes de soldados de este altépetl participaron de las batallas y de la repartición del botín. Hernán Cortés narra cómo estuvieron dispuestos a mantener el combate aun en los momentos en que los españoles habían sufrido un revés militar y reproduce algunos de los improperios que los enemigos tlaxcaltecas y mexicas se gritaban durante los momentos más álgidos de la batalla.20 20 Cortés, Cartas de Relación, p. 149-156.

La Malinche en el Lienzo de Tlaxcala

Al analizar la presencia de la Malinche en el Lienzo de Tlaxcala veremos que su figura reúne, simbólicamente, los atributos del personaje histórico de Marina y del altépetl de Tlaxcala.

El personaje aparece en la lámina 2 de la historia, al inicio de la sección que narra los eventos de la conquista. En ella se muestra a un grupo de indígenas a la izquierda que ofrecen un regalo de pavos y otros alimentos a los españoles que se encuentran montados en sus caballos, a la derecha; la intérprete indígena se encuentra al centro, entre ambos grupos, y una de sus manos señala a los españoles y la otra a los indígenas, lo que puede interpretarse como señal de que habla con ambos, cumpliendo su función de traductora. Su figura parece pintada a una escala mayor que la del resto de los participantes en la escena y su vestido aparece vistosamente decorado.

Las dos siguientes láminas repiten escenas muy similares: los indígenas que vienen a ofrecer regalos aparecen a la izquierda, los españoles, montados o sentados, a la derecha y Malinche en el centro, traduciendo.

La lámina 5 muestra la llegada de los españoles a Tlaxcala. Los tlaxcaltecas aparecen a la izquierda, como todos los indígenas hasta este momento, y dos españoles, Cortés y otro que puede ser un sacerdote, a la derecha, pero Malintzin es desplazada de su posición central por una cruz cristiana. Ésta es cargada por Cortés a la vez que toma amistosamente del brazo al primer gobernante tlaxcalteca.

En la lámina 6, la Malinche recupera su posición central y aparece de pie frente a Hernán Cortés sentado que recibe las ofrendas de alimentos que le llevan los tlaxcaltecas, colocados siempre a la izquierda; otros españoles, montados a caballo y de pie, aparecen a la derecha. En esta lámina es particularmente claro que la figura de la intérprete es presentada a una escala mayor que el resto de los participantes.

La siguiente escena repite este esquema, pero el regalo es un contingente de mujeres, cuya significación discutiremos más abajo, así como joyas y telas ricamente bordadas.

Malintzin es nuevamente desplazada del centro en la lámina 8, que representa el bautismo de los cuatro señores de Tlaxcala. En esta escena los bautizados aparecen a la derecha, bajo la figura de Hernán Cortés sentado; a la izquierda se encuentran otros tres personajes indígenas y tres españoles (probablemente sus padrinos de bautismo) y el centro es ocupado por el fraile oficiante, una hostia gigantesca y un retrato de la Virgen María con el niño Jesús que preside la ceremonia. La intérprete aparece retratada de cuerpo entero en la extrema derecha, atrás de Cortés y su mano extendida indica que también fungió como traductora.

Esta lámina es la culminación de las escenas del encuentro entre los españoles y los tlaxcaltecas, pues, de acuerdo con la narración del Lienzo de Tlaxcala, la conversión de los cuatro gobernantes de este altépetl al catolicismo selló de manera definitiva la alianza entre ambas partes y constituye el antecedente para la siguiente sección de la historia que narra las hazañas militares conjuntas de ambos grupos hasta la toma y destrucción de México-Tenochtitlan.

La Malinche no aparece en la mayoría de estas escenas y en las pocas en que es representada juega un papel mucho menos destacado, como un miembro más del contingente de los españoles y los tlaxcaltecas. En varias de estas escenas ni siquiera se le representa de cuerpo entero, sino que su rostro aparece entre otros en representaciones de las multitudes de combatientes. En contraste en casi todas las láminas de esta sección, los tlaxcaltecas combaten al lado de un jinete español, armado con una pica y que pisotea los cuerpos mutilados de sus enemigos indígenas. Esta figura puede asimilarse a la del apóstol Santiago Matamoros, santo patrono de los guerreros cristianos.21 21 Navarrete Linares, Beheadings and Massacres: Andean and Mesoamerican representations of the Spanish Conquest.

La única lámina en que su figura adquiere cierta importancia son la 9, en que se representa la matanza perpetrada por los españoles y tlaxcaltecas en Cholula.22 22 Díaz del Castillo, Historia verdadera, vol. 1, p. 242-243. En ella Malintzin figura de cuerpo entero a la derecha, justo arriba de la figura del emblemático jinete español que pisa los cuerpos desmembrados de varios cholultecas. La intérprete aparece con un brazo extendido y las dos manos señalando hacia el templo de la ciudad, que es asaltado por un tlaxcalteca y un español.

Puede tratarse de una alusión al importante papel que jugó en este sangriente episodio, pues según cuentan los cronistas españoles, fue avisada por una mujer cholulteca que los guerreros de su ciudad y sus aliados mexicas planeaban atacar por sorpresa a los españoles y, en vez de aceptar su ofrecimiento de casarse con su hijo y escapar la muerte que esperaba a sus compañeros, avisó a Cortés, proporcionando el pretexto para el ataque a la población de Cholula. Por otro lado, las fuentes españoles coinciden en señalar que los tlaxcaltecas azuzaron a los españoles contra sus rivales de Cholula, lo que también podría ser indicado por la actitud de Malintzin.

Nuestro personaje retoma su papel de intérprete en la lámina 11, que representa la llegada de Cortés a México-Tenochtitlan, donde es recibido de paz por Moteuhczoma, el tlatoani mexica. En esta escena vuelven a aparecer los indígenas que dan regalos del lado izquierdo y Cortés, que los recibe, del derecho. Pero Malintzin no se encuentra en el centro, sino en el extremo derecho, detrás del capitán español. Pese a su posición excéntrica, sus manos extendidas indican que funge como traductora entre ambas y su gesto es exactamente igual al de Cortés, lo que refuerza la identificación entre ambos.23 23 De acuerdo con las convenciones de la pictografía mesoamericana esto puede significar que dijeron las mismas palabras, Málaga, Cuerpos que se encuentran y hablan, p. 67.

La Malinche vuelve a ocupar una posición central en otras dos escenas que muestran encuentros pacíficos entre los españoles y los tlaxcaltecas, cuando aquéllos regresaron a las fronteras del territorio de éstos tras su derrota militar en México-Tenochtitlan. Su última aparición significativa en el Lienzo de Tlaxcala es en la lámina 29 que representa el regreso de los españoles a Tlaxcala, donde fueron nuevamente recibidos y donde pudieron recuperarse de su descalabro militar. Significativamente, en esta escena clave, Malintzin es desplazada del centro, donde aparecen Cortés y un gobernante tlaxcalteca caminando para encontrarse. La intérprete, con las manos extendidas, aparece abajo y a la izquierda de Cortés, cumpliendo su papel de manera mucho más discreta que en los encuentros iniciales entre españoles y tlaxcaltecas.

La Malinche como intermediaria

A partir de esta descripción de las apariciones de Doña Marina en el Lienzo de Tlaxcala resulta evidente que juega un papel muy diferente en la primera parte del relato visual, antes de la consagración de la alianza entre Tlaxcala y los españoles con el bautismo de sus cuatro gobernantes, y después de este evento.

La posición central que ocupa en las escenas de encuentro y entrega de regalos de los indígenas a los recién llegados españoles la coloca en el papel de mediadora entre ambos. Puede decirse, incluso, que funge como rostro o representante de estos últimos ante los ojos de los indígenas, función que es indicada por el hecho de que Hernán Cortés fuera llamado Malinche por ellos. En la tradición mesoamericana existía el concepto de ixiptla, literalmente su piel o envoltorio, que se aplicaba a las imágenes o encarnaciones de los dioses. Como ha señalado Gruzinski, la relación entre la deidad, o fuerza, y su ixiptla no era de simple representación semántica o figurativa, sino que implicaba una coesencia y una inmanencia de lo representado.24 24 Gruzinski, La guerra de las imágenes, p. 60.

Se puede proponer que en el Lienzo de Tlaxcala, la Malinche juega este papel en relación a los españoles, domesticándolos a ojos indígenas. Por ello se coloca siempre entre estos y aquéllos y es representada a una escala mayor.25 25 Maite Málaga realizó un análisis cuidadoso de códices prehispánicos para ver si la escala de la representación de los personajes se asociaba con su importancia y concluyó que no existía una correlación clara en este sentido (Málaga, Cuerpos que se encuentran y hablan, p. 68-74). Sin embargo en el Lienzo de Tlaxcala la prominencia de la Malinche es evidente. Significativamente, en las únicas dos láminas de la primera sección en que no ocupa esta posición central, es remplazada por una cruz y por una imagen de la Virgen con el Niño. Si en el discurso de las historias tlaxcaltecas la intérprete es presentada como intermediaria entre los españoles y los indígenas y como facilitadora de las alianzas entre ellos, los símbolos religiosos cumplen el mismo papel, pues también permiten la comprensión y la alianza entre los conquistadores y Tlaxcala, unidos por su devoción a la "verdadera religión". Esta identificación es reforzada por el hecho de que Marina fue la primera indígena bautizada y cristianizada por los españoles, junto con las otras 19 mujeres con que les fue regalada.

La Malinche y Tlaxcala

De manera reiterada Tlaxcala y sus cuatro gobernantes se presentaban en las historias que dirigían a las autoridades españolas como el primer altépetl y los primeros gobernantes cristianos de la Nueva España.

Por ello, los símbolos religiosos de la Cruz y de la Virgen simbolizan el cristianismo tanto de Malintzin como de los propios tlaxcaltecas. Esta identificación sugiere que en la narración tlaxcalteca Malintzin funge como prefiguración simbólica del papel que cumpliría ese altépetl, en su calidad de principal asistente y aliada de los españoles, de intermediaria entre éstos y los otros pueblos indígenas y de partícipe temprana de la religión católica. Por ello, su figura es más relevante antes de la consagración de la alianza de Tlaxcala con los españoles en el bautismo de los cuatro gobernantes y pierde importancia después de este trascendental evento. Posteriormente su papel mediador es asumido por la Virgen María, que se convirtió en la patrona de la provincia y por la figura del jinete español que representa a Santiago Matamoros.

La identificación de Tlaxcala con las figuras femeninas de Doña Marina y la Virgen es confirmada por dos imágenes de la Descripción de las ciudad y provincias de Tlaxcala. En una de ellas se presenta una alegoría que muestra a Hernán Cortés como conquistador, montado en su caballo, con una lanza y una cruz en sus manos, atributos que lo identifican con la figura de Santiago Matamoros. La Nueva España conquistada es representada por una mujer vestida como indígena, con atuendo y aspecto visiblemente parecidos a los de Malintzin, que aparece de pie detrás de su caballo, cargando el pendón del nuevo reino y con las manos aparecen juntas en actitud de plegaria o de veneración. El derrotado tlatoani mexica Moteuhczoma es representado frente al conquistador y los atributos de su poder aparecen regados y rotos en el piso bajo los pies de su caballo, mientras él se ve reducido a cargar un humilde instrumento de labrador. La contraposición entre la figura masculina del gobernante mexica derrotado y la figura femenina de la Nueva España con su pendón y su actitud de devoción cristiana hace pensar que esta última representa también al altépetl de Tlaxcala.

En otra alegoría reproducida en la misma Descripción..., Cortés aparece nuevamente como conquistador, arrodillado ante el emperador Carlos V, que no es representado en la imagen. A su lado, aparece de nueva cuenta la Nueva España bajo figura de mujer con un huipil indígena, arrodillada y con las manos juntas en actitud de plegaria. Cortés abraza a la mujer y entre ambos sostienen el pendón del nuevo reino. Detrás de ellos aparece Francisco Pizarro, ofreciendo al emperador el reino del Perú, representado por el vencido gobernante inca Atahualpa. Nuevamente el hecho de que la Nueva España no sea representada por la figura del antiguo gobernante indígena derrotado, como el Perú, sino por una mujer cristiana a la que Cortés abraza amorosamente, sugiere que se la está identificando con el altépetl de Tlaxcala y que se enfatiza su cristianización voluntaria y su alianza con los conquistadores.

La importancia de estas escenas, y de la representación femenina de Nueva España-Tlaxcala es demostrada por el hecho de que estaban pintadas en la sala principal del Cabildo de Tlaxcala.26 26 Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, p. 47-48.

¿Por qué razón los tlaxcaltecas eligieron representar a su entidad política por medio de tres figuras femeninas, La Malinche, la alegoría de la Nueva España y la Virgen María?

No hay que olvidar que tras sellar su alianza con los españoles, los tlaxcaltecas les ofrecieron un contingente de 300 mujeres esclavas. De acuerdo con el relato de Muñoz Camargo, los españoles las aceptaron en calidad de damas de compañía de Malintzin, tratándola así a ojos de los indígenas como una reina o princesa.27 27 Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, p. 237-8. El mismo cronista nos cuenta que el prestigio de los conquistadores era tal que muchos nobles tlaxcaltecas les ofrecieron a sus hijas para que procrearan con ellas:

... viendo que alg[un]as destas esclavas se hallaban bien con los españoles, los p[ro]pios prin[cipa]les daban sus hijas p[ro]pias porque, si acaso algunas se empreñasen, quedasen entre ellos genera[cion]es de hombres tan valientes y esforzados. Y así fue que el buen XICOTENCATL dio una hija suya, hermosa y de muy buen parecer, a DON PEDRO DE ALVARADO por mujer, que se llamó DOÑA LUISA TECHQUILHUASTZIN ... Y, por esta orden, se dieron muchas hijas de s[eñor]es a los españoles, para que quedase de ellos casta y generación, por si se fuesen de la tierra.28 28 Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, p. 238.

Como ha mostrado Maite Málaga, estos regalos de mujeres seguían una antigua tradición mesoamericana de intercambio matrimonial para el establecimiento de relaciones de alianza y de subordinación política, y también respondían a la lógica europea de las alianzas matrimoniales. En este caso, los tlaxcaltecas buscaban establecer un vínculo duradero y de mutuas obligaciones con los españoles.29 29 Málaga, Cuerpos que se encuentran y hablan, p. 51-55.

Además, estos intercambios colocaron a los tlaxcaltecas como dadores de mujeres a los españoles, de modo que la representación de Tlaxcala-Nueva España como una mujer resultaba lógica desde un punto de vista tanto histórico como simbólico.30 30 Jaime Cuadriello argumenta que otra fuente de inspiración de esta representación puede haber sido las alegorías europeas que encarnaban a las naciones en figuras femeninas, entre las cuales se contaba la propia España, (El origen del reino y la configuración de su empresa, p. 50-52.

La Virgen y la montaña

La identificación entre la Malinche, Tlaxcala, la figura femenina que representa a la Nueva España y la Virgen es reforzada históricamente por la importancia del culto a esta última en dicha provincia desde los primeros años posteriores a la conquista.

Un gobernante tlaxcalteca, llamado Acxotécatl, recibió como regalo de Hernán Cortés una figura de la Virgen y la mantuvo en su casa, donde se convirtió en objeto de culto y veneración general; con la llegada de los misioneros franciscanos la imagen fue trasladada a su convento y en 1528 fue sacada en procesión por los indígenas para salvar a la provincia de una sequía.31 31 Gibson, Tlaxcala en el siglo XVI, 47. Posteriormente surgieron otros cultos marianos en la zona, particularmente el de la Virgen de Ocotlán, cuya milagrosa aparición se convirtió en motivo de orgullo nacionalista tlaxcalteca en la segunda mitad del periodo colonial. Véase, al respecto la interpretación de Cuadriello, Las glorias de la República de Tlaxcala.

Por ello no sorprende que en la lámina que preside el Lienzo de Tlaxcala una imagen de la Virgen en una capilla consagrada a ella aparezca colocada sobre el cerro que representa el altépetl de Tlaxcala, de acuerdo con las convenciones pictográficas mesoamericanas.32 32 El glifo pictográfico para representar los altépetl era precisamente una montaña con un manantial, es decir una representación literal del término cerro-agua.

La identificación estas figuras femeninas y la identidad tlaxcalteca es reforzada por el hecho de que durante el periodo colonial el gran volcán que dominaba el paisaje de Tlaxcala, y que era un lugar de culto importante para los habitantes de la provincia y una parte integral del paisaje sagrado del altépetl, que se llamaba originalmente Matlalcueye, el nombre de una diosa del agua, fue rebautizada como La Malinche, como se llama hasta el día de hoy.33 33 Sobre la importancia del culto a las montañas en la tradición religiosa mesoamericana, y en la religiosidad campesina hasta nuestros días, véase Broda, La montaña en el paisaje ritual.

De esta manera, la lámina principal del Lienzo de Tlaxcala reúne todos los hilos narrativos y simbólicos que hemos estado descifrando. Tlaxcala, representada por una montaña presidida por la imagen de la Virgen, se coloca en el centro de la imagen y por ende del cosmos, pues esta imagen es un cosmograma como los que se encuentran en tantos códices mesoamericanos.

Abajo de ella, y sosteniéndola, se levanta una Cruz, que confirma su profunda vocación cristiana. Encima, se muestra el escudo de armas de la Corona española, lo que implica que es el altépetl tlaxcalteca el que sostiene el poderío español en estas tierras. Al alrededor del cerro que representa a Tlaxcala se encuentran las figuras de los arzobispos, virreyes y oidores novohispanos, a partir del propio Hernán Cortés, y en las cuatro esquinas se pueden ver las imágenes de cada una de las cuatro parcialidades de Tlaxcala y de sus gobernantes.

De este modo, este altépetl se presenta como el centro cósmico, religioso y político de la Nueva España, bendito por las figuras de la Virgen y la Cruz.

Esta imagen, urdida por una intrincada combinación de símbolos e imágenes de tradición indígena y de tradición occidental y cristiana, es un ejemplo brillante de la complejidad y polisemia de los discursos visuales producidos por los indígenas mesoamericanos en el periodo colonial. Para las autoridades españolas ante las que fue presentada debe haber resultado un reconfortante confirmación de su supremacía política y religiosa sobre los indígenas, anclada en la preminencia de los símbolos cristianos y los emblemas reales que reproduce. Para sus autores y para los públicos tlaxcaltecas que la observaban era una incontrovertible representación de la continuidad identitaria e institucional de su altépetl, así como de su centralidad y de su importancia en la Nueva España, ancladas en su temprana y voluntaria cristianización y en la identificación simbólica entre la entidad política, la Virgen y la montaña.

Artigo recebido em 10/2007. Aprovado em 11/2007.

NOTAS:

  • AGUIRRE BELTRÁN, Gonzalo. El proceso de aculturación y el cambio socio-cultural en México México, D.F.: Fondo de Cultura Económica (Obra Antropológica, 6), 1992.
  • BONFIL BATALLA, Guillermo. México Profundo. Una civilización negada México, D.F.: Editorial Grijalbo/Conaculta (Los Noventa), 1990.
  • BOONE, Elizabeth Hill. Stories in Red and Black. Pictorial Histories of the Aztecs and Mixtecs Austin: University of Texas Press, 2000.
  • BRODA, Johanna y IWANISZEWSKI, Arturo Montero Stanislaw (coords.). La montaña en el paisaje ritual México: UNAM-Instituto de Investigaciones Históricas/CONACULTA/INAH, 2001.
  • CHAVERO, Alfredo (ed.). La conquista de México. Lienzo de Tlaxcala. In Artes de México, s. f.
  • CONRAD, Geoffrey W. y DEMAREST,Arthur. Religión e Imperio. Dinámica del expansionismo azteca e inca Madrid: Alianza Editorial (Alianza América 18), 1988.
  • CORTÉS, Hernán. Cartas de Relación México, D.F., Editorial Porrúa (Sepan cuantos, 7), 1988.
  • CUADRIELLO, Jaime. El origen del reino y la configuración de su empresa. InCUADRIELLO, Jaime et al. El origen del reino de la Nueva España, 1680-1750 México: MUNAL-UNAM-Instituto de Investigaciones Estéticas, 1999. pp. 51-107.
  • _______ . Las glorias de la República de Tlaxcala México: IIE-Museo Nacional de Arte, 2004.
  • DÍAZ DEL CASTILLO, Bernal. Historia verdadera de la conquista de la Nueva España México, D. F.: Editorial Porrúa, 1968.
  • EL Lienzo de Tlaxcala. México: Cartón y Papel de México, S.A. de C.V., 1983.
  • GIBSON, Charles. Tlaxcala en el siglo XVI México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 1991.
  • GRUZINSKI, Serge. El pensamiento mestizo Barcelona: Paidós, 2000 (Biblioteca del Presente, 12).
  • GRUZINSKI, Serge. La guerra de las imágenes. De Cristóbal Colón a Blade Runner (1492-2019) México: Fondo de Cultura Económica, 1994.
  • HERNÁNDEZ GONZÁLEZ, Inga Érika. La visión tlaxcalteca de la conquista en las fuentes de tradición indígena México: UNAM-Facultad de Filosofía y Letras (Tesis de Licenciatura en Historia), 2004.
  • KARTTUNEN, Frances E. Between Worlds: Intepreters, Guides and Survivors E.U.: Rutgers University, 1994.
  • LLAMAS, Edith. El bautismo de los señores de Tlaxcala y Michoacán. Una alianza político religiosa en la Conquista de México México: UNAM-Facultad de Filosofía y Letras (Tesis de Maestría en Historia), 2007.
  • LOCKHART, James. The Nahuas after the Conquest Stanford, California: Stanford University Press, 1992.
  • LOCKHART, James (ed.). We People Here: Nahuatl Accounts of the Conquest of Mexico Los Angeles: University of California Press, 1993.
  • LÓPEZ AUSTIN, Alfredo. Tamoanchan y Tlalocan México: Fondo de Cultura Económica, 1994.
  • MAGALONI KERPEL, Diana. Imágenes de la conquista de México en los códices del siglo XVI. In Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas, 2003, n. 82, pp. 5-45.
  • MÁLAGA, Maite. Cuerpos que se encuentran y hablan. El proceso de conquista y sus relaciones de poder vistos a través del cuerpo México: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 2002.
  • MUÑOZ CAMARGO, Diego. Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala. InACUÑA, René (ed.). Relaciones Geográficas del Siglo XVI: México México, UNAM-IIA, 1984, vol. 4, pp. 229-269.
  • NAVARRETE LINARES, Federico. Beheadings and Massacres: Andean and Mesoamerican representations of the Spanish Conquest. In Res. Aesthetics and Anthropology
  • _______ . Los orígenes de los pueblos del Valle de México: los altépetl y sus historias México: UNAM/Instituto de Investigaciones Históricas-Fondo de Cultura Económica, s.f.
  • _______ . The hidden codes of the Codex Azcatitlan. In Res. Aesthetics and Anthropology, 2004, vol. 45, pp. 144-160.
  • REIFLER-BRICKER, Victoria. El Cristo indígena, el Rey nativo México: D.F., Fondo de Cultura Económica, 1993.
  • ROBERTSON, Donald. Mexican Manuscript Painting of the Early Colonial Period New Haven, NJ: Yale University Press, 1959.
  • SCOTT, James C. Domination and the Arts of Resistance. Hidden Transcripts, New Haven, Yale University Press, 1990.
  • THOMAS, Hughes. The conquest of Mexico London: Hutchinson (Simon&Schuster), 1993.
  • 1
    La palabra náhuatl altépetl significa, literalmente, cerro-agua, y era el término utilizado para nombrar las entidades políticas del centro de Mesoamérica, que tenían su propio gobierno, encabezado por un tlatoani o rey, su territorio, su dios patrono y una identidad étnica particular que defendían celosamente. Entérminos de escala, estas entidades eran equivalentes a una ciudad-estado. Véase Lockhart, The Nahuas after the Conquest, p. 14-28 y también mi análisis de la conformación de los altépetl del Valle de México, Navarrete Linares, Los orígenes de los pueblos del Valle de México: los altépetl y sus historias.
  • 2
    La teoría de la aculturación surgió en la antropología cultural norteamericana, su principal exponente teórico en México fue Gonzalo Aguirre Beltrán, El proceso de aculturación y el cambio socio-cultural en México. En el campo de los códices coloniales, esta teoría fue aplicada de manera brillante por Donald Robertson, Mexican Manuscript Painting of the Early Colonial Period.
  • 3
    El principal exponente de esta posición en México es Guillermo Bonfil, México Profundo. Una civilización negada. En el campo del estudio de las religiones, Alfredo López Austin y otros autores han demostrado las profundas continuidades en las "cosmovisiones" indígenas después de la conquista, López Austin, Tamoanchan y Tlalocan.
  • 4
    La idea de que existen ámbitos privilegiados para el intercambio cultural, a los que denomina "atractores extraños", ha sido planteada también por Serge Gruzinski, El pensamiento mestizo.
  • 5
    Véase su obra Domination and the Arts of Resistance. Hidden Transcripts. He aplicado esta estrategia de análisis a la lectura del Códice Azcatitlan, otra historia visual colonial en Navarrete Linares, "The hidden codes of the Codex Azcatitlan".
  • 6
    Las características de esta forma de escritura pictográfica han sido definidas y analizadas por Robertson, Mexican Manuscript Painting of the Early Colonial Period, y por Elizabeth Boone, Stories in Red and Black. Pictorial Histories of the Aztecs and Mixtecs.
  • 7
    Hernández González, La visión tlaxcalteca de la conquista en las fuentes de tradición indígena, p. 6-13.
  • 8
    Las dos mejores ediciones de esta historia son la de Cartón y Papel de México (1983), que tiene detallados estudios introductorios a cargo de Carlos Martínez Marín y Josefina García Quintana y la de la revista Artes de México (s.f.) que reproduce el estudio introductorio realizado en el siglo XIX por Alfredo Chavero. El Lienzo... tenía la forma de un gran cuadrado de tela. La lámina principal se encontraba en la parte superior central y las láminas que narraban los acontecimientos de la conquista se organizaban en líneas horizontales a partir de la esquina superior izquierda. Las ediciones modernas reproducen cada lámina por separado.
  • 9
    Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, p. 49.
  • 10
    Frances Karttunen argumenta, convincentemente, que el nombre náhuatl Malintzin deriva del cristiano Marina, con que fue bautizada, y no al revés. Malinche a su vez es una corrupción española de la terminación náhuatl -tzin, que era un reverencial. Karttunen, Between Worlds: Intepreters, Guides and Survivors, p. 5-6.
  • 11
    Díaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, vol. 1, p. 123-124.
  • 12
    Díaz del Castillo, Historia verdadera, vol. 1, p. 120-121.
  • 13
    Díaz del Castillo, Historia verdadera, vol. 1, p. 218-219.
  • 14
    La Historia general de las cosas de la Nueva España, que presenta la versión mexica de la conquista, nos relata que los embajadores que envió el tlatoani mexica Moteuhczoma a encontrarse con la expedición española le informaron de la presencia de Marina y la incluyeron dentro de una lista de cosas temibles que caracterizaban a los españoles y que se reúnen en un capítulo intitulado "Donde se dice cómo Moteuhczoma lloró, y los mexicas lloraron, cuando se enteraron que los españoles eran muy fuertes" (Lockhart, We People Here, p. 84-86).
  • 15
    Esta compleja lámina ha sido analizada con detalle por Diana Magaloni, quien muestra que presenta la llegada de los españoles y la conquista como el inicio de una nueva era cósmica, lo que realza aún más la importancia de Marina, Magaloni Kerpel, Imágenes de la conquista de México en los códices del siglo XVI.
  • 16
    Conrad y Demarest, Religión e Imperio. Dinámica del expansionismo azteca e inca.
  • 17
    Gibson, Tlaxcala en el siglo XVI, p. 29-34.
  • 18
    Llamas, El bautismo de los señores de Tlaxcala y Michoacán. Una alianza político religiosa en la Conquista de México. Victoria Bricker ha mostrado que manipulaciones historiográficas similares se encuentran en el relato de la conquista producidos por los mayas quichés de Quetzaltenango, en lo que hoy es Guatemala, Reifler-Bricker, El Cristo indígena, el Rey nativo.
  • 19
    Thomas, The conquest of Mexico, p. 427-428.
  • 20
    Cortés, Cartas de Relación, p. 149-156.
  • 21
    Navarrete Linares, Beheadings and Massacres: Andean and Mesoamerican representations of the Spanish Conquest.
  • 22
    Díaz del Castillo, Historia verdadera, vol. 1, p. 242-243.
  • 23
    De acuerdo con las convenciones de la pictografía mesoamericana esto puede significar que dijeron las mismas palabras, Málaga, Cuerpos que se encuentran y hablan, p. 67.
  • 24
    Gruzinski, La guerra de las imágenes, p. 60.
  • 25
    Maite Málaga realizó un análisis cuidadoso de códices prehispánicos para ver si la escala de la representación de los personajes se asociaba con su importancia y concluyó que no existía una correlación clara en este sentido (Málaga, Cuerpos que se encuentran y hablan, p. 68-74). Sin embargo en el Lienzo de Tlaxcala la prominencia de la Malinche es evidente.
  • 26
    Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, p. 47-48.
  • 27
    Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, p. 237-8.
  • 28
    Muñoz Camargo, Descripción de la ciudad y provincias de Tlaxcala, p. 238.
  • 29
    Málaga, Cuerpos que se encuentran y hablan, p. 51-55.
  • 30
    Jaime Cuadriello argumenta que otra fuente de inspiración de esta representación puede haber sido las alegorías europeas que encarnaban a las naciones en figuras femeninas, entre las cuales se contaba la propia España, (El origen del reino y la configuración de su empresa, p. 50-52.
  • 31
    Gibson, Tlaxcala en el siglo XVI, 47. Posteriormente surgieron otros cultos marianos en la zona, particularmente el de la Virgen de Ocotlán, cuya milagrosa aparición se convirtió en motivo de orgullo nacionalista tlaxcalteca en la segunda mitad del periodo colonial. Véase, al respecto la interpretación de Cuadriello, Las glorias de la República de Tlaxcala.
  • 32
    El glifo pictográfico para representar los altépetl era precisamente una montaña con un manantial, es decir una representación literal del término cerro-agua.
  • 33
    Sobre la importancia del culto a las montañas en la tradición religiosa mesoamericana, y en la religiosidad campesina hasta nuestros días, véase Broda, La montaña en el paisaje ritual.
  • Fechas de Publicación

    • Publicación en esta colección
      23 Set 2010
    • Fecha del número
      2007

    Histórico

    • Acepto
      Nov 2007
    • Recibido
      Oct 2007
    Universidade Estadual Paulista Julio de Mesquita Filho Faculdade de Ciências e Letras, UNESP, Campus de Assis, 19 806-900 - Assis - São Paulo - Brasil, Tel: (55 18) 3302-5861, Faculdade de Ciências Humanas e Sociais, UNESP, Campus de Franca, 14409-160 - Franca - São Paulo - Brasil, Tel: (55 16) 3706-8700 - Assis/Franca - SP - Brazil
    E-mail: revistahistoria@unesp.br