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Hacerse padre: entre nuevos ideales y viejas estructuras

Becoming father: between new ideals and old structures

Tornar-se pai: entre novos ideais e antigas estruturas

Resumen:

En los últimos años las relaciones de género se han transformado, sin embargo, hay ordenamientos que siguen perpetuando la división sexual del trabajo y la desigualdad. Uno de ellos se evidencia cuando las parejas se enfrentan a la parentalidad, donde las tareas domésticas y de cuidado siguen siendo asignadas predominantemente a las mujeres. El objetivo de este estudio fue explorar la vivencia de algunos varones al transitar a la paternidad por vez primera para identificar los ideales predominantes y los obstáculos que siguen dificultando que los varones ejerzan prácticas más equitativas. Para ello se hicieron entrevistas a profundidad con hombres radicando en Ciudad de México. Mediante el análisis se desarrollaron cuatro ejes temáticos que dan cuenta de los retos ante los que se enfrentan los varones con un ideal equitativo, donde se revela la importancia de aspectos estructurales, identitarios y relacionales.

Palabras clave:
paternidad; masculinidades; varones; cuidado; género.

Abstract:

Recent evidence shows that gender relations have been changing in a wide range of themes; however, sexual division of work and inequality still thrives. For instance, when couples face parenthood, domestic and care giving tasks continue to be predominantly assigned to women. Thus, the aim of this study was to explore the experience of a series of men during their trajectory to fatherhood (first time fathers) in order to identify the predominant ideals about becoming a father and the obstacles which continue to complicate the fact that men intervene with more egalitarian practices regarding to upbringing. Therefore, in depth interviews with men living in Mexico City were conducted. Through a qualitative analysis we developed four thematic axes which revealed the challenges that men with an egalitarian ideal about fatherhood struggle; and ultimately, the relevance of structural, identity and relational aspects are discussed.

Key words:
fatherhood; masculinities; men; care; gender

Resumo:

Nos últimos anos, as relações de gênero têm-se transformado; porém, há ordenamentos que ainda perpetuam a divisão sexual do trabalho e a desigualdade. Um desses ordenamentos fica evidenciado quando os casais se enfrentam à parentalidade, onde as tarefas domésticas e dos cuidados ainda são atribuídas predominantemente às mulheres. O objetivo da presente pesquisa foi explorar a vivência de alguns homens no trânsito à paternidade pela primeira vez para identificar os ideais predominantes e os obstáculos que ainda dificultam aos homens a execução de práticas mais equitativas. Na pesquisa foram feitas entrevistas em profundidade com homens que moram na Cidade do México. Mediante a presente análise, desenvolvemos quatro eixos temáticos que dão conta dos desafios enfrentados pelos varões com ideais equitativos, onde se mostra a importância de certos aspetos estruturais, identitários e relacionais.

Palavras-chave:
paternidade; masculinidade; varões; cuidado; gênero

Introducción

La mayoría de los países latinoamericanos se ha enfrentado durante las últimas décadas a la precipitación de múltiples cambios en las relaciones de género, entre ellos, la incorporación de las mujeres en ámbitos de la vida pública de los que antes se encontraban excluidas. No obstante, ello no ha llevado automáticamente a una situación de mayor equidad entre hombres y mujeres, sino que ha puesto de manifiesto nuevas desigualdades y brechas de género que siguen colocando a las mujeres en desventaja con respecto a los varones, muchas de ellas en el ámbito público, pero también muchas otras y muy importantes, en el ámbito de lo doméstico.

Las estadísticas muestran que cuando se trata del cuidado y el trabajo doméstico, en México aún estamos muy lejos de encontrar una repartición equitativa de labores. De acuerdo con cifras del INEGI (2017)INSTITUTO NACIONAL DE ESTADÍSTICA Y GEOGRAFÍA. 2017, 2 de marzo. Estadísticas a propósito del día de la familia mexicana (5 de marzo). INEGI. [Consultado el 17 de febrero de 2018] Recuperado de: [Consultado el 17 de febrero de 2018] Recuperado de: http://www.inegi.org.mx/saladeprensa/aproposito/2017/familia2017_Nal.pdf
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, en los hogares en los que habitan un hombre y una mujer, los varones dedican al trabajo no remunerado 31.3 horas a la semana, mientras que las mujeres dedican 68 horas durante ese mismo periodo. El trabajo doméstico para el propio hogar (p. e. actividades de limpieza) es el que presenta una mayor brecha de género, dado que los varones le invierten en promedio 11.1 horas por semana, mientras que las mujeres, 33.2 horas. Un dato interesante es que esta brecha se ha acortado en lo que respecta al trabajo de cuidado de los integrantes del hogar (hijos, personas mayores, personas con alguna discapacidad), donde los varones dedican 14.2 horas semanales en promedio, mientras que las mujeres dedican 25.5 horas semanales. En la en la actualidad no hay ningún país de América Latina y el Caribe en el cual las labores de cuidado que asumen hombres y mujeres tengan una repartición equitativa (IPPF/WHR y Promundo, 2017IPPF/WHR; PROMUNDO. 2017. Estado de la paternidad en América Latina y el Caribe 2017. Nueva York: IPPF/RHO, Washington D.C.: Promundo-US. Pp. 129.).

Esto muestra que el ordenamiento del ámbito doméstico se ha mantenido con transformaciones mínimas, y sigue perpetuando uno de los principales mecanismos de la desigualdad de género, a saber, la división sexual del trabajo, donde el trabajo doméstico y de cuidados sigue estando en manos, prioritariamente, de las mujeres. Es por ello que en este trabajo se busca analizar y problematizar una esfera particular que guarda una estrecha relación con las dinámicas de desigualdad ya mencionadas en términos del trabajo doméstico y de cuidados: la paternidad.

Desde hace algunos años, se ha señalado en la literatura el surgimiento de nuevos discursos sobre la paternidad que apuntan hacia el establecimiento de relaciones más íntimas, afectivas e involucradas en las tareas de cuidado de hijos e hijas, algo que autores como Eerola y Mikkänen (2013EEROLA, Petteri; MYKKÄNEN, Johanna. 2013. “Paternal masculinities in early fatherhood: dominant and counter narratives by finnish first-time fathers”. Journal of Family Issues, vol. XX, n° X, pp. 1-28) o Magaraggia (2013MAGARAGGIA, Sveva. 2013. “Tensions between fatherhood and the social construction of masculinity in Italy”. Current Sociology, vol. 61, n°1, pp. 76-92.), junto con muchos otros, han denominado “the new father” o, en Latinoamérica, las “nuevas paternidades”. Autores y autoras como Olavarría (2001OLAVARRÍA, José. 2001. Y todos querían ser (buenos) padres. Varones de Santiago de Chile en conflicto. 1ª ed. Chile: FLACSO-Chile. Pp. 158. ), Valdés y Godoy (2008VALDÉS, Ximena; GODOY, Carmen. 2008. “El lugar del padre: rupturas y herencias. Representaciones de la paternidad en grupos altos, medios y populares chilenos”. Estudios Avanzados, Vol. 6, n°9, pp. 79-112.) o Salguero y Pérez (2008SALGUERO, Alejandra; PÉREZ, Gilberto. 2008. “La paternidad en los varones: una búsqueda de identidad en un terreno desconocido. Algunos dilemas, conflictos y tensiones”. Revista Internacional de Estudios sobre Masculinidades, Vol. 4, pp. 1-18. ), han propuesto que de los principales atributos de la masculinidad contemporánea en Latinoamérica son, precisamente, las nuevas formas de ser padre. Consideran que poco a poco se han difundido entre los y las jóvenes, cuestionamientos sobre las formas tradicionales de la maternidad y la paternidad, dando lugar a una transformación de las figuras estereotipadas. Sin embargo, como Olavarría (2001)OLAVARRÍA, José. 2001. Y todos querían ser (buenos) padres. Varones de Santiago de Chile en conflicto. 1ª ed. Chile: FLACSO-Chile. Pp. 158. señala, sigue existiendo una marcada discordancia entre el nivel discursivo y las prácticas reales que los varones llevan a cabo al ejercer su paternidad, con lo cual no necesariamente hay una ruptura del patrón paterno tradicional.

En México, Montesinos (2004MONTESINOS, Rafael. 2004. “La nueva paternidad: expresión de la transformación masculina”. Polis: Investigación y Análisis Sociopolítico y Psicosocial, vol. 2, n°4, pp. 197-220.) propone que el modelo de paternidad ha pasado de un padre autoritario a un padre que ejerce “racionalmente la autoridad” con una mayor proximidad afectiva y respetuosa hacia el resto de los miembros de la familia. No obstante, otros autores como Correa, García y Saldívar (2013CORREA, Fredi; GARCÍA, Luis; SALDÍVAR, Alicia. 2013. “Estereotipo de la paternidad e identidad de género en adolescentes de la Ciudad de México”. Revista Iberoamericana de Psicología: Ciencia y Tecnología, vol. 6, n°1, pp. 41-50. ) y Torres, Ortega, Garrido y Reyes (2008TORRES, Laura; ORTEGA, Patricia; GARRIDO, Adriana; REYES, Adriana. 2008. “Dinámica familiar en familias con hijos e hijas”. Revista Intercontinental de Psicología y Educación, Vol. 10, n°2, pp. 31-56. ) han encontrado que, tanto en adolescentes como en mujeres y hombres adultos, sigue predominando un concepto de padre directamente asociado con el trabajo, el ser proveedor económico y la falta de vinculación emocional y afectiva. Así como una tendencia todavía muy clara a asumir que las madres tienen como funciones el cuidado amor y respeto. En un estudio que profundiza un poco más en el tema, Rojas (2008ROJAS, Olga. 2008. Paternidad y vida familiar en la Ciudad de México. 1ª ed. México: El Colegio de México. Pp. 231.) propone que, más que una “nueva paternidad”, los varones mexicanos se encuentran entre dos ideales de paternidad muy contrastantes. Por un lado, el del padre tradicional (poco cariñoso, duro, distanciado, con un papel autoritario, lejanía física y emocional), encontrado sobre todo en padres mayores de sectores populares de la ciudad; y, por otro lado, el ideal del padre moderno, encontrado sobre todo en padres jóvenes de sectores medios y populares, caracterizado por un acercamiento importante en términos físicos y afectivos e involucramiento en el cuidado y la crianza.

Si bien los resultados de los estudios con varones mexicanos no son contundentes en cuanto a la existencia de un nuevo ideal de la paternidad, lo que es innegable es que la paternidad, la maternidad y los roles y estereotipos de género están en cuestionamiento. Sin embargo, sigue siendo un reto pendiente avanzar hacia la corresponsabilidad y la repartición equitativa de tareas de cuidado, domésticas y de proveeduría entre varones y mujeres (Aguayo y Nascimento, 2016AGUAYO, Francisco; NASCIMENTO, Marcos. 2016. “Dos décadas de estudios de hombres y masculinidades en América Latina: avances y desafíos”. Sexualidad, Salud y Sociedad - Revista Latinoamericana, Vol. 22, pp. 207-220.), siendo la vivencia de la paternidad uno de los ejes primordiales a problematizar.

El objetivo de este estudio consistió en explorar la vivencia de algunos varones de Ciudad de México al ser padres por vez primera, para identificar los discursos que tienden a la equidad en torno a lo que significa ser padre. No obstante, resultó del interés de las autoras no solamente dar cuenta de estos nuevos discursos sino también, y de manera muy importante, conocer aquellos obstáculos, tanto subjetivos, sociales como estructurales, a los que se enfrentan en nuestro país aquellos varones que se apropian de este ideal moderno de la paternidad, para poder realmente ejercer prácticas diferentes a las “tradicionales” y, sobre todo, prácticas más equitativas.

Método

El estudio se llevó a cabo con nueve varones radicando en Ciudad de México y Zona Metropolitana, que mantenían una relación heterosexual, y estaban viviendo por vez primera un embarazo, en un rango de edad de entre 22 y 38 años, con un nivel socioeconómico medio y un nivel educativo mínimo medio superior. Para llegar a los entrevistados se lanzó una convocatoria vía redes sociales en la cual se invitó a participar en el estudio a hombres que fueran a ser padres por primera vez y que en el momento del primer contacto se encontraran entre el sexto y el octavo mes de embarazo. A su vez, los primeros entrevistados recomendaron a otros hombres conocidos para participar (bola de nieve). La recolección de información se llevó a cabo mediante entrevistas a profundidad en las que se exploraron diversos aspectos de la vivencia de los varones en torno a la paternidad en tres tiempos: durante el embarazo, dos semanas después del nacimiento, y tres meses después del nacimiento. No obstante, de los nueve varones entrevistados, fueron seis quienes completaron el proceso planteado de las tres etapas. Los otros tres participaron únicamente con la primera entrevista (durante el embarazo) y declinaron continuar. Los entrevistados fueron informados desde el inicio del estudio sobre sus objetivos, y los testimonios que se presentan en el apartado siguiente se presentan bajo pseudónimos para proteger la identidad de los participantes.

Las entrevistas fueron grabadas con la autorización de los participantes y transcritas para su posterior análisis, el cual se ha llevado a cabo desde una perspectiva fenomenológico-interpretativa, caracterizada por buscar comprender el significado de la experiencia de los participantes yendo más allá del análisis descriptivo para reflejar los aspectos más amplios de la experiencia del sujeto, buscando los significados sociales, culturales e intrapsíquicos, tomando en consideración aquello que la experiencia del sujeto refleja de las estructuras sociales y económicas y cómo esto modela la experiencia del entrevistado (Álvarez-Gayou, 2003ÁLVAREZ-GAYOU, Juan Luis. 2003. Cómo hacer investigación cualitativa. 1ª ed. México: Paidós. Pp. 222.; Willing, 2013WILLIG, Carla. 2013. Introducing qualitative research in psychology. New York: McGraw Hill. Pp. 250).

Cabe mencionar que los aspectos explorados durante las entrevistas fueron muy amplios y cubrieron diversos ejes de la experiencia de la paternidad, no obstante, para este artículo se ha elaborado un análisis específico con el objetivo de identificar aquellas barreras ante las cuales se encuentran los varones al intentar llevar a las prácticas el “nuevo ideal de la paternidad”.

Vivencias de la paternidad en varones mexicanos

En esta sección se presenta el análisis de las entrevistas y se discute alrededor de los retos y obstáculos o barreras ante las cuales los varones se enfrentan al momento de ser padres e intentar ejercer un ideal moderno de paternidad, desde aspectos estructurales hasta identitarios, pasando por el ámbito relacional.

a) Las prácticas institucionales en torno a la paternidad

De los nueve varones entrevistados, siete expresaron su deseo de estar presentes durante el nacimiento de sus hijos y ser partícipes del proceso con la finalidad de cuidar y acompañar a su pareja y poder generar un vínculo desde los primeros momentos con su bebé. Tal es el caso de Raúl1 1 Raúl es un varón de 40 años, estudió psicología y tiene un nivel de estudios de maestría. Se dedica al trabajo independiente. Tiene una relación larga con su pareja, y este embarazo ha sido muy deseado y planeado por ellos. Desde antes del embarazo Raúl ha tenido reflexiones y cuestionamientos sobre los roles de hombres y mujeres desde un lugar más empírico que teórico. Sin embargo, él refiere la paternidad como un momento clave en el que se pondrá a prueba si verdaderamente puede llevar estos cuestionamientos a la práctica en la crianza de su bebé y en su relación de pareja. , quien relata:

…participar en el parto...Sí..., no sé cuál sea la palabra, yo digo que me, se me ocurre es como una bendición, vivir eso, vivir, estar acompañando a la mamá de tu hijo y estar ahí viendo todo el proceso, de ver cómo está adentro del útero, de cómo sale, este como lo, lo recibes, cómo lo recibe la mamá, cómo lo va recibir la partera, todo este proceso (...) sí es algo que quiero vivir.

No obstante, el deseo de los varones de presenciar el nacimiento de sus hijos y el significado tan importante que varios de ellos le dan a este momento, se encuentra con un primer obstáculo, que tiene que ver con la forma en la que la paternidad ha sido definida y concebida jurídicamente y en las prácticas institucionales, especialmente en las de salud pública. En México, en los hospitales públicos los varones no tenían permitido presenciar el nacimiento de sus hijos y su pareja no tiene el derecho de ser acompañada por quien ella decida2 2 Cuando se llevaron a cabo estas entrevistas esto estaba asentado en la legislación, sin embargo, a partir de 2019 en la Ciudad de México se reformó la Ley de Salud en materia de salud materna infantil para que las mujeres por una persona de su confianza y elección durante el parto. .

En parte por esta situación, seis de los siete varones que expresaron el deseo de presenciar el nacimiento de sus hijos tomaron, en conjunto con su pareja, la decisión de tener un parto en casa o en un hospital privado. Rescatar durante la segunda fase de la investigación, la experiencia de los varones que pudieron estar presentes durante el nacimiento resultó sumamente interesante, pues fue posible dar cuenta de la importancia que este momento reviste en el establecimiento de vínculos con el o la bebé y su pareja. Teniendo un efecto fundamental en la construcción de la paternidad de los varones: Eso sí, fue increíble, sí fue una emoción… no sé, nunca la había sentido. Me puse a llorar de nuevo hasta… no sé, sí fue bien bonito. (Mateo3 3 Mateo es un hombre de 35 años, con licenciatura concluida que trabajaba en ese momento en una entidad gubernamental. Su carrera y su profesión, así como las de su pareja, nada tienen que ver con cuestiones de género, a diferencia de otros entrevistados. En su caso es el nacimiento de su bebé y la inevitable reorganización de roles en la familia la que pone en tensión las ideas preconcebidas sobre qué corresponde a hombres y mujeres. El embarazo fue planeado y deseado junto con su pareja y contaban con los recursos económicos suficientes para pagar una clínica privada para el parto. ). O el caso de León4 4 León tiene 30 años, se encontraba estudiando una maestría y laborando en una ONG que trabaja con mujeres víctimas de violencia de género. También se trata de un embarazo planeado y deseado por ambos miembros de la pareja. Optan por un parto en casa. Su trabajo lo ha llevado a cuestionar ampliamente las relaciones de poder entre hombres y mujeres, por lo que ha intentado construir una relación más equitativa con su pareja. Sin embargo, viene de una educación muy tradicional, y esto ha desencadenado múltiples conflictos con su familia, quienes lo instan a ser “más hombre” (proveedor, mujeriego, menos involucrado con lo doméstico, más autoritario, entre otras cosas). , quien relata:

“De verdad que todavía no la creía, así de “¡Qué!” porque creo que eso sí es bien importante como padre, pues todavía en la panza no te das, o sea creo que es imposible dar cuenta de verdad de que está un bebé ahí ¡Ja, ja, ja! La siente, platicas, pero no hay como: esto es real.”

Esto coincide con lo encontrado por Sadler (2007SADLER, Michelle. 2007. “Los hombres también se emocionan: hacia la construcción de masculinidades presentes”. Gaceta de Psiquiatría Universitaria, Vol. 3, n°4, pp. 437-449.) en su investigación con varones chilenos que presenciaron el nacimiento de sus hijos, donde concluye:

“Según los testimonios de los varones, la participación en el parto les ‘abre’ la posibilidad de conectarse con la esfera emotiva de sus vidas, que es una dimensión poco explorada por muchos de ellos. En sus relatos comprobamos que la participación en el parto produce fuertes cuestionamientos en sus definiciones de lo que significa ser hombre y ser padre. La intensa experiencia de participar en el parto abre la posibilidad para la reflexión y el cambio” (p. 444).

El tema de las licencias de paternidad fue otro elemento que los entrevistados sacaron a relucir como un obstáculo en su deseo de tener un ejercicio de la paternidad activo y partícipe de los cuidados. En México desde 2016, como producto de la Reforma Laboral, se cuenta con una licencia de cinco días de paternidad con goce de sueldo para todos los trabajadores formales (Secretaría de Trabajo y Previsión Social, 2017SECRETARÍA DEL TRABAJO Y PREVISIÓN SOCIAL. 2017, 18 de junio. Tienen padres trabajadores derecho a cinco días de licencia por paternidad, Boletín No. 920. [Consultado el 15 de abril de 2018] Recuperado de: [Consultado el 15 de abril de 2018] Recuperado de: https://www.gob.mx/stps/prensa/tienen-padres-trabajadores-derecho-a-cinco-dias-de-licencia-por-paternidad?idiom=es
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). En Ciudad de México, desde 2013 se estableció una licencia un poco más amplia, que consiste en 15 días con goce de sueldo; sin embargo, los únicos beneficiarios de ella son los empleados del gobierno local (Animal Político, 2013ANIMAL POLÍTICO. 2013, 10 de mayo. Amplían en el DF permiso por paternidad de 8 a 15 días. Animal Político. [Consultado el 7 de abril de 2018]. Recuperado de: Recuperado de: https://www.animalpolitico.com/2013/05/amplian-en-el-df-permiso-por-paternidad-de-8-a-15-dias /
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), estas leyes no han sufrido modificaciones hasta la actualidad.

De los nueve varones entrevistados para este estudio, únicamente dos se encontraban laborando en la formalidad (cabe recordar que en México 57.2% de la población ocupada se encuentra en la informalidad de acuerdo con datos del INEGI, 2017), y ellos dos fueron los únicos que pudieron solicitar una licencia de paternidad por el nacimiento de su hija. Sin embargo, la experiencia que compartieron se caracteriza por la percepción de absoluta insuficiencia con respecto dicha licencia. Uno de los entrevistados refiere:

“Cinco días. Cinco días no es nada, se me hace un abuso, pero bueno… ¡Vas! Se me hace un abuso, se me hace machista, se me hace, este… cómo decirlo… se me hace gandalla para los hijos, ¿no? Porque pues los hijos también necesitan a su papá y no son vacaciones, ¿no?” (Mateo).

Y explica:

“Lo bueno que yo pude juntar las vacaciones, y en vez de que fueran diez días de vacaciones, diez días hábiles, pues fueron 15 días hábiles, ¿no? Sí ha sido una suerte, hemos podido hacer muchas cosas, hemos avanzado en cómo yo voy a cuidarla, aprender a cambiar pañales y todas esas cosas, ¿no?”

En este último fragmento, es posible apreciar la importancia que ha tenido para el entrevistado tener un mayor tiempo en casa después del nacimiento de su hija para poder aprender todo lo que implica el tema de cuidados de una bebé y, como él menciona, poder hacerse cargo él solo. En este sentido, consideramos importante pensar el tiempo de la licencia de paternidad no únicamente como unos días para que los varones puedan disfrutar de su hijo/a recién nacido/a, sino como un periodo importante de aprendizaje de las labores de cuidado y paternaje, que puede tener una influencia fundamental más adelante en la repartición equitativa de tareas y roles. Ello aunado por supuesto, a la importancia que tiene la construcción de esos primeros vínculos con el/la bebé, que requieren presencia y tiempo (Rehel, 2014REHEL, Erin. 2014. “When dad stays home too: paternity leave, gender and parenting”. Gender & Society, Vol. 28, n°1, pp. 110-132.).

En este sentido, a partir del análisis de las entrevistas, se ha dado cuenta de la necesidad de empezar a representar la participación de los varones en los cuidados no solo como una labor, sino como un medio para generar vínculos y “hacerse padre”, particularmente dentro de un modelo de paternidad más afectivo y partícipe de la crianza. Un ejemplo de ello lo comparte Gabriel5 5 Hombre de 38 años, con preparatoria concluida y en el proceso de estudio de una licenciatura. Tiene un negocio propio, lo que le ha dado mucha flexibilidad con respecto al tiempo que pasa en casa dedicado al cuidado. Manifestaba al inicio sentirse muy nervioso sobre cómo sería su participación en el cuidado. A lo largo de las entrevistas mostró cómo poco a poco fue construyendo esa confianza. Tuvo un padre ausente y fue criado por su madre, lo cual lo ha llevado a cuestionarse mucho sobre el tipo de padre que él quiere ser (involucrado en los cuidados y la vida afectiva de su hija) y sobre los estereotipos de género ya que él menciona haber crecido más cercano al “mundo de lo femenino”. , quien trabaja como freelance y por lo tanto tuvo la posibilidad de pasar mucho más tiempo en casa en comparación con otros de los entrevistados y expresa desde los primeros momentos su deseo dedicar tiempo a cuidar de su bebé y su pareja:

Yo me he sentido, como te digo, padre con respecto a la niña, porque también he tenido que dormirla, he tenido que… que… lo que más miedo me daba era bañarla. Precisamente ¿no?, sentía que se me caía, pero ya después de que la agarré en el hospital, toda llena de sangre y todo eso, pues fue una confianza el cargarla, voltearla, el levantarla, el tallarle su cabecita.

Es muy interesante la frase con la que comienza el entrevistado: “Yo me he sentido, como te digo, padre con respecto a la niña”, dado que se puede interpretar que se ha sentido satisfecho, que ha disfrutado por encargarse de los cuidados de su bebé, pero también en el sentido de que eso lo ha constituido como padre con respecto a su bebé. Devela que la paternidad no tiene que ver únicamente con procrear un hijo, sino que ser padre se construye, y parte fundamental de esa construcción, de ese poder “sentirse padre” es el cuidado. Otro entrevistado que vive una situación similar en términos laborales y que se ha dedicado de lleno a cuidar a su bebé durante sus primeros tres meses de vida, reflexiona:

“Ha sido muy gratificante tener la oportunidad de estar ahí ¿no?, es maravillosa, o sea yo me doy cuenta ahora de la enorme pérdida de los hombres en relación a la crianza y el cuidado porque ya de hace un tiempo, tenía claro que una semana no servía para nada en términos de descansos en sus trabajos para poder estar ahí. Ahora me parece un mal chiste.” (Román6 6 Hombre de 35 años. Sociólogo, se ha dedicado al trabajo con temas de género en instancias gubernamentales y ONGs. Al momento del nacimiento de su bebé se encuentra sin un trabajo fijo y acuerda con su pareja ser él quien se quede durante el primer año de vida de la bebé como cuidador primario, y ella aporte mayoritariamente la parte económica. Por su formación, ha tenido contacto con cuestionamientos sobre las relaciones de género desde antes de convertirse en padre, ha trabajado sobre su propia masculinidad en grupos de varones y se define a sí mismo como alguien a quien le gusta ir a contracorriente en todo lo relacionado con los estereotipos de género. )

De esta manera, es posible observar cómo para los entrevistados interesados en ser partícipes de la crianza, las mismas prácticas institucionales se vuelven un obstáculo, en tanto limitan el papel del padre y parecen seguir respondiendo a la fórmula del varón proveedor.

b) La esfera de los cuidados, un ámbito donde también se juega el poder

La esfera de lo doméstico también es un lugar en el que se generan relaciones de poder que tendemos a invisibilizar, ya que como menciona Narotzky (2004NAROTZKY, S. 2004. Antropología económica. Nuevas tendencias. Barcelona: Melusina.), la forma en la que se ha definido socialmente la familia ha contribuido a ignorar que se trata de un entorno social más donde se regulan las relaciones sociales a través del poder, el cual se haya oculto bajo estos discursos idealizadores de la familia.

En este sentido y dentro de la multiplicidad de relaciones de poder que se dan hacia dentro de las familias, algo que ha resaltado mucho en la experiencia de los entrevistados es que el ámbito de los cuidados es un espacio en donde se juega y se defiende el poder de las mujeres. Aquellos que han tenido un proceso de construcción de la paternidad que los ha llevado a buscar ser padres presentes, activos y encargados de los cuidados, se han encontrado con una gran barrera proveniente de las propias mujeres quienes, en su familia, son las que se han encargado durante generaciones del cuidado de los y las bebés. Un ejemplo de ello lo podemos ver en el siguiente testimonio:

En algún momento, como mi sobrinita, como te comento tiene un año, entonces este… también la he disfrutado mucho; inclusive ha sido como un poco de práctica ¡ja,ja! Me acuerdo en una ocasión así de: “Oye y ¿sí puedo cambiarle el pañal?” mmmm, me voltearon a ver mi hermana [y su madre] y así como de: “¡Usted está loco!” ¡Ja, ja!. Entonces este… pero a pesar de que bueno, me dejaron por supuesto entrar, sí fue de “Ay, tú no sabes” (León).

Es posible observar en este pequeño relato cómo simbólicamente hay un poder de las mujeres sobre el ámbito de los cuidados, tan es así, que el entrevistado tiene que preguntar, pedir permiso, para poder hacer algo del orden del cuidado con su sobrina, y ante su petición hay extrañamiento e incluso descalificación: “Ay, tú no sabes”. No obstante, resulta fundamental problematizar esto desde una comprensión dinámica de las relaciones sociales y también en el plano estructural. ¿Por qué las mujeres habrían de defender ese ámbito de los cuidados como suyo e incluso excluir a los varones? Como menciona Lagarde (2003LAGARDE, Marcela. 2003. “Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción”. Emakunde, vol. 53, pp. 10-13.): “La condición de cuidadoras gratifica a las mujeres afectiva y simbólicamente en un mundo gobernado por el dinero y la valoración económica del trabajo y por el poder político. Dinero, valor y poder son conculcados a las cuidadoras.” (2003: 2LAGARDE, Marcela. 2003. “Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción”. Emakunde, vol. 53, pp. 10-13.).

Así pues, ante la valoración social que tiene la maternidad y la dificultad estructural que sigue existiendo para que las mujeres accedamos a posiciones de poder más allá de lo doméstico, la intención de algunos varones de involucrarse en este ámbito se vive por algunas mujeres como una especie de despojo de algo sumamente valorado, ante lo cual hay que defenderse. Fuller (s/f)FULLER, Norma. s/f. Identidad femenina y maternidad: una relación incómoda. [Consultado el 8 de mayo de 2018]. Recuperado de: Recuperado de: http://red.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/biblioteca/081008.pdf
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refiere en este sentido que: “la maternidad constituye la vía más efectiva para que las mujeres tengan acceso al status de adultas y al prestigio social. Este es el ámbito en el que ellas ejercen mayor poder y pueden negociar sus intereses frente a sus parejas e hijos” (s/f: 5FULLER, Norma. s/f. Identidad femenina y maternidad: una relación incómoda. [Consultado el 8 de mayo de 2018]. Recuperado de: Recuperado de: http://red.pucp.edu.pe/wp-content/uploads/biblioteca/081008.pdf
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), similar a lo que García-Hernández (2012)GARCÍA-HERNÁNDEZ, Gloria. 2016. Mi hijo, lo mejor que me ha pasado en la vida: una aproximación a los significados de las trayectorias sexuales reproductivas de madres adolescentes en contextos de pobreza. México: Instituto Mexicano de la Juventud, Universidad Autónoma Metropolitana. Pp. 293. encuentra con madres adolescentes en contextos de pobreza en México. Así, es posible que mientras ésta siga siendo la vía más efectiva para que las mujeres puedan hacerse de un lugar frente a los otros, compartir estos espacios seguirá siendo un punto de conflicto.

Otro de los participantes, nos permite observar que se vuelve fundamental llegar a acuerdos con la pareja que permitan tener un ejercicio de la paternidad más activo:

Ha sido bastante bonito porque ella [pareja] me ha respetado mucho el que yo me involucre, el estar con mi bebé para mí ha sido como, cómo te decía, como un nacer de nuevo, como un motor de quiero hacer esto, quiero conocer, quiero entrarle, quiero involucrarme con ella, con la nena, y entonces mi esposa lo ha respetado y me ha apoyado en ese sentido. (Gabriel)

Desde una perspectiva relacional, es posible comprender entonces que la participación de los varones en la crianza no depende exclusivamente de si existe o no el deseo y la decisión de ellos de involucrarse en las labores de paternaje, sino que también juega un papel importante la forma en la que la mujer se relaciona con el hecho de que su pareja sea parte del cuidado. Así, encontramos entrevistados que han encontrado una concordancia entre su deseo de ser partícipes de la crianza y la apertura de su pareja, mientras que hay otros que se han sentido descalificados y en ocasiones, excluidos ante sus intenciones de cuidar. En el siguiente fragmento es posible observar la vivencia de Mateo quien ha querido ser parte de los cuidados, pero se ha enfrentado a vivencias con su pareja que han dificultado su acercamiento:

En parte es miedo a [la pareja], por eso te digo que quiero que se vaya, porque… ella como que encuentra la facilidad de resolver las cosas muy rápido, no sé así de: “¡Ah, sí a ver, ya está!” Y yo, no. Y entonces como que siento que ella se fue… aplica la cosa de inutilizar ¿no?, así de: “Tú lo haces mal, yo lo hago bien, déjame que yo lo haga ¡Presta!”

Consideramos que este último fragmento representa muy bien cómo el cuidado y los saberes que giran alrededor del mismo también adquieren un poder simbólico para las mujeres. Es un espacio donde las mujeres se pueden colocar en el lugar de “expertas”, dificultando así la entrada de los varones “incapaces” de llevar a cabo estas tareas y, al final, reproduciendo la división sexual del trabajo. Pero también, se trata de un espacio del cual con relativa facilidad los varones se pueden autoexcluir al percibir este “rechazo”. También hay que señalar que la pareja no es la única con la que se presentan estas “negociaciones”, sino que también se ven involucradas otras mujeres cercanas (familia principalmente), tal como lo relata Gabriel:

“Pues fíjate que... por eso han sido los conflictos, porque yo no suelto mi lugar, en ese sentido siendo mi hija, pues..., por eso te decía, quien cambia a la bebé soy yo, quien la baña soy yo, quien, quien..., mientras yo esté en la casa, ellos no pueden acercarse a la bebé y no es que no puedan, sino que simplemente también toman su distancia, que ‘ah bueno, pues está él’ ¿no? (…) ese es el problema que hemos tenido mi suegra y yo”

En este relato, es posible ver a un varón que, si bien ha llegado a un acuerdo con su pareja en el que el cuidado se reparte equitativamente, se enfrenta al desacuerdo de su suegra, en tanto el entrevistado pareciera estar ocupando un lugar que le correspondería a ella. Este entrevistado relata que, en último término, la madre de su pareja ha llegado a cuestionar qué hace Gabriel en casa cuidando de su esposa y su hija en vez de estar trabajando: Entonces mi suegra empezó a decirle que por qué yo estaba en casa tanto tiempo, o que por qué no me iba a trabajar, que qué onda con el dinero”.

Román, quien también trabaja desde casa mientras que su pareja es quien trabaja fuera de casa, relata cómo ha sido complicado para él hacerse de un lugar en el cuidado de su hija frente a otras mujeres, aun teniendo un acuerdo muy claro con su pareja en cuanto a que él será el cuidador principal:

Yo lo que le digo a ella es: en esta sistemática desaprobación del cuidado de los hombres, las cosas se deciden y organizan entre mujeres. Entonces ellas se organizan, y dicen vamos a organizar el tiempo de cuidado así. Y tú te quedas así como… (gesto de desconcierto).

De esta forma, el entrevistado manifiesta su malestar ante las dificultades que ha encontrado para poder hacerse un lugar como cuidador principal frente a otras mujeres y las tensiones que ello genera consigo mismo, con su pareja, con la madre de su pareja y con otras mujeres cercanas.

c) El aprendizaje de género de los varones: cómo colocarse frente al sentir y el cuidar

Se ha puesto énfasis hasta el momento en aquellas barreras que provienen de diversas estructuras sociales. Sin embargo, una de las principales dificultades con las que se encuentran los varones no es de carácter externo, sino que tiene que ver con los aprendizajes interiorizados sobre lo que significa ser varón en una sociedad patriarcal como la nuestra, por lo que estas nuevas formas de paternidad requieren de la posibilidad de ejercer cuestionamientos profundos sobre la masculinidad.

El cuidado y todo el proceso del nacimiento de un hijo requiere de los varones un trabajo psíquico importante para poder vincularse afectivamente y en el “cuerpo a cuerpo” (como menciona Lagarde, 2003LAGARDE, Marcela. 2003. “Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción”. Emakunde, vol. 53, pp. 10-13.) con los cuidados. Pero ¿cómo poder hacerlo si precisamente el ser varón en nuestra cultura pareciera implicar no sentir y mucho menos expresar emociones? (Figueroa y Franzoni, 2011FIGUEROA, Juan Guillermo; FRANZONI, Josefina. 2011. “Del hombre proveedor al hombre emocional: construyendo nuevos significados de la masculinidad entre varones mexicanos”. In: AGUAYO, F.; SADLER, M. (eds.). Masculinidades y Políticas Públicas. Involucrando Hombres en la Equidad de Género. Chile: Universidad de Chile, pp. 64-82.). Uno de los entrevistados lo manifiesta con mucha claridad al reflexionar acerca del reto que implicó como hombre educado dentro de ciertas expectativas de la masculinidad, enfrentarse a este proceso: “Al final a veces, como hombre, estás construido en esto de no sentir, o sea tienes que aguantarte, tienes que rifarte, y este… en esta, en esto del parto, creo que fue algo bien padre porque sentí, me sentí débil también” (León7 7 Cabe mencionar que León es un hombre que constantemente hace referencia a su educación tradicional y cómo su visión actual de las relaciones de género ha entrado en choque con ésta, generando tensiones importantes con su familia, donde el discurso predominante es que la crianza corresponde a las mujeres y que él como hombre tendría que estar produciendo económicamente, viajando y “disfrutando” fuera de casa. ).

Es interesante la forma en la que el entrevistado lo articula porque estar presente en el nacimiento de su bebé, implicó enfrentarse a sí mismo como un sujeto que siente y que puede percibirse débil, ambos aspectos contrarios a lo que hasta entonces había implicado su construcción como varón. En un sentido similar, otro entrevistado habla de cómo el parto implicó enfrentar múltiples movimientos afectivos: Ya estábamos en labor de parto activa, y ésa es una pinche montaña rusa espantosa ¿no? (risas), nada te prepara para eso, todo el mundo miente y ninguna de las imágenes que teníamos en la cabeza, corresponde con la realidad (Román).

Por otro lado, se constató cómo los aprendizajes de género también se reflejan en la forma en la que los varones viven su cuerpo y, específicamente, la capacidad del cuerpo para cuidar de otros. Tal es el caso de Mateo, quien refiere haberse sentido en un principio inadecuado para llevar a cabo trabajos de cuidado: “Me doy cuenta que soy muy torpe y entonces me cuesta mucho trabajo la parte de manipularla, o sea, es muy chiquita… entonces, este… moverla y así esas cosas, pues sí me da miedo, me da mucho miedo. Este, pero pues ahí, practicando”.

Y un poco más adelante explica:

“Eh… mi motricidad fina es muy mala; soy hábil en la motricidad gruesa, pero en la fina sí soy muy… o sea, desde mi letra es muy mala, y entonces… el saberlo, saber que soy muy torpe, me quita la confianza. Eh, por ejemplo, cuando me la pasa, se me enredan los dedos con la cobija y entonces ya no la puedo agarrar bien y cosas así. Y entonces, yo creo que me hubiera dado más tranquilidad ser más ágil, menos torpe con la manipulación sensible”.

Esto nos lleva a pensar que la vivencia del cuerpo y sus capacidades para proveer cuidados se ve atravesada por los discursos sociales sobre quién está capacitado(a) para hacerse cargo de un bebé. Butler (2002BUTLER, Judith. 2002. Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”. 1ª ed. Buenos Aires: Paidós. Pp. 352.) teoriza sobre este aspecto y propone que las normas de género, a partir de su repetición en el discurso, se van materializando en cuerpos con ciertas características, en cuerpos que son percibidos como más o menos capaces de llevar a cabo ciertas tareas o interacciones.

Otro entrevistado manifiesta una vivencia muy distinta en comparación con el caso recién mencionado, y él mismo identifica que esto ha tenido que ver con la posibilidad que ha tenido desde hace varios años de cuestionar el orden de género y trabajar con su propia masculinidad. Para él, las labores domésticas y de cuidado no fueron algo nuevo, pues ya desde tiempo atrás se encargaba de ellas. Relata:

“Para mí ha sido muy placentero, ha sido difícil sí, también creo que mi personalidad ajusta mucho con ello, con el cuidado, soy muy paciente, tengo una enorme capacidad para no angustiarme, entonces llora y pues llora (risas) y llora aquí y después de que llora un rato pues se calma y se duerme (risa)”. (Román)

En este fragmento de entrevista vemos una vivencia totalmente distinta, en la que Román se siente adecuado e incluso capacitado para dar cuidados, y así lo refleja en la calma con la que se refiere a cómo han sido estar primeras interacciones con su bebé. Por su parte, León también se sentía asustado por enfrentarse al tema de los cuidados y hasta cierto punto incapacitado; sin embargo, en su caso parece que poco a poco fue “construyendo” su capacidad de interactuar con la bebé y cuidar de ella desde los inicios:

“Estas tres chicas [las parteras] se enfocaron en la sutura, entonces agarran y dicen ‘pues dásela a su papá’ y pues todavía traía la placenta, y entonces yo la cargo y creo que desde ese punto llegó, porque la empecé a sentir y estaba muy chiquitita, en parte cuidando la placenta también, empezó a llorar y me dice la partera ‘bueno pues hay una técnica, puedes meterle tu dedito [a la boca], de todas maneras para que se vaya ambientando con el idioma de la familia’ entonces eso fue mágico (…) agarro y está llorando y le meto el dedo y se calla. Eso se ha inaugurado o inauguró algo muy interesante (…) creo que también desde ahí se empezó a inaugurar ¡Ja, ja! Como en una confianza hacia mí”. (León)

Como menciona al final de este fragmento, establecer este vínculo de cuidados con su bebé ha implicado cuestionar la idea de que ella, su pareja, sabe casi de forma innata cómo cuidar y él, no. A partir de ello, León reflexiona que, en realidad, ninguno de los dos sabe, y ambos son igual de capaces de aprender: “A ver, yo soy hombre y también puedo, y si no sé, pues le aprendo. Tampoco ella [pareja] sabe”. Así, los relatos de los entrevistados resultan congruentes con lo que menciona Lagarde (2003LAGARDE, Marcela. 2003. “Mujeres cuidadoras: entre la obligación y la satisfacción”. Emakunde, vol. 53, pp. 10-13.) acerca de que, para los varones, dedicarse o involucrarse en el cuidado requiere un cuestionamiento de aquello que históricamente ha sido valorado en ellos, es decir, un cuestionamiento sobre lo que son los atributos tradicionales de la masculinidad.

En este sentido y para terminar con este apartado, recuperamos la reflexión que Raúl elabora sobre los cuestionamientos que ha tenido que llevar a cabo sobre su propia masculinidad al saber que va a ser padre y el plantearse qué tipo de padre (y pareja) quiere ser:

Entonces ha sido mucho como, como entender mi machismo, o sea darme cuenta de él, de..., como tratar de, de..., reconocerlo ¿no?, porque al final creo que, que..., es uno de los tantos males y dificultades que hay en el mundo en esta manera como de estar ciegos, indiferentes a algo que, que pasa (…) ahorita yo pienso, donde está mi prueba es ahí, estar con mi pareja, con mi hijo, yo quiero estar ahí.

d) El aprendizaje de género en los varones: la proveeduría y la protección como el núcleo duro de la masculinidad y la paternidad

Para la mayoría de los participantes, aun cuando expresan su deseo por ser padres más afectivos y partícipes de la crianza, la proveeduría y la protección siguen constituyendo un ámbito fundamental de su ser hombres. En este sentido, ser padre no deja de implicar para la mayoría de los entrevistados, cumplir con el rol proveedor; algo que sin duda genera angustia, probablemente en tanto pone en cuestionamiento razgos fundamentales de su identidad y del estatus que dicha condición puede brindar a los varones. Así, pudimos observar que muchos de los miedos que los participantes refieren con respecto a ser padres por primera vez giran entorno a lo económico, de forma que el mandato de cumplir con las necesidades de proveduría en la familia sigue estando sumamente enfatizado e internalizado:

Yo creo que tengo más como miedos ¿no? Ahora que voy a ser papá, porque me pongo a pensar en todo eso... ehm... también me pongo a pensar en lo económico, y de repente pues a lo mejor aunque mi mujer ha cambiado un poco su visión en ese aspecto no deja de ser como exigente “es que no hay esto, es que no hay aquello, es que...” este... “¿por qué no has comprado esto?” ¿no? (Joaquín8 8 Joaquín tiene 30 años, la preparatoria concluida y trabajaba en un Call Center al momento de ser entrevistado. No ha tenido ningún acercamiento a temas de género o espacios que pongan directamente en cuestionamiento su masculinidad. Proviene de una familia con un funcionamiento tradicional en cuanto roles de género, y su pareja le exige que cumpla con estos mismos roles, principalmente ser un buen proveedor. Exigencia que viene acompañada de constantes descalificaciones, ya que su trabajo en el Call Center no le genera suficientes ingresos. Frente al embarazo, su principal preocupación es cómo va a lograr tener un mayor ingreso económico. El embarazo no fue planeado, aunque él refiere sí desear ser padre, y se da en un contexto de múltiples problemas de pareja. )

O el caso de Oliver9 9 Oliver tiene 23 años, fue el entrevistado más joven. Recién termina su licenciatura (en el área de ciencias de la salud) y se encuentra sin empleo. Llevaba menos de un año de relación con su pareja cuando se da el embarazo no planeado. Se encuentra muy angustiado ante la idea de tener que sostener ahora a una familia. Recurre al discurso tradicional, donde asume que su papel principal será la proveeduría. Cuenta con el apoyo de sus padres y continúa viviendo con ellos, por lo que se enfrenta al proceso de transición de ser un hijo dependiente de sus padres a ser un padre que tendrá que hacerse cargo de su familia, lo cual le genera una confusión importante en cuando los roles que quiere desempeñar y lo que se espera de él. , quien relata: “Y son cosas que han cambiado igual en tanto en el aspecto, este…, psicológico cuando empiezas a ver qué es lo que te falta, más que nada cómo vas a sacar a adelante a tu familia, son esos aspectos donde sí empiezas a ver todos esos aspectos”. León nos ofrece en su relato un ejemplo de cómo estos nuevos ideales de la paternidad siguen conviviendo en muchos casos con expectativas tradicionales en torno a los varones y la proveeduría. A partir de su trabajo y su formación, este participante ha tenido oportunidad de cuestionar los estereotipos de género y llevar a cabo un profundo proceso reflexivo en torno a la paternidad, y sin embargo, cuando se le preguntó sobre qué ha cambiado en él mismo a partir de saber que será padre, lo primero que surge es con respecto al rol proveedor:

Ya está cambiando, esteee… en aspectos muy generales, inclusive, pero también muy personales; este… uno de ellos, por ejemplo, que me he… que he notado ya, yo ta estoy también ya... no huyéndole a este rol de proveedor, de verdad, eh (…) tengo que responsabilizarme de mis necesidades, de las necesidades de mi familia.

El ser validado por otros o no como un buen proveedor se vuelve un tema fundamental para los varones, en tanto su masculinidad parece quedar en cuestionamiento ante la mirada de los otros cercanos. Román, de quien ya se ha hablado anteriormente y quien ocupa el rol de cuidado mientras que su pareja es quien provee mayoritariamente en términos económicos, relata que no ha sido fácil comunicar esta decisión a otros varones: “Todavía me puede costar mucho trabajo explicárselo a otros hombres, hay otros que no entienden, hay otros que no me preocupa explicárselos y hay unos que no quiero ni tocar el tema con ellos ¿no?”.

De la mano de la proveeduría encontramos el tema de la protección, otro de los atributos tradicionalmente asociados a la masculinidad. Desde algunos planteamientos de los estudios de género, el rol protector en la masculinidad tiene que ver con proteger a las mujeres de los otros “predadores masculinos” (Stanley, 2007STANLEY, Ruth. 2007. “Violencia sexualizada en tiempos de guerra: discursos hegemónicos y orden de género”. Cuadernos de Antropología Social, Vol. 25, pp. 7-27.). Si bien no lo vemos así en lo que los entrevistados refieren con respecto al embarazo, sí observamos que continúa siendo identificado por ellos como una de sus principales funciones en relación con su pareja y con el hecho de convertirse en padres. Además, ser capaz de proteger se asocia a toda una serie de atributos altamente valorados de la masculinidad como la fuerza, la valentía y el estoicismo (Cohen, 2007COHEN, León. 2007. “Masculinidad y erotismo: placer y deseo, poder y rol”. Gaceta de Psiquiatría Universitaria, vol. 3, n°4, pp. 425-436.). En este sentido, Alonso10 10 Alonso tiene 28 años, licenciatura concluida y una empresa propia. Muestra un fuerte apego a los mandatos de la masculinidad tradicional. Se refiere a sí mismo como un hombre muy “fiestero y mujeriego” por lo que ha causado sorpresa entre sus amigos que ahora se establezca con una pareja y tenga un bebé. Ha planeado con su pareja que él seguirá trabajando y siendo el proveedor principal mientras que ella se dedicará exclusivamente a los cuidados y al trabajo doméstico. Se enfrenta a un embarazo no planeado que apresuró la decisión de establecerse con su pareja. No manifiesta mayores cuestionamientos en cuanto a su rol como padre. relata cómo su capacidad de proteger a su pareja se ha convertido en parte fundamental de su papel durante el embarazo: “Mi papel… muy sobreprotector. Porque pues así con el embarazo ya no quiero que le vaya a pasar nada y luego se agarra la panza y yo así de qué qué qué, qué pasa, y antes pues no era así”.

O el caso de Gabriel11 11 Hombre de 33 años, con maestría. Trabaja en el área administrativa de una ONG. Refiere querer ser un hombre partícipe de la crianza, pero asume como una de sus principales preocupaciones el ser capaz de proveer económicamente a su familia. Sin embargo, su pareja es quien tiene un mayor ingreso económico, por lo que se ha planteado la posibilidad de quedar él a cargo de la crianza lo cual, según manifiesta, no le genera conflicto mientras tengan suficientes recursos económicos. Sin embargo, es una posibilidad que no se había planteado con anterioridad, sino hasta este momento. El embarazo fue planeado y deseado por la pareja. , quien relata:

La prioridad en cuanto a cualquier otra cosa, es que estén bien los dos [madre y bebé], entonces cuestiones no tanto de seguridad sino más bien de que ella va al trabajo, procuro que no utilice el servicio público, procuro que esté cómoda, procuro que no tenga que estar haciendo cosas pesadas.

Este apego a los roles de protección y proveeduría tendrá que comprenderse desde el hecho de que la división sexual del trabajo no únicamente tiene implicaciones las tareas y áreas asignadas a unas y otros, sino que se vuelve un importante componente identitario de las personas. Como menciona Faur (2006FAUR, Eleonor. 2006. “Género, masculinidades y políticas de conciliación familia-trabajo”. Nómadas, vol. 24, pp. 130-141.):

Uno de los pilares que ha marcado la construcción social de las identidades masculinas y femeninas en las sociedades modernas ha sido la prevalencia de una matriz de división sexual del trabajo que asigna al hombre adulto la responsabilidad de la provisión de ingresos familiares y a las mujeres las obligaciones de reproducción del mundo doméstico, incluyendo el cuidado de hijos e hijas (2006:131FAUR, Eleonor. 2006. “Género, masculinidades y políticas de conciliación familia-trabajo”. Nómadas, vol. 24, pp. 130-141.).

Además, menciona la autora, para los varones lograr colocarse como sostén del hogar cumple una doble función simbólica al afirmarlos individual y socialmente en términos de su masculinidad; y, al colocarlos en un lugar de poder y privilegio frente a los otros miembros del hogar (Faur, 2006FAUR, Eleonor. 2006. “Género, masculinidades y políticas de conciliación familia-trabajo”. Nómadas, vol. 24, pp. 130-141.). En consonancia con lo anterior, finalizaremos este apartado con la reflexión de otro de los participantes:

Creo que, el estar tan, tan, tan marcado la cuestión de género, que pareciera que el dejar de ser proveedor o dejarle de dar importancia creo que también tiene que ver con una cuestión como de dejar de ser, eh.., hombre. Como, o perder ¿no?, eh, tu valor de hombre, como que baja, y es luchar con eso, o sea, está cabrón, está muy cabrón (Raúl).

Conclusiones

El ámbito de lo doméstico continúa reproduciendo una serie de desigualdades mayormente en detrimento de las mujeres, puesto que tareas como los cuidados y el trabajo siguen recayendo sobre ellas, aun cuando estén insertas en el ámbito laboral, generando fenómenos como el de la doble jornada, con altos costos tanto emocionales como físicos (Sánchez et al., 2002SÁNCHEZ, José, et al. 2002. “Desigualdades de género en salud, la conciliación de la vida laboral y familiar”. In: CABASÉS J., AIBAR C., y VILLALBÍ J., (coords.). Invertir para la salud: prioridades en salud pública: informe SESPAS 2002, vol. 1, pp. 73-90.). Uno de los aspectos que se han planteado como fundamentales en esta problemática es la forma en la que los varones viven y construyen su paternidad, puesto que la llegada de un nuevo integrante a la familia pone en juego las dinámicas y los ordenamientos que reproducen los roles y estereotipos asignados socialmente a varones y mujeres y la división sexual del trabajo.

Mediante este estudio, ha sido posible observar que si bien en la mayoría de los entrevistados está presente y cada vez más fuerte un ideal de la paternidad caracterizado por una mayor cercanía afectiva hacia los hijos e hijas y un mayor involucramiento en las actividades relacionadas con el cuidado y la educación, lo cual coincide con lo encontrado en otras investigaciones como Salguero (2021SALGUERO, Alejandra. 2021. “Reflexiones sobre los cambios en las relaciones de género en las familias y paternidad en México”. Revista Latinoamericana de Estudios de la Familia, vol. 13 (2), pp. 101-119.), este ideal se encuentra con toda una serie de obstáculos y dificultades de orden cultural, social, relacional y subjetivo, acerca de los cuales es necesario indagar para comprender cómo es que este ideal más equitativo se va traduciendo, o no, en prácticas cotidianas. Además, encontramos que ese ideal “moderno” de paternidad convive -con todas las contradicciones internas que esto trae para los varones- con el ideal de paternidad tradicional, donde la proveeduría, la protección y la autoridad siguen siendo consideradas de las principales funciones del padre, lo cual coincide ampliamente con lo observado por Rojas (2008ROJAS, Olga. 2008. Paternidad y vida familiar en la Ciudad de México. 1ª ed. México: El Colegio de México. Pp. 231.).

Algo que se ha mencionado anteriormente y que es importante enfatizar nuevamente es el tema del trabajo y las políticas laborales dirigidas hacia los varones y la paternidad. Para empezar, resulta importante considerar que en México todos y todas nos enfrentamos en la actualidad a condiciones laborales sumamente precarias, con condiciones superexigentes y, como diría Lamas (2016LAMAS, Martha. 2016. “Una mejor división del trabajo implica más igualdad en la calidad de vida”. In: CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL DE LA CIUDAD DE MÉXICO (ed.). El descuido de los cuidados. México: STyFE y CESCDMX, pp. 23-54.) “sin contemplaciones para las necesidades de desarrollo personal y de cuidado familiar que afecta a mujeres y a hombres” (2016: 29LAMAS, Martha. 2016. “Una mejor división del trabajo implica más igualdad en la calidad de vida”. In: CONSEJO ECONÓMICO Y SOCIAL DE LA CIUDAD DE MÉXICO (ed.). El descuido de los cuidados. México: STyFE y CESCDMX, pp. 23-54.), aunado a la informalidad e inestabilidad laboral (Cruz, 2017CRUZ, Juan. 2017, 16 de mayo. Con empleo informal, casi seis de cada 10 mexicanos: Inegi. Revista Proceso. [Consultado el 18 de mayo de 2018]. Recuperado de: Recuperado de: https://www.proceso.com.mx/486719/empleo-informal-casi-seis-10-mexicanos-inegi
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), se encuentra la baja calidad en la seguridad social y la falta de servicios públicos enfocados al trabajo doméstico. Es en este contexto, ya de por sí complicado, en el que habrá que pensar en el establecimiento de condiciones laborales que fomenten una repartición más equitativa del trabajo de cuidado. El establecimiento de licencias de paternidad más amplias es un elemento importante, pero no necesariamente suficiente. Lo que se requiere son legislaciones que promuevan una mayor equidad de género partiendo desde una perspectiva que busque armonizar la relación entre familia y trabajo, permitiendo una repartición más equitativa de roles. Como menciona Ellingsaeter (1999, en Faur, 2006FAUR, Eleonor. 2006. “Género, masculinidades y políticas de conciliación familia-trabajo”. Nómadas, vol. 24, pp. 130-141.), este tipo de políticas públicas tendrían que ofrecer mínimo tres dispositivos: tiempo para cuidar, servicios para cuidar y servicios de cuidado infantil.

A partir de las entrevistas con los varones, ha sido posible observar que el tiempo para cuidar tiene un papel fundamental en la construcción de la paternidad, dado que lleva al establecimiento de vínculos más cercanos tanto con el o la bebé como con la pareja, y la formación de acuerdos para el establecimiento de una dinámica más equitativa hacia dentro del hogar. El cuidado hace vínculo, y el vínculo permite involucrarse de forma distinta con lo que implica el cuidado y el trabajo doméstico. En este sentido, resulta muy enriquecedor poner en el centro de la conversación el tema de la participación en el cuidado no solamente como una exigencia hacia los varones, sino como una vía que posibilita vínculos distintos e incluso relaciones sociales distintas, poniendo en el centro, incluso en términos políticos, el cuidado (Tronto, 2005TRONTO, Joan. 2005. “Care as the work of citizens: a modest proposal”. In: FRIEDMAN, M. (ed.). Women and Citizenship, Oxford: Oxford University Press. Pp. 130-145. ).

No obstante, a partir del relato de los varones entrevistados que han buscado involucrarse de manera más activa en el ámbito de lo cuidados, ha sido posible observar que éste también es un espacio de poder culturalmente asignado a las mujeres. Cuando los varones intentan acceder a él, parece haber una respuesta de rechazo por parte de las mujeres alrededor, probablemente al sentirse despojadas de algo que les da lugar y estatus social en una cultura como la nuestra. Esto da cuenta de que estamos tratando con un fenómeno relacional y dinámico, donde aquellos elementos internalizados de lo que significa ser varón, ser mujer, padre o madre, necesitan seguir siendo cuestionados para lograr la construcción de espacios más equitativos.

Para finalizar con las reflexiones presentadas, consideramos importante y necesario un cuestionamiento profundo de la masculinidad para que los varones logren involucrarse de otras formas en la crianza de sus hijos e hijas. A lo largo de las entrevistas, resultó sumamente interesante observar cómo los mismos varones que decidieron involucrarse de una forma no tradicional con su bebé, identificaron cómo esto implicó atravesar por una serie de cuestionamientos sobre su propia crianza, su historia y su ser varones. Así mismo, algunos factores que identificamos que propiciaron en los entrevistados una actitud más crítica hacia la paternidad y la masculinidad tradicional fueron la edad (los varones de mayor edad al momento de tener un primer hijo/a parecían haber pasado por un proceso reflexivo más amplio y profundo sobre el ser padre), el deseo y la planeación de la paternidad (que también facilitó proceso reflexivos) y, por supuesto, el haber estado expuestos por sus trabajos o su formación a discursos críticos de los roles tradicionales de género. Esto coincide también con lo observado en otras investigaciones sobre que los hombres que mayormente han adoptado estos cuestionamientos son de contextos urbanos, de nivel socioeconómico medio y con alta escolaridad (Salguero y Marco, 2014SALGUERO, Alejandra; MARCO, María. 2014. “Reflexiones sobre sexualidad, reproducción y paternidad en estudiantes universitarios en México”. Gaceta de Antropología, vol. 30 (3), s/p.). No obstante, esta deconstrucción ha posibilitado en ellos nuevas formas de colocarse en relación con otros e incluso con ellos mismos; sin embargo, no debería de ser algo privativo de algunos casos particulares, sino una oportunidad para que todos los varones se encuentren en posibilidad de colocarse en un lugar distinto como pareja y como padres.

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  • WILLIG, Carla. 2013. Introducing qualitative research in psychology New York: McGraw Hill. Pp. 250
  • 1
    Raúl es un varón de 40 años, estudió psicología y tiene un nivel de estudios de maestría. Se dedica al trabajo independiente. Tiene una relación larga con su pareja, y este embarazo ha sido muy deseado y planeado por ellos. Desde antes del embarazo Raúl ha tenido reflexiones y cuestionamientos sobre los roles de hombres y mujeres desde un lugar más empírico que teórico. Sin embargo, él refiere la paternidad como un momento clave en el que se pondrá a prueba si verdaderamente puede llevar estos cuestionamientos a la práctica en la crianza de su bebé y en su relación de pareja.
  • 2
    Cuando se llevaron a cabo estas entrevistas esto estaba asentado en la legislación, sin embargo, a partir de 2019 en la Ciudad de México se reformó la Ley de Salud en materia de salud materna infantil para que las mujeres por una persona de su confianza y elección durante el parto.
  • 3
    Mateo es un hombre de 35 años, con licenciatura concluida que trabajaba en ese momento en una entidad gubernamental. Su carrera y su profesión, así como las de su pareja, nada tienen que ver con cuestiones de género, a diferencia de otros entrevistados. En su caso es el nacimiento de su bebé y la inevitable reorganización de roles en la familia la que pone en tensión las ideas preconcebidas sobre qué corresponde a hombres y mujeres. El embarazo fue planeado y deseado junto con su pareja y contaban con los recursos económicos suficientes para pagar una clínica privada para el parto.
  • 4
    León tiene 30 años, se encontraba estudiando una maestría y laborando en una ONG que trabaja con mujeres víctimas de violencia de género. También se trata de un embarazo planeado y deseado por ambos miembros de la pareja. Optan por un parto en casa. Su trabajo lo ha llevado a cuestionar ampliamente las relaciones de poder entre hombres y mujeres, por lo que ha intentado construir una relación más equitativa con su pareja. Sin embargo, viene de una educación muy tradicional, y esto ha desencadenado múltiples conflictos con su familia, quienes lo instan a ser “más hombre” (proveedor, mujeriego, menos involucrado con lo doméstico, más autoritario, entre otras cosas).
  • 5
    Hombre de 38 años, con preparatoria concluida y en el proceso de estudio de una licenciatura. Tiene un negocio propio, lo que le ha dado mucha flexibilidad con respecto al tiempo que pasa en casa dedicado al cuidado. Manifestaba al inicio sentirse muy nervioso sobre cómo sería su participación en el cuidado. A lo largo de las entrevistas mostró cómo poco a poco fue construyendo esa confianza. Tuvo un padre ausente y fue criado por su madre, lo cual lo ha llevado a cuestionarse mucho sobre el tipo de padre que él quiere ser (involucrado en los cuidados y la vida afectiva de su hija) y sobre los estereotipos de género ya que él menciona haber crecido más cercano al “mundo de lo femenino”.
  • 6
    Hombre de 35 años. Sociólogo, se ha dedicado al trabajo con temas de género en instancias gubernamentales y ONGs. Al momento del nacimiento de su bebé se encuentra sin un trabajo fijo y acuerda con su pareja ser él quien se quede durante el primer año de vida de la bebé como cuidador primario, y ella aporte mayoritariamente la parte económica. Por su formación, ha tenido contacto con cuestionamientos sobre las relaciones de género desde antes de convertirse en padre, ha trabajado sobre su propia masculinidad en grupos de varones y se define a sí mismo como alguien a quien le gusta ir a contracorriente en todo lo relacionado con los estereotipos de género.
  • 7
    Cabe mencionar que León es un hombre que constantemente hace referencia a su educación tradicional y cómo su visión actual de las relaciones de género ha entrado en choque con ésta, generando tensiones importantes con su familia, donde el discurso predominante es que la crianza corresponde a las mujeres y que él como hombre tendría que estar produciendo económicamente, viajando y “disfrutando” fuera de casa.
  • 8
    Joaquín tiene 30 años, la preparatoria concluida y trabajaba en un Call Center al momento de ser entrevistado. No ha tenido ningún acercamiento a temas de género o espacios que pongan directamente en cuestionamiento su masculinidad. Proviene de una familia con un funcionamiento tradicional en cuanto roles de género, y su pareja le exige que cumpla con estos mismos roles, principalmente ser un buen proveedor. Exigencia que viene acompañada de constantes descalificaciones, ya que su trabajo en el Call Center no le genera suficientes ingresos. Frente al embarazo, su principal preocupación es cómo va a lograr tener un mayor ingreso económico. El embarazo no fue planeado, aunque él refiere sí desear ser padre, y se da en un contexto de múltiples problemas de pareja.
  • 9
    Oliver tiene 23 años, fue el entrevistado más joven. Recién termina su licenciatura (en el área de ciencias de la salud) y se encuentra sin empleo. Llevaba menos de un año de relación con su pareja cuando se da el embarazo no planeado. Se encuentra muy angustiado ante la idea de tener que sostener ahora a una familia. Recurre al discurso tradicional, donde asume que su papel principal será la proveeduría. Cuenta con el apoyo de sus padres y continúa viviendo con ellos, por lo que se enfrenta al proceso de transición de ser un hijo dependiente de sus padres a ser un padre que tendrá que hacerse cargo de su familia, lo cual le genera una confusión importante en cuando los roles que quiere desempeñar y lo que se espera de él.
  • 10
    Alonso tiene 28 años, licenciatura concluida y una empresa propia. Muestra un fuerte apego a los mandatos de la masculinidad tradicional. Se refiere a sí mismo como un hombre muy “fiestero y mujeriego” por lo que ha causado sorpresa entre sus amigos que ahora se establezca con una pareja y tenga un bebé. Ha planeado con su pareja que él seguirá trabajando y siendo el proveedor principal mientras que ella se dedicará exclusivamente a los cuidados y al trabajo doméstico. Se enfrenta a un embarazo no planeado que apresuró la decisión de establecerse con su pareja. No manifiesta mayores cuestionamientos en cuanto a su rol como padre.
  • 11
    Hombre de 33 años, con maestría. Trabaja en el área administrativa de una ONG. Refiere querer ser un hombre partícipe de la crianza, pero asume como una de sus principales preocupaciones el ser capaz de proveer económicamente a su familia. Sin embargo, su pareja es quien tiene un mayor ingreso económico, por lo que se ha planteado la posibilidad de quedar él a cargo de la crianza lo cual, según manifiesta, no le genera conflicto mientras tengan suficientes recursos económicos. Sin embargo, es una posibilidad que no se había planteado con anterioridad, sino hasta este momento. El embarazo fue planeado y deseado por la pareja.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    04 Nov 2022
  • Fecha del número
    2022

Histórico

  • Recibido
    09 Jul 2018
  • Acepto
    11 Feb 2022
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